Mié 27 Jul 2016
Hoy por tí mañana por mí
Por Pbro José Elver Rojas - Estamos frente a uno de los dichos populares más usados en el nororiente colombiano y que por estos días cobra especial vigencia: Hoy por ti mañana por mí.
Miles de venezolanos cruzan la frontera para entrar a Cúcuta a provisionarse de alimentos y medicinas que escasean en el país bolivariano por razones conocidas y que no viene al caso mencionar en este artículo.
Si bien los cucuteños se mueven como pez en agua cuando de comercio se trata, la invitación es que ante la situación tan dolorosa de nuestros hermanos venezolanos, aprovechen la oportunidad para ejercer la solidaridad y fortalecer los lazos familiares que por siglos nos han mantenido unidos.
Más allá de los cierres de frontera o de algunas discordias que suelen presentarse entre vecinos, lo cierto es que ante cualquier emergencia, siempre corremos hacia el que tenemos más cerca. Vamos en busca de ayuda, con la ilusión de encontrar al vecino comprensivo, hospitalario y generoso que sale al encuentro de mis necesidades.
Ante la situación económica del momento, muchas son las ideas que llegan al pensamiento de los comerciantes, pero si algo caracteriza a un buen comerciante es que no hace negocios con quien está fracasado, abatido y en desigualdad de condiciones. El buen comerciante sabe que, lejos de aprovecharse de los más pobres y necesitados, su generosidad es recibida como un acto de justicia y una ofrenda agradable a Dios, quien bendice al que da con alegría.
Hombres, mujeres y niños de estos dos países hermanos, contarán a las futuras generaciones que en el año de la Misericordia, entraron por la puerta santa, donde se encontraron con acciones caritativas o las bien llamadas obras de misericordias: dar de comer al hambriento, beber al sediento, hospedar al peregrino, vestir al desnudo y consolar al triste. Con las obras de misericordia hacemos la voluntad de Dios, damos algo nuestro a los demás y el Señor nos promete que nos dará también a nosotros lo que necesitemos, “Dad, y se os dará" (Lc. 6, 38).
El mejor negocio que puede hacer un cristiano es atesorar tesoros en el cielo, donde nuestra vida se llena de gozo ante la voz de quién nos dice: venid benditos de mi Padre a heredar el Reino preparado para ustedes, porque cada vez que practicaron la misericordia con uno de estos hermanos míos, los más pobres y necesitados, lo hicieron conmigo (Mt. 25, 31 -46).
Por muchas décadas, huyendo de la violencia y de otros factores que golpean a la zona de frontera, tanto los cucuteños como otros hermanos colombianos, han atravesado la frontera para ir a Venezuela a buscar ayuda y la han encontrado. Hoy por ti, mañana por mí.
Padre José Elver Rojas Herrera
Director Departamento de Comunicaciones
Conferencia Episcopal de Colombia