Mié 17 Ago 2022
21 de agosto | Vendrán de oriente y occidente, y se sentarán a la mesa en el Reino de Dios
VIGÉSIMOPRIMER DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Agosto 21 de 2022
Primera Lectura: Is 66, 18-21
Salmo: Sal 117(116), 1.2 (R. cf. Rm 15,16)
Segunda Lectura: Hb 12, 5-7.11-13
Evangelio: Lc 13, 22-30
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
• La liturgia de la Palabra insiste hoy en la salvación universal, una llamada de Dios a todos los hombres de todas las naciones y de todas las razas a participar del Reino de Dios.
• La escena del Evangelio de hoy nos ofrece una intervención de Jesús en la que nos señala el camino de la salvación, con la exigencia de entrar por la puerta estrecha.
• Hacer la voluntad del Padre del cielo tiene una cuota de sacrificio, el buen manejo de la libertad que Dios nos otorga; cuando abusamos de esa libertad Dios nos corrige y reprende como un Padre amoroso que nos invita a fortalecer nuestras manos en la caridad y nuestras rodillas vacilantes para caminar con otros hacia la vida eterna.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
El profeta Isaías en el capítulo 66 expresa con claridad como Dios quiere la salvación de todos, es decir, como Dios ofrece una salvación universal. La división entre los hombres en lenguas, naciones y razas fue consecuencia del pecado, ahora un signo del poder de Dios y de la salvación que actúa en el mundo es la reunión de todos los hombres. Isaías anuncia que Dios se hará presente “para reunir a las naciones de toda lengua: vendrán para ver mi Gloria” de todos los países traerán ofrendas al “monte santo de Jerusalén” traerán ofrendas “al templo del Señor”. De entre todos los presentes Dios escogerá “sacerdotes y levitas” ningún hombre se quedará excluido y Dios será el punto de convergencia de todos los pueblos y naciones, garantizando que no haya ninguna división.
El libro de Isaías concluye con la llamada universal de Dios a todas las naciones, es así como el salmista hace resonar su plegaria en una invitación universal a alabar a Dios y a predicar su Evangelio. Este canto de alabanza que reúne a todos los pueblos de la tierra en uno solo, es el “pueblo de Dios” escogido y enviado como lo repetimos hoy en la aclamación inspirada en el mandato del Señor Jesús “Id al mundo entero y predicad el Evangelio”.
La carta a los Hebreos 12, 4-7.11-13 tiene como intención animar a los cristianos que han encontrado dificultades en su camino de fe, Dios actúa como un padre que corrige a su hijo, no por capricho, sino por su bien, para conducirlo por el buen camino, el camino de la santidad. Dios permite que sus hijos actúen con libertad, que en ocasiones es mal utilizada, es en estas circunstancias que Dios actúa como un padre de familia reprendiendo y castigando a los hijos que ama y prefiere. El autor de la carta a los Hebreos nos ofrece la imagen de un Dios que corrige a quien ama, esta corrección luego produce justicia, salud, paz. Comprender la acción de Dios que actúa como un Padre amoroso, exige del cristiano un esfuerzo particular en la carrera hacia la vida eterna “fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes”.
San Lucas en el capítulo 13, 22-30 presenta al Señor Jesús ante la pregunta casual de un oyente ¿serán pocos los que se salven? A lo que el Señor va a decir que muchos que no son judíos, procedentes de los cuatro puntos cardinales, vendrán a la mesa del Reino. Sin embargo, la salvación requiere un esfuerzo especial “entrar por la puerta estrecha” y añade que “muchos intentarán entrar y no podrán”. El entrar en la presencia de Dios, sentarse en la mesa del Reino, ganar la salvación no es privilegio solo del pueblo escogido; Jesús hace un giro en el modo de pensar de los judíos, para salvarse hay que vivir coherentemente como pueblo de Dios, con un estilo de vida acorde a la voluntad de Dios, quien no viva de esta manera se expone a una angustiosa sentencia “No sé quiénes sois”.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La Palabra de Dios de este Domingo tiene una especial insistencia en la voluntad de Dios de querer salvar a todos. La pregunta casual que le hacen a Jesús en el Evangelio, sigue siendo actual, ¿son pocos los que se salvan? Esta pregunta nos abre a muchas reflexiones que hoy nos hacemos sobre la vida eterna, el más allá, la propia salvación y la salvación de todos los hombres.
Seguramente el que hizo la pregunta tenía en su entendimiento que sólo se iban a salvar los judíos. Ahora bien, también nosotros podemos pensar del mismo modo, que solo se salvan los que creen en Cristo, o simplemente porque vamos a misa o rezamos el rosario. Por una parte, la respuesta de Jesús es consoladora al descubrirnos que la salvación es para todos los hombres que creen en el único y verdadero Dios, como lo expresa el profeta Isaías y nos lo recuerda hoy san Lucas en el Evangelio, toda la humanidad está destinada a sentarse en la mesa del Reino de Dios, a entrar en su presencia. Este privilegio tiene también una obligación hacer que todas las naciones de la tierra conozcan y sigan a Dios.
La puerta estrecha se convierte en la condición que ha de asumir el creyente para participar del banquete de la eternidad, Dios quiere salvarnos y esa salvación tiene un precio, que el cristiano tenga una fe viva, madura, clara, fuerte, capaz de acoger la verdad del Evangelio y encontrar en ella el camino estrecho de una vida austera, humilde y sencilla, de bondad y misericordia, de servicio y entrega generosa a los demás. El creyente sabe que lo que vale la pena cuesta, que el camino a la vida eterna tiene cruz y que el primero que recorrió ese camino fue el Señor Jesús.
Evitar encontrar la puerta cerrada y oír el angustioso mensaje de no los conozco, implica estar siempre abiertos al Evangelio, anunciarlo con la vida, sentirnos siempre necesitados de la ayuda de Dios, abajarnos y servir a la causa de Jesús, estas actitudes evangélicas no nos deben hacer sentir seguros de la salvación, ni son fórmulas para tener vida eterna, son simplemente algunas pistas evangélicas que el cristiano debe asumir con radicalidad, sabemos que esto exige una fuerte cuota de humildad y sacrificio que en ocasiones no es fácil asumir, cuando estamos en un mundo que quiere la vía fácil, para deshacerse de los problemas y conflictos humanos en los que nos sumergimos hoy.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
El Señor Jesús nos ha sorprendido hoy al decirle al pueblo de la Alianza que no basta con pertenecer a ese pueblo para ganar la vida eterna, para salvarse, hay otros que, viniendo de otras latitudes del mundo, si tienen fe y viven conforme a la Buena Noticia predicada en el Evangelio, son llamados al banquete del Reino.
A nosotros los que creemos en Cristo, también se nos puede aplicar el mismo mensaje, no basta con decir que pertenecemos a la Iglesia; la salvación además de implicar esa pertenencia, nos exige vivir y asumir con radicalidad, los valores del Evangelio. El seguimiento de Cristo, hacer la voluntad del Padre, servir a los hermanos, es exigente, es decir que este camino tiene cruz, es el camino estrecho del que nos habla el Evangelio por el que debe pasar todo creyente.
El camino que el mundo no ofrece pareciera fácil, ligero, deshacernos de una vida, engañar, ser deshonesto, la guerra, etc., este es el camino ancho, la puerta amplia por la que pasan muchas personas, pero detrás de esas facilidades hay dolor, angustia, temor, vergüenza, humillación y pecado. Con este modo de ser se oscurece la mente, el corazón, la vida de las personas y de la sociedad. Este camino hace que perdamos identidad delante de Dios hasta el punto de escuchar “no los conozco” este no es el camino del Evangelio.
La carta a los Hebreos nos ofrece una opción clara frente a las pruebas de la vida, esos momentos que nos confrontan y nos hacen cambiar la manera de pensar, que debemos entender como correcciones de Dios, pruebas del amor que Él nos tiene, así como un padre corrige a sus hijos. Ante las dificultades el Señor nos exhorta a “fortalecer las manos débiles” en la práctica de la caridad y el servicio a los hermanos, especialmente los más necesitados y también, “robusteced las rodillas vacilantes” para caminar con los otros, para ir con otros al encuentro de Dios, para transitar por el camino estrecho, llevando la Buena Noticia al corazón y la vida de muchos, a las distintas latitudes del mundo.
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Recomendaciones prácticas:
• Promover Colecta para la Jornada Dona Nobis para la obra evangelizadora de Conferencia Episcopal de Colombia, que se celebrará el próximo Domingo 28 de agosto.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Nos hemos reunido este domingo, veintiuno del tiempo ordinario para escuchar la Palabra de Dios y participar de la fracción del pan. En esta Eucaristía estamos llamados a reconocer como la Iglesia nos acoge a todos por igual, nos convoca a celebrar un banquete universal en el que Cristo se ofrece como alimento que da vida eterna. Con alegría y dispuestos a orar por las necesidades de todos los hombres de toda raza y cultura, participemos con fe y esperanza en esta celebración.
Monición a la Liturgia de la Palabra
El profeta Isaías, el salmista y san Lucas en el Evangelio, insisten en que la salvación es una oferta universal, desde luego esta salvación tiene sus exigencias, el esfuerzo por vivir según la voluntad de Dios. Atentos, escuchemos este mensaje e integremos a nuestra vida los valores de esta Buena Noticia.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Pidamos al Señor que venga en nuestro auxilio y con su gracia encontremos el modo de llegar a Él. A cada intención nos unimos diciendo:
R. Señor, ayúdanos a conocerte.
1. Por la Iglesia, para que continúe su misión de llevar la “Buena Nueva” de la salvación a todos los rincones de la tierra. Oremos.
2. Por el Papa Francisco, nuestro Obispo Monseñor N.N. presbíteros, diáconos y consagrados, para que anuncien con valentía la Palabra de Dios a todos los pueblos de la tierra. Oremos.
3. Por nuestros gobernantes, para que siembren esperanza en nuestros pueblos e impulsen proyectos que ayuden a superar la pobreza y la injusticia. Oremos.
4. Por los más necesitados, para que se encuentren con nuestras manos generosas y les ayudemos a transitar por el camino estrecho de la salvación. Oremos.
5. Por nosotros aquí reunidos, para que la semilla sembrada hoy en nuestros corazones nos lleve a la verdadera conversión y al servicio de todos los hermanos, sin importar raza y condición social. Oremos.
Oración conclusiva
Señor, tú que nos invitas a entrar por la puerta estrecha
al gozo del banquete de tu Reino,
escucha nuestras oraciones
y concédenos la fuerza de tu Espíritu
en el seguimiento del camino que nos señalas.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.