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jornada adulto mayor

Lun 28 Jul 2025

Vivamos la revolución de la ternura y el cuidado con nuestros adultos mayores

Por Mons. Félix Ramírez Barajas - “La sabiduría de los ancianos es su riqueza, y su experiencia es su coronación” (Job 32,7). Nuestros adultos mayores son un signo vivo de fidelidad a sus valores, baluartes y pilares de la fe, de la resiliencia y del deber ser. Van marcando la pauta, dejando huellas por el cumplimento de sus compromisos y la valentía para enfrentar los desafíos y retos en tiempos difíciles, pero también en su dinamismo y participación en el desarrollo de los pueblos, demostrando que siempre hay esperanza.En nuestra Iglesia, no solo han sido buenos cristianos, sino también ciudadanos ejemplares, mostrando un temple humano y espiritual para “resistir, persistir y nunca desistir” en sus propósitos de vida y en el cumplimiento de sus deberes. Para ellos, la palabra sigue siendo un compromiso cargado de responsabilidad y honestidad. El adulto mayor confía en esa palabra empeñada, enseñando la importancia de la integridad personal, familiar y comunitaria.En cada pueblo hay adultos mayores a quienes por su edad y experiencia se les llama “Patricios”; aquellas personas que, por sus años vividos, tienen un sentido de pertenencia con pueblo natal, sus conocimientos adquiridos por tradición y por su liderazgo en todo el sentido de la palabra.Su mirada diáfana no se oculta ni con las arrugas que producen los años, que son la impronta y reflejo de su entrega y trabajo, mira su prójimo y al mundo con confianza, con humildad y muchas veces con el silencio que se vuelve elocuente y ejemplarizante. Entregados a construir personas, dignidad y futuro. Para muchos de ellos, no hubo descanso, vacaciones, viajes de placer, ni beneficios laborales como cesantías, primas de navidad, dotación o transporte. Mucho menos tuvieron acceso a sistemas de salud o pensiones. Sin embargo, su convicción permanece intacta: saben que han trabajado con dedicación, cumpliendo sus deberes aun cuando sus derechos no fueran reconocidos. Aunque no vieron cercanas reformas o cambios en el sistema, entregaron su vida con pasión por lo bueno, lo bello, lo noble y lo justo. Supieron amar, por encima de todo, su vida, su trabajo, su familia, su pueblo, su fe y sus tradiciones.Eso sí con la certeza del mejor seguro de vida: su fe en Dios y la satisfacción del deber cumplido a través del trabajo y la relación confiada y fecunda con el Señor y con los suyos, les ha llevado a poner toda su esperanza en Dios, como lo indica el Papa León XIV en su mensaje para la V Jornada Mundial de los Mayores (2025): “Feliz el que no ve desvanecerse su esperanza”.Sin títulos académicos, pero con la sabiduría desbordante de la experiencia que no se improvisa, con la filosofía práctica y tangible de creer y celebrar la fe y el amor al trabajo y a la familia, viviendo en la esperanza de un mañana mejor para sus futuras generaciones.Solo así pueden seguir teniendo redes donde las futuras generaciones puedan saber que vale la pena vivir para servir y servir para vivir: ideal noble que prolonga la existencia y la hace trascender a través del tiempo presente en este mundo y en la eternidad como promesa cumplida por el Señor. La esperanza cierta puesta en Dios que sigue caminando con nosotros, pues en Cristo nos ha indicado que hay remedio hasta para la muerte: Pues, Él ha resucitado.Para ser signos de esperanza con los abuelos y adultos mayores, el Papa León XIV, nos propone vivir la “revolución” de la gratitud y del cuidado:“Cada parroquia, asociación, grupo eclesial está llamado a ser protagonista de la “revolución” de la gratitud y del cuidado, y esto ha de realizarse visitando frecuentemente a los ancianos, creando para ellos y con ellos redes de apoyo y de oración, entretejiendo relaciones que puedan dar esperanza y dignidad al que se siente olvidado. La esperanza cristiana nos impulsa siempre a arriesgar más, a pensar en grande, a no contentarnos con el statu quo. En concreto, a trabajar por un cambio que restituya a los ancianos estima y afecto.Convocamos a todas las Instituciones a exaltar y agradecer a los adultos mayores en cada uno de los pueblos, a través de actos religiosos, culturales y eventos donde los niños y los jóvenes valoren a sus adultos mayores. Estos encuentros intergeneracionales facilitan rescatar los valores, las tradiciones, incentivar en la búsqueda de lo esencial y el deseo de cuidar, escuchar y agradecer al adulto mayor por todo lo que siguen haciendo, en el esfuerzo de construir un mundo donde sea posible el perdón, la reconciliación, la unidad y la paz.Como peregrinos de esperanza, aprendemos de ellos que la vida, como don de Dios da fruto solo en la medida en que se valora la persona y su dignidad a la luz de la fe y el compromiso en la caridad afectiva y efectiva.Dios bendiga a nuestros adultos mayores y que a través ellos sigamos construyendo lo mejor con el compromiso y participación de las nuevas generaciones.+ Félix Ramírez BarajasObispo de Málaga – SoataMiembro Comisión Episcopal de Matrimonio y Familia

Vie 23 Jul 2021

Mensaje del episcopado para Jornada Mundial de los Abuelos y Personas Mayores

El próximo domingo 25 de julio se llevará a cabo la primera Jornada Mundial de los Abuelos y las Personas Mayores instituida por el Papa Francisco, una oportunidad para “recordar que ellos son necesarios para construir en fraternidad y amistad social el mundo del mañana”, así lo afirmó monseñor Francisco Antonio Ceballos Escobar, presidente de la Comisión Episcopal de Promoción y Defensa de la Vida. Ante esto, el también obispo de Riohacha, se refirió a tres pilares que a su consideración pueden llevar a los abuelos y personas mayores a que este propósito se cumpla y sea aplicado en las nuevas generaciones: los sueños, la memoria y la oración. Los sueños Les animó a no dejar de soñar, advirtiéndoles que sus sueños serán tomados por los jóvenes y estos a su vez los llevarán adelante, esto al referirse al texto del profeta Joel «Sus ancianos tendrán sueños, y sus jóvenes, visiones». “Sí, el futuro del mundo reside en esta alianza entre jóvenes visionarios y mayores soñadores. Los jóvenes están llamados abrir nuevas puertas y los ancianos tienen las llaves, es que no hay futuro sin este encuentro entre los ancianos y los jóvenes”, asintió. La memoria Les alentó igualmente, a no perder la memoria, “la memoria es vivir, esta memoria puede ayudar a construir un mundo más humano más acogedor”. La oración Les señaló que la oración es necesaria para construir un futuro mejor “La oración de los ancianos puede proteger al mundo. Sí, querido abuelo, querida abuela tu oración es un recurso muy valioso, es un pulmón del que la Iglesia y el mundo no puede privarse”. El prelado recordó que el Papa Francisco en su mensaje hace referencia al sufrimiento por la soledad que pueden estar pasando los abuelos y las personas mayores, en estos tiempos de pandemia. “El Señor sigue enviando ángeles para consolar a quienes se sienten excluidos, descartados, abandonados, solos, enfermos, ancianos, su promesa permanece y se hace realidad en sus hijos y nietos como también en las instituciones del Estado, pues es nuestra la responsabilidad de atender a los mayores”. Finalmente, el obispo pidió una oración especial por los abuelos y personas mayores e invitó a los hijos y nietos a acompañarlos, protegerlos y estar presentes siempre en sus vidas. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Mensaje de la Jornada[/icon]