Jue 23 Ago 2018
Pablo VI en Colombia
Por: Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Pablo VI, pontífice entre 1963 y 1978, que será canonizado el próximo mes de octubre, fue el primer Papa que visitó América Latina en el histórico viaje que hizo en 1968 a Bogotá. Dos eventos de carácter internacional hicieron posible su venida a Colombia, el XXXIX Congreso Eucarístico Internacional a celebrarse en Bogotá, y la Segunda Conferencia General del Episcopado latinoamericano, que se realizaría en Medellín.
Hace 50 años, Colombia, como lo estuvimos en 1986 con Juan Pablo II y hace poco con el Papa Francisco, estuvo de fiesta, y fue tierra donde el Papa Pablo VI sembró con ilusión la semilla del Evangelio y encomendó a los Obispos de toda América latina la tarea de aplicar de la mejor manera, en primer lugar, las orientaciones emanadas del Concilio Vaticano II, que apenas había concluido en 1965; y en segundo lugar, la acogida de la Encíclica Humanae Vitae, que él mismo acababa de publicar ese año, y para lo cual, invitó a los obispos, y la Iglesia en general, a “comprender bien la importancia de la difícil y delicada posición que, en homenaje a la ley de Dios, hemos creído un deber reafirmar” (Discurso de Pablo VI en la apertura de la segunda conferencia de Medellín).
El título de la Conferencia de Obispos de Medellín es sugestivo y nos permite, con la mirada puesta en el Concilio y en esta reunión, evaluar la forma como sus conclusiones han sido o no acogidas. “La Iglesia en la actual transformación de América latina a la luz del Concilio”. Éste fue el título y el objetivo del encuentro continental.
Es necesario dar gracias a Dios porque no abandona nunca su Iglesia, y a través de la actividad colegial y sinodal en la Iglesia, nos sigue mostrando la senda para avanzar por el camino de la fe y la humanización de la sociedad.
El documento con las Conclusiones de Medellín ha sido histórico. Casi que se puede decir que marca un antes y un después en las reflexiones de la teología y la pastoral del pueblo latinoamericano. Su metodología del ver, juzgar y actuar, todavía vigente, ha sido un instrumento de gran valor, para hacer de la pastoral una trabajo pertinente, que permita entender el concepto amplio de la liberación integral que aparece con contundencia en repetidas páginas de las Conclusiones.
Los invito a releer con ánimo constructivo, el Documento de Medellín y cruzar sus Conclusiones con el práctico y actual Magisterio del Papa Francisco. De seguro, que tanto a los clérigos, como a los religiosos y los laicos, su lectura los animará para seguir creyendo en este continente de la esperanza y seguir trabajando para que la luz del Evangelio ilumine todo nuestro actuar.
Y pensando en el momento que vivimos actualmente en Colombia, recuerdo lo que dijeron los Obispos hace 50 años, en Medellín: “Queremos también advertir, como un deber de nuestra conciencia, de cara al presente y al futuro de nuestro continente, a aquellos que rigen los destinos del orden público. En sus manos está una gestión administrativa, a la vez liberadora de injusticias y conductora de un orden en función del bien común, que llegue a crear el clima de confianza y acción que los hombres latinoamericanos necesitan para el desarrollo pleno de su vida” (Mensaje a los pueblos de América latina).
+ Luis Fernando Rodríguez Velásquez
Obispo Auxiliar de Cali