Jue 31 Ago 2017
Una oportunidad para Colombia
Por: P. Juan Álvaro Zapata Torres - El papa Francisco, como sucesor de San Pedro, Obispo de Roma y Pastor de la Iglesia universal, visita a Colombia para animarnos y confirmarnos en la fe (cf. Lucas 22, 32), guiarnos como el pastor orienta a sus ovejas hacia los mejores pastos (cf. Salmo 23), y ayudarnos en las necesidades y dificultades que tiene nuestro país, por medio de su magisterio y discernimiento. Por tanto, el Santo Padre viene a darnos una palabra en el Espíritu, que sin duda será aliento de vida para afrontar, con fe, esperanza y caridad, los muchos desafíos que tenemos. Por esta razón, consideramos que esta visita apostólica será un momento de bendición, alegría y esperanza para todo el país.
En consecuencia, esta visita del papa Francisco a Colombia, en el mes de septiembre, no será entendida y vivida como un evento sino como una oportunidad, para todos los colombianos, de reflexionar sobre nuestra realidad y comprometernos a dar el primer paso para hacer realidad la transformación que todos anhelamos.
Esta oportunidad, por una parte, ha de ayudarnos a tomar conciencia de que los colombianos somos personas trabajadoras, emprendedoras y acogedoras, manifestado permanentemente de muchas formas: en la dedicación que cientos de hombres y mujeres colocan en sus responsabilidades y trabajos, en la creatividad para salir adelante con sus familias, y en la capacidad de afrontar los retos de la vida y responder a ellos de forma honesta, así como en la alegría que manifestamos en diversas circunstancias y acontecimientos nacionales, revelando la esperanza y nobleza de nuestro corazón. Estas y muchas más características nos hacen ser un país colmado de personas buenas, responsables, comprometidas con los otros, justas y honestas.
Por otra parte, desafortunadamente durante décadas hemos tenido que sufrir hechos de violencia que nos han producido fracturas profundas, miserias, injusticias y mayores retos para todos los colombianos. Estos hechos son la causa de que, en muchos ambientes, hayamos perdido la confianza en nosotros mismos, en los demás y en nuestro país. No nos miramos con ojos de misericordia sino, por el contrario, insistimos en nuestros fracasos y recordamos los proyectos de reformas institucionales que se han malogrado.
A causa de estas realidades, los colombianos aprendimos a convivir con la violencia. Durante mucho tiempo la aceptamos y la justificamos. El dolor se hizo parte de nuestra historia y permitimos que permeara el corazón de millones de ciudadanos. Así mismo, generó que nos separáramos como nación, que nos sentáramos en diferentes orillas y nos olvidáramos del dialogo y de la escucha al prójimo. Fue por eso que terminamos vistiéndonos con diversos colores, rótulos y marcas sociales, que nos hicieron enemigos y sembraron en lo más profundo de nuestro ser el sentimiento de la desesperanza, alimentado por las huellas del dolor y el odio. Todos estos sentimientos, que nos han llevado a irrespetarnos y a violentar la dignidad humana, el valor de la vida y la confianza mutua, nos han hecho un gran daño. Esta violencia nos robó la posibilidad de soñar con un país diferente, un país en paz.
Por esta razón, la visita del Santo Padre debe ser vista como la de un “padre que consuela e ilumina”, que con su voz profética bendice a su pueblo y lo invita a gestos concretos de reconciliación, perdón y misericordia; un Pastor que nos exhorta a ser artesanos de la paz que Jesús nos regala, para construir juntos la nueva patria que todos soñamos y que queremos dejar a las futuras generaciones.
Cabe insistir que la visita del papa Francisco es “un punto de partida para comenzar algo nuevo”, sin dejar de mirar atrás, con memoria agradecida, lo que hemos construido como pueblo que cree en Cristo Jesús. Por eso, esta oportunidad la hemos de vivir como nos lo dice el profeta Isaías 43, 19: “Yo estoy por hacer algo nuevo: ya está germinando, ¿no se dan cuenta? Sí, pondré un camino en el desierto y ríos en la estepa”. Para alcanzar este algo nuevo es necesario que cada uno se comprometa, con su propia existencia, a construir con palabras y acciones concretas una nueva realidad. Es por eso que el lema de esta visita es: Demos el primer paso para comenzar con Cristo algo nuevo en bien de todos los colombianos.
Dar el primer paso significa que cada uno está invitado a reconocer y entender el sufrimiento de otros; a perdonar a quienes nos han herido; a sanar nuestros corazones; a volvernos a encontrar como colombianos; a descubrir el país que se esconde detrás de las montañas; a construir la nación que siempre hemos soñado. En definitiva, a “primerear”, como dice el papa Francisco, es decir, tomar la delantera y dar ejemplo.
Llegó la hora de cada colombiano dé su primer paso, para que con Cristo construyamos el algo nuevo para Colombia. Y Usted ¿Cuál va a ser su primer paso a favor del país?
P. Juan Álvaro Zapata Torres
Secretario adjunto de la Conferencia Episcopal de Colombia