Jue 27 Nov 2025
El adviento y navidad 2025: En la recta final del Jubileo de la Esperanza
Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - En la Bula de convocación del Jubileo ordinario del año 2025 con el título Spes non confundit, “la esperanza no defrauda” (Rom. 5,5), al final de la misma, el Papa Francisco dice “que el testimonio creyente pueda ser en el mundo levadura de genuina esperanza, anuncio de cielos nuevos y tierra nueva (cf. 2P 3,13), donde habite la justicia y la concordia entre los pueblos, orientados hacia el cumplimiento de la promesa del Señor” (SNC, 25).Estas palabras del Papa resuenan como uno de los grandes objetivos del Jubileo que vale la pena evaluar si fueron o no alcanzados. A primera vista se podría decir que no. El 2025 ha sido un año probado por las guerras, por los conflictos políticos, sociales y económicos en buena parte del mundo. Creció la percepción de inseguridad y miedo en muchos. El Papa no se cansó de hacer el llamado a la cordura de los líderes y gobernantes y al cese bilateral del uso de las armas. Los desplazamientos forzados y el creciente número de migrantes, ocuparon un lugar notable en las preocupaciones de muchos.Y en esta desafiante realidad, Colombia no estuvo ausente. También entre nosotros, en el Valle del Cauca y Cali, la ola de atentados y muertes selectivas fue grande. Y qué no decir de las numerosas personas que se han inscrito entre quienes no tienen comida ni un lugar donde vivir. También las tensiones y polarizaciones políticas, que están al orden del día, son ingredientes que tienden a recrudecerse.Retomando las palabras del Papa Francisco con las que inicio, nos podemos preguntar ¿hasta qué punto el testimonio de tantos que hemos participado en las celebraciones jubilares han sido “levadura de genuina esperanza” para el mundo?Sin embargo, una cosa sí es cierta, la participación masiva en los actos y celebraciones del jubileo, tanto en Roma como en nuestra arquidiócesis fue masiva. Por ello aprovecho para agradecer al Delegado y Coordinador del Jubileo en Cali y a todos y cada uno de los sacerdotes, diáconos, religiosos, religiosas y laicos, que con entusiasmo se vincularon a las convocatorias del Año Santo, dando testimonio de su fe y de la esperanza que no defrauda para reflexionar juntos en el lema del jubileo “peregrinos de esperanza”.Hay realidades que no están en nuestras manos solucionar. Solo nos toca apelar al sentido común, a la responsabilidad ética y moral en la toma de decisiones de los gobernantes y líderes del mundo y unirnos, como efectivamente se hizo, en una oración colmada de la fuerza que trae la fe para que un día pueda habitar “la justicia y la concordia entre los pueblos”.El tiempo litúrgico de Adviento que viviremos en estos días, hasta la gran solemnidad del nacimiento del Hijo de Dios en la Navidad, nos sirva para seguir anunciando los “cielos nuevos y tierra nueva” (cf. 2P 3,13) que inaugura Jesús en el portal de Belén, por lo que los ángeles cantan: “gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres que Dios ama” (Lc., 2, 14).Es sabido cómo Adviento es el tiempo de la esperanza. Que animados por los encuentros y celebraciones jubilares, seamos auténticos testigos de la esperanza, y más cuando muchos puedan pensar que no hay futuro. Ánimo, lo dice el Señor, no tengamos miedo, pues él “ha vencido al mundo” (Jn. 16, 33).Por otra parte, en estos tiempos de Adviento y Navidad la Virgen María ocupa un lugar especial. En efecto, ella es la Virgen Inmaculada de la dulce espera, que con su sí generoso acogió en su seno al Hijo de Dios. Ella no desesperó en la tribulación. Creyó y esperó confiada en la acción de Dios. Guardaba en su corazón lo que de su Hijo se decía y nos enseña a ser valientes para dar testimonio de la Buena nueva a todos, especialmente a los pobres y humildes de corazón.Termino, con un texto de la Bula del jubileo en una bella referencia a la Madre de Dios: “Confío en que todos, especialmente los que sufren y están atribulados, puedan experimentar la cercanía de la más afectuosa de las madres que nunca abandona a sus hijos: ella que para el santo Pueblo de Dios es “signo de esperanza cierta y de consuelo” (SNC, 24).Desde ya les deseo un tiempo de Adviento vivido en la oración familiar junto al pesebre; una Navidad en la que dispongan sus corazones para recibir al Hijo de Dios y el inicio de un año 2026 animados por la esperanza.A todos los bendigo, afectísimo en el Señor.+Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali