Vie 27 Abr 2018
¡Colombia, déjate reconciliar por Dios!
Por: MonseñorElkin Fernando Álvarez Botero: Los obispos de Colombia, reunidos en noviembre de 2017 para profundizar el mensaje que el Santo Padre nos dejó en su Visita Apostólica a nuestro país, quisimos invitar a la realización de una jornada dedicada especialmente a orar por la reconciliación entre los colombianos. Propusimos que ésta tuviera lugar en la misma fecha de la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.
Celebraremos, por tanto, la primera jornada este jueves 3 de mayo de 2018, recordando el gran encuentro de oración por la reconciliación nacional, presidido por el Santo Padre Francisco en Villavicencio. En esa ocasión el Papa nos hizo este urgente llamado: “¡Colombia, abre tu corazón de pueblo de Dios, déjate reconciliar! Colombianos, no tengan miedo a pedir y ofrecer el perdón. No se resistan a la reconciliación para acercarse, reencontrarse como hermanos y superar las enemistades. Es hora de sanar heridas…”.
Para celebrar este 1er Día Nacional por la Reconciliación, el Secretariado Permanente del Episcopado (SPEC) ha puesto a disposición diversas herramientas y subsidios pastorales, incluido un esquema para el rezo de los mil Jesús, bella devoción que, desde antiguo, hace parte de la práctica religiosa de nuestro pueblo. Sin embargo, como lo pedía San Pablo a la comunidad de Corinto y como nos exhortó el Papa, el principal propósito de esta jornada es que nos dejemos reconciliar por Dios. ¿Cómo lo logramos? Aquí les propongo cuatro claves:
Tenemos necesidad de reconciliación: convenzámonos, inspirados por el Espíritu Santo, de que la reconciliación con Dios, con los hermanos, con nosotros mismos y con la naturaleza es el sendero que debemos recorrer para alcanzar la paz.
No nos cansemos de orar por la reconciliación: necesitamos pedir la reconciliación y la paz de nuestro país, pues son un don que nos viene solo de Jesucristo, que dio su vida en la Cruz para sanar nuestras heridas y para derribar el muro que nos separaba, el odio. Conviene que el 3 de mayo dediquemos un mayor tiempo a la oración, ojalá ante el Santísimo expuesto; acudamos a Cristo porque Él es nuestra paz (cf. Ef. 2,14).
Hagamos un compromiso serio de reconciliación: se trata de erradicar de nuestra vida personal y comunitaria todo aquello que nos divide y nos separa, que nos lleva a la violencia y a la muerte. La reconciliación que pedimos a Dios tenemos que vivirla en nuestros círculos familiares, en las escuelas, en los lugares de trabajo. Hay que poner freno a la agresividad e intolerancia que destruyen las relaciones y nos enfrentan con nuestros hermanos. Reconciliarse implica limar diferencias y reconocer que los odios y rencores no nos dejan vivir bien. En fin, el compromiso es ir al encuentro del otro, renunciando a las venganzas y permitiendo que la gracia de Dios nos dé la fuerza para el perdón.
Cultivemos, cuidemos y promovamos los valores que nos disponen a vivir la reconciliación: el diálogo, el compartir, la solidaridad, la comprensión, la paciencia y, ante todo, la caridad que nos permite ir al encuentro de los más pobres y necesitados, con el mismo amor que Cristo nos enseñó desde la cruz.
Sin duda, a todos nos han quedado en la mente y el corazón la imagen y las palabras del Papa Francisco orando frente a la imagen del Cristo negro de Bojayá, el 7 de septiembre de 2017. En esta jornada de oración estamos invitados a contemplar, con idéntica actitud a la del Santo Padre, al Señor en la Cruz y a rogarle que su amor y misericordia nos impulsen a ser constructores de reconciliación y paz, allí donde tanto mal han causado los odios y resentimientos.