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Ascensión

Lun 16 Dic 2019

Sí optimismo, no conformismo

Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez -Ya llega el momento de máxima alegría humana ante el gesto grandioso del infinito amor divino al hacerse de nuestra familia el Hijo eterno de Dios, y nacer despojado de honores y ostentaciones y vanidades en el establo de Belén. Ya escribía el iniciar este diciembre que debíamos vivir todo este mes en ambiente de alegría para estar celebrando este hecho, y no superficialmente sino acogiendo, en forma consciente, la vida divina en nosotros, pues esa es la magnífica realidad que nos ofrece el Niño de Belén. Esta es la grande realidad que nos trae optimismo, y no solo conformismo, en medio de penas y dificultades que estamos seguros de superar con la fortaleza que nos ofrece ese Pequeñín del pesebre, quien, como lo anunció el Arcángel, es “Hijo de Dios” (Lc. 1,35). Alegría y optimismo es cuanto experimentamos ante ese hecho grandioso, asumido con plena fe y que alienta nuestro vivir a la luz de ella. Desde su nacimiento, luego en sus años de niñez y juventud, en años de predicación de su Buena Nueva, de su pasión, muerte y Resurrección, hasta su Ascensión al cielo, y en su ejercicio como Rey del Universo, es el camino de este Jesús que pasa a nuestro lado, y, mejor aún, se quedó en nuestro corazón. Bien lo expresa ese canto religioso que dice: “Jesús está pasando por aquí, y cuando pasa todo se transforma, se va la tristeza llega la alegría, para ti y para mí”. En medio de esta bien fundada e infinita alegría, podemos expresar con este nuevo cántico: “No puede estar triste un corazón que tiene a Cristo; ni un corazón que tiene a Dios”, y, también, esta confortante voz, en la prosperidad y aún en las penas y dificultades. “¡Sonríe, Dios te ama!”. En medio de incertezas que pueden llevar al pesimismo, qué bien recordar cuanto dice el Manual de una apreciada organización apostólica, con gran espíritu de fe y confianza en Dios: “¡Nunca hay razón para desesperar”! Esta vivencia de fe, que hace vibrar la celebración de la Navidad en esa dimensión, nos lleva a un estado de ánimo no conformista, ya que nos da permanente y alegra espíritu de superación y de compromiso con nuestra misión en la tierra, sin ningún pesimismo, sino con el optimismo que nos da la fe y la exultante alegría que da el vivir según ella nos pide. Dificultades, muchas cosas sin plena respuesta, tenemos en todas las naciones, heredadas de épocas anteriores, fallas graves en gobernantes y gobernados ha habido y habrá en todas las épocas y países de la tierra. Todo lo cual es preciso afrontar pero con el alegre optimismo del cristiano, que busca y se compromete a colaborar para salir adelante, y no quedarse en solo protestas sino aceptar dialogo constructivo. Siempre de actualidad lo expresado por Jhon F. Kennedy: “No preguntes tanto qué puede hacer el País por ti, sino qué puedes hacer tú por él”. Con fe en Dios, como regalo del Niño Dios, podemos esperar con redoblado optimismo que dará luces, fuerza y voluntad a los Gobernantes para oír y decidir lo mejor para el País, y a los gobernados para no enceguecerse en solo protestas sino en optar, confiadamente, por lo mejor. No conformismo, Sí bien fundado optimismo, y saldremos adelante, comenzando así un feliz 2020. Obispo Emérito de Garzón Email: monlibardoramirez@hotmail.com

Lun 2 Mayo 2016

El Señor está con el Padre

Bienvenidos a la celebración de la Eucaristía en esta Solemnidad de la Ascensión del Señor. Movidos por la fe avanzamos en este Tiempo Pascual y nos congregamos para renovar el misterio redentor de Cristo, quien nos conduce al Padre mediante la fuerza su Palabra y su Cuerpo y Sangre. Participemos todos con alegría. Lecturas [icon class='fa fa-play' link='']Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 1,1-11[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Salmo de respuesta: 47(46),2-3.6-7.8-9 (R. cf. 6)[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Segunda lectura: Efesios 1,17-23[/icon] [icon class='fa fa-play' link='']Evangelio: Lucas 24,46-53[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] El pueblo de Israel a lo largo de su historia, fiel a la alianza, se preparó para la venida del Mesías hasta su llegada: Hoy se ha cumplido esta Escritura que habéis oído (Lc 4, 21). Su vida, sus obras y especialmente su misterio pascual, nos dan la posibilidad de exaltar su misión y el misterio de su venida, una misión enteramente cumplida, pues nos ha mostrado el camino hacia el Padre. Sin embargo, hay dos momentos importantes de su venida que nos llevan a contemplar la profundidad de su misterio: La Ascensión y el envío del Espíritu Santo en pentecostés. Por eso, para este domingo, celebrar la fiesta de la Ascensión, es ir con los discípulos, acompañarlo en su partida, con la alegría y la certeza de que nos envía el regalo del Espíritu Santo: “Miren yo voy a enviar sobre ustedes la Promesa de mi Padre” (Lc 24, 49). La Ascensión de Jesús, nos da cuenta que el ir al cielo, nos ayuda a entender mejor la promesa de la alianza, pero sobre todo es la preparación del camino que nos conduce al Padre, no sin antes vivir la experiencia del Misterio. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] Los discípulos después de vivir la experiencia maravillosa de acompañar al Maestro y poder reconocer, a través de su vida, su testimonio y sus obras, adquieren un compromiso y una misión bien importante: Ser testigos de lo que han visto y oído, ser en definitiva otros cristos. Una misión nada fácil de cumplir, pues los discípulos después de la muerte de Jesús, quedaron sumidos en la tristeza y en el dolor por la muerte de quien se había constituido en su líder. Sin embargo, después de la resurrección de Jesús, los discípulos reafirman su fe y su confianza en Él, y les da fortaleza y alegría en el momento de la Ascensión, para comprender que, aunque Jesús se va, no quedan solos, sino que les enviará el Espíritu Santo, que será para ellos fuente de nueva vida. La experiencia que nosotros tenemos frete a la partida de un ser querido, generalmente es de dolor y de tristeza, sin embargo, cuando la fe se constituye en fuente de confianza, esperanza y vida, todo cobra sentido. Pues, son los recuerdos y los compromisos hechos en vida, los que nos llevan a cumplir esa misión que hemos adquirido. Por eso, así como los discípulos, después de la resurrección, celebraron la pascua, nosotros también, durante estos cuarenta días de pascua, estamos llamados vivir esa experiencia maravillosa de poder celebrar con Jesús el momento de la Ascensión en nuestras vidas. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] La bendición y la misión encomendada por Jesús a sus discípulos son la garantía de un acompañamiento bien puntual. Por eso, la celebración de la Ascensión del Señor debe ser para nosotros motivo de alegría y de fiesta, pues aunque es dura la partida de Jesús, como lo fue para sus discípulos, es también motivo de celebración, porque hemos tenido la dicha de compartir con el Hijo de Dios viviente. Además de esa experiencia, sabemos que el Señor nos sigue enviando al Espíritu Santo, que en definitiva, hace que la vida y obra de Jesús se hagan vida también en nosotros. De otra parte el hecho mismo de que Jesús hubiera llevado a sus discípulos aquel lugar, nos debe llevar a nosotros a celebrar ese momento especial de la Ascensión, pues cada vez que nosotros participamos en la celebración de la Eucaristía, tenemos la ocasión de tener presente, que Él continúa en medio de nosotros, porque sigue siendo viva la presencia del Señor resucitado, de alguna manera es el cumplimento de la promesa hecha por Jesús de que estaría siempre con nosotros. La fiesta de la Ascensión en medio de la pascua y pentecostés, nos llevan a contemplar la partida del Señor, pero en un ambiente de fiesta, pues si bien es cierto que Nuestro Señor se fue a contemplar la gloria del Padre, a preparar el camino, es para nosotros momento de fiesta y de celebración. Jesús está vivo y está junto al Padre y nos ayuda a preparar el camino especialmente a través del testimonio que debemos dar de las cosas de Dios, en medio de este mundo, es la tarea que el Señor dejó a sus discípulos antes de su Ascensión y que hoy es nuestra propia tarea, como discípulos misioneros que somos. En cada circunstancia de nuestra vida tenemos que descubrir la mejor manera de dar testimonio del Señor. No siempre es fácil. Ya sea porque es más cómodo asumir actitudes distintas a las que se esperan de un seguidor del Señor, o porque nuestras limitaciones y nuestro pecado nos hacen incapaces para responder con amor, con perdón, con misericordia. Ciertamente podemos escoger el camino fácil de pasar agachados cuando los demás, especialmente los que nos conocen más de cerca, esperan un comportamiento más coherente con nuestra vida cristiana, o asumir las consecuencias de ser discípulos de un maestro que estuvo dispuesto a dar su vida por los demás, antes de apartarse del camino que Dios, su Padre, le señalaba. Por eso, nosotros estamos llamados a celebrar con fe, alegría y esperanza, la fiesta de la Ascensión, para pedirle al Señor que en los momentos claves de nuestra vida seamos capaces de responder como Él lo espera. Porque, aunque a veces no lo creamos, la diferencia sí se nota. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] En este domingo se celebra la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales y el Papa Francisco propone el tema “Comunicación y Misericordia: un encuentro fecundo” Motivar la fiesta de la madre como expresión de amor, respeto, escucha, oración; superando el simple hecho consumista y comercial. Se podría realizar una celebración festiva para ellas en un día diferente al domingo comercial. Recordar que esta semana: El sábado 14 de mayo, es la Fiesta de San Matías, apóstol. El próximo domingo 15, es la Solemnidad de Pentecostés, tiene Misa de la Vigilia (en la tarde del sábado) y Misa del día. En el Año jubilar: Vigilia para todos los que tienen necesidad de consolación. Foto CC0 Public Domain