Jue 1 Feb 2018
En medio de la desinformación
Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - Resultan muy oportunas las recientes palabras del Papa Francisco, pronunciadas con motivo del la fiesta de San Francisco de Sales, patrono de los periodistas, denunciando la alteración de la verdad y la lógica de la desinformación, que llamó, bíblicamente, “la lógica de la serpiente”, citando el pasaje del Génesis 3,1-15.
Se trata de la estrategia de la serpiente astuta, capaz de camuflarse en todas partes y morder. La primera “falsificación de la verdad” o “falsas noticias” (fake news), en los albores de la humanidad bíblica, fue la distorsión de la verdad que hizo la serpiente ante Eva, induciéndola al drama de la desinformación: “desacreditar al otro, presentarlo como enemigo, hasta llegar a la demonización que favorece los conflictos”.
Esta estrategia de falsear la verdad y, a partir de ahí, manipular al otro con la mentira “disfrazada de verdad”, llevó a las trágicas consecuencias del pecado, que se concretizaron luego en el primer fratricidio (Génesis 4), y en otras innumerables formas de mal contra Dios, el prójimo, la sociedad y la creación.
La primera tergiversación de la verdad, la de la “lógica de la serpiente”, debe ponernos en guardia ante la oleada de la desinformación, sutilmente engañosa y con mecanismos refinados, que ahora cuenta con un potente elemento detonador: el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. “De modo que los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal, que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen”.
“Ninguna desinformación es inocua; por el contrario, fiarse de lo que es falso produce consecuencias nefastas”. Por ello, “NADIE PUEDE EXIMIRSE DE LA RESPONSABILIDAD DE HACER FRENTE A ESTAS FALSEDADES”, añade Francisco. Su llamado adquiere un inmenso valor para esta humanidad de la globalización y de las redes de difusión más sofisticadas, afectada por la ya, comúnmente denominada, “época de la posverdad”.
El Papa nos invita a identificar estas estrategias, a desenmascararlas y a prevenirlas, a “no convertirnos en actores involuntarios de la difusión de opiniones sectarias e infundadas”. Pero, sobre todo, a contar con “el mejor antídoto contra las falsedades”, que no son las estrategias, sino las personas que viven una relación personalizada, en la que no es el eco a las redes, chismes y calumnias del “se dice de ti”, sino lo que realmente se sabe por trato personal, por la experiencia y el testimonio compartido entre quienes tratan a la persona o saben de los hechos.
“Por sus frutos se conocerá a las personas”, por el cimiento en la roca y su solidez inconmovible ante las pruebas, por su capacidad de servir y guiar a otros a la luz, de asumir la autocrítica, de practicar la corrección y sanar a otros. “Porque de lo que rebosa el corazón habla su boca” o, como señala San Pablo, “en lo que uno peca, de eso murmura sobre los otros”. Son criterios evangélicos para poner en práctica el discernimiento. (Leer Lucas 6,39-49). “La verdad no se alcanza, realmente, cuando se impone como algo extrínseco e impersonal; en cambio brota de relaciones libres entre las personas, en la escucha recíproca”, añade el Santo Padre.
Con estas reflexiones, apoyadas en la enseñanza pontificia, invito a todos a afrontar también el clima de falsedad, calumnia y difamación que pretenden crear algunos, en redes sociales y medios manipulados, con el maligno interés de hacer daño a personas concretas o a las instituciones. Al mismo tiempo, nos sirvan para afrontar la coyuntura pre-electoral y adversa a la paz con verdad, justicia social y justicia reconciliadora. La desinformación y la mentira abierta, o disfrazada de verdad, están a la orden del día y se han tomado redes e invadido muchas mentes y voluntades desprevenidas.
+ Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía
Arzobispo de Cali