Lun 28 Feb 2022
¡Volvamos a la Pascua!
Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - “Bendito sea Dios, Padre de Nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia, por la resurrección de Jesucristo de entre los muertos, NOS HA HECHO NACER A UNA ESPERANZA VIVA, a una herencia incorruptible, pura, imperecedera, que nos estaba reservada en el Cielo. La fuerza de Dios nos custodia en la fe para la salvación que nos aguarda, cuando llegue el momento final” (1ª Pedro1, 3-5).
Con esta súplica del Apóstol y Pastor elegido por Jesús para la primitiva Iglesia, convoco a todos los creyentes al retorno pleno a sus parroquias y centros de culto, para compartir, desde el miércoles de Ceniza, dos de marzo, la preparación a LA PASCUA ANUAL 2022.
Los tiempos litúrgicos de Cuaresma y Pascua, entre el sacramental de la Santa Ceniza y la solemnidad de Pentecostés, cuando se apaga el Cirio Pascual y encendemos el fuego interior del Espíritu Santo, marcan la gran transformación que Cristo Jesús hace en quienes acogemos su Persona y su Palabra, su misericordia y la soberanía del Padre Dios.
Un ser humano nuevo, una nueva humanidad, un cambio de vida y un “cambiar la vía” por la que mal caminamos, expresan esta Nueva Creación en Cristo. Dios deja de ser mera religión y su Amor de la Cruz se vuelve como el “Big Bang” de un universo nuevo.
Pedro, en su primera carta que hemos citado, y Pablo en su primera a Corintios (15, 57), nos invitan a que “demos gracias a Dios, que nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo”. Esa victoria del AMOR DE LA CRUZ, hemos de proclamarla con claridad, gozo y firmeza. Hemos de volvernos un solo cuerpo, un pueblo dispuesto a CAMINAR JUNTOS, una fuerza del Dios Amor que transfigura esta historia triste y adolorida que hoy vive la humanidad, amenazada nuevamente por la catástrofe de una guerra mundial inminente, por un calentamiento global, resultado de la guerra a muerte contra los recursos vitales.
Todo ello, junto a fenómenos de violencias, de aborto provocado y fetos mercantilizados para surtir órganos y células, de eutanasia y suicidios disparados. Son, entre otros, los signos negativos en medio de nuestros tiempos, por otro lado tan avanzados y globalizados, tan sorprendentes y luminosos.
Sobra decir, entonces, que vivimos tiempos difíciles y tenemos inmensa responsabilidad histórica, sobre todo para no comprometer el futuro de las nuevas generaciones y de la especie humana misma.
Volver a la Pascua 2022, después de dos años entre pandemias y protesta social, en medio de jornadas electorales y movilizaciones sociales, del recrudecimiento del conflicto interno y la amenaza latente de conflictos armados en las fronteras y con Venezuela, de inseguridad ciudadana y flujos de desplazados y migrantes, es la medicina espiritual y la terapia colectiva que necesitamos todos.
La Cuaresma y Pascua 2022 tengan en nuestras parroquias los cuatro grandes motivos de la actualidad:
1. El gran marco del PERDÓN DE DIOS a todos nuestros abusos, incluidos los que nosotros mismos como pastores hemos cometido. Es REPARTIR A MANO ABIERTA EL PERDÓN DE DIOS, la liberación de la culpa y del pecado, la victoria sobre el odio y las venganzas, la sanacion de nuestras heridas sicosociales, la ABSOLUCIÓN DE PECADOS RESERVADOS, la reconciliación con la creación y la vida como obra y don de Dios. Volvamos la parroquia un gran confesonario abierto en jornadas penitenciales conjuntas en cada territorio arciprestal durante la Cuaresma.
Promovamos EL PERDONAR como verbo en infinitivo que identifica el actuar de Dios con nosotros, como respuesta indispensable en nuestras relaciones interhumanas, sociales y políticas, aprendiendo a conjugarlo en todos los modos pasivos y activos y subjuntivos, en relación con los demás. Es necesario pedirlo, ofrecerlo, darlo, instituirlo como cultura del perdón.
2. LA PASCUA COMO CENA FAMILIAR, al mejor estilo hebreo, judío, según las tradiciones nuestras, enmarcándolas en la Cena Pascual de Jesús y en las cenas, desayunos y comidas del Señor Resucitado, centradas en los verbos eucarísticos: TOMAR el pan, DAR GRACIAS, PARTIRLO Y DARLO a comer. “Quédate con nosotros, Señor”. “Lo reconocieron al partir el pan” (Lucas 24, 13-35).
3. EL AMOR DE LA CRUZ como camino de vida, aprendido a la luz de la Pasión, las actitudes y las palabras de Jesús desde el misterio de la Cruz y de la NO VIOLENCIA que nos adentra en el alma propia y el arrepentimiento, en el desarme de actitudes, palabras y acciones demoledoras contra el prójimo.
4. LA SINODALIDAD como aprendizaje de Iglesia y de poblaciones en los territorios, a CAMINAR JUNTOS. La integración sociocomunitaria, más allá de lo confesional, las procesiones y manifestaciones colectivas de religiosidad cristiana, equilibradas siempre para que resalte la grandeza de lo litúrgico, así como la más amplia participación de generaciones y fieles en la Semana Santa, sean impulso claro a esta sinodalidad.
El Bautismo y la Penitencia que lo renueva, la eucaristía y las comunidades que reviven, sean el sello evangelizador de estos grandes tiempos litúrgicos que iniciamos en los albores del mes de marzo.
+ Darío de Jesús Monsalve Mejía
Arzobispo de Cali