Vie 16 Jun 2023
Al ver Jesús a las gentes, se compadecía
DÉCIMO PRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
18 de junio de 2023
Primera lectura: Éxodo 19, 2-6a
Salmo: 99, 1b-2,3,5 (R.:3c)
Segunda lectura: Romanos 5, 6-11
Evangelio: Mateo 9, 36-10,8
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
La palabra de Dios en este domingo nos lleva a tomar una conciencia más clara de nuestra condición de pueblo de Dios, de discípulos y misioneros, de llevar el alivio de la caridad a los más pobres y necesitados. Recibimos la invitación para trabajar en la mies del Señor y para orar pidiendo que haya más obreros en ella.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
La primera lectura del Éxodo se refiere a Israel como pueblo de la alianza, que ha experimentado las maravillas obradas por el Señor. El Señor llama a Israel pueblo de su propiedad, reino de sacerdotes y nación santa. Son tres apelativos que denotan la especial consagración del pueblo a Dios en todas las instancias de su existencia, condición que le exige ser “distinto” a los demás pueblos, guardando los preceptos del Señor.
Escuchado el Evangelio asistimos al llamado y primer envío misionero de los Apóstoles; se alude, en primer lugar, al “recorrido” de Jesús por los poblados y a su compasión frente al cansancio y abandono de la muchedumbre, la cual está “como ovejas que no tienen pastor”. Así, el actuar de Cristo aparece como modelo de toda acción pastoral, que lleva a quienes sufren el alivio, el descanso, la sanación, la esperanza, en pocas palabras, la verdadera y completa salvación.
La invitación a pedir al dueño de la mies que envíe obreros a su mies, de un lado constata que es tiempo de sembrar y cosechar en la instauración del reinado de Dios, y que son necesarios cooperados en esta tarea. En estrecha continuidad con este mandato, se sitúa la vocación de los doce Apóstoles, quienes, llamados con nombre propio, son enviados por Jesús, con autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y violencia. Podemos decir que esta misión, que se detalla aún más al final del pasaje evangélico, es fruto y prolongación de la compasión y de la acción del mismo Cristo, Buen Pastor de las ovejas.
La segunda lectura, en este contexto, nos hace presente la salvación que Cristo ha obrado en nosotros, llamándola “reconciliación y salvación”. Aunque no se menciona directamente en estos versículos, el propósito es que la comunidad cristiana viva y promueva la reconciliación con Dios y con los hermanos: “ser embajadores de reconciliación” (cfr. 2Cor 5, 20).
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La palabra de Dios nos estimula en este día que volvamos sobre nuestra identidad y misión, especialmente como “pueblo, nación santa, reino de sacerdotes”. En efecto, no debemos olvidar que…
• Somos pueblo elegido y comunidad consagrada a Dios: el Señor nos ama eligiéndonos y haciendo alianza de amor con nosotros. A la elección de Dios debemos responder con santidad, es decir consagrando a él toda nuestra vida y optando diaria y radicalmente por los mandamientos, como senderos de libertad.
• Somos comunidad apostólica: porque nuestra fe está vinculada a los doce que Jesús llamó y porque todos somos enviados como ellos a combatir el mal a fuerza de bien (cfr. Rom 12, 21) y a curar toda enfermedad y dolencia. Somos Iglesia que anuncia la maravillosa buena nueva del amor de Dios, a todos, sin exclusión.
• Somos comunidad que da testimonio de unidad fraterna, de caridad, de esperanza, en medio de un mundo que sufre por tantas realidades que van en contravía del plan de salvación del Señor; una Iglesia embajadora de la reconciliación que Cristo consiguió para el mundo con su muerte en cruz y resurrección gloriosa.
• Somos Iglesia que prolonga la compasión de Cristo frente al agobio y el sufrimiento de tantos hermanos por la pobreza, la violencia, la injusticia, el desplazamiento, la exclusión, la enfermedad…
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Le pedimos al Señor, como él mismo nos recomienda, que envíe obreros a su mies; que todos los bautizados asumamos con mayor entusiasmo y arrojo nuestro discipulado misionero; que avancemos sinodalmente por los caminos de la comunión, la participación y la misión.
Suplicamos igualmente que el Señor, además suscite vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada para que, trabajando en comunión con todo el pueblo santo de Dios, no se malogre la cosecha de la gracia divina, que no deja de actuar en el mundo y en cada persona.
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Recomendaciones prácticas:
• Día del Padre.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Nos reunimos en el Día del Señor, para celebrar el Misterio de nuestra fe. Jesús, en varias ocasiones al ver a las multitudes solas y sin pastor, aparece en el Evangelio movido a compasión por ellas: se conmueve en lo más hondo de su ser, porque andaban maltratadas, abatidas y desorientadas. Por eso, Jesús, dirigiéndose a los discípulos, dice: “La mies es mucha, pero los obreros pocos”.
Reavivemos la conciencia del llamado que se nos hace a todos como bautizados: prolongar la obra de Cristo, anunciar su Reino, y asumir compromisos concretos de Evangelización en los diversos ambientes en los cuales nos encontramos. Participemos con fe y alegría de esta celebración.
Monición a la Liturgia de la Palabra
La Palabra nos recuerda la identidad y misión de la Iglesia, pueblo de Dios en el hoy de nuestra historia, comunidad de discípulos y misioneros. Por eso, las lecturas nos animan a pedir al Señor que suscite en nuestras comunidades hombres y mujeres dispuestos a descubrir el sentido vocacional de su vida; que no solo les baste ser buenos, sino que se sepan llamados a ser obreros en la viña del Señor y correspondan generosamente. Escuchemos con atención a Dios que nos habla.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Presentemos nuestras oraciones al Padre, que es rico en misericordia, y que está siempre presto a atender las súplicas de quienes lo invocan confiada y filialmente. Digamos con fe:
R. Señor, envía obreros a tu mies.
1. Por el Papa, para que el Señor le conceda la fortaleza necesaria para vencer las dificultades que se le presentan cada día y así puedan seguir guiando a la Iglesia con amor, valentía y sabiduría.
2. Por los gobernantes de las naciones y todos los que están comprometidos con la vida política, para que reconozcan que su gran misión es velar por el bienestar común de los que les han sido confiados.
3. Por los enfermos y sus familias, por los secuestrados, por los que han debido abandonar sus familias en busca de mejores oportunidades, para que encuentren en el Señor la ayuda, el consuelo y la paz que necesitan.
4. Por nosotros, reunidos en torno al altar, para que, a la luz del Evangelio, nos comprometamos, a partir de la familia, a ser casas abiertas al paso de Dios y a atender las necesidades de nuestros hermanos con sensibilidad y caridad cristianas.
5. Por los padres de familia, para que reciban el auxilio de Dios y sigan cumpliendo con responsabilidad la misión encomendada en el cuidado de sus familias y por los que ya fallecieron para que reciban el gozo del encuentro con el Padre Celestial.
Oración conclusiva
Padre bueno,
que velas continuamente por nosotros,
atiende las plegarias que te presentamos confiadamente.
Por Jesucristo, Nuestro Señor.
R. Amén.