Sáb 15 Jul 2023
Salió el sembrador a sembrar
DÉCIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
16 de julio de 2023
Primera lectura: Isaías 55,10-11
Salmo: 65(64),10.11.12-13. 14
Segunda lectura: Romanos 8,18-23
Evangelio: Mateo 13 ,1-23
Orientaciones para la Predicación
Introducción
Comienza la parte del Evangelio de Mateo llamada “libro de las parábolas”; se leerán cinco de ellas: el sembrador, la cizaña, el tesoro escondido, la perla y la red. En ellas se esconden los “secretos del reino de los cielos”, como los diferentes grados de aceptación que tiene la Palabra de Dios según la disposición personal de cada oyente. Dios no fuerza la libertad para escucharle o no (Evangelio). Sin Embargo, la Palabra es poderosa y eficaz para producir siempre alguna forma de fruto, porque procede de Dios (primera lectura).
Toda la creación ha de participar también de la gloria a la que están destinados los creyentes. Pablo muestra su visión del mundo creado que, en su estado caótico, manifiesta su ansiosa espera cósmica de alcanzar la misma meta a la que tiende el hombre: “la libertad gloriosa de los hijos de Dios” (tercera lectura).
¿Qué dice la Sagrada Escritura?
“Aquel día, Jesús salió de casa y se sentó a orillas del mar” (13,1). Jesús sale de la casa en la que estaba y se va a la orilla del mar, recordamos se evoca el pasaje de la tempestad calmada (8,23). La multitud que se reúne en torno a Él es grande (13,2). Con él subido en una barca y la gente sentada a la orilla. En este bello escenario comienza la enseñanza.
La parábola del sembrador (13,3b-9), la primera en contarse distingue diversos tipos de terreno en los cuales caen las semillas arrojadas por el sembrador, destacando al final un terreno que es apto para la inmensa producción de que es capaz una simple semilla.
Y al sembrar, unas semillas cayeron a lo largo del camino; vinieron las aves y se las comieron. Al caer en el camino donde no puede ser cuidada, cae de superficialmente, así son las personas que oyen la palabra, pero no llega al corazón, no se arraiga no tiene raíz y el maligno la arranca. Otras cayeron en pedregal, donde no tenían mucha tierra, y brotaron enseguida por no tener hondura de tierra; pero en cuanto salió el sol se agostaron y, por no tener raíz, se secaron. La semilla que cae en un terreno rocoso donde no puede hacer raíz y con el sol inclemente se seca, es el hombre que oye la palabra y la acepta inmediatamente con alegría, pero no admite la raíz es superficial, es incoherente en su actuar y por tanto no germina. Otras cayeron entre abrojos; crecieron los abrojos y las ahogaron. Aunque el suelo es bastante profundo para hacer raíz se encuentra con hierba, compara con el que oye la palabra, pero las preocupaciones personales y del mundo sofocan la palabra y no da frutos. Otras cayeron en tierra buena y dieron fruto, un ciento, otra sesenta, otra treinta. La semilla sembrada en la tierra es buena, en suelo profundo, no tiene abrojos, es la persona que abre su corazón, escucha la palabra y da diferentes frutos.
El comportamiento del sembrador, que es un profesional en la materia, ciertamente parece extraño cuando deja caer algunas semillas en terreno impropio para el cultivo. Sin embargo, esto corresponde a la realidad del evangelio: antes que la calidad de la tierra, lo que vale es la calidad de la semilla. Así obraba Jesús: arrojaba su semilla en corazones sobre los cuales los fariseos ya habían dado su dictamen negativo y consideraban excluidas de la salvación. Entonces la imagen de un sembrador arrojando las semillas en los tres primeros terrenos es un retrato de la obra de Jesús quien no ha venido “a llamar a justos, sino a pecadores” (9,13).
Ante todo, se proclama la bondad de Dios, quien no tiene límites para ofrecer sus bendiciones (ver 6,45), pero esto implica de parte de cada hombre el hacerse a sí mismo “buena tierra” para que la semilla de la Palabra pueda crecer. La Palabra de Dios se nos da como un don, él no cuenta con la respuesta del hombre, la semilla cae en diferentes corazones, pero a pesar de ello tendrá éxito en la mayor parte. Es un relato que nos lleva a la esperanza.
2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La razón de ser de la creación fue preparar un espacio adecuado para el hombre, creatura con la que Dios quería compartir y dialogar, porque Dios es comunidad de amor que comparte con los otros, esos otros son las personas humanas y en cada ser humano Dios comparte su espíritu como semilla de su reinado, esa semilla es su palabra, la buena noticia, que se ha hecho carne en Jesús el Cristo, para enseñarnos a vivir su proyecto de reino, compartiendo de manera justa y respetuosa nuestra casa común, con relaciones marcadas por la verdad, el respeto, la equidad y solidaridad.
Ante esa palabra que Dios nos comparte en Cristo Jesús, las personas podemos tomar algunas actitudes: Apenas oírla, pero ni siquiera meditarla, simplemente dejarla pasar; otros la oyen, pero no profundizan en ella; otros la escuchan, es decir profundizan en ella, pero luego de entusiasmarse no se comprometen a aplicarla en sus vidas en su hacer y cómo hacer y por último hay algunos que la escuchan, se conmueven y se comprometen. Conviene revisarnos a diario y preguntarnos ¿a qué tipo de persona o terreno pertenezco, respecto a la acogida de la semilla de la palabra de Dios?
3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
La liturgia de este domingo me mueve a suplicar al Señor, que nos siga sacudiendo con la acción del espíritu santo: Sacudiendo nuestra capacidad de asombro y sensibilidad ante las situaciones que nos rodean y niegan los valores del reino. Que el Espíritu Santo, que recibimos junto al agua viva del bautismo, nos siga empapando, haciendo germinar en nosotros las semillas de la acogida al otro, de la disponibilidad para el servicio a las personas y comunidades, desde la opción de vida laboral o profesional que hayamos escogido; para que germinen en nosotros las palabras y obras que aporten verdad, justicia y solidaridad, como germina la semilla en tierra buena.
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Recomendaciones prácticas:
Se podría colocar en un espacio cercano al altar, la Biblia abierta, y a su alrededor, algunos testimonios de niños, jóvenes y adultos de la catequesis, los grupos juveniles y movimientos apostólicos compartiendo su experiencia de compromiso de fe e incluso algún informe pastoral de las obras parroquiales del año anterior y hacer alusión a ellos, durante la homilía.
Nuestra Señora del Carmen.
Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Bienvenidos a este nuevo encuentro dominical con el Padre Celestial, con la Palabra que viene de su hijo único, con el Espíritu Santo que nos renueva su gracia sacramental y con nuestros hermanos y hermanas, con quienes compartimos la alegría de creer, la satisfacción de la lucha diaria por vivir en coherencia con nuestra fe y la esperanza por avanzar en la transformación de las realidades que niegan el reinado de Dios, por realidades que nos aproximan a ser cada día más humanos y humanitarios y por ende auténticos hijos e hijas de Dios.
Participemos activamente.
Monición a la Liturgia de la Palabra
La palabra de Dios es Luz a nuestros pasos, escuchémosla con atención, meditemos la con devoción y apliquémosla con voluntad de fe comprometida.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Dirijamos nuestras suplicas a Dios clemente y misericordioso, por el bien de la humanidad, y digámosle con fe y esperanza:
R. Padre todo bondadoso escúchanos.
Por la prolongación viva de la humanidad del Señor que es la santa iglesia: Para que, desde el compromiso del Santo Padre, de todos los ministros ordenados; los consagrados en la vida religiosa y de todo su laicado; su palabra salvífica, se extienda por todo el mundo y el anuncio del Evangelio produzca frutos de justicia y paz, roguemos al Señor.
Por la fecundidad de la tierra y del esfuerzo humano: para que ningún pueblo carezca de lo necesario para subsistir y se vele por el cuidado de los ecosistemas de nuestra casa común, roguemos al Señor.
Por los indiferentes o que viven alejados del Evangelio: para que Dios suscite testigos valientes que les anuncien con sus vidas y les reiteren el llamando a muchos de estos hermanos al don de la fe, roguemos al Señor.
Por todos nosotros: para que nuestro corazón acoja la Palabra de Dios y promueva frutos de fe, esperanza y caridad, roguemos al Señor.
Por las personas que atraviesan por situaciones de desplazamiento forzado, o soledad, para que encuentren entre sus vecinos o conciudadanos, la acogida y solidaridad, roguemos al Señor.
Oración conclusiva
Dios Padre,
cuyo poder radicar en el amor misericordioso,
acoge las súplicas de tu pueblo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.