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ley

Vie 3 Jun 2016

Entre desencantos y alegrías

Por Monseñor Libardo Ramírez Gómez - Han trascurrido 10 años desde que la Corte Constitucional de Colombia, que se ha convertido en “Omnipotente Constituyente”, que va reformando el sentido, y, a veces, la letra de nuestra Constitución, despenalizó el delito del aborto en tres circunstancias. La determinación de esa Corte trajo secreto desencanto entre los abanderados de implantar el aborto porque no fue una “legalización” sino solo “despenalización”, lo cual a quienes rechazamos ese delito nos trajo algo de paz e íntima alegría. Los resultados mismos de los esfuerzos de entidades pagadas por poderosos empeñados en que se le abra paso libre no les han sido satisfactorias, causándoles desencanto, pero alegría de quienes vemos que, a pesar de esos esfuerzos, por la conciencia recta de los colombianos se ha salvado la vida de muchos niños de ese herodiano propósito. Como “un derecho que aún no es fácil ejercer en Colombia”, se ha presentado, esos resultados no satisfactorios a los abortistas, lo cual nos alegra a quienes estimulamos a valientes organizaciones pro vida que han llevado a la reflexión a muchas madres a no mancharse con acabar con el hijo de sus entrañas, y han ofrecido la oportunidad de gozar con sus hijos o hijas, salvadas de las aguas de esa letal corriente. Se sigue insistiendo en el lenguaje de quienes propician el aborto en la desfiguración de la verdad al presentar lo decidido por la Corte como “derecho a abortar”, cuando solo habla de “despenalización” en unos casos. Igualmente, y desde el mismo Ministerio se dio una reglamentación para impulsar esta práctica como si fuera un derecho, y se invirtieron millonadas en propaganda a esto y se quiso violentar la conciencia de los médicos con amenaza de despido si no lo practicaban. Paladina fue la argumentación jurídica contra esa reglamentación por abogados como Luis Rueda, que hizo que se la declarara legalmente insubsistente, algo que nos alegró a los opositores, pero, por influencias de los propiciadores, se la ha seguido manteniendo abusivamente con apoyo del Gobierno, con satisfacción de éstos. Sigue, en el fondo, la discusión sobre la licitud o no de quitar la vida a un niño por nacer, así esté científicamente comprobado que es persona con plenos derechos desde el instante de su concepción, con llamado por esta realidad a que cuando hay conflicto entre su supervivencia y la vida de la madre, para obrar correctamente, se debe buscar salvarlos a los dos y no sacrificar al más débil e indefenso. Es de tener en cuenta que al alegar los tres casos en los que omnipotente Corte declaró despenalizado el aborto se pueden presentar estas grandes objeciones: que se reclame por “violación” cuando no haya sido cierta sino con voluntario consentimiento, y hasta con provocación de la mujer; que en el caso de amenaza a la salud o vida de la mujer haya exageraciones de esa situación, pues en todo embarazo hay algún riesgo; que ante un feto con deformidad, se dé muerte a la creatura habiendo medios médicos para corregirla y salvar al niño, con sentido humanitario, y no con despiadado método hittleriano . Siguen los esfuerzos de partidarios y adversos al aborto, con desproporcionados medios económicos y publicitarios los primeros, pero con fuerza espiritual y conciencia limpia que dan fortaleza a los segundos. Algo de satisfacción por sus logros tendrán los abortistas, pero seguirán teniendo desencantos porque los empeñados en difundir la gran alegría de detener esa matanza de niños por nacer seguiremos luchando por salvar esas vidas, y a las madres librándolas de la inevitable congoja de ser asesinas de hijos inocentes. Está de por medio la vida y salud de ellas, pero hay que lograrlo sin esa horrenda determinación de matar al hijo colocado por permisión divina en sus entrañas, y que les ha dado el grande honor y alegría de ser madres. Por Monseñor Libardo Ramírez Gómez *Obispo Emérito de Garzón Email: monlibardoramirez@hotmail.com

Vie 22 Abr 2016

"Ley para donación de órganos podría tener sus riesgos": Mons. Castro

Luego que la Plenaria del Senado aprobara el texto de la conciliación, del proyecto de ley sobre donación de órganos, el arzobispo de Tunja y Presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, monseñor Luis Augusto Castro Quiroga, celebró esta decisión, por verla como un acto de entrega para permitir que la vida de otra persona continúe. “Es una buena noticia, debemos convencernos de que hacemos un gran favor, para qué otras persona vivan”, afirmó el arzobispo. Sin embargo, advirtió que se debe tener cuidado con esta aprobación para que no sea una puerta abierta e ilegal al tráfico de órganos en el país, por lo que hizo un llamado a las autoridades para que se ponga en marcha un plan de control a esta práctica. “Naturalmente esto conlleva a algún peligro: que se intensifique el tráfico de órganos, o un comercio ilícito, que llega hasta mutilar a las personas, para poder establecer una especie de comercio”, aseguró el prelado a la cadena radial de Caracol. Agregó además, que “es importante entonces que por una parte se estimule la donación de órganos, pero por otro que se controle muy bien y que no vaya a haber un abuso de los seres humanos para mutilarse en un contexto de un tráfico de órganos”. Al convertirse en ley esta iniciativa, todos los colombianos serán donantes de órganos a menos que una persona en vida manifieste que no desea serlo.