Vie 17 Mar 2017
“La Arquidiócesis de Cali llora todavía a su pastor”
15 años han transcurrido desde el fatídico día en que manos, mentes y corazones criminales, cegaron la vida de Monseñor Isaías Duarte Cancino, un pastor que fue valiente para anunciar y denunciar.
“La Arquidiócesis de Cali llora todavía a su pastor, pero ahora lo hace con la esperanza cierta de que él desde el cielo, intercede por esta su Iglesia Particular y por éste, su país, al que tanto amó”, ha manifestado Monseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, Obispo Auxiliar de la Arquidiócesis, durante la celebración eucarística en el aniversario de su fallecimiento, realizada en la Parroquia El Buen Pastor, donde Mons, Cancino fue objeto de un ataque sicarial, a sólo unos metros del atrio parroquial.
Retomando la liturgia del día, al referirse a las palabras del profeta Jeremías: “Nada hay tan engañoso y sin remedio como el corazón humano, ¿Quién podrá entenderlo?”, Monseñor Luis Fernando Rodríguez rechazó, una vez más, el ataque al obispo quien “fue valiente para anunciar y denunciar, aún con el convencimiento de que esta valentía le podía implicar asemejarse más a Jesús, como bien lo recordó en la reflexión sobre la Cuarta Palabra del viernes santo 2012, grabada antes de ser asesinado: “Asumamos el compromiso de amar y seguir a Cristo, asumamos el compromiso de padecer con él y de ofrecer este sufrimiento, para que el Señor transforme nuestros corazones”.
De otra parte, el obispo auxiliar, tras referirse al legado y obra de Monseñor Cancino, quien “soñó con que las generaciones de colombianos de todos los tiempos, pudieran vivir en una nación en paz, por lo que denunció todo lo que significara acomodaciones interesadas”, se refirió a algunas reflexiones que esté pronunció:
“En la actual situación que vive Colombia, violencia (por la guerrilla, paramilitares y delincuencia organizada), corrupción, injusticia social, justicia por la propia mano, intolerancia, falta de oportunidades para la educación, la vivienda, la salud, el empleo…, en definitiva, desconocimiento y violación de los derechos fundamentales, vale la pena anotar los desafíos concretos de la Iglesia Católica…”.
“Esto que describió entonces el Arzobispo inmolado, no se aleja en nada de lo que hoy vive nuestro país. Hoy, tal como lo narra también el texto bíblico, siguen las actitudes de discriminación y de pobreza, repitiendo el pasaje del rico epulón y Lázaro, en el que los ricos son menos y más ricos, y los pobres son más numerosos y más pobres. Es un dato cierto, que Colombia ocupa el triste lugar de ser uno de los primeros países más inequitativos de América latina. Contra esta inequidad luchó proféticamente Mons. Isaías, y estoy más que seguro, que hablará proféticamente también el Papa Francisco, cuando nos honre con su visita”, aseveró el prelado.
Finalmente, precisó: “La fuerza y la valentía de Mons. Isaías brotaban de su fe en el Señor. Él vivía y entendía plenamente lo que dijimos con el salmista: “dichoso el que pone su confianza en el Señor”. Sí, como pastor de un pueblo perteneciente a “un mundo violento, intolerante e insensible”, como lo dijo en 1999, Mons. trabajó para que el anuncio de Jesucristo se realizara con entusiasmo, se recuperara la esperanza en uno mismo, en el otro, en Colombia y en Dios, y se presentaran, cumplieran, defendieran y anunciaran los derechos humanos como hilo conductor de todo el quehacer pastoral (cfr. Revista Metropolitana, Cali, 1999).
Foto:Cortesía Archivo El Tiempo