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Jesucristo Rey del Universo

Jue 28 Nov 2024

La Cruz, lugar del reinado de Cristo

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Celebramos en este domingo a Nuestro Señor Jesucristo Rey del Universo. El reinado de Jesús, no es de este mundo, sino que es la instauración del Reino de Dios en la humanidad entera, desde el madero de la Cruz. Jesús durante el desarrollo de su misión siempre esquivó los momentos en que lo iban a proclamar rey, pero cuando iba camino a la cruz, respondiendo a Pilatos, Él comienza a aceptar que es Rey, no a la manera humana, sino desde la lógica de Dios: “Pilato volvió a entrar en su palacio, llamó a Jesús y le interrogó: ¿eres Tú el rey de los judíos? Jesús le explicó: mi Reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidoreshubieran luchado para impedir que yo fuera entregado a los judíos. Pero no, mi Reino no es de este mundo” (Jn 18, 33-36).En la respuesta de Jesús a Pilato queda claro que su reinado no es a la manera humana, ni como lo concibe el poder político del momento, ni como lo esperan muchos de los que lo siguen, sino que su misión es reinar desde el servicio, dando testimonio de la verdad; un reinado que lo vive desde la Cruz, lugar desde donde sirve a la humanidad, perdonando nuestros pecados y dándonos la salvación eterna: “Pilato insistió: Entonces, ¿eres rey?Jesús le respondió: Soy rey, como tú dices: Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso he nacido y para eso he venido al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz” (Jn 18, 37).Esta declaración de Jesús ante Pilatos, que Él es rey, precisamente cuando está a punto de morir en la cruz, deja el camino trazado para el discípulo misionero. Un cristiano es un seguidor del Señor, dando testimonio de Él desde el servicio y el lugar del servicio es el último. En una sociedad donde muchos quieren construirse un trono sobre las cenizas de los demás, Jesucristo Rey del Universo, nos enseña que su reinado es ocupar el lugar de la Cruz, para el servicio a los otros, levantando al que está caído en medio del camino a ejemplo del buen samaritano: “Jesús dirigiéndose a sus discípulos añadió: si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá, pero que el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve a uno ganar todo el mundo, si pierde su vida?” (Mt 16, 24-26). El camino que el discípulo misionero debe seguir es el camino de la Cruz, renunciando libre y voluntariamente a su propia comodidad, para entregar la vida a Dios y a la Iglesia, para transmitir la fe a otros cumpliendo con el mandato del Señor de ir por todas partes a anunciar el Evangelio: “Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a poner por obra todo lo que les he mandado. Y sepan que yo estoy con ustedes todos los días hasta el final de los tiempos” (Mt 28, 19-20).En la salida misionera para el anuncio del Reino de Dios, el discípulo misionero tiene la certeza de la compañía de Jesús todos los días hasta el final de los tiempos, pero también sabe con toda claridad, que corre la misma suerte del Señor si se decide a renunciar a sí mismo y cargar la Cruz, reinando con Jesús desde el último lugar. En este sentido, el documento de Aparecida nos dice: “El discípulo experimenta que la vinculación íntimacon Jesús en el grupo de los suyos es la participación de la Vida salida de las entrañas del Padre, es formarse para asumir su mismo estilo de vida y sus mismas motivaciones, correr su misma suerte y hacerse cargo de su misión de hacer nuevas todas las cosas” (DA 131), naciendo de nuevo para poder tener parte de un lugar en el Reino de Dios.Todo el trabajo pastoral y la evangelización que realizamos a lo largo del año, tiene como objetivo hacer que Jesús reine en el corazón de muchas personas y esto será posible si enseñamos a los fieles a renunciar a sí mismos y cargar la cruz para nacer de nuevo desde la Cruz del Señor, transformados por la gracia, para ver el Reino de Dios, “el que no nazca de nuevo no puede ver el Reino de Dios” (Jn 3, 3), de tal manera que el proyecto pastoral tiene a Jesucristo Rey como centro, a quien “hay que conocer, amar e imitar, para vivir en Élla vida trinitaria y transformar con Él la historia hasta su perfeccionamiento en la Jerusalén celeste” (Novo Millennio Ineunte 29), que preparamos cada día de nuestra vida centrada en Jesucristo, que reina en nuestro corazón, hasta que podamos decir con entusiasmo“Tú eres el Cristo, venga tu Reino”.Como creyentes en Jesucristo Rey del Universo, tenemos la misión de ser reflejo del reinado de Cristo en el mundo, renunciando a nosotros mismos y cargando con la Cruz, para tener la vida eterna, cumpliendo el mandato misionero que será posible si nos abrimos a la gracia que nos trae Jesucristo Rey para hacernos hombres nuevos en Él, construyendo el Reino de Diosen este mundo, desde la caridad, para llegar un día a participar de la gloria de Dios en plenitud con Jesucristo Rey. Que la Santísima Virgen María, madre de la esperanza y el glorioso patriarca san José, custodio de nuestra vida, alcancen del Señor la gracia para servir desde la Cruz, lugar del reinado Cristo. En unión de oraciones, reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta

Mar 15 Nov 2016

El Señor tiene todo el poder para salvarnos

Las lecturas que vamos a escuchar proclaman un misterio de fe: Jesucristo es Rey, es el Mesías anunciado y prefigurado en los reyes de Israel, enaltecido y alabado, al que el apóstol nos presenta como Creador y Señor de todo, como el Principio y primogénito, “el primero en todo”; y proclaman una verdad: Jesucristo es Rey, es el Señor de Misericordia que nos escucha, nos perdona y nos salva, por eso es a quien celebramos en este día que concluye el año litúrgico. Lecturas [icon class='fa fa-play' link=''] Primera lectura: 2Samuel 5,1-3[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Salmo de respuesta: 122(121),1-2.4-5 (R. cf. 1)[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Segunda lectura: Colosenses 1,12-20[/icon] [icon class='fa fa-play' link=''] Evangelio: Lucas 23,35-43[/icon] [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO BÍBLICO[/icon] En este último Domingo del año litúrgico, en el que celebramos a nuestro Señor Jesucristo, la Palabra de Dios nos lleva a la maravillosa experiencia de reconocerlo como Rey del universo y Dios de poder, que lo ha creado todo y todo existe por Él y para Él; como Dios cercano y familiar que pastorea a su pueblo y da su espíritu a sus líderes, reyes y profetas, por eso la alegría de ir al encuentro en su casa; y como Dios de misericordia, quien escucha al malhechor arrepentido el pedido de acordarse de él cuando llegue a su Reino, lo absuelve de su maldad y lo ofrece su gloria y salvación. Jesús crucificado, es el Rey, creador y dueño de todo, que tiene todo el poder para perdonar los pecados; es reconocido como el rey de los judíos, el Mesías, que ofrece el don de la salvación a los pecadores; y es el Siervo de Dios, el mayor servidor de toda la humanidad y de todos los tiempos, quien al entregar su propia vida dio testimonio de la verdad y al morir en la cruz se constituyó en el único Salvador que ofrece el don de su Reino, de la vida y felicidad eterna a quienes lo acogen. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO SITUACIONAL[/icon] El hoy de la salvación nos invita a preguntarnos ¿quién es el que ocupa el primer lugar en nuestras vidas, en nuestro ser y quehacer? ¿Quién conduce la historia de la humanidad y del mundo? ¿Hacia dónde vamos, cuál es nuestra meta? Cada día escuchamos los noticieros y los comentarios de las personas que hablan de violencia, maldades, crímenes, odios, venganzas, abusos y maltratos. Oímos quejas acerca de los que se han convertido en reyes y señores de este mundo y destruyen vidas, de personas al margen de la ley, de pandillas, de quienes se consideran dueños de la vida y de la muerte y asesinan. Y hay quienes opinan acerca de los sistemas dominantes, de la globalización y el libre mercado y nos hacen pensar que todo anda mal y estamos abocados a la perdición. Así, todo aparece como tan complejo y caótico que corremos el riesgo de deprimirnos o desesperarnos. ¡Qué pasa? Nuestra reflexión y mensaje se centra en la verdad de fe, de conocimiento, de sabiduría y de esperanza que como Iglesia celebramos hoy: Jesucristo es nuestro Rey. Rey de Misericordia y de Perdón. La Palabra, la sagrada tradición, el magisterio de la Iglesia y nuestras convicciones, confiesan y proclaman al mundo: el Señor Jesús es nuestro Rey y Salvador y no hay ninguno más. Él es el dueño y Señor de la historia; Él está vivo y acompaña el caminar de la creación, de la humanidad y de la Iglesia hacia la plenitud, según la voluntad del Padre. Al Señor pertenecen el poder, la riqueza, la sabiduría, la fuerza, el reino, el honor, la gloria y la alabanza, por tanto si estamos unidos y somos del Señor Jesús, a quien pertenecen también el tiempo y la eternidad, estemos seguros que con su presencia viva, su poder salvador y su reinado universal nos dará la libertad, la alegría, la esperanza, la fortaleza, la paz y la vida que anhelamos. Él es el único que puede cambiar la realidad de nuestra historia. [icon class='fa fa-arrow-circle-right fa-2x' link='']CONTEXTO CELEBRATIVO[/icon] En la Eucaristía de hoy Jesús nos deja sentir que vive en nosotros, que nos pide ser “misericordiosos como el Padre”, que puede salvarnos y que su reino es de aquí y del más allá. Por tanto, en memoria de su entrega y de su triunfo, sobre el pecado y la muerte, ofrezcámosle el Pan de la Palabra y el Pan de la Eucaristía, y coloquemos en su altar nuestro mundo personal y eclesial –un signo de fraternidad-. Así podremos dar el urgente testimonio que el Señor espera y el mundo reclama para creer: que Jesús es nuestro Rey, por eso resistimos a las tentaciones que nos alejan de Él; que luchamos contra la indiferencia, frente a las necesidades de los otros; y que esperamos un mañana mejor de parte de nuestro Señor, a quien damos todo honor, toda gloria y toda alabanza. [icon class='fa fa-play' link='']Recomendaciones prácticas[/icon] Al llegar el último domingo del Año Litúrgico, con la solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo, se recomienda finalizar con una celebración que permita compartir y sentir los valores del Reino, una confraternización que motive a vivir y ser testigos de la obra del Reino, de la Verdad, la libertad, la justicia, la solidaridad y el amor que se hace vida y produce vida. Tener presente que todo el formulario de la Misa es propio de la solemnidad, incluido el Prefacio: «Jesucristo, Rey del universo». Al clausurar en este domingo el Año del Jubileo de la Misericordia recordar cómo pudimos ser buenos samaritanos y mostrar que la Cruz y el Servicio son las claves de la vida de los amigos y colaboradores del reinado de Cristo. Recordando el Sínodo de la Familia, motivar a conocer y compartir tanto las conclusiones como el desafío de velar por la Familia. Tener en cuenta que esta semana: Es la última del Tiempo Ordinario, por lo tanto del Año Litúrgico 2015 -2016. El miércoles 30 de noviembre, es la fiesta de san Andrés, apóstol. 6. Tener presente que el próximo domingo 27 de noviembre, con el Tiempo del Adviento, inicia el nuevo Año litúrgico 2016-2017: Leccionario Dominical Ciclo A; Lecturas Bíblicas del Tiempo Ordinario y del Oficio de Lectura Año I (Impar); Liturgia de las Horas Tomo I.