Mié 14 Feb 2018
Parroquia y situación nacional
Por: Mons. Libardo Ramírez Gómez - Temas de la reciente Asamblea de la Conferencia Episcopal de Colombia (5 al 9-02-18), fueron “Parroquia en el corazón de la Nueva Evangelización”, y “mirada a la actual situación nacional”. Se reflexionó sobre esa institución eclesial, con origen en los mismos inicios de la Iglesia, que ha sido piedra estructural en su organización, en todas las épocas anclada en la situación circundante en un país, llamada a dar valioso aporte a su vida nacional. Fueron días de trabajo intenso del Episcopado, en búsqueda de ideas motoras de una pastoral eficaz, que encauce labores concretas que lleven a los mejores resultados. Se echó una mirada sobre el nombre mismo de “parroquia”, y su historial a lo largo de los siglos, como “casa del pueblo”.
Jesús, cumplida su misión de entregar lo básico de su Buena Nueva, una vez ofrecido al Padre su propio sacrificio con la subsiguiente Resurrección, al despedirse de sus Apóstoles los envío a llevar adelante la obra iniciada por Él, y llevar su enseñanza “a todas las naciones” (Mc. 16,15), les dio grandes poderes (Lc. 10,16 y 22,19 Jn. 20,23), pero, en lo organizativo, solo estableció el primado de Simón al quien llamó “Pedro”, constituyéndolo como “piedra” sobre la cual edifica su Iglesia, y le confía las llaves de la dirección de ella (Mt.16, 18-19).
Al despedirse, el Señor, ordena a los Apóstoles volver a Jerusalén, y, allí, recibir al Espíritu Santo que les iría iluminando detalles organizativos (Hech. 1,7-8). Cumplida esa gran promesa, en Pentecostés, los directivos de la Iglesia, con Pedro a la cabeza, fueron dando pasos en el servicio de los pobres (Hech.6), y dan prescripciones a los fieles que se van organizando en pequeñas comunidades (Hech. 2,42-47 y 4,32-35). A través de los siglos, la Iglesia fue organizándose en lo territorial según las necesidades y asistencia del Espíritu Santo. Fue así como, surge la figura de la “parroquia”, más de lleno hacia el Siglo IV, como parte de una Diócesis encomendada a un Presbítero. Más definida aún quedó en tiempo de Carlo Magno (742-814), y, en la época del feudalismo, vino a adquirir el estilo de “feudo”, con desfiguración de su objetivo espiritual y pastoral.
En medio del mismo ambiente feudal de Europa hubo edificantes pastores de almas, dedicados a las tareas propias de un Párroco, atento a sus fieles como ovejas puestas bajo su cuidado. Después vinieron órdenes como las dadas en el Concilio de Trento de crear parroquias con funciones bien definidas. En el primer Código de Derecho Canónico (1917), quedó definido el lineamiento de una parroquia, y en el Código actual (de 1983), aparece su figura con el sentido de “comunidad eclesial” destinada a agrupar a los fieles, prestándoles servicios espirituales, en ambiente comunitario. Se pidió dejar el sentido de “beneficio” para explotación del Párroco, por el más pastoral de “servicio” al pueblo de Dios. Los Papas de los últimos decenios han dado señalamiento de parroquia ideal “en salida” y no encerrada (Papa Francisco), que sean de verdad “casa del pueblo”, fontana de bondades inspiradas en el Mandamiento del Amor (Jn. 13,34).
Hubo, en la Asamblea, profundización en magistrales exposiciones de prestantes Prelados, y dialogo abierto sobre procesos de avances parroquiales de actualización para servir a la Colombia de hoy en los aspectos que le son propios, con proyección hacia lo social, lo económico y político, con reclamo del deber ciudadano de participación, en forma consciente y libre, en próximos comicios electorales. Lo anterior inspiró el Mensaje final, con llamado a corregir, a la luz del Evangelio, tantas fallas que le impiden el progreso y la paz. Que la parroquia, debidamente renovada, cumpla su misión, y se corrijan desfiguraciones, para que contribuya a un mundo más amable y fraterno, como “casa para familia humana”.
Libardo Ramírez Gómez
E-mail: monlibardoramirez@hotmail.com