Jue 6 Dic 2018
Necesitamos un corazón nuevo
Por MonseñorDarío de Jesús Monsalve Mejía: Comienza en la Iglesia un nuevo Año Litúrgico, el del ciclo C, con el Evangelista Lucas. Termina un año de calendario civil y se abren los festejos de fin y comienzo de año, con sus tiempos fuertes de comercio, ferias, reuniones y festejos.
Desde el siete de diciembre, con los alumbrados públicos, domésticos y callejeros, el dogma de La Inmaculada Concepción de La Virgen Maria anuncia la llegada y el comienzo de LA NUEVA CREACIÓN. “Todo el que está en Cristo es una nueva criatura”, dice Pablo. María, “desde el primer instante de ser concebida”, fue liberada del poder del pecado, de esa pretensión idólatra y original de Eva y Adán, de la humanidad de siempre, de igualarse con Dios.
La esperanza de vernos libres de ese poder, la comparte cada bautizado con la humanidad y la creación entera, que anhela, como mujer en dolores de parto, verse libre de la esclavitud y ver la aparición de los “hijos de Dios”, de una libertad responsable, amorosa y fraterna, que permita saborear la dicha y la dignidad de la vida humana, en una conciencia que armonice e incluya en ella a todas las demás criaturas.
Hacia esa nueva conciencia, forjada en el misterio de Jesucristo y el don de la redención, necesitamos apuntar todos los que tenemos deberes y responsabilidades con la transmisión y conservación de la vida, de la fe en Dios, de la educación y dignidad de las personas, del cuidado de la casa común.
Desde el gobernante de un país, hasta una mamá y un papá; desde un pastor hasta un líder social; desde un líder institucional o subversivo, necesitamos todos unificar los esfuerzos y unirnos, con espíritu constructivo, para lograr ese cambio de corazón que sea, al mismo tiempo, un corazón para el cambio de costumbres, de cultura y de estructuras en la sociedad.
Ni la violencia, ni la codicia corruptora y traficante, ni la mentira sistemática y la indiferencia y el libertinaje de los anárquicos, pueden seguir creciendo en nuestra sociedad colombiana.
Solo nos sirve, en estos tiempos de extremos e incertidumbres, convocar la voluntad de cada persona a ponerle límites a la propia libertad, a la conducta social, al reclamo de legítimos derechos, a movilizaciones y luchas, a proyectos de riqueza y de poder, muchas veces perversos y destructores.
Ganar voluntades, trabajar por ese cambio del corazón humano, generar espacios de compromiso y de pacto colectivo en cada territorio, es la convocatoria para vivir con fe y dignidad estos tiempos de Adviento, Navidad y Año Nuevo. Más que un nuevo año, necesitamos un corazón nuevo, que cambie nuestro rumbo, afirme la convivencia y la lucha pacífica, genere oportunidades y esperanza de futuro.
Convirtamos la construcción de paz con justicia y verdad en una alianza nacional, en un movimiento social e integrador de regiones, culturas y organizaciones sociales. No dejemos a la deriva de los poderes la voluntad de romper, de una vez por todas, la historia de barbaries y violencias. No dejemos que la lucha por ganar elecciones le robe el futuro a las nuevas generaciones. No más partidismos ni marrullas. No más incitación al vacío y obstrucción como falsa oposición.
Un año de elecciones locales y regionales, como lo será el 2019, no se convierta en un torpe y peligroso pulso entre fuerzas e intereses ajenos al bien colectivo, al avance en procesos de paz, en soluciones para el bienestar común, en gestión y generación de trabajo legal y productivo, de salud, orden y educación como responsabilidad y garantía que asume el Estado.
Agradezco vivamente los esfuerzos de la señores Obispos Auxiliares, de los vicarios zonales y de la Curia, de las delegaciones pastorales y centros que las aglutinan, de los arciprestes y párrocos, de las instituciones y obras de la Arquidiócesis, del personal de empleados y de apostolado en cada área de evangelización, de pastoral y de servicios eclesiales.
A todos los pastores, los religiosos(as) y fieles laicos, a las autoridades e instituciones de la ciudad de Cali y demás municipios dentro de la jurisdicción de la Arquidiocesis, les llegue mi saludo de Navidad y Año Nuevo.
Al cumplir entre ustedes mis 25 años de vida episcopal, este pasado 15 de noviembre, recibí innumerables y generosas manifestaciones de cercanía, de amor eclesial, de estímulo y apoyo a mi ministerio arzobispal. ¡Gracias a todos! Oraré por sus intenciones y espero, con la bondad de Dios, servir con entrega sincera y voluntad constante a la Iglesia y, con ella, al bien, la verdad y la paz de nuestra sociedad. Les doy mi agradecido abrazo y mi bendición de padre y pastor.
Seamos hombres y mujeres de buena voluntad con Dios, para que tengamos siempre con Él la paz en nuestra tierra.
Por: +Darío de Jesús Monsalve Mejía
Arzobispo de Cali