Lun 16 Ene 2017
Lluvia de sobres
Escrito por: Mons. Froilán Casas Ortiz - Se ha ido imponiendo una horrible costumbre, marcada por la sociedad de consumo y el apego al dinero, de enmarcar cualquier reunión social con la exigencia de la incómoda etiqueta “lluvia de sobres”. Cómo me fastidia que la hermosura de la amistad sea tasada y medida por los parámetros del dinero. ¡Cómo nos falta criterio! Porque en los Estado Unidos se usa, entonces sin ton ni son debe aplicarse entre nosotros.
Por favor, que el coloso del Norte nos enseñe tecnología, pero en cultura, en muchas cosas, estamos más adelantados. En el fondo hay una serie de complejos culturales, ¡qué falta de identidad! La llamada lluvia de sobres, la encuentro razonable cuando de matrimonios se trata. Es comprensible que la nueva pareja, escoja lo prioritario y en ese sentido qué bueno ofrecerles con cariño un regalo monetario. En la práctica, se repetían los regalos de electrodomésticos, por ejemplo y, ¿entonces qué hacer con ellos? De modo que en este aspecto la costumbre se ha vuelto pragmática.
Pero ahora cualquier reunión exige la tal lluvia de sobres. A la verdad que cuando recibo una invitación con tal exigencia yo no asisto. En el fondo lo considero una grosería. En la amistad debe haber espontaneidad. El comprar un regalo exige tiempo, descubrir desde la óptica del amor, lo que más agrade a la persona agasajada. La curiosidad del detalle encierra una especie de misterio y de alegre ansiedad. Todo ello hace parte del afecto. La amistad no se mide por la cantidad, sino por la actitud en la relación personal. Cuando nos visita una persona, el mayor regalo es la presencia de ese amigo o amiga que llega. Su visita nos genera alegría y nos proponemos acogerlo de la mejor manera. La alegría se refleja en los gestos, en las actitudes; más allá de los hechos externos, está la atracción espiritual y afectiva.
La verdadera amistad se refleja por el desinterés en lo material y la búsqueda de los lazos de afecto que están más allá de las cosas tangibles. No se trata de rechazar las cosas materiales, se les debe dar su justo puesto. Superemos el materialismo y luchemos por una relación marcada por el afecto sincero que está más allá de cualquier parámetro cuantitativo. Amigo es aquél que conociéndolo, lo ama; ve sus errores, pero lo comprende y ayuda para seguir adelante.
El que quiera buscar personas perfectas, sálgase de este planeta y busque en los espacios siderales el tipo de amistad que quiere. ¿Qué autoridad tiene usted para exigir amigos perfectos, si usted es un pozo de imperfecciones? Para exigir hay que dar, ¿qué ha dado usted para exigir? El amor por naturaleza es fecundo. Si usted da veinte para recibir a cambio veintiuno, usted no está dando veinte, usted busca uno; no sea avariento y egoísta.
La calidad de la amistad se muestra en la entrega de la persona y la generosidad de su relación. Quien es amigo en el pleamar, lo debe ser en el bajamar. ¡Esa sí que es verdadera amistad! Amigo en las duras y en las maduras. Siembre amor para cosechar amor.
+ Froilán Casas Ortíz
Obispo de Neiva