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marginados

Vie 11 Nov 2022

La VI Jornada Mundial de los Pobres

Por: Padre Rafael Castillo Torres - El próximo domingo 13 de noviembre, XXXIII domingo del tiempo ordinario, celebramos la VI Jornada mundial de los pobres. Esta celebración tuvo su impulso y animación cuando, en el cierre del año de la misericordia el 13 de noviembre del año 2016, en la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco celebró el jubileo dedicado a las personas marginadas. En su homilía de ese día y con la naturalidad que le es propia, el Papa nos dijo: “quisiera que hoy fuera la Jornada de los Pobres”. Esta sexta jornada está animada por la invitación del Santo Padre, tomada del apóstol Pablo, a tener la mirada fija en Jesús, el cual «siendo rico, se hizo pobre por nosotros, a fin de enriquecernos con su pobreza» (2 Co 8,9). El Papa nos está haciendo un llamado a desencadenar en nuestras Iglesias particulares un movimiento de evangelización que en primera instancia salga al encuentro de los pobres, hasta reventarnos por ellos: “Frente a los pobres no se hace retórica, sino que se ponen manos a la obra y se practica la fe involucrándose directamente, sin delegar en nadie. A veces, en cambio, puede prevalecer una forma de relajación, lo que conduce a comportamientos incoherentes, como la indiferencia hacia los pobres. Sucede también que algunos cristianos, por un excesivo apego al dinero, se empantanan en el mal uso de los bienes y del patrimonio. Son situaciones que manifiestan una fe débil y una esperanza endeble y miope”. ( # 7 del Mensaje del Santo Padre). Esta celebración con su exhortación llega justamente cuando en la Nación colombiana las palabras de orden son inequidad, pobreza, hambre, exclusión, marginalidad, confinamiento, violencia, creciente deterioro ambiental, muerte, desempleo y corrupción. Tenemos una gran oportunidad a la luz del mensaje del Papa Francisco: pasar de las reflexiones cargadas de buenas teorías a la sensibilidad frente al sufrimiento de los débiles. Para Jesús los pobres fueron sus preferidos y los primeros en atraer su atención. Viene bien preguntarnos en esta Jornada: ¿Son los pobres para nosotros… lo que fueron para Jesús? Muy seguramente la gran mayoría responderá que sí y que están de parte de ellos. Ello da pie para que nos hagamos otra pregunta: ¿Qué lugar ocupan los pobres en nuestra vida y en la vida de nuestras comunidades?. En la Iglesia, y es bueno reconocerlo, contamos con personas, organismos, instituciones, congregaciones religiosas, voluntarios donantes de su tiempo libre y misioneros heroicos a quienes los anima el mismo Espíritu que animaba a Jesús en Galilea en su misión por calmar el sufrimiento que había en el corazón del pobre. Hombres y mujeres que en las calles y en zonas no fáciles, dedican su vida entera y hasta la arriesgan por defender la dignidad y los derechos de los más pobres. Pero como quiera que todo esto acontece en una de las naciones más inequitativas de la tierra, bien vale la pena seguir preguntándonos: ¿Cuál es la actitud generalizada entre nosotros frente a los que menos tienen y más sufren? ¿Por qué no vemos ningún problema especial cuando sólo se trata de aportar una ayuda o de entregar un donativo? ¿Qué ha sucedido en nosotros para que las ofrendas o donaciones que entregamos nos tranquilicen y nos permitan seguir viviendo con buena conciencia? ¿Por qué los pobres nos inquietan tanto cuando nos obligan a plantearnos qué nivel de vida nos podemos permitir, cuando está suficientemente claro que en Colombia se viola diariamente el derecho humano a la alimentación? En Colombia, hoy, después de dos años de pandemia, lo más visible es el hambre y la miseria, porque lo que permanece en el alma de la pobreza, es la indignidad. El aproximarnos desde el Secretariado Nacional de Pastoral Social/ Cáritas Colombiana y hacerlo juntamente con las pastorales sociales de las jurisdicciones y desde la cooperación fraterna con nuestras Cáritas hermanas que sirven en Colombia, nos permite constatar que en nuestra Nación el que es pobre carece de los derechos que tenemos los demás; no merece el respeto que merecería cualquier persona normal y representan muy poco para los intereses de quienes han manejado esta Nación desde sus inconfesables instintos de poder. Por eso, encontrarlos en la calle, genera desazón, precisamente porque su sola presencia quita la máscara a nuestros grandes discursos teóricos sobre la pobreza y pone al descubierto nuestras mezquindades. ¿Qué buenos criterios, a la luz del llamado del Papa Francisco, pueden ayudarnos, hoy, a enfrentar el desafío humanitario que estamos viviendo frente a una pobreza que es purgatorio y una miseria que es infierno?. Lo primero es no poner nuestras acciones al servicio de un proselitismo denigrante. Sobre el particular San Juan Crisóstomo fue muy claro: “¡Basta con la necesidad para que el pobre sea digno! No damos limosna al buen comportamiento, sino al hombre. No nos compadecemos de la virtud, sino de la desgracia. Y eso para que también nosotros alcancemos de Dios abundante misericordia, nosotros que somos tan indignos de su benignidad”. Lo segundo es procurar que nuestras tareas y acciones en contextos humanitarios como los de hoy, jamás deben poner “sordina” al clamor de los pobres. Nuestra atención integral debe, necesariamente, ir acompañada de la denuncia pública de las injusticias que ellos están viviendo y de la reivindicación de sus derechos. Servicio asistencial y denuncia profética son inseparables. Por último, es urgente que las tareas humanitarias no fomenten la pereza en los destinatarios últimos de nuestra acción caritativa. En Colombia la “mendicidad” y la “indigencia”, en algunos casos, se han convertido en prósperos negocios. Permítanme citar a Noël du Fail quien en su obra Propos Rustiques, muestra como el pícaro Tailleboudin, en su dialogo con un campesino le dice: “Yo ganaré en un solo día, acompañando a un ciego o a un lisiado, o ulcerándome las piernas con ciertas hierbas y acudiendo a la puerta de una Iglesia, lo que tú, cargando leña, te ganarías en todo el año”. Recordemos igualmente a Sancho Panza cuando fue, por escasos días, gobernador de la Isla Barataria y tuvo el feliz acierto de “crear un alguacil de pobres, no para que los persiguiera, sino para que examinara si lo eran; porque – decía- a la sombra de la manquedad fingida y de la llaga falsa andan los brazos ladrones y la salud borracha”. Ojalá en estos contextos podamos canalizar siempre nuestras ayudas, a través de organizaciones de la Iglesia, de la sociedad civil e instituciones dignas de credibilidad y confianza teniendo muy presente lo que nos dice el Papa al final de su mensaje: “Que esta VI Jornada Mundial de los Pobres se convierta en una oportunidad de gracia, para hacer un examen de conciencia personal y comunitario, y preguntarnos si la pobreza de Jesucristo es nuestra fiel compañera de vida”. Padre Rafael Castillo Torres Director del Secretariado Nacional de Pastoral Social / Cáritas Colombia

Mié 26 Oct 2022

Este sábado será beatificada la madre María Berenice Duque, religiosa colombiana

El próximo sábado 29 de octubre a las 10:00 a.m. en la Catedral Metropolitana de la Inmaculada Concepción de María de Medellín, con la presencia del Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto del Dicasterio para la Causa de los Santos, como representante del Papa, se celebrará la ceremonia de beatificación de la Venerable Sierva de Dios, María Berenice Duque Hencker, fundadora, entre otras, de la comunidad de las Hermanitas de La Anunciación. A este respecto, monseñor Luis José Rueda, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia, expresa su alegría por la beatificación de esta religiosa y se une al gozo de las hermanitas de La Anunciación, comunidad de la que fue fundadora la madre Berenice. "Con inmensa alegría vemos la beatificación de una bautizada en Colombia, de alguien que encontró su vocación y sumisión y ahora en los altares intercede por nosotros en este camino que busca la reconciliación, la paz y la nueva evangelización en ambiente sinodal”. ANUNCIO DE LA CEREMONIA DE BEATIFICACIÓN El anuncio de la ceremonia de beatificación de la religiosa colombiana, lo hizo la Arquidiócesis de Medellín en una rueda de prensa, donde el arzobispo de esta Iglesia particular, monseñor Ricardo Tobón, destacó las virtudes con las que la madre Berenice supo luchar por la causa de la evangelización en la ciudad. El arzobispo dijo que “esta beatificación es la muestra clara de que hoy se puede ser santo, diciéndole si al plan de Dios como lo hizo la madre Berenice”. Así también, la hermana Enith María, actual superiora de la comunidad de las Hermanitas de La Anunciación, al referirse a la religiosa que será beatificada dijo que “la madre defendió heroicamente la evangelización con la población que era mirada de reojo en la Medellín de la época, es decir, con hijos (as) de hogares disfuncionales, trabajadoras de la clase textil, personas de raza negra y familias en extrema condición de pobreza”. La madre Berenice, quien es conocida como la “Madre de la Caridad y la Alegría” recibirá esta beatificación, entre otras, gracias al milagro comprobado sobre el joven Sebastián Vásquez, quien desde muy niño sufrió una enfermedad huérfana la cual, gracias a la oración a la madre Berenice, supo derrotar en su juventud, dejando a un lado la silla de ruedas y la alimentación a través de una sonda que lo acompañó gran parte de su vida. Beatificación de la hermana Berenice El 13 de octubre de 2021, durante la audiencia concedida al Cardenal Marcello Semeraro, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos, el Sumo Pontífice autorizó a este órgano eclesial promulgar el decreto de beatificación de la Madre Berenice. Transmisión por el canal católico Televid La Arquidiócesis de Medellín ha informado que la ceremonia de beatificación se transmitirá por el canal católico Televid, así también por YouTube de la arquidiócesis de Medellín y las redes sociales de la Conferencia Episcopal @Episcopadocol Quién es la hermana María Berenice Duque Hencker Nació en Salamina (Caldas) el 14 de agosto de 1898. Hija de Antonio José Duque Botero y Ana Berenice Hencker Risther. Fue bautizada con el nombre de María Ana Julia y desde su infancia reveló su pasión por Dios y su disposición de servir y ayudar al prójimo. Sintiéndose llamada a la vida religiosa ingresó a la Congregación de las Hermanas Dominicas de la Presentación, el 20 de diciembre de 1917, donde permaneció por 33 años. Su trabajo y solicitud por las personas más pobres y marginadas de la sociedad y su decisión de entregarse totalmente a Dios la condujeron a fundar el 14 de mayo de 1943, la Congregación de las Hermanitas de la Anunciación, esto con el apoyo de Mons. Joaquín García Benítez, entonces Arzobispo de Medellín. Más adelante, en 1957, fundó las Misioneras de Jesús y María y, en 1965, emprendió el proyecto de los Misioneros de la Anunciación. Su constante preocupación fue la de ayudar a los excluidos de la sociedad y de anunciar a todos el Evangelio. A través de su vida se esforzó en identificarse con Cristo, haciendo siempre en medio de muchas pruebas la voluntad de Dios. Una larga enfermedad la acrisoló en el amor para entrar en la Casa del Padre el 25 de julio de 1993. El proceso de Canonización se inició el 23 de mayo de 2002 en la Curia Arquidiocesana de Medellín. La madre Berenice, además catequizó a los hijos de las familias adineradas de la época, las cuales al ir al trabajo, dejaban a sus pequeños en manos de las empleadas domésticas. Si bien la María Berenice Duque Hencker nació en Salamina (Caldas) pero hizo toda su obra pastoral en la Arquidiócesis de Medellín, y en vida, tuvo la oportunidad de conversar y escribir algunas cartas a la Santa Laura Montoya.

Mié 24 Ago 2022

Todos son iguales

Momentos muy difíciles está viviendo la Iglesia en Nicaragua. Y no solo la Iglesia, la prensa, las organizaciones no gubernamentales, la oposición política y todo aquel que no esté de acuerdo con el gobierno despótico de la pareja Ortega - Murillo. Cualquiera que levante la voz reclamando libertad, democracia, respeto por los derechos humanos, honestidad en el gobierno, es declarado enemigo del Estado. Y eso se paga con cárcel, destierro, tortura, atropellos de todo tipo. Este dúo que ejerce el poder en Nicaragua ha entrado en esa etapa de los tiranos en que la paranoia se apodera de ellos y ven enemigos por todas partes, tratando a todos como si en realidad lo fueran. La Iglesia, como pocas otras instituciones en Centroamérica, ha sido la vocera desde hace ya varias décadas de los que no tienen voz, de los pobres, de los marginados. Y esta labor profética ha costado la vida de muchos de sus miembros. La Iglesia en Nicaragua está ahora sumando dolor y sangre a esta misión tan difícil, pero tan necesaria. De lo contrario los países centroamericanos pasarían a ser parte de las naciones olvidadas de la humanidad, aunque sus poblaciones sufran toda clase de atropellos y violaciones a sus derechos. Por otra parte, cada vez se suman más voces de solidaridad con la Iglesia en Nicaragua. El Santo Padre ha llamado al diálogo y numerosas conferencias episcopales han expresado todo su apoyo a los obispos, a los sacerdotes y al pueblo nicaragüense. No falta quienes piden que el Papa o las iglesias de otras latitudes se manifiesten duramente contra el régimen totalitario, que lo condenen y lo bloqueen a nivel internacional. Aunque todo esto suena lógico, nunca hay que perder de vista que a quienes tiene a mano la dictadura no son ni al papa ni a los obispos de otros países, sino a los de Nicaragua y a los católicos de allí, sobre los cuales descargarían, como ya lo están haciendo, la furia de los dictadores. Todos los dictadores son iguales y entre más tiempo están en el poder suelen convertirse en seres más sanguinarios y crueles. La Iglesia siempre llamará a que las partes se reconcilien; a que la libertad sea protegida, incluso la libertad religiosa de todos; a que la democracia se conserve, pues la ve como un sistema de gobierno, si no perfecto, el que más ofrece posibilidades de realización de la justicia y la paz. La Iglesia, que ha conocido como pocos el terror de los dictadores y de las dictaduras, sabe que hay caminos para llevarlas a su fin, sin necesidad de acudir a la violencia ni a nada semejante. Con toda seguridad, desde el Vaticano, desde las iglesias de diferentes partes del mundo, se están haciendo gestiones para que Nicaragua pueda tener una luz de esperanza en medio de un momento histórico oscuro y complejo. Puede que la dictadura no caiga mañana, pero de todos modos caerá, como lo enseña la historia. P. D.: No ayudan a esta liberación de Nicaragua el silencio y la ausencia del canciller de Colombia en la sesión de la OEA que, por absoluta mayoría, lanzó una condena contra el régimen sandinista. ¡Estaba en Cuba! Fuente: Oficina Arquidiocesana de Comunicaciones de Bogotá