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corrupción

Lun 13 Jun 2022

¡Segunda Vuelta!

Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez – El próximo domingo los colombianos nuevamente iremos a las urnas a manifestar nuestra decisión democrática. Es la segunda vuelta que se ha visto enredada, tejida de improperios, denuncias, noticias falsas, escándalos; una campaña negra, sucia, rastrera. Quizás muchos coincidan conmigo en que este tipo de contiendas electorales nunca se habían visto. Me pregunto que hay en el corazón de tantas personas desalmadas para quienes es más importante denigrar, insultar, promover pensamientos mezquinos con intenciones maquiavélicas; para aquellos que se dejan llevar por palabras salpicadas de odio, frases incendiarias y siembra de cizaña. ¿Qué nos ha ocurrido? ¿Qué le está pasando a esta sociedad? Estamos sobrepasando los límites éticos y morales, mientras cada uno busca defender su punto de vista, proclamar su verdad y presentarse incólume ante el mundo, señalando a los demás como corruptos, deshonestos y perversos. En los últimos años hemos contemplado el tipo de campañas que se han ido promoviendo en Colombia, América Latina y el mundo, con estrategias denominadas ‘políticas’, legalmente aceptadas, que se han vuelto costumbre, pero, que nada tienen que ver con la verdad, la justicia y la paz. Al contrario, son un atentado contra la paz, una burla a la verdad y una sátira a la justicia. Surgen más preguntas que respuestas: ¿Siempre ha sido así? ¿se justifica este tipo de campañas? ¿Qué beneficios personales trae consigo el denigrar del otro? ¿El fin justifica los medios? ¿Es justo devorarnos y destrozarnos? ¿En política todo se vale? No se puede pretender presentar una campaña perfecta, un candidato perfecto, un modelo de gobierno perfecto. Es de héroes reconocer los errores y superar los obstáculos, no es necesario aparentar ser sabios cuando la ignorancia ‘magna est’, mostrarnos justos cuando el corazón está dividido, revelarnos como agentes de paz cuando sembramos semillas de violencia, mostrar un rostro de tolerancia cuando no somos capaces de aceptar las diferencias, pretender ser generosos cuando nos cuesta compartir con los más pobres, decir que perdonamos cuando no somos en profundidad indulgentes. Se necesita coherencia y, desde esta columna, quisiera invitar a los candidatos y electores a serenarnos, a escucharnos y a escuchar a los otros, a pensar en el bien de la comunidad, a ir más allá de nuestros intereses, a ser sensatos reconociendo las cualidades y fortalezas de los contendores, a no tener miedo al disenso, a buscar consensos y a centrar la campaña en propuestas, en la ruta que cada candidato desea recorrer para hacer de su gobierno un sendero de paz. Ante la situación actual de post verdades, de polémicas y polarizaciones, los electores necesitamos estar más tranquilos y saber que el voto en blanco no tiene ningún efecto, por lo que es importante ‘elegir bien’, cada uno votando en conciencia, pensando en el bien común. Tomás Moro, patrono de los políticos, hombre de leyes, honesto, culto y auténtico humanista invitaba a ‘servir y a no servirse de la política’; recurría siempre al buen ejemplo como el único camino para alcanzar la transformación social y la mejor manera de poder influir en los demás. En su discurso era consciente que el gobernante, es decir, el político debe enfrentarse a tres problemas: la pasión por el poder, la corrupción y la obsesión por su imagen. Solo de esta manera se puede alcanzar la integridad de un gobernante. El Papa San Juan Pablo II decía que Tomás Moro ‘emana un mensaje de inalienable dignidad de la conciencia, de primacía de la verdad sobre el poder, de coherencia moral y de una política que tenga como fin el servicio a la persona’. En estos momentos de crisis vale la pena releer a Tomás Moro y la Carta Encíclica del Papa Francisco ‘Fratelli Tutti’, que dedica todo el capítulo quinto a reflexionar sobre ‘la mejor política’, puesta siempre al servicio del bien común. Dice el Papa: ‘pienso en una sana política, capaz de reformar las instituciones, coordinarlas y dotarlas de mejores prácticas que permitan superar presiones e inercias viciosas’. Al llegar la segunda vuelta, no lleguemos desgastados, cansados y en medio de la zozobra, la confusión, el temor o la desconfianza; lleguemos a las urnas con una conciencia diáfana para decir ‘si’ a la democracia y asumir nuestro compromiso ciudadano con responsabilidad y dignidad. Así que todos a votar y a votar bien. + Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo de Armenia

Jue 17 Feb 2022

Mensaje de la Iglesia católica en Colombia a propósito del año electoral

En el marco de la 112 Asamblea Plenaria del Episcopado Colombiano, desarrollada en un momento de profundos desafíos para la nación, permeada por “la inequidad, la corrupción, la devastadora acción del narcotráfico y del microtráfico, la pobreza y la violencia”, los obispos católicos del país insistieron en la urgencia de “fortalecer el sistema democrático” y comprometerse con el desarrollo integral de la población. A los ciudadanos, les pidieron ejercer el “voto libre y responsable, fruto de una decisión informada y tomada en conciencia”. Conocer la trayectoria y propuestas de campaña de los candidatos, que deben ser “honestos y competentes”, comprometidos con el desarrollo de las comunidades, en los distintos territorios. A los líderes políticos, los exhortaron a “encontrar en el bien común la mayor motivación para su servicio (…) e incluir a todos en un proyecto de nación que cuide la paz, acreciente la confianza en las instituciones y en el prójimo”. Finalmente, alzaron su voz en defensa de la vida, la sana convivencia, la reconciliación y el cuidado del ambiente. Encomendaron a Nuestra Señora de Chiquinquirá el país: “Ella interceda por todos nosotros para que el Señor “nos regale más políticos a quienes les duela de verdad la sociedad, el pueblo y la vida de los pobres” (Evangelii Gaudium, n. 205). [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar MENSAJE[/icon]

Lun 29 Nov 2021

Un mundo sin alma

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo -En varios países del mundo se está dando, desde hace algunos años, una movilización social, que ahora está presente también en Colombia. A esto se añade la tensión producida por la violencia que nos ha azotado en las últimas décadas y las preocupantes situaciones generadas a partir de la pandemia del Covid-19. Todo va alimentando la reacción agresiva de las masas, puede ser con motivaciones acomodadas o aun sin razones concretas, pero en el fondo señalando que algo no funciona bien. Este descontento que está paralizando el país, que promueve un vandalismo que destruye servicios indispensables que entre todos hemos construido, que saca lo mejor y lo peor de las personas, más que a situaciones particulares, se debe a las formas de vida que ha generado un modelo de civilización, cuyos únicos valores y fundamentos son económicos, tecnológicos y políticos. Así se ha creado una sociedad injusta, donde sólo una pequeña parte de la población aprovecha toda la riqueza y para ello utiliza el poder político. A esto se suma la corrupción en el manejo del estado y en la actuación de no pocos servidores públicos, quienes en lugar de pensar a profundidad en la organización y el desarrollo integral de la sociedad, en lamentables componendas políticas, dilapidan los recursos y aceptan todo lo que impongan grupos internos o agendas foráneas, que les permiten detentar el poder y todos sus beneficios. Así quedamos todos bajo unos estereotipos impuestos por unas elites que, con diversos intereses, se pelean el mundo. De otra parte, la búsqueda de comodidad, de lujos y de hedonismo, transformó la vida en un ámbito comercial, donde no se encuentra ni el verdadero concepto ni la forma adecuada de alcanzar la felicidad personal y el bienestar de todos. Esa falta de respeto por la dignidad humana, de ausencia de solidaridad entre todas las personas y de creciente insatisfacción, llega a un punto intolerable. Entonces, los estallidos sociales muestran que estamos frente a un modelo de sociedad mal construido, que debe cambiar. Ante esta realidad, por supuesto, los gobiernos y toda la sociedad deben realizar un dialogo serio para recomponer lo que marcha mal; la clase económica debe patrocinar proyectos audaces para ayudar a los sectores más vulnerables y superar la inequidad; todos debemos propiciar diversas iniciativas para ayudar a quienes están sin los recursos indispensables y aún sin la fortaleza interior para vivir. Pero es preciso pensar que esto no basta y que con el tiempo seguirán creciendo los problemas morales y sociales, que generan indignación y llevan a estallidos imparables. Es preciso ir al fondo. El mundo no puede ser un cuerpo sin alma. La persona humana tiene el deber moral de trabajar sobre sí misma para tener gobierno de su mundo interior a partir de la conciencia; de lo contrario, los instintos y pasiones nos deforman, esclavizan y enfrentan unos contra otros. La visión que, en gran parte, ha construido la sociedad de hoy sólo ha pensando en un bienestar exterior. Si no hay un referente trascendente es imposible encontrar sentido, la calidad humana disminuye, muchos grupos humanos quedan sin protección y sin futuro y la verdadera justicia social nunca llega. La sociedad ha sido víctima de un engaño: creer que la producción y generación de riqueza era el sentido mismo de la vida. Esa dinámica nos puso en una permanente ansiedad, en un terrible individualismo y por último en una lamentable polarización y confrontación. Junto a esto una creciente secularización nos volvió la vida más compleja, más acelerada, más frívola y más triste. La vida se empobreció al desvanecerse los conceptos esenciales de sabiduría, de virtud y de trascendencia. Cada uno inventando el sentido para vivir y muchos mendigándolo en ideologías, que siendo sólo ideas, no pueden responder a la realidad integral de la persona. Ciertamente es preciso atender los problemas inmediatos, pero es necesario pensar también en una respuesta a fondo. La alegría de vivir, la fraternidad, la unidad en torno al bien común no se logran por una campaña publicitaria, ni por la promulgación de una ley, ni por la manipulación ideológica con los potentes medios de hoy, menos todavía por una revolución violenta. La vida verdadera sólo puede venir al mundo por una larga transformación cultural que vaya dando a las personas la sabiduría para vivir bien y la motivación para conducir rectamente su vida. Ahí está el gran servicio de la Iglesia a la humanidad. Es preciso que nosotros veamos claro y que actuemos con más audacia. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Mar 27 Abr 2021

Revuelta o autorreforma

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Los hechos desbordan los relatos y las palabras. No nos queda a quien reclamarle, porque la sordera es la primera “respuesta” de la terquedad. Ni declaraciones, ni comunicados, ni movilizaciones y plantones, ni encuestas, mucho menos aún el vandalismo o el extremo de la indiferencia, el “non me ne frega niente” (no me importa nada) del italiano. Vamos en un punto en el que sólo nos queda volvernos sobre nuestra propia libertad y acción. Solo nos quedan la fidelidad a valores y principios de vida y la disciplina social de la palabra, de romper cercos y prejuicios, de promover acuerdos de emergencia y de aplicación personal, doméstica, entre vecinos territoriales, gremios e instituciones. Todo, con la cooperación en redes y medios. Y con la fuerza misteriosa y espiritual del Dios o del Ser Superior presente en la propia consciencia. Se proclama a los cuatro vientos una “reforma tributaria”. Algo obtuso en su concepción, inoportuno en su concepto, inviable en su contexto. Pero algo válido, paradójicamente, en la pretendida filosofía de “solidaridad sostenible”. Porque es lo único salvable, quizás, de ese lenguaje engañoso que reviste, exactamente lo contrario, la sostenibilidad del “status quo” en el desastroso esquema del gobierno actual. ¡Más sobre la teoría de la irrigación descendente del poder económico sobre la miseria de los excluidos! ¡Más de la “economía naranja” basada en el “exprimidor” y en los agregados de agua! Lo que tendríamos que buscar es la solidaridad de quienes tienen el deber de pagar la gigantesca deuda social, empezando por la intervención que garantice sustento, territorio, techo, trabajo, especialmente el de economía familiar y de autoabastecimiento nacional. Nacionales y migrantes necesitan cobertura de “piso” y garantía legal de ingreso. Estado y privados tendrían que concertar una AUTORREFORMA en esa dirección. Solo garantizando piso y sustento a todo hogar y hogar comunitario a todo destechado y hambreado, en un país lleno de baldíos, de latifundios y propiedades en el limbo de la “extinción”, de tierras suburbanas y extensiones remotas, se podría pensar en esta base o cimiento de sostenibilidad y de crecimiento sostenible, hacia condiciones dignas y pacíficas de vida. La AUTORREFORMA es camino que no se mide en filigranas técnicas tributarias dentro del modelo injusto, sino en incluir a todos en la extensión de derechos y en la cobertura solidaria del bienestar básico. Todos necesitamos ser invitados a la mesa social de una vida con dignidad y respeto, pactando en cada hogar y vecindad “la disciplina del diálogo”, el recurso a la palabra, el desarme físico y el desmonte de extorsión y amenaza, de “dictaduras” y fronteras de muerte. Las reformas promovidas por el estado deberían ubicarse en este contexto de deuda social nacional, de grave emergencia para los más débiles, y de hacer pagar deudas como las de las acaparadoras EPS que quiebran el servicio de salud a los más pobres, en hospitales como El San Juan de Dios de Cali. La pandemia puede convertirse en un “modo sistemático de vida”. Ya la violencia y las armas, el asesinato y la fuerza extorsiva, se convirtieron en sistemáticos, en “pandemia de desangre”, hemorragia de barbarie. Quizás esta sea la última oportunidad para la humanidad y el planeta, en riesgo de desaparecer como biosfera que no encontró su equilibrio y armonía para mantener la vida. Desaparecer como género humano es ya, tristemente, una posibilidad a la vista. Todas nuestras calculadoras de economía, de política, de globalización, de longevidad y apariencia, de seguridad privada e ideologías de seguridad nacional y totalitaria, de demografía y control migratorio, los cálculos de todos los sistemas e “ismos”, entraron en crisis. La AUTORREFORMA y no unos ciclos de revueltas y vandalismo, que acelerarían la autodestrucción irracional de lo construido, que agudizan contradicciones y conflictos, es el camino que nos propone la vida y que coincide con el principio evangélico: “hagan con los demás lo que esperan que los demás hagan con cada uno de ustedes”. Mayo es un mes que nos pone ante el trabajo y la vida, la salida acordada del conflicto insurgente y armado, la reconciliación, la familia, con la figura de la madre y del hogar de Nazaret, la educación y la necesidad más profunda de ser “hombres y mujeres con Espíritu Santo”. Rescato el 2 de mayo, la memoria de Bojayá y del Cristo Mutilado, “El Santo Cristo Negro de Bojayá”, como lo llamó el Papa Francisco. Y el 3 de mayo, día tradicional de la Santa Cruz, para acordarnos de la no violencia, del perdón y la reconciliación. A todos, hombres y mujeres, se nos conmueva el corazón y asumamos nuevas decisiones de vida, decisiones de AUTORREFORMA. + Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Lun 8 Feb 2021

Un cáncer que hace metástasis

Por: Mons. Froilán Tiberio Casas Ortiz - ¡Qué pandemia tan terrible, la corrupción! ¡Qué horror, no tiene límites! El corazón del corrupto no conoce ningún principio ético, para él (ella), todo es permitido. Es una persona obsesionada por el tener y el poder. Es una persona sin conciencia; es más, es una persona cínica: tiene el descaro de presentarse como persona honesta y ofrece su nombre para que sea designado en algún cargo directivo de elección popular o de dirección administrativa. Busca por todos los medios brillar públicamente. Ordinariamente los corruptos se rodean de gente que tienen el mismo pelambre; bajo una banda de corifeos y bufones, todo son aplausos, no importan los canales, el fin justifica los medios. ¿Por qué son aplaudidos? Porque todos buscan sacar tajada del ponqué burocrático y de la fuente de contratación. ¿Por qué llega, como en Venezuela y Nicaragua, la autodenominada izquierda al poder? Por la corrupción de quienes dirigen un país, de quienes tienen que tomar decisiones. La corrupción se despliega por todo el tejido social, permeando por desgracia, a tantos funcionarios que otrora eran honestos. ¡Cómo me causa tristeza el dios de los corruptos! Tienen el descaro de profesar con sus labios fe en Dios. Pregunto: ¿qué tipo de dios han fabricado? Un dios permisivo, un dios gelatina que se acomoda a los intereses mezquinos de cada quien, un dios “tapahuecos”, que se utiliza como un idiota útil a la voracidad de la avaricia y la codicia personales. Un dios a la medida de la ambición humana. Excúsenme decirlo: le doy gracias a Dios porque hay infierno, -tiene que haber un castigo para tantos pícaros y bellacos-. Tanta retórica para acabar la corrupción, -discurso que lleva décadas-, los resultados son nulos; por el contrario, según la ONG Trasparencia Internacional, Colombia sigue ocupando uno de los primeros puestos en corrupción. Mucho ruido y pocas nueces. ¡Cómo necesitamos un líder como LEE KUAN YEW! Hace sesenta años la Ciudad-Estado, Singapur era más pobre que Colombia, la corrupción galopaba por todas partes y ¿hoy? Es uno de los países más prósperos del planeta, es una de las economías más sólidas, ocupando uno de los diez primeros puestos en la escala de prosperidad económica. Con pañitos de agua tibia y compresas no se sacan los tumores: se requiere el bisturí. + Froilán Tiberio Casas Ortiz Obispo de Neiva Publicado: Diario la Nación de Neiva

Vie 18 Oct 2019

7 Reflexiones del Episcopado para votar bien

Frente a los comicios electorales que se avecinan en el país, los obispos católicos de Colombia proponen siete reflexiones al pueblo colombiano para ejercer un voto responsable, libre y consciente que le dé transparencia al proceso electoral. La reflexión de los prelados inicia resaltando la importancia de estas elecciones para consolidar un proyecto común de país, "teniendo en cuenta las situaciones y necesidades propias de cada región, departamento, municipio o localidad", como primeros escenarios para la construcción de la paz y el desarrollo integral de los colombianos. Se invita a los candidatos que se postulan a los cargos públicos a presentar propuestas claras, viables e integrales, procurando siempre el bien común; e insisten los obispos en un proceso electoral transparente y limpio en el que se participe masivamente para derrotar la apatía, el pesimismo y la falta de compromiso "que evidencian el alto grado de abstencionismo que ha caracterizado nuestras elecciones”. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Dom 7 Jul 2019

Crisis migratoria y de gobernabilidad alerta a la Guajira

La Guajira es uno de los departamentos que recibe mayor número de migrantes venezolanos en el país. El impacto de la migración masiva se suma a otros problemas de la región como la corrupción, la falta de gobernabilidad, el hambre y el cambio climático. Según monseñor Héctor Salah Zuleta, obispo de Riohacha, se calcula que hay 160 mil migrantes venezolanos establecidos en la Guajira, donde la respuesta gubernamental es insuficiente pues tanto en la gobernación como en las alcaldías no hay la estructura y estabilidad necesaria para poder hacerle frente a los impactos generados. “Riohacha en este periodo ha tenido 10 alcaldes, esto quiere decir que cada alcalde llega con su programa de gobierno y las iniciativas que se habían emprendido quedan frenadas. Lo mismo sucede con los gobernadores, pues en la Guajira hay 7 gobernadores en línea presos y hemos tenido en este periodo más o menos 6 gobernadores encargados, para un departamento que tiene más de un millón de habitantes sin contar a los hermanos venezolanos. Esto genera unas condiciones de incertidumbre, nadie sabe para dónde va el departamento y la mayoría no está en la capacidad de dar respuesta a estas necesidades tan grandes”. Afirma monseñor Salah que las ayudas prestadas por la Iglesia y la cooperación internacional a la población migrante resultan insuficientes. Por ejemplo, en Maicao, municipio fronterizo con Venezuela, con aproximadamente 200 mil habitantes, en los últimos 6 meses pudieron haber llegado 80 mil venezolanos, lo cual impacta temas sensibles de la región como el acceso a la salud, a servicios públicos, a educación y al empleo, y que hoy no tienen una respuesta eficiente por parte del gobierno. La Diócesis cuenta con hogares de acogida a los migrantes donde se prestan ayudas como alimentación, orientación jurídica, servicio de salud, dormitorios que benefician especialmente a madres cabezas de familia y madres gestantes que van de paso. “Yo creo que se han atendido más de 6 mil personas este año sin contar los comedores en los cuales se suministraba desayuno y almuerzo caliente a aproximadamente 5 mil personas. Pero eso es nada en comparación con la urgencia y necesidad de la gente, eso causa cierta frustración”. Los índices de desempleo de la Guajira, según el prelado, están cerca al 20% y puede seguir incrementándose. “Hay empresarios inescrupulosos que prefieren contratar a mitad del salario y sin prestaciones sociales un venezolano que está calificado. Eso significa una injusticia hacia el trabajador venezolano y el aumento del desempleo para el guajiro”. Situaciones como esta, contribuyen al sentimiento de xenofobia que advierte monseñor Salah, al considerar que se ha ido incrementando pues entre los locales existe la percepción que los migrantes les están quitando oportunidades laborales, y que en un departamento con tantas necesidades básicas insatisfechas se presta mayor atención a la población migrante. Llamado de la Iglesia La crisis de gobernabilidad en la Guajira, según el presbítero, es consecuencia de lo que para él es el peor problema de la Guajira: la corrupción. “Gran parte de la élite política ha aprovechado para su propio beneficio los recursos con los que se había podido haber solucionado los demás problemas. Hasta el año 2013 las regalías llegaron directamente a los bolsillos de gobernadores y alcaldes que hoy tienen a mucha gente presa. Con esos dineros se pudo haber realizado proyectos para el beneficio de la gente, pero tomaron otros rumbos. La corrupción va en contra de la economía para el bien común que es lo que promueve la Iglesia”. Se acercan las próximas elecciones regionales y monseñor cree que muchos han comprendido que hoy están pagando la elección desafortunada que hicieron al vender su voto “el llamado es a la gente, para que estudie concienzudamente por quien vale la pena votar en las próximas elecciones para que se comience a mejorar las condiciones de vida.” Sin embargo, advierte: “creo que puede suceder lo mismo de siempre, hay una especie de nepotismo, las familias intentan continuar en el poder, aunque algunos de sus integrantes se encuentren judicializados”. Por su parte, la Iglesia católica continuará prestando ayudas para acoger, proteger, promover e integrar a los hermanos venezolanos y llamar la atención sobre los cambios políticos y sociales que requiere la región.

Lun 24 Dic 2018

Un balance de pérdidas y ganancias

Por: P. Carlos Arturo Quintero Gómez - Estamos concluyendo este año 2018 y es la oportunidad para hacer un balance en el contexto económico, social, político, religioso, personal y familiar; un balance de pérdidas y ganancias, para reconocer que hemos terminado en saldo rojo, en déficit, o valorar que hemos avanzado, fortaleciendo los valores y afianzando nuestra identidad humana y cristiana. ¿Qué decir de este año 2018 en el Quindío? Hemos vivido una orfandad que se siente en los sectores menos favorecidos; no podemos ignorar que se han hecho avances y que los gobiernos departamental y de cada municipio se han esforzado, pero pasamos un año raspado ya que la corrupción tocó duramente a las puertas de nuestra casa común. El cuestionamiento de muchos de nuestros políticos y gobernantes, así como el deterioro moral de una sociedad que se ha erigido con valores y confianza en Dios, nos sacudió el alma. Fuimos noticia en el contexto regional, nacional y mundial por actos de corrupción, ocupamos por muchos meses el primer lugar en desempleo, violencia intra-familiar y altos índices de suicidios. Se ha incrementado el número de habitantes en situación de calle, el micro tráfico y el turismo sexual. ¡Cómo nos duele ver municipios como Salento y Filandia, en donde muchos de sus habitantes, hoy están al servicio de extranjeros, con sueldos de hambre y cumpliendo horarios que sobrepasan las exigencias de la ley, sin el más mínimo control de las entidades de vigilancia! La migración de hermanos venezolanos y retornados a Colombia es otro flagelo que ha exigido una mirada a la atención humanitaria; la difusión de noticias falsas y la falta de una conciencia real de responsabilidad social en algunos medios de comunicación y sector empresarial, el aumento de la delincuencia organizada, el incremento de niños y niñas en el mundo de las drogas y embarazos en niñas adolescentes; las riñas callejeras, la crisis educativa, el desamparo de nuestros ancianos, el relativismo moral, el desencanto de la vida en muchos corazones, y la pérdida de valores religiosos y espirituales, además de la desesperanza y el avance de las nuevas tecnologías que nos ha sumergido en una inteligencia artificial que nos desborda, como lo menciona Yuval Noah Harari, escritor e historiador israelí, en su libro “21 lecciones del siglo XXI” y que algunos le llaman el profeta de los algoritmos. ¿Y lo bueno? Hay muchas luces, lo bueno de nuestra sociedad quindiana es que tenemos una gente pujante, emprendedora, soñadora y querendona, con deseos de salir de la crisis, viendo en ella una oportunidad. Si bien hay sombras, que oscurecen y hacen sombrío nuestro panorama social, hay que destacar el papel de algunos medios de comunicación social y su deber con la verdad y con la paz; el compromiso de algunos empresarios con la realidad de sus empleados, familias fortalecidas en el amor que intentan sostenerse en medio de los ataques de la sociedad, la defensa de la vida, el trabajo de ONGs y fundaciones sociales que trabajan, muchas veces sin recursos, por defender la dignidad humana; cientos de proyectos sociales promovidos por personas e instituciones aportando a la construcción de la paz; impulso a la cultura ciudadana, favorecimiento de una cultura cristiana, un deseo profundo en muchas personas de volver a Dios, el surgimiento de nuevos voluntariados y nuevas comunidades eclesiales, la riqueza de nuestra tierra con una niñez y juventud creativa y con iniciativa; el tesoro humano de nuestros abuelos, la solidaridad de los quindianos ante la migración de venezolanos y al interior del país, volver la mirada a Dios. Podemos entonces, hacer un balance y darnos cuenta, que a pesar de los problemas, las sombras, las dificultades, hay mucha ilusión y esperanza de levantarnos, trabajando unidos por la recuperación del tejido social, haciendo que esta sociedad quindiana sea más justa y más humana. El gran desafío en esta navidad es que podamos hacerle un regalo a la ciudad y a nuestro departamento: unirnos, levantarnos de nuestras miserias y escombros y volver a soñar la vida. El Príncipe de la Paz, Jesús el niño recién nacido, viene para darnos la paz; Él es la esperanza que no defrauda, el Camino, la Verdad y la Vida. Celebrar la navidad en paz, sin pólvora, sin licor, sin asesinatos, sin violencia intra-familiar, sin peleas entre vecinos, será una muestra del deseo de aportar para que nuestra comunidad se transforme. Todo esto exige una conciencia clara que nuestras fiestas, tienen que transformarse en festivales culturales, gastronómicos y sociales en donde ganen los municipios y el departamento, porque cada fiesta, cada carnaval debiera ser una oda a la vida, al civismo, a la tolerancia y a la paz. “Feliz navidad y próspero año” P. Carlos Arturo Quintero Gómez Obispo electo de Armenia