Jue 26 Abr 2018
Marcha por la vida
Por. Mons. Ricardo Tobón Restrepo - La defensa de la vida es fundamental para el futuro de la humanidad. La gran batalla que se viene librando en las últimas cuatro décadas busca proclamar la dignidad inviolable de toda persona humana, en cualquier momento de su desarrollo o en cualesquiera de sus circunstancias particulares. La Iglesia Católica ha asumido siempre esta causa como un servicio fundamental a la justicia social y como un apoyo a los más débiles y oprimidos. La batalla contra la destrucción de la familia, el aborto, la eutanasia, las diversas formas de maltratar la vida, las actitudes que desconocen la dignidad y la misión de la mujer, ha sido ampliamente ilustrada por el Magisterio, porque es la frontera decisiva de nuestro tiempo.
El Papa Francisco, en su reciente exhortación apostólica, ha vuelto con fuerza sobre este tema diciendo: “La defensa del inocente que no ha nacido, por ejemplo, debe ser clara, firme y apasionada, porque allí está en juego la dignidad de la vida humana, siempre sagrada, y lo exige el amor a cada persona más allá de su desarrollo. Pero igualmente sagrada es la vida de los pobres que ya han nacido, que se debaten en la miseria, el abandono, la postergación, la trata de personas, la eutanasia encubierta en los enfermos y ancianos privados de atención, las nuevas formas de esclavitud, y en toda forma de descarte” (Gaudete et exultate, 101).
San Juan Pablo II, por su parte, nos hacía ver nuestra grave responsabilidad personal: “Estamos ante un enorme y dramático choque entre el bien y el mal, la muerte y la vida, la ‘cultura de la muerte’ y la ‘cultura de la vida’. Estamos no sólo ‘ante’, sino necesariamente ‘en medio’ de ese conflicto: todos nos vemos implicados y obligados a participar, con la responsabilidad ineludible de elegir incondicionalmente a favor de la vida…Es urgente una movilización general de las conciencias y un común esfuerzo ético, para poner en práctica una gran estrategia en favor de la vida. Todos juntos debemos construir una nueva cultura de la vida” (Evangelium Vitae, 28).
Sin embargo, no obstante estas enseñanzas y esfuerzos, vemos con honda preocupación cómo se multiplican en el país diversas acciones contra la vida humana: promoción del crimen del aborto, asesinatos, personas destruidas que no logran encontrar sentido y esperanza en su existencia y, últimamente, la reglamentación que ha hecho el Gobierno de la eutanasia para niños y adolescentes, aun contra las clamorosas manifestaciones del pueblo colombiano. La Conferencia Episcopal advirtió: “Promover la eutanasia es sumarle más muertes a las muertes que ya hemos sufrido; no alcanzaremos la paz si continuamos atentando contra la vida” (Comunicado, 20.3.2018).
Por tanto, nos vamos a unir todos a la XII Marcha Nacional por la Vida, que tendrá lugar el próximo 5 de mayo. En Medellín, habrá una gran concentración en el Parque Bolívar a partir de las 10.00 a.m. Luego, a las 12.00 m., celebraremos la Eucaristía en la Catedral. Así queremos manifestar nuestro compromiso con el anuncio del Evangelio de la Vida, defender el principio firme y no negociable de que la vida es un don de Dios del que nosotros no podemos disponer, y elevar nuestra oración para que cesen todos los atentados contra la vida humana y se garantice este derecho fundamental e inviolable.
Que nos mueva a todos a participar en esta marcha la enseñanza del Papa Francisco cuando nos ha dicho que un ser humano es un fin en sí mismo y nunca un medio para resolver otras dificultades. Si esta convicción cae, no quedan fundamentos sólidos y permanentes para defender los demás derechos humanos, que siempre estarían sometidos a conveniencias circunstanciales de los poderosos de turno (Evangelium Gaudium, 213).
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín