Jue 19 Nov 2020
El Señor es mi pastor, nada me falta
TRIGÉSIMOCUARTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
22 de noviembre
Primera lectura: Ez 34,11-12.15-17
Salmo: 23(22),1-3a.3b-4.5.6 (R. 1)
Segunda lectura: 1Co 15,20-26.28
Evangelio: Mt 25,31-46
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
Del mensaje de la Palabra de Dios en esta solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, podemos resaltar tres ideas:
• El primero, el pastor que se da por sus ovejas;
• El segundo, el pastor que alimenta de manera robusta a su rebaño;
• Y, el tercero, la prefiguración de la venida del Hijo del hombre, aduciendo a la manera en que el pastor aparta las ovejas de las cabras, para enfatizar la prudencia, nobleza y generosidad de los que reconocen a Dios en sus hermanos.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
En la literatura bíblica la evocación de la figura de Dios como pastor, recorre gran parte de la Escritura. En efecto, desde el génesis hasta el apocalipsis encontramos a diversos pastores que cumplen con la imperiosa y concomitante labor de custodiar, proteger y guardar el rebaño contra los embates frecuentes de las fieras que buscan acabar con la concordia de las ovejas nobles. Es por ello que, la profecía de Ezequiel no es una excepción, en el universo pastoril de los relatos bíblicos, tanto en el Antiguo como en el Nuevo testamento.
Pero ¿quiénes eran, ¿qué hacían?, ¿cómo vivían estos pastores?, figuras protagónicas en la liturgia de este domingo. Ezequiel los va a describir como aquellos que buscan a las ovejas pérdidas o desviadas del rebaño, siguiendo el rastro que ellas dejen; igualmente, los retrata como dedicados a sus ovejas y para ello usa seis verbos: buscar, recoger, vendar, curar, guardar y apacentar. El uso de estas acciones son la respuesta a las inquietudes que surgen sobre la comprensión de la función que tiene un pastor al lado de su rebaño. Prefigurando que, si el pastor es así con su rebaño, pues Dios es muchas veces más misericordioso con sus hijos, así que Dios se desase en amor por la humanidad.
El salmo 23 (22) es otra respuesta enfocada a la manera que tiene el pastor de alimentar y pastorear a sus ovejas. De nuevo el escritor de los salmos, presenta al Señor como ese pastor que, al cuidar a su rebaño, retrata a un Dios que conduce, repara, guía, prepara y unge a sus ovejas, es decir, a sus creaturas, como se mencionó en el mensaje del profeta Ezequiel. Por tanto, los autores bíblicos quieren describir a un Dios que está en constante relación y actividad con su obra más excelsa el ser humano. De tal forma que la dignidad de la persona es protegida y cuidada por su propio creador, de allí que la evocación de un Dios pastor, es una remembranza de la preocupación de Dios, enfocada en el cuidado de su pueblo y de sus creaturas.
La lectura de la primera carta de San Pablo a los Corintios, leída desde la solemnidad de Jesucristo Rey, presenta a Cristo con todo su poder de resucitado como centro de toda la historia de las salvación y redención del ser humano. Así que Pablo buscaba hacer que Cristo fuera todo en todos, y para ello el apóstol de los gentiles, presenta de manera contundente a Cristo como centro y cabeza de la Iglesia, por ello la imagen del símil del cuerpo, en la misma carta a los corintios, es una invitación a dejar que el Señor sea el centro y dinamizador de la vida de los creyentes.
La unidad narrativa del capítulo 25 del evangelio de Mateo culmina con la parábola denominada del «juicio final». En ella hay tres imágenes para profundizar el texto del evangelio en esta solemnidad. La primera imagen es la de un rey sentado en su trono, este puede ser el ícono central del texto, en donde se destaca el poder de un rey en su silla, el juicio es inminente y el rey es categórico en sus acciones. Poder, juicio y carácter son los elementos que en el texto caracterizan a este rey.
La segunda imagen a contemplar en el texto, es la del rey ejerciendo su poder de separar lo bueno de lo malo, lo tosco de lo suave, lo salvaje de lo dócil, lo arrogante de lo humilde, es Dios mismo que conoce muy bien sus creaturas y sabe quiénes le han sido fieles y cuáles han desaprobado sus órdenes con la desobediencia, es casi una evocación del Antiguo Testamento, cuando la violencia separa al pastor del sembrador, cuando la desobediencia separa la armonía del paraíso de lo agreste de los alrededores del jardín del Edén; o el sufrimiento de los hijos de Jacob del buen hermano piadoso José, entre otras imágenes de separación con las que los relatos sagrados evocarán la fuerza de la libertad a la esclavitud.
La tercera imagen del evangelio, en esta solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, es la de aquellos que reconocieron a Dios por la caridad con la que actuaron con sus hermanos, los mismos que no perdieron de vista la compasión y la misericordia, y que pudieron conjugar la imagen del prójimo con la de Dios, los que descubrieron que la encarnación del Hijo de Dios, es la experiencia más desbordante del amor de Dios por sus hijos, ellos son los que entran en el banquete del Reinado de Dios, los que deponen su vida por la de los demás y en ese vaciamiento de su yo descubrieron el valor de los otros.
Estas tres imágenes presentadas por Mateo del rey en su trono, la separación de lo bueno de lo malo y el reconocimiento de la caridad con los más débiles, este es un banquete ofrecido por la palabra del Señor que invita a no perder de vista y a no desperdiciar, los dones que él mismo les da a sus fieles.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Sin duda alguna en la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, se celebra la manera de vivir el «Reino de Dios». Pero, ¿qué es el Reino de Dios o cómo dejar reinar a Dios en la vida? El término «Reino de Dios» no puede ser comparado categorialmente con los rasgos de un reino civil, como, por ejemplo: tronos, cetros, coronas, joyas, lujos, cortes, títulos, propiedades, ejércitos, reconocimientos, entre otros elementos propios de los reyes creados por sistemas políticos y regentados hasta la actualidad. Cuando en el cristianismo se hace referencia al «Reino de Dios», no se habla de un lugar concreto, bíblicamente se está haciendo referencia a la manera en que se deja reinar a Dios en la persona y en la comunidad.
De este modo, cuando Dios es el que reina en la vida, el interrogante que salta a la vista es: ¿De qué manera le permitimos a Dios ser el dueño de nuestras vidas? ¿Cómo abrir el corazón y la mente para dejarse habitar por Dios? Dejar reinar a Dios es permitirle a Él encarnarse en la vida e historia de las personas y de su pueblo. Pero ¿qué implica vivir las dimensiones del Reino de Dios en la vida del creyente? En una lectura de los textos de los evangelios, hay una manera implícita, una forma de ser, una forma de vivir y de entender cuál es la experiencia de Dios. Pues, el Hijo de Dios que se hizo hombre, derrumbó los muros impuestos por la ley, creando puentes de caridad, de misericordia, de justicia y de inclusión, por ello vivir desbordados por los demás, es dejar que el Señor se manifieste de manera real en los valores que proclama el evangelio y que todos los cristianos están llamados a vivir.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Dejar reinar a Dios es disponerse a discernir, ¿cuáles son las mociones que nos llevan a dejar que los valores del Reino de Dios se conviertan en el anuncio de la Buena Nueva de los evangelios en nuestras comunidades? El papa Francisco lo recalca diciendo: “[…] el Reino de Dios es silencioso, crece dentro. Lo hace crecer el Espíritu Santo con nuestra disponibilidad, en nuestra tierra, que nosotros debemos preparar”, de esta manera, el Señor es el que permite restablecer aquello que Dios quiere que se siga revelando y actualizando en los actos cotidianos de la vida, aprendiendo a descubrir los signos de los tiempos.
De este modo la temática fundamental del juicio es el amor expresado hacia los más necesitados y vulnerables de la comunidad. Por ello, no serán suficientes las palabras de consuelo, se hace necesarias las acciones concretas porque “[…] cuando el hombre se siente verdaderamente amado, se siente llamado también a amar”, señala el Papa Francisco hablando sobre la ternura. Es así como el juicio del evangelio de Mateo es una llamada de atención al amor, a la ternura de Dios, a la caridad fraterna, al reconocimiento de Dios hecho hombre por la humanidad y en la humanidad.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
La celebración de la eucaristía en este domingo es una oportunidad de cerrar el año litúrgico pensando en, ¿cómo he dejado reinar a Dios en mi vida? Y al tiempo disponernos a pensar cómo dejaremos reinar a Dios en nuestra vida a partir de esta celebración. Por ello, bienvenidos a este banquete de amor fraterno, en donde Jesús mismo nos invita a reconocerlo en los más frágiles y necesitados de la sociedad. Dispongamos nuestro corazón y mente para vivir el amor del Señor, presente en nuestro prójimo.
Monición a la Liturgia de la Palabra
El Señor es nuestro pastor eterno, él cuida, protege, cura y alimenta a su rebaño, la Palabra de Dios en esta solemnidad es gran alimento que conforta, vigoriza, nutre y fortalece. Dejemos que el Señor nos apaciente con lo más nutritivo de su mensaje de amor para esta celebración. Escuchemos con atención.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Elevemos nuestras súplicas a nuestro Padre misericordioso para que, desde su bondad de Dios de amor, sean atendidos todos nuestros clamores de pueblo santo y digamos:
R. Rey del universo escucha nuestra oración
1. Por el Papa para que siga mostrando a su Iglesia la manera de dejar reinar a Dios en los corazones de quienes lo aceptan y acogen con amor. Oremos al Señor.
2. Por la Iglesia para que en esta solemnidad se disponga a dejar reinar al Señor en las obras de caridad para con los más necesitados. Oremos al Señor.
3. Por todos los gobernantes para que trabajen por el bien común y promuevan la dignidad humana especialmente en los territorios más abandonados de la atención estatal. Oremos al Señor.
4. Por los que aún no reconocen a Jesucristo como Rey y Señor, para que encuentren en el camino pastores buenos que los conduzcan al rebaño de Dios. Oremos al Señor.
5. Por nuestra comunidad parroquial, para que sigamos promoviendo actitudes de protección y cuidado de la casa común y allí dejemos reinar a Dios con nuestros gestos de solidaridad.
Oremos al Señor.
En un momento de silencio presentemos al Padre nuestras intenciones personales
Oración conclusiva
Acoge Padre de bondad
estas súplicas que te dirigimos con esperanza,
en esta solemnidad de Jesucristo, Rey del universo.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
R. Amén.