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conflicto armado en Colombia

Lun 17 Feb 2025

Catatumbo: entre el dolor y la esperanza. Un llamado a la paz y a la reconciliación.

Por. Pbro. Mauricio Alejandro Rey Sepúlveda - El Catatumbo es una región colombiana que ha sido testigo de una impresionante diversidad natural y cultural, pero también de una prolongada historia de conflicto y violencia. A pesar del sufrimiento que ha marcado su historia, el Catatumbo es un territorio de esperanza, donde las comunidades, a través de su resiliencia, han logrado mantener la fe en un futuro distinto. Desde una perspectiva cristiana, no podemos permanecer indiferentes ante el sufrimiento de las víctimas ni ante la urgente necesidad de justicia y reconciliación. El Evangelio nos llama a ser constructores de paz, a reconocer la dignidad intrínseca de cada ser humano y a trabajar incansablemente por una sociedad basada en el amor, la solidaridad y el perdón.1. UNA HISTORIA DE DOLOR Y RESISTENCIASituado en el noreste de Colombia, en el departamento de Norte de Santander, el Catatumbo es una región donde conviven contrastes profundos: una naturaleza prodigiosa, una cultura campesina ancestral y, lamentablemente, una historia de violencia que ha dejado huellas indelebles. Su posición estratégica en la frontera con Venezuela, sumada a su abundancia de recursos naturales, ha convertido a este territorio en un espacio disputado por diversos actores armados y económicos.A pesar de la violencia persistente, el Catatumbo también es un símbolo de resistencia y esperanza, donde las comunidades han demostrado que es posible luchar por la vida, la dignidad y la paz, incluso en las circunstancias más adversas.1.1. El conflicto y sus raíces estructuralesLa región ha sido un epicentro del conflicto armado colombiano. Su localización geoestratégica, la riqueza en recursos naturales y la ausencia de un Estado fuerte han propiciado que el Catatumbo se convierta en un escenario en disputa entre grupos armados, narcotráfico y economías ilícitas.Durante años, las comunidades han sufrido desplazamientos forzados, desapariciones, masacres y otras violaciones a los derechos humanos. La falta de oportunidades económicas y la exclusión social han perpetuado un ciclo de violencia que parece interminable. El Papa Francisco, en Fratelli Tutti, nos recuerda que “la guerra es el fracaso de la política y de la humanidad” (§261). Este conflicto refleja una crisis social profunda que solo podrá resolverse con justicia, equidad y un auténtico compromiso con el bien común.1.2. Las víctimas: rostros concretos del dolorDetrás de las cifras y los informes estadísticos se encuentran los rostros concretos del sufrimiento: niños y niñas que han crecido en medio del miedo, campesinos desplazados de sus tierras, familias destruidas por la violencia. Jesús nos enseña que “lo que hicieron con uno de estos más pequeños, conmigo lo hicieron” (Mt 25,40), invitándonos a reconocer el rostro de Cristo en aquellos golpeados por la guerra.La Iglesia ha acompañado a estas víctimas, brindando consuelo, promoviendo la memoria histórica y ofreciendo espacios para la sanación. Sin embargo, el camino hacia la paz exige mucho más que asistencia; requiere justicia, reparación y transformación estructural.2. MÁS ALLÁ DEL DOLOR: LA ESPERANZA COMO PROYECTO DE VIDALa esperanza no es una emoción pasajera ni un simple deseo de que las cosas mejoren. Para la tradición cristiana, la esperanza es una virtud teologal que impulsa a la acción, a la construcción de un futuro distinto, fundamentado en la confianza en Dios y en el compromiso con el prójimo. San Pablo nos recuerda: “La esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado” (Rm 5,5).En el Catatumbo, la esperanza se convierte en un verdadero proyecto de vida cuando las comunidades, a pesar de la adversidad, deciden resistir con dignidad, reconstruir sus vidas y trabajar por una paz duradera. Esta esperanza cristiana no es ingenua ni pasiva; es una fuerza transformadora que se traduce en iniciativas concretas de reconciliación, justicia y desarrollo integral.2.1. Iniciativas de paz y reconciliaciónDesde las mismas comunidades han emergido valientes esfuerzos para reconstruir el tejido social. Algunas de estas iniciativas incluyen:Proyectos de economía solidaria: Diversas organizaciones campesinas han impulsado alternativas productivas como el café orgánico y el cacao, demostrando que es posible generar desarrollo sin recurrir a economías ilícitas.Espacios de diálogo y reconciliación: Líderes comunitarios, excombatientes y víctimas han participado en procesos de encuentro donde, desde la verdad y el reconocimiento del daño causado, han dado pasos hacia el perdón.Educación para la paz: Escuelas, parroquias y grupos juveniles han desarrollado programas de formación en resolución de conflictos y derechos humanos, inspirados en el Evangelio.Estos esfuerzos reflejan el mandato de Cristo: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios” (Mt 5,9). La paz no es solo un anhelo, sino una tarea concreta que exige compromiso y valentía.2.2. La esperanza que se construye en lo cotidianoEl Evangelio nos enseña que la esperanza no surge de grandes discursos, sino de acciones concretas. Jesús, en su ministerio, ofreció signos de esperanza a los marginados, sanando a los enfermos, devolviendo la dignidad a los excluidos y proclamando el Reino de Dios. Siguiendo su ejemplo, en el Catatumbo la esperanza se traduce en:Familias que reconstruyen sus vidas tras el desplazamiento: Muchas familias regresan a sus tierras con la firme convicción de que pueden empezar de nuevo, confiando en la providencia de Dios y el apoyo de la comunidad.Mujeres que transforman su dolor en liderazgo social: Víctimas de la guerra, muchas mujeres han decidido organizarse en asociaciones para defender los derechos humanos y promover iniciativas de paz.Jóvenes que apuestan por la educación y el servicio: En medio de la violencia, los jóvenes son luz de esperanza cuando eligen la educación, el arte, el deporte y el servicio social como herramientas para cambiar su entorno.Estas pequeñas acciones nos recuerdan la parábola del grano de mostaza (Mt 13,31-32): la esperanza cristiana, aunque nace en la fragilidad, puede crecer y convertirse en un motor de transformación.2.3. El Papel de la Iglesia como Constructora de PazLa Iglesia ha jugado un papel fundamental en la construcción de paz en Colombia. En el Catatumbo, sacerdotes, religiosas y agentes pastorales han acompañado a las comunidades, ofreciendo refugio, esperanza y orientación espiritual.Desde la Doctrina Social de la Iglesia, se destacan tres pilares esenciales para la paz:1. La dignidad humana como base de toda acción social.2. El destino universal de los bienes y la justicia social.3. El diálogo como camino ineludible para la paz.El Papa Francisco ha señalado que la paz no se logra solo con acuerdos políticos, sino con un proceso profundo de reconciliación que transforme las estructuras de pecado.3. UN LLAMADO A LA CONVERSIÓN Y EL COMPROMISOEl Catatumbo refleja la crisis moral y social que atraviesa Colombia. Su transformación no depende únicamente de cambios políticos, sino de una conversión profunda en nuestra manera de entender la vida en sociedad.3.1. La conversión del corazón como primer pasoLa paz comienza en el interior de cada persona. Jesús nos llama a revisar nuestras actitudes y a vivir centrados en el amor y el servicio: “Ámense los unos a los otros como yo los he amado” (Jn 13,34). La violencia se manifiesta no solo en las armas, sino también en la indiferencia, la corrupción y la falta de solidaridad. Cada cristiano está llamado a ser un instrumento de reconciliación.3.2. La responsabilidad de la sociedad y el EstadoLa paz requiere también compromisos estructurales. No podemos ignorar la responsabilidad del Estado en la protección de los derechos de las comunidades del Catatumbo, exigiendo políticas públicas que garanticen el acceso a la tierra, la educación, el empleo digno y la protección de los líderes sociales.CONCLUSIÓN: LA ESPERANZA QUE NACE DEL EVANGELIOEl Catatumbo nos interpela a no rendirnos ante la violencia. Como cristianos, estamos llamados a ser constructores de paz, siguiendo el ejemplo de Cristo, quien con su entrega en la cruz venció el odio y nos enseñó el poder del amor y el perdón. Que María, Reina de la Paz, acompañe a las comunidades del Catatumbo y nos inspire a comprometernos con una Colombia reconciliada y fraterna.Pbro. Mauricio Rey SepúlvedaDirector del Secretariado Nacional de Pastoral Social - Cáritas Colombiana

Lun 20 Nov 2023

“En Colombia hace falta derribar los muros que tenemos en el corazón, en la conciencia”: Cardenal Luis José Rueda Aparicio

Este domingo, 19 de noviembre, Noticias Caracol emitió una entrevista realizada al Cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia. Durante el diálogo con Juan Roberto Vargas, director del espacio informativo, y con la periodista Rocío Franco, el purpurado se refirió a la asamblea del sínodo, en la que estuvo participando durante el pasado mes de octubre. Además, hizo importantes reflexiones y llamados sobre la situación actual del país, el rol del ELN y el acuerdo nacional que es necesario para superar este momento difícil que vive la nación.Ante la pregunta de los periodistas acerca de su percepción sobre el Acuerdo Nacional al que se ha referido el presidente Gustavo Petro y del que aún no se han visto avances reales, monseñor Rueda manifestó su respaldo a la superación de la polarización política a través de la búsqueda de consensos que involucren a todos los sectores de la sociedad para garantizar un futuro mejor para todas las generaciones venideras. “El Acuerdo Nacional (…) No es para apoyar ni a Petro, ni a Uribe ni a sus seguidores, es para apoyar la siguiente generación de colombianos, los nietos de ustedes, los hijos de ustedes, de todas las familias colombianas”, manifestó con contundencia el purpurado. De acuerdo con el Cardenal, cuatro temas centrales deberían transversalizar este acuerdo: El respeto a la vida; una economía orientada al desarrollo integral de las personas, de las familias y de las regiones; el enfoque ecológico y agrícola; y la familia como fundamento de la sociedad y del futuro.Además, en el espacio, titulado “Las reflexiones del Cardenal”, el presidente del episcopado colombiano también se refirió al ELN. Recordó que, aunque la Iglesia Católica colombiana ha estado acompañando cada uno de los intentos de acuerdo que se han adelantado con este grupo insurgente, ya es momento que el ELN asuma un verdadero compromiso por detener su accionar delictivo para buscar verdaderos caminos verdaderos de paz y, especialmente, alivio para las comunidades que están en medio del conflicto. “Colombia necesita un ejército que respete la libertad nacional y entonces que su sigla se convierta en una cuestión proactiva de vida sin armas”, puntualizó el Cardenal.A propósito de la justificación que ha usado el ELN para seguir delinquiendo a través de acciones como el secuestro y la extorsión, mientras desarrolla una mesa de diálogos con el Gobierno Nacional, monseñor Luis José Rueda afirmó: “Es absolutamente impopular pretender que con el erario público vayamos a sostener un grupo que está dedicado a hacer sufrir a nuestros colombianos. Por lo tanto, nosotros lo que debemos pedirles a ellos es integren a la sociedad. Si aman a Colombia, intégrense para empuñar las herramientas y sacar adelante este país en todos los aspectos y en todas las regiones”.Además, ante la dolorosa realidad humanitaria, social y económica que viven las comunidades de muchas regiones del país, el Cardenal Luis José Rueda Aparicio, remarcó en el espacio que le dan las instituciones del Estado a estas problemáticas por falta de presencia o efectividad: “Es necesario que el Estado tome en serio las regiones, porque cuando uno está como misionero en el Putumayo, en el en el Chocó, en las distintas regiones, se da cuenta también del abandono del Estado. Entonces ese es el caldo de cultivo y el escenario propicio para que crezcan estos grupos que pretenden ser la solución, pero con las armas”.La entrevista finalizó con la bendición del Cardenal a todas las familias colombianas y su invitación a mantener viva la esperanza en Cristo ante tantos desafíos. "Dios Bendiga a las familias de Colombia, a los niños, a los jóvenes y a los adultos. Afiancémonos en la esperanza, confiemos unos a otros y confiemos en el amor de Dios que nos acompaña", expresó el presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia.A continuación, vea la entrevista completa:

Jue 29 Jun 2023

Iglesia apoyará búsqueda de personas desaparecidas en el marco del conflicto armado

“En Colombia, 104.000 familias buscan muy intensamente a sus seres queridos desaparecidos a lo largo del conflicto armado”, así lo dio a conocer monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, delegado de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) para las relaciones Iglesia – Estado. Esto, a propósito de la reunión que sostuvieron este martes, 27 de junio, los tres miembros de la junta directiva de la CEC (monseñor Luis José Rueda, monseñor Omar Sánchez y monseñor Luis Manuel Alí), junto a monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de la Diócesis de Soacha y a monseñor Henao, con Luz Janeth Forero Martínez, directora de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas(UBPD). El encuentro, desarrollado en la sede del episcopado en Bogotá, formalizó la colaboración que prestará la Iglesia Católica colombiana en la búsqueda de personas y así “dar respuesta a una necesidad humanitaria que afecta a tantas familias a lo largo del país y que representa una huella profunda en la vida, en la psicología de las personas, en sus vidas comunitarias”, precisó monseñor Henao. Sobre el encuentro, la UBPD ha dicho que “la Iglesia es fundamental para la búsqueda en los territorios”. Esto, reconociendo, de manera especial, la amplia presencia que tiene como institución en las diferentes regiones del país, a través de sacerdotes, comunidades religiosas y agentes de pastoral que acompañan de manera permanente a las comunidades. Según monseñor Héctor Fabio Henao, los equipos de esta unidad tienen un enfoque particular de búsqueda en 7.600 sitios donde han identificado la existencia fosas comunes. A propósito de las formas concretas de colaboración por parte de la Iglesia, el delegado de la CEC explicó también que en las “parroquias o diócesis que tienen cementerios bajo su responsabilidad o propiedad, donde pueden haber personas sepultadas sin identidad o en fosas comunes, ahí se puede hacer un trabajo mancomunado en esta búsqueda”. Agregó que hay una labor humanitaria permanente de acompañamiento a los familiares para transmitir información y para hacer que se pueda tener acceso a otras sepulturas que están dispersas en algunos territorios o en cementerios informales que se han creado en el marco del conflicto armado. Declaración de monseñor Héctor Fabio Henao sobre la reunión: Declaración de monseñor Héctor Fabio Henao sobre las formas en que Iglesia apoyará la búsqueda:

Vie 9 Jun 2023

Obispos definen nuevos criterios de acción en su trabajo por la paz del país

Ante la grave crisis humanitaria que padecen actualmente diferentes comunidades en Colombia a causa de situaciones asociadas al conflicto armado, desde este jueves 8 de junio los obispos de 26 jurisdicciones eclesiásticas del país, adelantan un encuentro de trabajo en la Arquidiócesis de Cartagena, acogidos por su arzobispo, monseñor Francisco Múnera Correa. Esto, bajo el propósito fundamental de identificar, a la luz del Evangelio, criterios y estrategias de acción pastoral que le permitan a la Iglesia Católica continuar dando respuestas efectivas y unificadas ante esta realidad, así como concretar esfuerzos por la paz territorial en las diferentes jurisdicciones eclesiásticas. Durante la apertura de la reunión monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), expresó que este es un encuentro de esperanza y que la guerra y el conflicto no pueden pasar por encima de ella. “El Señor nos sorprenderá y nosotros nos dejaremos sorprender. Nos iluminará y nos mostrará los caminos que debemos seguir. Queremos permanecer reunidos en el riesgo maravilloso de la escucha”, añadió el prelado. El encuentro es acompañado por representantes del Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS), la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) y la Oficina de Relaciones Iglesia-Estado de la CEC (RIEC), quienes, junto a miembros del equipo de Naciones Unidas (ONU) y de la Organización de Estados Americanos (OEA), apoyan desde la dimensión técnica, el discernimiento de los obispos. Hace presencia también en la reunión un delegado de la Conferencia de Religiosos de Colombia (CRC), de tal manera que se puedan articular acciones de manera efectiva. De acuerdo con el padre Rafael Castillo, director del SNPS, una de las primeras consideraciones que se ha hecho allí es la urgencia de que todos los actores logren entender que la paz no es solo ausencia de conflicto, sino la creación de un contexto local y nacional de progreso y desarrollo garantizado, donde los derechos y los deberes sean marcos de referencia, y donde la justicia económica, política y social estén garantizadas. Una misión por la paz inspirada en el Evangelio, que trasciende proyectos políticos Por su parte monseñor Juan Carlos Barreto, obispo de la Diócesis de Soacha y presidente de la Comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), ha dicho que las reflexiones y encuentros sostenidos allí los llevarán a concretar una agenda renovada para el trabajo por la paz y reconciliación en el país. “La Iglesia tiene un proyecto de paz que está más allá de lo que pueda proponer un gobierno de turno y nosotros no nos limitamos solo a la paz social y territorial, sino que la paz nuestra empieza en el corazón de la persona, en la familia, en la escuela, en ambiente de trabajo, entre los vecinos, pero que también se refleja en el ámbito nacional, como se vive en cada uno de los territorios”. Esto, haciendo referencia a lo que inspira el Evangelio y propone la Doctrina Social de la Iglesia. Al respecto monseñor Barreto indicó que ese trabajo está guiado también por el documento titulado ‘Hacia una pastoral para la reconciliación y la paz’ publicado por la CEC, en el que se indican los criterios centrales del trabajo de la Iglesia Católica en estas dimensiones, orientados especialmente hacia la no violencia y la protección de la dignidad humana. “Apostamos por el diálogo, creemos que este esfuerzo de paz sea muy identificado. La Iglesia trabaja con otros actores, pero tiene independencia, tiene una autonomía y una identidad propia”, ha precisado el obispo. Monseñor Rubén Darío Jaramillo Montoya, obispo de la Diócesis de Buenaventura afirmó que este encuentro está también inspirado en el llamado a la sinodalidad que ha hecho el papa Francisco a toda la Iglesia universal; “caminar juntos también en los momentos difíciles y buscar salidas conjuntas a la situación que hoy el país y como Iglesia ser luz en medio de tantas oscuridades”. A propósito del trabajo de acompañamiento y mediación para el diálogo que ha venido liderando monseñor Jaramillo desde el año pasado en su diócesis con miembros de las bandas delincuenciales que se disputan ese territorio, conocidas como los “Chotas” y los “Espartanos”, dijo que es un proceso que tiene como prioridad salvar vidas. “Nos interesa salvar las vidas de los colombianos, de los hijos de Dios. Es nuestra misión ir a buscar la oveja perdida. Los muchachos que están en el conflicto son ovejitas que tenemos que ir donde ellos para ayudar también a salvar esas vidas y que también para que ellos no actúen y salvemos muchas otras vidas de nuestros conciudadanos”, agregó. Ante la violencia, la discordia y la división; el amor: el llamado de monseñor Rueda a Colombia La primera jornada del encuentro finalizó este jueves con una solmene Eucaristía presidida en la Iglesia de Santo Domingo por monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), quien inició la celebración pidiendo para el país el don del respeto a la vida, la reconciliación y la paz; por la salud del papa Francisco; así como por las vocaciones, de manera especial, por los seminaristas y formadores del Seminario Provincial San Carlos Borromeo de la Arquidiócesis de Cartagena. En su homilía el Primado de Colombia afirmó que, durante este encuentro, a partir de las reflexiones que han estado realizando, se han preguntado qué es lo que el Señor quiere y espera de parte de la Iglesia, no solo de los consagrados, sino de todo el pueblo de Dios, en este momento difícil que vive el país. Al respecto, indicó que la respuesta la dio el Señor en este día a través de su Palabra, señalando el amor como la cura ante el dolor causado por tanta violencia, discordia y división que se vive. “El mandamiento central es la respuesta de lo que Dios quiere de nosotros, Dios quiere que lo amemos y que nos amemos”, agregó monseñor Rueda. Finalmente, el prelado enfatizó también en que, a pesar de la incertidumbre, las heridas y el temor que muchos colombianos sienten hoy, no hay que abandonar el país y tampoco perder la fe y la esperanza por un mejor presente y futuro. En este sentido precisó tres invitaciones a todos los colombianos: 1. Reconocer y afianzar nuestra certeza de que Dios nos ama y que ha enviado a su hijo para salvarnos. 2. Proponernos que ese amor que recibimos de Dios se traduzca en amor al prójimo y que nos ayude a hacernos más cercanos. 3. Seguir anunciando el reino de Dios. Durante este viernes 9 de junio los obispos profundizarán en temas como el funcionamiento del Mecanismo de Verificación y Monitoreo del cese al fuego, y el rol que cumplen la sociedad y la Iglesia en su acompañamiento en los territorios afectados por el conflicto. Al tiempo, abordarán los avances y desafíos de articulación de las tres instancias que desde la Conferencia Episcopal acompañan directamente estos procesos: la Comisión de Conciliación Nacional, el Secretariado Nacional de Pastoral Social y la Oficina delegada para las Relaciones Iglesia – Estado.

Mar 23 Mayo 2023

Obispos rechazan masacre de los cuatro menores en el Putumayo y piden mayor protección para las comunidades

Ante los hechos presentados recientemente en diferentes regiones del país en materia de conflicto armado, y de manera especial, frente al reclutamiento y lamentable asesinato de cuatro menores de edad en el departamento del Putumayo, presuntamente, por parte del grupo ilegal denominado EMC-Farc, la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC), a través de un comunicado rechaza categóricamente estas acciones, las califica como inaceptables y recuerda que el Estado colombiano está en la obligación de “velar por la protección de los niños, niñas y adolescentes, saldando la deuda histórica que ha tenido con ellos”. Al tiempo, expresa su solidaridad con los familiares y miembros de las comunidades a las que pertenecían estos menores, integrantes del pueblo indígena Murui. En el mensaje, los obispos piden, una vez más, respetar toda vida humana y recuerdan que la muerte no puede seguir siendo un instrumento “para lograr intereses mezquinos particulares”. Asimismo, describen como “escandalosa y cruel” la práctica del reclutamiento y uso de menores para la guerra; afirman que esta problemática indica el “alto nivel de degradación del conflicto armado en el país”. Los prelados recuerdan también en el comunicado que la “la búsqueda de la paz basada en el respeto por la vida, la dignidad humana y el diálogo, es el camino para superar las múltiples violencias del país”, por lo que invitan al pueblo colombiano a no desistir en el compromiso de la transformación social, a través de la no violencia, así como a seguir perseverando en la oración por esta importante causa. Lectura del comunicado por parte del padre Martín Sepúlveda, Director de Comunicaciones de la CEC:

Lun 3 Abr 2023

Iglesia avanza en formación ante posibles escenarios de monitoreo de cese al fuego

El pasado 29 de marzo; en la ciudad de Duitama (Boyacá); culminó con éxito la capacitación de agentes de pastoral en Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario que estaba facilitando el equipo de la Secretaría Técnica de la la Comisión de Conciliación Nacional (CCN) en este y otros seis territorios del país. La Iglesia Católica, consciente de la necesidad de estar preparada para acompañar los procesos de veeduría y monitoreo en futuros escenarios de cese al fuego por parte de diferentes actores armados ilegales, respondiendo a la solicitud pública hecha por las contrapartes desde el año pasado y dispuesta a apoyar toda acción en búsqueda de la paz, realizó a través de la CCN y en articulación con 12 jurisdicciones eclesiásticas del país, cuatro versiones del curso en 'Herramientas para monitoreo y sistematización por parte de los sacerdotes y agentes pastorales en el marco del Derecho Internacional Humanitario (DIH) y los Derechos Humanos (DH) en Colombia'. Este proceso de formación contó con la participación de más de 100 agentes y representantes de Iglesia en modalidad mixta, combinando la presencialidad mediada por tecnología y la presencialidad directa para poder facilitar la participación y ampliar así su alcance. Metodológicamente el espacio se llevó a cabo a través de seis módulos orientados por profesionales de la Comisión de Conciliación Nacional, donde se abordaron temas tales como: El contexto de la conflictividad en Colombia, DIH y DDHH, Comunicación para la Paz, lecciones aprendidas de las iniciativas, experiencias y acuerdos de paz en Colombia, Sistema Integral de Justicia Verdad Reparación y No Repetición en perspectiva de negociación, diálogo social y elementos para el monitoreo y la sistematización, entre otros. De esta manera, la Iglesia, con la formación a sacerdotes, religiosas y laicos de la Arquidiócesis de Tunja, y las diócesis de Barrancabermeja, Chiquinquirá, Duitama - Sogamoso, Ipiales, Magangué, Pasto, Riohacha, Sincelejo, Tumaco, Valledupar y Yopal; está atenta a la instalación y puesta en marcha de los mecanismos de Veeduría, Monitoreo y Verificación del Cese al fuego entre el Gobierno Nacional y diferentes grupos armados al margen de la ley con los que se han realizado acuerdos previos y se exploran dichas posibilidades. Esta iniciativa liderada por la Comisión de Conciliación Nacional se ha llevado a cabo con el apoyo solidario de la organización alemana Adveniat y el aval de los señores obispos de cada jurisdicción eclesiástica en la que se adelantó el curso. Para saber más acerca del trabajo que realiza la Comisión de Conciliación Nacional por la reconciliación y la paz de Colombia, ingrese a: www.comisiondeconciliacion.co