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Francisco

Mié 16 Ago 2017

¿Cómo va la preparación para la visita del Papa?

Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo - La próxima Visita Apostólica del Papa Francisco a Colombia es una oportunidad privilegiada para acercarnos a la verdadera identidad, a la misión específica, al misterio último de la Iglesia. Con este propósito, quisiera señalar algunos criterios o sugerencias que pueden ser útiles para nuestra reflexión. 1. Debemos superar la visión de la Iglesia como una simple institución humana. Con frecuencia se la mira solamente como una organización con fines culturales o sociales. Es verdad que la misión de la Iglesia debe tener hondas repercusiones en el modo de vivir la sociedad y que con frecuencia debe suplir tareas en campos como la educación, la salud, la promoción laboral. Sin embargo, la Iglesia ha sido congregada y enviada por Cristo como testigo y servidora de un proyecto más grande: el plan de salvación de Dios. 2. Debemos ver la profunda unidad entre Cristo y la Iglesia. Desde la experiencia inicial de Cristo y los Apóstoles, como está documentada en los textos bíblicos, Cristo se identifica con su Iglesia, se prolonga en ella, actúa a través de ella. No tiene ningún sentido decir que se cree en Cristo, pero que no se cree en la Iglesia. En efecto, la Iglesia sin Cristo no tiene razón de ser y Cristo quiere tener una nueva y actual corporeidad por medio de la Iglesia. La fe en Cristo sin la Iglesia no supera lo que sería una idea, un sentimiento, o un afecto a un personaje. 3. Debemos considerar que la vida y la misión de la Iglesia no se fundamentan, como piensan algunos, en sus logros culturales, en sus estrategias políticas, en sus bienes materiales, en su trayectoria histórica, en su imagen mediática, en sus proyectos sociales. La Iglesia, en realidad, vive de una misteriosa y permanente intervención de Dios que la ha pensado desde siempre, la sostiene en el tiempo y la hace capaz de una vocación que ciertamente la supera: continuar el dinamismo de la Pascua de Cristo. 4. Debemos vivir la indispensable dimensión comunitaria de la Iglesia. Sin ella, la auténtica Iglesia de Cristo no existe, porque no es posible seguir a Cristo, hacer presente a Cristo, continuar la obra de Cristo en solitario. Aun en el plano humano, no se puede creer ni amar sin referencia a los demás. La mentalidad individualista lleva sólo al egoísmo y a la autosuficiencia, que finalmente constituyen un fracaso en el plano del ser y del hacer. Crear comunidad es una tarea pendiente y apasionante 5. Debemos incrementar el sentido de pertenencia de todos los bautizados a la Iglesia. No aparece la auténtica Iglesia si se la identifica únicamente con obispos, presbíteros y religiosos. La Iglesia somos todos los bautizados, cada uno con un puesto y una función en el Cuerpo del Señor. Siempre nos complementamos y apoyamos mutuamente los unos en los otros. Llegar a esto exige una formación espiritual y catequética permanente, una dinámica renovada de comunión y participación. 6. Debemos aprender a amar a la Iglesia, más aún a sentir con la Iglesia y a vivir todo con la Iglesia. Esto se logra cuando descubrimos que la Iglesia es nuestra madre, que nos ha engendrado en la fe y nos conduce en el conocimiento y la experiencia de Cristo. Más allá de sus limitaciones y pecados, que son los de todos nosotros, la Iglesia es la institución más noble, más sólida y más bella que pueda tener la humanidad. Para cada uno de nosotros, la Iglesia no puede ser sino un motivo creciente de alegría y corresponsabilidad. 7. Debemos percibir que es el Espíritu Santo quien guía a la Iglesia y que lo hace cuando nos mueve a cada uno de nosotros, con fuerza y con dulzura, a la santidad, a la fraternidad y al compromiso apostólico. Si la Iglesia no logra ser plenamente luz y sal y ciudad sobre el monte, como Dios quiere que sea en el mundo, es por culpa de nosotros que nos resistimos a la enseñanza y a la acción del Espíritu Santo en nuestra vida. Estamos también hoy en la posibilidad de permitir y cooperar con el milagro de Pentecostés. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín

Lun 3 Jul 2017

Una rápida mirada a los papas de mi vida

Por: Mons. Edgar de Jesús García Gil – El 9 de octubre del año 1958 entré al seminario menor de Cali. Ese día fue de luto total. Murió el papa Pio XII. Un hombre elegante, hierático, sagrado. A lo largo del recorrido entre Roldanillo y Cali en una chiva de pueblo los seminaristas oíamos por todos los municipios los cien repiques que se doblaban cuando moría un papa. ¡Qué impresión y que asombro esta entrada al seminario conciliar San Pedro apóstol de Cali! Fue elegido el gordito y querido Juan XIII, hoy santo. Para sorpresa de todo el mundo abrió las puertas de la Iglesia al mundo moderno con la convocación del Concilio Vaticano II. (1962-1965). Aires nuevos comenzaron a entrar en la Iglesia de Jesucristo. Falleció 3 de junio del año 1963. Fue elegido el papa Pablo VI, quien continuó el concilio y lo clausuró. Otro santo, hoy beato. Pastoreó la Iglesia con amor y ciencia sin igual. El progreso de los Pueblos fue una de sus preocupaciones sociales. Fui testigo de su santidad porque viví en Roma los dos últimos años de su vida (1976-1978) cuando estuve haciendo la licenciatura en teología dogmática en la Gregoriana. Lo acompañé en varias eucaristías en la plaza de San Pedro como sacerdote servidor de la Eucaristía. Lo observaba bien y su rostro envejecido y macilento reflejaba la luz del transfigurado. Murió el 6 de agosto de 1978 mientras yo estaba trabajando en la Mercedes Benz cerca de Stuttgart Alemania. Mientras regresaba a Colombia fue elegido el papa Juan Pablo I que vivió 33 días como una sonrisa de Dios. El 16 de octubre de 1978 fue elegido Juan Pablo II, hoy santo. Nacido en Polonia. Apenas yo había cumplido 32 años de vida. Fue el papa de mi vida sacerdotal y quien me llamó al episcopado el 8 de septiembre del año 1992, hace ya 25 años. Tenía un carisma especial con todos. Nos mostró la riqueza del humanismo cristiano en la persona de Jesucristo. Sus viajes pastorales rompieron un record en su afán evangelizador. Su persona, su palabra y su cercanía conquistaron el corazón de muchos especialmente de los jóvenes. Tuve la oportunidad de vivir la experiencia de dos visitas “ad limina apostolorum” con Juan Pablo II. Maravillosos encuentros en Roma con la riqueza de su personalidad santa. Murió el 2 de abril del año 2005 a los 27 años de pontificado. Sucedió a San Juan Pablo II Benedicto XVI el 19 de abril del año 2005. Academia y vida monástica según las reglas de San Benito fueron las dos combinaciones de su pontificado. Sufrió el manejo mundano de la sede de Pedro y tomo la decisión de renunciar al pontificado el 28 de febrero del año 2013 y se convirtió en un papa emérito. Increíble pero cierto. Su humildad con este gesto sorprendió al mundo entero. Y llegó para sorpresa del mundo cristiano la figura del papa Francisco. Argentino, Latinoamericano y Jesuita. Traía en el corazón la nueva evangelización, la misión permanente y la conversión personal y pastoral de Aparecida. Es la continuación de la apertura del Concilio Vaticano II que parecía frenado en la historia y en los territorios. Es la alegría del evangelio. Es la alegría del amor en los esposos. Es la conciencia ecológica del mundo. Es realmente una novedad. Ha comenzado a purificar a la Iglesia de la mundanidad espiritual y burocrática que tenía como un caparazón pesado y duro. Todos han sido sucesores de Pedro como obispo de Roma. Vicarios de Cristo en la tierra. Instrumentos de Dios para construir la unidad de la Iglesia. Del 06 al 10 de septiembre tendremos en nuestra tierra colombiana al papa Francisco. ¡Qué maravilla y que bendición! “Padre de Misericordia, te damos gracias por el papa Francisco y te suplicamos que su visita a Colombia sea un tiempo de bendición que nos confirme en la fe y nos ayude a dar el primer paso para comenzar con Cristo algo nuevo en bien de todos los colombianos”. + Edgar de Jesús García Gil Obispo de Palmira

Vie 30 Jun 2017

Fascículos El Tiempo: "Guía para preparar la visita apostólica del Papa"

A partir de este domingo 2 de julio, y todos los domingos hasta el próximo 3 de septiembre, circulará con EL TIEMPO la colección ‘Guía para preparar la visita apostólica del Papa Francisco’. Serán diez salidas en total, cada una con un mensaje especial alusivo a cómo los colombianos deben prepararse, espiritualmente, para el viaje papal que se llevará a cabo entre el 6 y el 10 de septiembre del año en curso. Los contenidos fueron elaborados por la Conferencia Episcopal de Colombia y cuentan con el apoyo de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto). “El papa Francisco visitará Colombia para animarnos y confirmarnos en la fe; para guiarnos como el pastor que orienta a sus ovejas y para ayudarnos en las necesidades y dificultades que tiene nuestro país por medio de su magisterio y discernimiento”, explicó el padre Juan Álvaro Zapata Torres, secretario adjunto de la Conferencia Episcopal, y quien participó en la elaboración de los mensajes que circularán –de manera gratuita- en la edición dominical de este diario. “El Papa viene a darnos una palabra en el espíritu que sin duda será aliento de vida para afrontar -con fe, esperanza y caridad- los muchos desafíos que tenemos”, añadió Zapata, quien también se desempeña como director nacional del ‘Comité teológico y pastoral de la visita papal’. La primera salida, de este domingo 2 de julio, lleva como título ‘Demos el primer paso’, que es el mismo eslogan de la visita del pontífice a suelo colombiano. Este primer capítulo incluye la oración oficial de la visita papal y los mensajes de perdón, reconciliación y unidad nacional que busca dejar sembrados el Santo Padre. También aborda otros temas como la desintegración de la familia, la pérdida de valores, los vacíos del sistema educativo, la ausencia del Estado, la inequidad social y la corrupción; todo, bajo la mirada y el lineamiento pastoral del papa Francisco, quien aterrizará el 6 de septiembre en Bogotá y visitará las ciudades de Villavicencio, Medellín y Cartagena. Tomado: El Tiempo

Lun 8 Feb 2016

Papa Francisco envía mensaje a los mexicanos

En un video mensaje enviado a todos los mexicanos, el papa Francisco expresó su alegría por su inminente visita a la tierra mexicana, el próximo viernes 12 de febrero. “Estoy contento! Siento una gran alegría”, dice el Santo Padre en su mensaje. El Papa explica que “deseo ir como misionero de la misericordia y de la paz”, a la vez subraya que quiere estar “lo más cerca posible de ustedes”, pero de modo especial “de todos aquellos que sufren, para abrazarlos y decirles que Jesús los quiere mucho, que Él siempre está a su lado”. Finalmente, el Papa les confía otro de sus deseos más grandes: “poder visitar la casa de la Virgen María” y expresó: “Allí, en la Basílica de Guadalupe, el Papa mirará a los ojos de la Virgen “y le suplicaré que no deje de mirarnos con misericordia, pues ella es nuestra madre del Cielo”. “A María, concluyó Francisco, encomiendo desde ahora mi viaje y a todos ustedes, mis queridos hermanos mexicanos”.

Mar 20 Oct 2015

La colonización ideológica

Escrito por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo El papa Francisco, en varias ocasiones y especialmente en su encuentro en enero de este año con las familias en Filipinas, ha hablado de lo que él llama la "colonización ideológica". Explica que es la imposición de ideas extranjeras en una cultura y denuncia que a veces viene apalancada por asistencia financiera. Estas ideologías, señala, se van introduciendo en los países en desarrollo especialmente a través de la educación de los niños y los jóvenes, tal como pasó en las dictaduras del último siglo. Se trata de una verdadera "colonización". Esto lleva a que las personas y los pueblos pierdan su propia identidad y terminen en la uniformidad. "Esta es la globalización de la esfera, todos los puntos son equidistantes del centro", indicó. Sin embargo, la "verdadera globalización" no tiene forma de esfera, sino que debe ser un "poliedro", multifacético, de tal forma "que todas las personas, cada parte, conserven su propia identidad sin ser colonizadas ideológicamente". Se podría hablar de una colonización antropológica cuya finalidad es la impugnación total de la idea misma de la naturaleza humana. Esto está ocurriendo ya en casi todos los países, sin que nadie lo pueda cuestionar, pues quien piense distinto estaría haciendo "discriminación". Es la imposición del "pensamiento único"; lo demás no es "políticamente correcto". La primera amenaza la sufre la familia, al querer redefinir la misma institución del matrimonio desde el "relativismo", la "cultura de lo efímero" y la falta de "apertura a la vida". Es una colonización, dice el Papa, porque viene de afuera y es ideológica porque no le interesa la verdad, sino la imposición de su materialismo, de su visión que destruye o reduce las exigencias éticas. El Santo Padre no duda en denunciar que la familia está amenazada y con ella toda la sociedad. Por eso, invita a estar atentos, a ser sagaces, a obrar con habilidad y fuerza para evitar una colonización ideológica que es tan funesta como una colonización política. Para que se comprendan mejor las cosas, recomienda, como ya lo había hecho en otras ocasiones, leer la novela "Señor del Mundo" de Robert Hugh Benson. Esta obra presenta el reinado del Anticristo, que impone la religión de la "fraternidad universal", un humanismo sin Dios, caracterizado por la mística de la deificación del hombre y del progreso. La condición del progreso es la paz que brota de la comprensión clara de que el hombre lo es todo. Esta paz tan estupenda la logra Felsenburgh, el falso mesías que protagoniza la novela, alcanzando una alianza con las sectas mahometanas del Oriente; después, consiguiendo el bienestar universal, mediante el control mental de las masas y la benévola administración de la eutanasia a los díscolos y los infelices; por último, unificando el mundo bajo su autoridad, implantando oficialmente la religión humanista y erradicando los últimos reductos de cierta fe "grotesca y esclavizadora", propia de "incompetentes, ancianos y disminuidos", que se resiste a aceptar la colonización ideológica. A los pocos que para entonces profesan esa religión se les considera una secta de peligrosos delincuentes; y se decreta contra ellos la persecución, que las masas acogen con desenfrenado alborozo ciudadano, como una auténtica fiesta de la democracia. Lo que el Papa nos advierte nos lleva a pensar con urgencia en la necesidad de afirmarnos en la fe, de construir una sólida comunión, de continuar en el empeño de una profunda evangelización, de ponernos cada vez más, por la oración y la santidad de vida, en las manos de Dios. Antes, los verdugos nos cortaban la cabeza; ahora, la colonización ideológica nos la cambia por otra. + Ricardo Tobón Restrepo Arzobispo de Medellín