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lectio dominical Domingo 05 de octubre

Vie 3 Oct 2025

Auméntanos la fe

VIGÉSIMO SÉPTIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOOCTUBRE 05 DE 2025Primera lectura: Ha 1,2-3; 2,2-4Salmo: 95(94),1-2.6-7ab.7c-9Segunda lectura: 2Tm 1,6-8.13-14Evangelio: Lc 17,5-10.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLa primera lectura y el Evangelio, mirados en su conjunto, son una preciosa clave de lectura para entender el mensaje de la Palabra del domingo, y, en esta ocasión, ambos textos reflejan una dimensión esencial de la fe: la confianza en Dios a pesar de las dificultades y el aparente silencio divino.El texto de Habacuc expresa la angustia del profeta ante la violencia y el sufrimiento en su entorno. Habacuc clama a Dios por justicia, y Dios responde con una visión que requiere paciencia: "El justo vivirá por su fe". Aquí se destaca la confianza persistente en medio de la incertidumbre presente en muchos momentos de la vida.Por su parte el Evangelio de Lucas resalta que la fe, aunque pequeña como un grano de mostaza, tiene un poder inmenso cuando se vive con auténtica confianza y humildad. Jesús también llama a los discípulos a un servicio desinteresado y lleno de gratitud, reflejando la disposición de esperar y confiar plenamente en los planes de Dios.Ambos textos enseñan que la fe no es solo creer, sino mantenerse firmes, confiando en la acción de Dios en medio de los desafíos.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?En el pasaje del Evangelio, los apóstoles le piden a Jesús: "Auméntanos la fe". Jesús responde con una enseñanza sorprendente: incluso una fe tan pequeña como un grano de mostaza tiene un poder inmenso, capaz de mover una morera y plantarla en el mar. Luego, utiliza la parábola del siervo para ilustrar la actitud de humildad en el servicio a Dios. Un siervo no busca reconocimiento por hacer lo que le corresponde; de igual manera, los discípulos deben cumplir su misión sin esperar recompensas, conscientes de que todo lo hacen por gracia divina. ¿Hay alguna relación entre las dos partes del Evangelio de hoy? ¡Claro que sí! Lo exponemos enseguida.Los apóstoles se sienten inadecuados para la tarea que se les ha confiado porque perciben que su fe es insuficiente. Sin embargo, la fe no es una cuestión de cantidad, sino de calidad. Es una experiencia personal de adhesión, no a una doctrina, sino a una persona: Cristo. Por eso, la fe es el punto de partida de la misión. Además, debe pedirse como se pide el pan cotidiano o el perdón. Después de la oración "Enséñanos a orar" (Lc 1,1-4), esta es la plegaria esencial del creyente, especialmente del apóstol: "Auméntanos la fe". Es decir, "haz que nos unamos cada día más a Cristo vivo y resucitado". En efecto, todo es posible para quien cree, porque nada es imposible para Dios.“La fe como un grano de mostaza”. La fe se compara con una pequeña semilla que posee una fuerza vital inmensa. Aunque nadie imaginaría que algo tan diminuto contenga tanta vida, cuando se siembra en el terreno adecuado produce frutos sorprendentes. Así es la fe: una fuerza vital que brota de la adhesión a Cristo. San Pablo lo expresó de manera conmovedora: "Todo lo puedo en aquel que me conforta" (Flp 4,13). En la fe, nuestra fragilidad se llena del poder de Dios. Creer implica dejar de confiar en nosotros mismos y permitir que sea Él quien actúe.Esa fe, adhesión a Cristo, nos capacita para ser “siervos”. No se trata de ser "siervos inútiles", como dicen algunas traducciones que pueden prestarse a malentendidos en nuestro contexto, sino siervos según el ejemplo de Cristo. Esto significa que no vivimos la misión para obtener beneficios personales o utilidades, sino que servimos gratuitamente, porque le pertenecemos a Cristo y nos identificamos con su servicio. La fe es el origen del servicio del apóstol; nace de una experiencia personal de adhesión a Aquel que nos amó y se entregó por nosotros."Hemos hecho lo que debíamos hacer". No se trata de cumplir por mera obligación o de convertirnos en simples funcionarios de la liturgia, sino de vivir el encuentro con Cristo que transforma nuestras acciones. Este encuentro nos llena de un amor que nos hace libres y apasionados por la misión, por servir a Dios y a los hermanos. Los fieles perciben cuando nuestras celebraciones están impregnadas de esta pasión por Cristo. Es esa fe viva la que da sentido a nuestro servicio, haciendo que cada acción sea expresión de amor y entrega.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?La vida personal, la vida de la Iglesia y la vida del mundo ponen a menudo a prueba la fe. ¿Cómo es posible que Dios, siendo bueno, justo y todopoderoso, tolere tantas injusticias y violencias, tantos males y sufrimientos? ¿Está sordo a los gritos desgarradores de auxilio que se elevan desde todas partes? ¿Por qué parece tan indiferente ante todo lo que sucede? Estas preguntas no son nuevas, ya que aparecen en casi todas las páginas del salterio: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? A pesar de mis gritos, mi oración no te alcanza" (Salmo 21, 2-3).En la cruz, Jesucristo, "con oraciones y lágrimas", se dirige a su Padre, "quien podía salvarlo de la muerte" (Hb 5, 7). Que preguntas como estas surjan dolorosamente en el corazón de los creyentes no tiene nada de extraño ni de anormal. Al igual que el profeta Habacuc, cuyo texto leemos hoy, necesitamos atrevernos a interpelar a Dios. Él no responde directamente a las preguntas que el profeta le plantea, ni intenta justificar las razones de su aparente silencio o indiferencia. Lo que le dice es algo mucho más profundo y esencial que cualquier respuesta inmediata que pudiera dar: "No duden de mi fidelidad. El justo vivirá por su fe".Una fe así es capaz de mover o superar montañas de dificultades y pruebas porque, siempre y en todo, el cristiano tiene una confianza inquebrantable en que Dios intervendrá en el momento oportuno, en la ocasión más favorable para quienes le son fieles. Esta fidelidad es la de los servidores felices, satisfechos y agradecidos por haber sido dignos de servirle en su presencia (cf. Plegaria Eucarística II). No piden nada más. Se abandonan a Él, confiando en que reconocerá que han hecho lo que debían, recordando que Jesús, su Señor y Maestro, está "en medio de ellos como el que sirve".No recibieron "un espíritu de timidez, sino de fortaleza, de caridad y de moderación", para "no avergonzarse de dar testimonio" del Evangelio que han recibido como depósito. Tienen la misión de guardar y anunciar con su vida "la sana doctrina con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ellos".3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?La Palabra de Dios suscita nuestra oración y por eso, en este momento de Oratio, pedimos al Señor aquello que queremos alcanzar a partir de la reflexión que hemos hecho.Digámosle al Señor con confianza: “Señor, te pido un espíritu firme y valiente para no ceder al miedo, un corazón lleno de amor auténtico para servir como tú nos enseñaste, y la sabiduría necesaria para discernir lo correcto y actuar con prudencia. Ayúdame a custodiar tu Evangelio con fidelidad, siendo testigo de tu verdad y amor en el mundo. Que tu Espíritu Santo me guíe en cada paso, para que mis palabras y acciones sean reflejo de tu gracia y salvación. Amén.Recomendaciones prácticas:-8 – 9 de octubre. Jubileo de la Vida Consagrada-11 – 12 de octubre. Jubileo de la Espiritualidad MarianaII.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hoy, al participar en esta santa Misa, abramos nuestros corazones para recibir la Palabra de Dios que guía nuestro camino. Permitamos que el Espíritu Santo nos inspire a vivir una fe auténtica y humilde, sirviendo con amor y gratitud. Que cada acto de nuestra vida refleje la confianza en que Dios está con nosotros, transformando nuestras pequeñas acciones en grandes testimonios de su amor y misericordia.Invitamos a todos a unirse activamente en esta celebración, escuchando atentamente las lecturas, participando en las oraciones y recibiendo con fe los sacramentos que nos acercan más a Cristo. Que esta Misa sea una fuente de esperanza, renovación espiritual y fortalecimiento de nuestra comunidad de fe.Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos llama en este día a tener una fe profunda y confiada en Dios, una fe capaz de superar cualquier dificultad.En el Evangelio según San Lucas, los apóstoles le piden al Señor: “Auméntanos la fe”. Jesús responde con una enseñanza poderosa: una fe pequeña como un grano de mostaza puede mover montañas. Esto nos invita a confiar plenamente en el Señor, sabiendo que su fuerza actúa en nuestra debilidad.En la primera lectura del profeta Habacuc, en sintonía con el Evangelio, escuchamos el clamor del profeta ante el sufrimiento y las injusticias. Dios responde con una promesa de fidelidad: “El justo vivirá por su fe”. Estas palabras nos animan a perseverar con confianza, incluso en los momentos más oscuros, porque Dios siempre cumple sus promesas.La segunda lectura es una exhortación dirigida por Pablo a Timoteo, que lo invita a retornar constantemente a la fuente de su compromiso al servicio del Evangelio. Este llamado no solo es para él, sino que todo cristiano puede hacerlo suyo al reflexionar sobre su Bautismo, momento en el que recibió el Espíritu de fortaleza, caridad y moderación. Así, está llamado a custodiar 'la buena doctrina' y dar testimonio fiel de ella.Dispongamos nuestro corazón para escuchar la Palabra de Dios, dejando que ella ilumine nuestra vida y renueve nuestro compromiso de caminar con fe junto a Cristo, nuestro Maestro y Señor.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Hermanos y hermanas: con el ardor de la fe que el Señor nos ha dado, una fe capaz de obrar milagros, dirijamos nuestras súplicas con humildad por la Iglesia y por el mundo, diciendo con confianza:R. Bendice, Señor, a tu pueblo1.Por la santa Iglesia de Dios, para que anuncie la fe que conduce a la salvación y revele a la humanidad los misterios del Reino, oremos al Señor.2.Por aquellos que han recibido el Espíritu Santo, el don de Dios otorgado a los Apóstoles, para que den buen testimonio de Jesús con sus vidas, oremos al Señor. 3.Por los justos que claman al Señor contra toda violencia y opresión, para que su voz sea escuchada, oremos al Señor.4.Por los hombres y las mujeres del mundo entero que no son respetados en su dignidad, para que encuentren quien defienda sus derechos, oremos al Señor.5.Por nuestros agentes pastorales para que sirvan a Dios con alegría, en su casa, en el trabajo y en todas partes, oremos al Señor.6.Por todos los consagrados que participarán en el Jubileo de la Vida Consagrada y de la Espiritualidad Mariana, para que siguiendo el ejemplo de María perseveren en su Sí al Señor.Oración conclusivaSeñor, nuestro Dios y nuestro Padre, que enviaste a tu Hijo Jesucristo como servidor en medio de la humanidad, danos su Espíritu y aumenta en nosotros la fe, para que seamos fieles en nuestro servicio. Por Jesucristo, nuestro Señor.R. Amén.