Vie 17 Oct 2025
El presbítero, ministro de la Esperanza
Por Monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos - El año jubilar de la Esperanza que estamos viviendo, debe ser para nosotros, los ministros del Evangelio, esto es, del amor, del perdón, de la misericordia, de la paz y la reconciliación, una gran oportunidad para recordar que somos ministros de esperanza.El Papa Francisco, al convocar el Año Santo jubilar, ha puesto como texto bíblico de base, Rm. 5,5: “La esperanza no defrauda”. Sí, para nosotros cristianos, el Señor Jesús es nuestra esperanza, en Él confiamos y a Él anunciamos. La esperanza nace del amor y se funda en al amor que brota del Corazón de Jesús traspasado en la cruz. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más ahora que estamos reconciliados, seremos salvados por su vida (Rm. 5,10). Y su vida se manifiesta en nuestra vida de fe, que empieza con el Bautismo, se desarrolla en la docilidad a la gracia de Dios y, por tanto, está animada por la esperanza, que se renueva siempre y se hace inquebrantable por la acción del Espíritu Santo .Para el ser humano no basta vivir, se requiere tener sentido. Hoy muchos sectores humanos, muchos jóvenes, buscan sentido a su existencia, piden razones para vivir. Cuando hemos optado por seguir a Cristo en el ministerio sacerdotal, la razón última ha sido porque en Él hemos encontrado el verdadero sentido de nuestra vida, porque reconocemos que “quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento” . Si esto es realidad en nosotros, la consecuencia es que estamos en capacidad de ser generadores de sentido, de ser portadores de esperanza, en un mundo con déficit de esperanza.La modernidad prometió que la luz de la razón superaría todo, hasta Dios, pero sus promesas se convirtieron en decepción. Por algo, algunos de los pensadores posmodernos hablan de la sociedad del cansancio, de la sociedad del miedo, de la sociedad líquida. Según san Agustín, nadie vive cualquier género de vida sin estas 3 disposiciones: creer, amar y esperar . La sola razón es insuficiente, y la esperanza está en la perspectiva del ser humano, pues su cerebro está hecho para mirar lejos, y la esperanza apunta a esto, a mirar lejos, más allá de lo meramente material. Es la esperanza la que nos hace propiamente cristianos.La promesa del Señor para nosotros ministros es donar la vida, dar la vida por las ovejas, por lo que debemos tener cuidado para no cimentar nuestra vida ministerial sobre vanas expectativas (puestos, promociones, títulos…) y en cambio sí sobre promesas ciertas.Como insistió el recordado Papa Francisco en diversos escenarios, no nos dejemos robar la esperanza. Somos, con nuestro pueblo santo fiel, peregrinos de esperanza. Mantengamos firme nuestra esperanza, cimentada en las promesas de Dios, y seamos para todos los que nos han sido confiados, para las comunidades con las que compartimos nuestra fe, signos visibles de esperanza.+Gabriel Ángel Villa VahosArzobispo de Tunja y vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Colombia