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año litúrgico

Jue 7 Dic 2023

De la mano de la Virgen

Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - “En el sexto mes, Dios envió al ángel Gabriel a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen comprometida para casarse con un nombre llamado José, de la descendencia de David. El nombre de la virgen era María” (Lc. 1, 26 -27).Iniciamos el año litúrgico 2023 – 2024 con el adviento, el domingo 3 de diciembre. Como bien se sabe, este es un tiempo especial dedicado a la preparación de la gran fiesta de la navidad. Confiados en Dios, disponemos alma, vida, cuerpo y corazón, para recibir nuevamente al Niño Dios. El adviento es el tiempo de la gozosa espera, donde a través de actos de penitencia, oración y limosna, abrimos las puertas de nuestras vidas para acoger la nueva noticia que los ángeles anunciaron a los pastores en Belén.Pero es necesario tener presente que el adviento no debe limitarse a estos días previos a la navidad. La vida del cristiano es y debe ser asumida en constante adviento. Es necesario tomar conciencia de que estamos de paso por este mundo, de que somos peregrinos y que el adviento, en la espera de la segunda venida del Señor, debe animar toda nuestra existencia. Para ello la palabra “preparación” es una constante. Tenemos que estar todos preparados porque no sabemos ni el día ni la hora en que vendrá el Señor. Eso es también adviento. Podríamos decir, que la madurez del cristiano se manifiesta en lograr combinar el presente con el futuro; el ya pero todavía no que anima la fe a buscar en todo momento la verdad infinita del Hijo de Dios.El camino del adviento, de la mano de la Virgen, adquiere su pleno significado, pues ella, la llena de gracia, supo lo que era acoger en su corazón y en su seno al Hijo de Dios y vivir en carne propia la espera gozosa durante los nueve meses de su embarazo. De la mano de la Virgen María, los invito a recorrer el camino de sus vidas, en tónica de adviento.En el año 1223, en un pequeño poblado de Italia llamado Greccio, hace 800 años, San Francisco de Asís quiso escenificar el misterio del portal de Belén. San Francisco veía en esta escena la síntesis de todo el amor que Dios nos tiene. Ha sido esta una tradición que ha superado los tiempos y llega a nosotros con una invitación muy especial: la de que hagamos de nuestros corazones, de nuestras vidas, de nuestras familias, un nuevo pesebre, en donde nazca verdaderamente el Niño Dios. No puede ser el pesebre una simple decoración. Ha de ser también el testimonio de una fe que tenemos en que somos amados y salvados por el amor y la misericordia divinas.Como nos recuerda el Papa Francisco en la Carta Apostólica Admirabile signum del 2019, “el hermoso signo del pesebre, tan estimado, suscita siempre asombro y admiración”. Y también: “¡Cuánta emoción debería acompañarnos mientras colocamos en el belén las montañas, los riachuelos, las ovejas y los pastores! De esta manera recordamos, como lo habían anunciado los profetas, que toda la creación participa en la fiesta de la venida del Mesías. Los ángeles y las estrellas son la señal de que también nosotros estamos llamados a ponernos en camino para llegar a la gruta y adorar al Señor”.Aprovecho para motivar a todas las familias a que recen las novenas de adviento con fe, con esperanza, con recogimiento. Que los pesebres sean hechos con material no biológico, pensando en el cuidado de la casa común, y que, como dice el Papa, no pierdan nunca el asombro al reconocer que, de nuevo Dios Padre creador nos envía a su Hijo para salvarnos. Su nombre es Jesús.De la mano de la Virgen los invito a celebrar la Navidad, tiempo de gozo, tiempo de paz.De la mano de la Virgen María cumplo el primer año del inicio de mi arzobispado en Cali. La Virgen Inmaculada me acompañe hoy y siempre.A todos los lectores de la Voz Católica, a todos los fieles de la Arquidiócesis de Cali y a todos los hombres y mujeres que habitan estas hermosas tierras del Valle del Cauca, les deseo una feliz Navidad y un año 2024 lleno de las gracias y bendiciones del Altísimo. Reciban y vivan el nuevo año de la mano de la Virgen.

Sáb 30 Nov 2019

Adviento: tiempo de fe y esperanza

Al iniciar el tiempo de Adviento y el Año Litúrgico para la Iglesia Católica, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Popayán, ofreció algunas claves para vivir mejor este tiempo. El prelado recordó que el Adviento es un momento para que los católicos entren se preparen para el nacimiento del Emmanuel “Dios con nosotros”, por lo tanto, dijo, “es un tiempo para vivirlo en pequeñas comunidades y en las parroquias”. Así mismo, advirtió que el centro del Adviento, como de todo el Año Litúrgico, es Cristo. “Pero es Cristo esperado, es Cristo que nos toca el corazón y Él ha dicho: estoy a la puerta y llamo, si alguno me abre entraré y cenaremos juntos”, afirmó. Al contextualizar el tema del Adviento dentro del marco social, expuso que hombres y mujeres hoy necesitan de esperanza. “El Adviento es un tiempo para que nosotros nos encontremos, nos miremos, nos animemos unos a otros sabiendo que no estamos solos, que somos compañeros de camino unos de otros. Sabemos que tenemos una barca, que vamos llegando hacia ella y que es nuestra patria; ella llegará a buen puerto si nosotros somos hombres y mujeres de fe y esperanza”, advirtió.

Jue 6 Dic 2018

Necesitamos un corazón nuevo

Por MonseñorDarío de Jesús Monsalve Mejía: Comienza en la Iglesia un nuevo Año Litúrgico, el del ciclo C, con el Evangelista Lucas. Termina un año de calendario civil y se abren los festejos de fin y comienzo de año, con sus tiempos fuertes de comercio, ferias, reuniones y festejos. Desde el siete de diciembre, con los alumbrados públicos, domésticos y callejeros, el dogma de La Inmaculada Concepción de La Virgen Maria anuncia la llegada y el comienzo de LA NUEVA CREACIÓN. “Todo el que está en Cristo es una nueva criatura”, dice Pablo. María, “desde el primer instante de ser concebida”, fue liberada del poder del pecado, de esa pretensión idólatra y original de Eva y Adán, de la humanidad de siempre, de igualarse con Dios. La esperanza de vernos libres de ese poder, la comparte cada bautizado con la humanidad y la creación entera, que anhela, como mujer en dolores de parto, verse libre de la esclavitud y ver la aparición de los “hijos de Dios”, de una libertad responsable, amorosa y fraterna, que permita saborear la dicha y la dignidad de la vida humana, en una conciencia que armonice e incluya en ella a todas las demás criaturas. Hacia esa nueva conciencia, forjada en el misterio de Jesucristo y el don de la redención, necesitamos apuntar todos los que tenemos deberes y responsabilidades con la transmisión y conservación de la vida, de la fe en Dios, de la educación y dignidad de las personas, del cuidado de la casa común. Desde el gobernante de un país, hasta una mamá y un papá; desde un pastor hasta un líder social; desde un líder institucional o subversivo, necesitamos todos unificar los esfuerzos y unirnos, con espíritu constructivo, para lograr ese cambio de corazón que sea, al mismo tiempo, un corazón para el cambio de costumbres, de cultura y de estructuras en la sociedad. Ni la violencia, ni la codicia corruptora y traficante, ni la mentira sistemática y la indiferencia y el libertinaje de los anárquicos, pueden seguir creciendo en nuestra sociedad colombiana. Solo nos sirve, en estos tiempos de extremos e incertidumbres, convocar la voluntad de cada persona a ponerle límites a la propia libertad, a la conducta social, al reclamo de legítimos derechos, a movilizaciones y luchas, a proyectos de riqueza y de poder, muchas veces perversos y destructores. Ganar voluntades, trabajar por ese cambio del corazón humano, generar espacios de compromiso y de pacto colectivo en cada territorio, es la convocatoria para vivir con fe y dignidad estos tiempos de Adviento, Navidad y Año Nuevo. Más que un nuevo año, necesitamos un corazón nuevo, que cambie nuestro rumbo, afirme la convivencia y la lucha pacífica, genere oportunidades y esperanza de futuro. Convirtamos la construcción de paz con justicia y verdad en una alianza nacional, en un movimiento social e integrador de regiones, culturas y organizaciones sociales. No dejemos a la deriva de los poderes la voluntad de romper, de una vez por todas, la historia de barbaries y violencias. No dejemos que la lucha por ganar elecciones le robe el futuro a las nuevas generaciones. No más partidismos ni marrullas. No más incitación al vacío y obstrucción como falsa oposición. Un año de elecciones locales y regionales, como lo será el 2019, no se convierta en un torpe y peligroso pulso entre fuerzas e intereses ajenos al bien colectivo, al avance en procesos de paz, en soluciones para el bienestar común, en gestión y generación de trabajo legal y productivo, de salud, orden y educación como responsabilidad y garantía que asume el Estado. Agradezco vivamente los esfuerzos de la señores Obispos Auxiliares, de los vicarios zonales y de la Curia, de las delegaciones pastorales y centros que las aglutinan, de los arciprestes y párrocos, de las instituciones y obras de la Arquidiócesis, del personal de empleados y de apostolado en cada área de evangelización, de pastoral y de servicios eclesiales. A todos los pastores, los religiosos(as) y fieles laicos, a las autoridades e instituciones de la ciudad de Cali y demás municipios dentro de la jurisdicción de la Arquidiocesis, les llegue mi saludo de Navidad y Año Nuevo. Al cumplir entre ustedes mis 25 años de vida episcopal, este pasado 15 de noviembre, recibí innumerables y generosas manifestaciones de cercanía, de amor eclesial, de estímulo y apoyo a mi ministerio arzobispal. ¡Gracias a todos! Oraré por sus intenciones y espero, con la bondad de Dios, servir con entrega sincera y voluntad constante a la Iglesia y, con ella, al bien, la verdad y la paz de nuestra sociedad. Les doy mi agradecido abrazo y mi bendición de padre y pastor. Seamos hombres y mujeres de buena voluntad con Dios, para que tengamos siempre con Él la paz en nuestra tierra. Por: +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Mar 27 Nov 2018

El reino de Jesús no es de este mundo

Por: Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid: Con la solemnidad de Cristo Rey del Universo se cerró el Año Litúrgico y fue la oportunidad para revisar con fe los acontecimientos del año que hemos recorrido, con el Señor, nuestra vida en la Iglesia. Esta fiesta centró nuestra atención en Jesucristo Señor del tiempo y de la historia. La realeza de Jesús no es como la realeza de este mundo, tantas veces expresada en la sed de gloria o en las vanidades que, de por sí, están conectadas a las coronas humanas, tan volátiles, tan intrascendentes. Jesús es Rey en una altísima dimensión que, para bien nuestro, se expresa en la simplicidad, en la humildad. El Reino de Jesús no es de este mundo, precisamente así lo dirá delante de Pilato en el Evangelio que se leerá el domingo (Juan 18, 33-37). No puede confundirse esta realeza con la que, incluso sus mismos apóstoles, esperaban ver despuntar en Jerusalén. Jesús enseña que su reino y su reinado entran en una dinámica que debe ser también el camino de la Iglesia. Es un Reino en el que es esencial escuchar al Señor no solo para conocerlo sino para hacer de su mensaje tan vivo, tan concreto, tan eficaz, un camino de vida que ilumine a las personas y a las comunidades que creemos en el Señor. Es un Reino que se expande no solo hacia los confines del mundo, sino hacia la vida interior, proponiéndonos un camino en el que hay que convertirse, hay que ser discípulo del Señor de la vida, hay que entrar en el camino del seguimiento de un maestro exigente y a la vez compasivo que nos pide vivir en la entrega amorosa a los demás, en la construcción de comunidades fraternas y generosas, en la proclamación de la esperanza y de la alegría. Es un Reino que transforma la sociedad mediante la acción de una Iglesia que pasa de ser servidora de los órdenes pasajeros de este mundo a la gloriosa tarea de ser servidora de la vida, don de Dios; ser servidora de la Identidad Cristiana que permite reconocer al Señor en los últimos, en los pequeños, en los que más sufren. Cuánto celebro que en esta Iglesia estemos ya comprometidos con la fraternidad que acoge, comparte, ilumina, consuela. Cristo es Rey. Su corona nunca dejará de ser de espinas, porque en el amor del Señor estarán presentes siempre los dolores de su pueblo amado. Nuestro Rey no nos esclaviza, nos libera; no nos empobrece en el resentimiento y la amargura, sino que nos reconstruye desde dentro para que seamos vida y paz para todos. Al vivir en estos días iluminados por la figura del Rey Sacrificado, sintamos que el sigue extendiendo “su reino de salvación”, como cantamos en las fiestas de la Cruz. Que podamos servir con esperanza a causa de la salvación, mirando con confianza al Señor de la Gloria que predicó a los pobres, a los pequeños y a los sencillos, como María, la madre del Hijo de David. El Reino de la Alegría que nadie nos podrá arrebatar; el Reino de la Esperanza que encontrará su meta en la Patria Celeste; el Reino de la Justicia que sana los corazones rotos por el desamor; el Reino de la Verdad que vence las tinieblas de la mentira; el Reino de la Paz que reconcilia y une a los divididos por el pecado; el Reino del Amor que transforma en caridad viva y eficaz las buenas obras; el Reino Eterno que vence los dolores de la historia humana; el Reino Universal en el que todos serán uno en tu Hijo amado. Que, mientras decimos “venga tu Reino”, vivamos en el Evangelio de la Esperanza la gozosa alegría de seguir haciendo presente tu amor y tu paz. Venga la alegría a nosotros el Reino Infinito y a la vez humilde, del que tuvo por trono la cruz y por corona, las espinas. ¡Alabado sea Jesucristo! Mons. Víctor Manuel Ochoa Cadavid Obispo Diócesis de Cúcuta

Vie 29 Jun 2018

En Medellín: Congreso Internacional de Liturgia y Pastoral

Durante el encuentro formativo, que se desarrollará los días 26 y 27 de julio en el Seminario Conciliar de Medellín, se presentará una reflexión teológica y pastoral en torno al tema: "El Domingo: Pascua de Cristo, Pascua de la Iglesia." Expositores nacionales e internacionales acompañarán la cuarta versión de este congreso dirigido a sacerdotes, religiosos(as) y laicos que dinamizan la pastoral litúrgica en jurisdicciones eclesiásticas y parroquias. El evento, organizado por la Universidad Pontificia Bolivariana y la Arquidiócesis de Medellín, cuenta con el apoyo de la Conferencia Episcopal de Colombia y la Conferencia de Religiosos de Colombia. Entre los temas que se desarrollarán están: El trasfondo del Antiguo Testamento en el domingo cristiano, los domingos del año litúrgico y la trascendencia del 'Día del Señor' en la patrística, la liturgia y la Sagrada Escritura, así como en la cultura y la literatura de la región antioqueña. En la lista de ponentes se encuentra el Arzobispo de Medellín, monseñor Ricardo Tobón Restrepo, y un grupo de sacerdotes con altos estudios en los temas a tratar: Manuel Gonzálesz López, Jairo Alberto Henao Meza, Gabriel Jaime Gómez Gutiérrez, José Luis Paniagua Restrepo, Juan David Muriel Mejía y Diego Alberto Uribe Castrillón. Los días previos al Congreso (23, 24 y 25), se llevará a cabo la II Semana de Formación del Clero en la Universidad, jornada a la que también han sido convocados sacerdotes delegados de liturgia. Para informes e inscripciones, los interesados pueden dirigirse a ana.yepes@upb.edu.co – diana.osorio@upb.edu.co - Teléfonos: (4) 354 4540 ó (4) 322 7700 Ext. 1426, en Medellín.

Lun 27 Nov 2017

La vivencia espiritual del Adviento

Por: P. Jorge Enrique Bustamante Mora - La Iglesia nos invita a recorrer el camino de la vida cristiana en el Año Litúrgico, que inicia con el Adviento, un tiempo de espera, de preparación, de conversión, de vigilancia, de fidelidad, de alegría y de confianza. ¿Cómo vivirlos espiritualmente? Pues al hablar de conversión, inmediatamente pensamos “que hay que hacer”; así le preguntaron a Juan el Bautista después de su discurso sobre la conversión, “¿Qué debemos hacer?”, fue la misma pregunta de la gente, de los maestros de la ley y de los soldados (cf. Lc 3, 10-14). Todos querían una indicación clara de “tareas”. El tiempo del Adviento marcado ya por la presencia de Jesús en medio de nosotros, es tiempo de conversión, pero no en las dimensiones del “que tengo que hacer” sino en la comprensión de la espiritualidad cristiana. Jesús inició su actividad pública con un llamado a la conversión: “El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está cerca; conviértanse y crean en la Buena Nueva” (Mc 1,14); esta es la actitud espiritual del adviento: remarcar la plenitud del tiempo, la cercanía del Reino, la conversión y la fe en la Buena Nueva. Cuatro elementos claros para vivir el Adviento. El tiempo se ha cumplido Reconocer la importancia de la Encarnación de Jesús como inicio de la Plenitud del tiempo. La espiritualidad de este tiempo debe producir una explosión de gracia, de alegría, de luz. El Año Litúrgico nos debe ayudar a comprender este misterio como una espiral en crecimiento, cada año una espera más intensa y ardiente, y por tanto una experiencia del Señor cada día más profunda y definitiva. Hay que ir más allá de las luces, las fiestas, los regalos para entrar no solo en el recuerdo de algo pasado, sino en la contemplación del misterio de la Encarnación. La presencia real de Jesús en la vida, en la Iglesia, en la historia. El Reino de Dios está cerca…. Está aquí. La actitud fundamental para vivir el Adviento es la disposición de recibir, de vivir, de acoger, de disfrutar, de dejarse tocar, de dejarse transformar. El crecimiento espiritual no acontece por sus propios esfuerzos del creyente, sino por la gracia – gratuita –de Dios. Conviértanse Este anuncio remarca un cambio, no se trata de “hacer” sino de “recibir”, es una gracia, un don, una oferta gratuita de Dios. No son los hombres los que “hacen” algo para acercarse a Dios, o producir la conversión, es Dios quien “hace todo” para acercarse al hombre y convertirlo. El interrogante de los cristianos, en el tiempo de Adviento, no es “¿Qué tengo que hacer?”, más bien, se trata de colocarnos delante del anuncio de la Buena Nueva e interrogarnos: ¿Qué quieres Tú, Señor, hacer en mí, para mí o a través de mí, en este momento? La conversión es reconocer la debilidad, las limitaciones, y que ellas se conviertan en la oportunidad para descubrir la necesidad de dejarse encontrar y transformar por Dios. Aceptar que la conversión está en las coordenadas del amor de Dios que nos perdona siempre, somos nosotros los que nos cansamos de pedir perdón, como nos lo ha recordado el Papa Francisco. Crean en la Buena Nueva El Adviento es un tiempo para descubrir que es Dios quien se acerca a mí, que me ama apasionada y amorosamente, y este amor es una invitación a dejarme encontrar por Él. Como lo recuerda el papa Francisco en su lenguaje en Evangelii Gaudium “Invito a cada cristiano, en cualquier lugar y situación en que se encuentre, a renovar ahora mismo su encuentro personal con Jesucristo o, al menos, a tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin descanso” (EG 3). El Adviento, tiempo de conversión, de espera, de aceptación del Reino, y aceptar la Buena Nueva, pide descubrir en nuestra vida aquello que el Señor quiere hacer de manera concreta. Por tanto es un tiempo de alto valor “vocacional” cristiano, a profundizar aquello que da identidad a nuestro ser, la identidad más profunda: hijos de Dios. Se necesita hacer espacio en el corazón, vaciarlo para llenarlo con el mensaje de la Buena Nueva; recordar de manera personal que Dios es mi Padre, todo es gracia de Dios y que Él me ama El Adviento tiempo mariano El Adviento es un hermoso tiempo para vivir la profundidad de la fe, acompañados por María Santísima, verdadera discípula. Ella acogió la gracia ofrecida, ella dice: “hágase en mí su voluntad – su palabra”, ella no dijo: “haré tu voluntad”. Ella recibe la gracia dada por Dios. Vivamos con intenso amor e identidad profunda este tiempo hermoso que nos prepara a la Navidad. Este año, el Adviento inicia el domingo 3 de diciembre, marquemos su inicio con las luces y arreglos en casa y en nuestros ambientes; es importante saber cuándo colocar los arreglos, pue “nos estamos dejando “robar” su verdadero significado por el comercio”. Hay que crear cultura del encuentro, involucrar a los vecinos, a la familia, encontrarse con Dios. Padre Jorge Enrique Bustamante Mora Director de los departamentos de Doctrina y PUD (Promoción de la Unidad y del Diálogo) pjorgebustamante@cec.org.co

Mar 8 Nov 2016

Plan de predicación 2017 se nutre con orientaciones del Directorio Homilético

El Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia pone a disposición de ministros ordenados, religiosos y laicos el Plan Nacional de Predicación y las moniciones y oraciones de las celebraciones litúrgicas. Para la elaboración de este subsidio se han tenido presentes algunas orientaciones concretas que ofrece el Directorio Homilético, cuando afirma que al momento de preparar la homilía conviene que el homileta le dedique un tiempo prolongado de estudio, oración, reflexión y creatividad pastoral, para lo cual se recomienda un diálogo con la Palabra de Dios a través de la lectio divina. De este modo se acogen, también, las enseñanzas del Papa Francisco en Evangelii Gaudium, cuando anima a los predicadores “a ser los primeros en ser heridos por la viva y eficaz Palabra de Dios, para que esta penetre en los corazones de los que escuchan”. Como instrumento de formación, dentro de este material, se propone el tema la Espiritualidad del Año Litúrgico. “Se trata, en efecto, del seguimiento comunitario como Iglesia, a lo largo de todo el año, de la salvación de Dios realizada por medio de Jesucristo. Dicho contenido despliega el sentido, el desarrollo y la incidencia en la vida cristiana de la celebración de la pascua, la navidad y otras celebraciones menos centrales”, explica el sacerdote. El Plan Nacional de Predicación y las Moniciones y Oración Universal o de los Fieles puede ser adquirido en la librería de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC).

Mié 18 Nov 2015

La realeza de Cristo está en la entrega a su pueblo

En el marco del cierre del año litúrgico y la Fiesta de Cristo Rey, el cardenal Rubén Salazar Gómez, arzobispo de Bogotá, explica que el sentido de la realeza de Cristo se revela en el inmenso amor que tiene por cada uno de nosotros. "El Señor es rey porque entregó su vida para salvarnos, porque nos amaba", explicó el purpurado en su habitual reflexión de los domingos. Esta entrega del Señor también es un signo para que los creyentes crezcamos en la verdad, la justicia y la paz. "Estamos llamados a construir la paz, debemos dar la vida por los demás", animó el prelado a los creyentes [icon class='fa fa-youtube fa-2x' link='']Ir a lista de reproducción[/icon]