Jue 12 Mayo 2016
La alegría del amor familiar
Por: Mons. Luis Adriano Piedrahita - Entre los gozos que vive la Iglesia al cumplir el mandato misionero de Jesús está el de anunciar la Buena Nueva de la familia. De la alegría de ser discípulos misioneros que anuncian la Buena Nueva de la familia, nos hablaron los obispos reunidos en Aparecida.
Ahora, el Papa Francisco nos ha hablado del Evangelio de la familia como “la alegría que llena el corazón y la vida entera” en la hermosa y esperada exhortación apostólica “La alegría del amor”, en la que recoge los aportes de los dos recientes sínodos sobre la familia junto con sus personales apreciaciones.
“La alegría del amor que se vive en las familias es también el júbilo de la Iglesia…su anuncio es verdaderamente una buena noticia”, ha comenzado diciendo el Papa.
En verdad, dicha alegría no es otra que la que se respira en el transcurrir del actuar divino en la historia de la humanidad, desde el momento en que la alegría brotó del corazón de Dios al ver salir a la mujer de sus manos creadoras como la compañía que le faltaba al varón en su soledad, y cuando vio que ambos llevaban la impronta de su ser, creados a imagen y semejanza suya, llamados al encuentro en el amor fiel y eterno de los esposos, y destinados a multiplicar por toda la faz de la tierra la familia humana.
Luego la alegría que aparece en el rostro amoroso y misericordioso de Dios a través de la imagen del esposo enamorado de su esposa con un amor puro, fiel y solícito, que nos enseña la literatura bíblica.
Y finalmente, la alegría que culmina en Jesús, naciendo en el seno de una familia, y apareciendo en el mundo de los hombres como el esposo que llega compartiendo y favoreciendo la alegría de unas bodas.
Con el milagro del agua transformada en vino, el Señor quisiera ayudar a reconocer que, cuando los esposos disponen el agua de la fidelidad, de la entrega mutua, del sacrifico, del amor verdadero, de la generosidad, del trabajo empeñado, del cuidado en el cumplimiento de las responsabilidades que tienen como esposos y como padres de familia, entonces él les colma con el vino nuevo de una alegría verdadera y plena.
La fe en el Señor nos brinda la ocasión de alegrarnos en él a través de las múltiples alegrías humanas que él va colocando en nuestro camino, entre ellas las alegrías propias de la vida familiar: el nacimiento y el crecimiento de los hijos, el amor honesto y santificado de los esposos, la entrega sincera, el trabajo esmerado, el compartir, el diálogo, el sacrificio, la fe y la oración en familia, etc.
En el marco del año jubilar de la misericordia, el Santo Padre ha querido, según sus propias palabras, “ofrecer una propuesta para las familias cristianas que las estimule a valorar los dones del matrimonio y de la familia, y a sostener un amor fuerte y lleno de valores como la generosidad, el compromiso, la fidelidad o la paciencia, y a alentar a todos para que seamos signos de misericordia y cercanía allí donde la vida familiar no se realiza perfectamente o no se desarrolla con paz y gozo”(5).
Acojamos con la misma alegría esta valiosísima y oportuna propuesta del Papa y esforcémonos para que con ella nos sintamos llamados a “cuidar con amor la vida de nuestras familias”.
+ Luis Adriano Piedrahita Sandoval
Obispo de Santa Marta