Dom 6 Feb 2022
¡A vacunarse!
Por: Mons. Carlos Arturo Quintero Gómez - Desde diciembre del 2019, cuando la Organización Mundial de la Salud, reportó la presencia de un virus originado en Wuhan, China, identificado como ‘Coronavirus’, COVID-19, han transcurrido dos años, en los que la ciencia ha ido conociendo mejor las causas y consecuencias del virus, que se ha ido expandiendo con rapidez, llevando al estallido de una pandemia, que sigue haciendo estragos en la faz de la tierra. La aparición del SARS-CoV-2 ha ido desgastando esta sociedad, que ha tenido que vivir desde el confinamiento, pasando por los cambios de hábitos ordinarios hasta llegar a tener que asumir nuevas conductas y comportamientos, a partir de normas de bio-seguridad, frente a las que aún hay resistencia e incluso grupos o movimientos denominados ‘anti vacuna’.
Hoy quiero invitarles, queridos lectores, a dar una mirada a lo que han significado estos dos años. Cuántos seres queridos hemos tenido que despedir, sin los rituales religiosos acostumbrados, en medio de un dolor desgarrador, que nos hace experimentar las ausencias, dejando profundas heridas, que tardarán en sanar. Miles de hermanos han tenido que estar en una UCI, luchando para ganar la batalla a la COVID, mientras otros, millones en el mundo, han perdido la batalla. En Colombia, el deceso de 133.560 personas, a la fecha, es una cifra escandalosa, máxime cuando solo en el departamento del Quindío se reportan más de 1944 muertes por COVID. En verdad, estamos frente a un terremoto de magnitudes insospechadas.
La OMS, ante esta ola de contagios –estamos en un cuarto pico-, habla de ‘enfermedad endémica’, que significa, que debemos aprender a convivir con este virus, pues ‘ha llegado para quedarse’. Ahora bien, ante esta pandemia, ¿Qué debemos hacer? Lo más importante, asumir las normas de protección personal y comunitaria, como el uso del tapabocas, el gel anti-bacterial o alcohol, el lavado frecuente de las manos y el distanciamiento social, normas básicas, que todos debemos cumplir, con responsabilidad ciudadana y amor al prójimo. Reconozco que, en la sociedad, existen grupos o movimientos ‘anti vacunas’, que se oponen abiertamente a las dosis exigidas y que promueven una resistencia a vacunarse, difundiendo doctrinas personales y generando miedo y zozobra en muchos interlocutores. Es respetable que haya personas que no deseen vacunarse y que invoquen el ‘libre albedrío’, sin embargo, no podemos llegar a radicalismos, impidiendo que otros hermanos tomen conciencia de su responsabilidad social. La ciencia nos está recordando que, muchas personas infectadas o que han muerto a causa del coronavirus, han sido personas que se han resistido a vacunarse, lo que imposibilita, además, que se llegue a la inmunización del rebaño.
Repito, tenemos que ser respetuosos de las decisiones de las personas es verdad, pero desde mi condición quiero persuadir a muchos que lean estas líneas, a que se vacunen, como un ‘acto de amor’, en palabras del Papa Francisco. Me hago vacunar, quizás no por mí, quizás no creo en el poder de las vacunas, pero quiero cuidar la vida de mis semejantes, de mis familiares y de las personas con las que entro en contacto cada día; se trata de pensar en el bien común, en los otros, reconociendo que juntos podemos hacer frente a esta pandemia. Aquellos que se resisten a vacunarse, invocan la ciencia, con argumentos nada coherentes; otros invocan sus principios religiosos, cerrando sus oídos y su corazón a la enseñanza da la misma Iglesia, que es madre y maestra; muchos cuestionan a las farmacéuticas y se van en rastre contra los gobiernos, por considerar que se trata de un negocio que traspasa fronteras. Otros opinan que no quieren hacerlo porque las vacunas están elaboradas con membranas de embriones o fetos abortados. Sin embargo, aunque muchos pudieran tener la razón, lo que no podrán ignorar es que el virus no se ha ido y los contagios siguen disparados, porque hemos bajado la guardia en relación con las normas de bioseguridad y los elementos de auto cuidado. Y mientras aparecen nuevas variantes, el personal médico no ha cejado en su misión de ‘salvar vidas’. Por lo menos, asumamos nuestro rol ciudadano, quizás nos llevará a tomar conciencia de la necesidad de vacunarnos.
+ Carlos Arturo Quintero Gómez
Obispo de Armenia