Mar 17 Nov 2020
En tiempos de Covid, el amor tiene la última palabra, no la muerte
Hace ocho meses el país vive una realidad ajena a la que se imaginaba a comienzos de este 2020. Durante este tiempo, la emergencia sanitaria a causa de la Covid-19 ha generado fuertes impactos en la vida social y económica de los colombianos, llevándolos a pasar situaciones extremas de vulnerabilidad y zozobra.
Ante esta realidad, la Iglesia católica en Colombia, en concordancia con los valores del Evangelio, activó sus planes de emergencia y puso en marcha acciones inmediatas para tratar de solventar un poco el golpe que la pandemia generó en muchas de las familias colombianas, especialmente las pertenecientes a los lugares más recónditos del territorio nacional.
Los resultados del trabajo que la Conferencia Episcopal de Colombia ha realizado durante este tiempo de emergencia sanitaria, fueron expuestos el pasado jueves por monseñor Héctor Fabio Henao Gaviria, director del Secretariado Nacional de Pastoral Social/ Caritas Colombia, en la reunión de obispos colombianos que se llevó a cabo de manera virtual.
En primer lugar, el directivo subrayó que la Iglesia ha estado muy activa en el desarrollo de varias acciones, con el fin de dar esperanza en medio de una situación que es dramática, esto, con la convicción de llevar el amor de Dios en todas las circunstancias, particularmente en las emergencias, pues es el amor el que debe dar la última palabra y no la muerte.
Lastimosamente la realidad que vislumbró la pandemia y que fue evidenciada por quienes trabajan directamente en las jurisdicciones eclesiásticas, es preocupante, pues se ha identificado que la población con más alto grado de vulnerabilidad son los migrantes, los refugiados solicitantes de asilo, los enfermos terminales, las poblaciones étnicas y las personas internas en los centros carcelarios.
Monseñor Henao también mencionó que se presentó un aumento en la violencia intrafamiliar, una situación que ha sido constatada por diferentes organismos del Estado. A esto se suma un aumento en la percepción de inseguridad en zonas urbanas del país a cuenta del empobrecimiento.
Las llamadas rentas ilícitas del narcotráfico, la minería ilegal, el asesinato de líderes y lideresas sociales y excombatientes, se suman a este alto porcentaje de las problemáticas que aquejan al país. Finalmente, se encuentra el aumento del desempleo que es cada vez más grave, pues se han alcanzado tasas que no se tenían desde hace 10 años.
Ante este panorama y durante la cuarentena estricta, decretada en el mes de marzo, la Iglesia puso en marcha cuatro acciones fundamentales con las que buscó socorrer a la población más necesitada: “pasar de la indiferencia a la unidad, caminar del egoísmo a la solidaridad, pasar de la división a la paz y la convivencia y pasar del olvido a la atención del hermano en necesidad”, afirmó monseñor Henao.
“Hemos colocado en primer lugar el apoyo psicosocial, que es una necesidad cada vez más urgente. Se han entregado 19.775 paquetes alimentarios. Por parte del Episcopado se ha brindado también apoyo jurídico, kits de aseo e higiene y de aseo personal. Acceso a servicios de salud a buena parte de la población. Se ha dado apoyo para el trabajo, se han distribuido equipos de bioseguridad especialmente en jurisdicciones alejadas, transporte y ayuda humanitaria. Educación y formación para buena parte de la población dando paso a una dimensión educativa dentro de la Iglesia. Transferencias en efectivo a 20.767 familias, recursos que se hacen a través de acciones bancarias y cuya finalidad es que las personas puedan atender sus necesidades inmediatas y, por último, se ha brindado albergue a 2.477 familias, entre otras ayudas”, señaló el director del SNPS/CC.
Son varias las jurisdicciones eclesiásticas que han desarrollado programas por sí mismas con sus recursos, sus colectas y campañas que ha ejecutado localmente.
Monseñor Henao manifestó que también se ha venido trabajando en articulación con organismos del Estado, como el Ministerio del Interior, así como con alcaldías y gobernaciones. Las instituciones y fundaciones también han hecho parte de este trabajo articulado, donde se ha logrado la entrega efectiva de mercados, kits de aseo, comida preparada, apoyo económico a poblaciones vulnerables, hospedaje, apoyo psicosocial y acompañamiento espiritual, una acción muy fuerte que se ha desarrollado en muchas diócesis y que realmente responde a una necesidad muy profunda, pues muchas personas están afectadas emocionalmente.
“Los proyectos se han acoplado de manera que respondan y fortalezcan la capacidad de la Iglesia de hacer presencia ante esta emergencia sanitaria. Lo segundo es organizar una respuesta operativa y humanitaria coordinada desde Pastoral Social con todos los organismos que integran el Episcopado”, aseveró monseñor Henao.
Por último, dijo que la Iglesia continuará reuniendo esfuerzos en pro de ayudar y proteger a los más necesitados, pues aún queda un desafío muy grande, ya que Colombia continúa con aumento significativo en el número de contagios, lo que significa que la situación aún no ha cesado y que puede extenderse por un largo tiempo.