Lun 23 Ene 2017
Un nuevo año, con María como patrona
Por: Mons. Ricardo Tobón Restrepo – Estamos iniciando las tareas de nuestra Arquidiócesis en este nuevo año. Para que no sea un retorno rutinario a proyectos y actividades, hagámonos conscientes de la profundidad y belleza de la misión de la Iglesia, en la que se sitúan nuestros propósitos y nuestras labores. El fundamento último de la tarea evangelizadora está en el designio de Dios de salvar a la humanidad; para ello, ha enviado a su propio Hijo y ha derramado sobre nosotros la luz y la fuerza de su Santo Espíritu. Dios se revela, entonces, como amor que se compromete con nosotros y se entrega hasta las últimas consecuencias.
La Iglesia es la depositaria y la promotora de ese amor. Ella debe revelar la misericordia del Padre; ella es enviada para ofrecer a todos la vida nueva y eterna que nos ha traído el Hijo; ella camina y trabaja bajo el impulso del Espíritu. Ella, en síntesis, es el primer lugar en el que Dios busca a las personas y el mejor espacio para nuestro encuentro con Él. Con esta certeza, ponemos de nuevo la mano en el arado para labrar el campo del Señor. Desde esta convicción, percibimos como una gracia y como una nueva oportunidad el poder ir a la viña a continuar la siembra del Evangelio.
No nos cansemos, no nos movamos en la superficialidad y la rutina, no rompamos la comunión, no nos alejemos de los proyectos y propósitos con que marcha toda la Arquidiócesis. Debemos recordar que estamos en “estado permanente de misión”, para que todo en la vida y la estructura eclesial se vuelva un medio adecuado para la evangelización de nuestra sociedad y un signo del amor divino que se nos ha revelado en Cristo. El Papa Francisco nos pide que sigamos avanzando juntos en “la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas”.
En las tareas pastorales que reemprendemos no estamos solos, ni contamos únicamente con nuestras fuerzas. Nos preside Cristo, nos movemos en el poder del Espíritu Santo, están con nosotros la Virgen María y todos los santos. En este sentido, debemos valorar la gracia de entrar en este año celebrando a Nuestra Señora de la Candelaria como Patrona de la Arquidiócesis de Medellín. He tenido ya la ocasión de explicar el proceso y el sentido de esta concesión de la Santa Sede. Se trata ahora de aprovechar la figura de María, el ejemplo de su vida y su poderosa intercesión en la realización de nuestro ser y misión de Iglesia particular.
Por tanto, invito a toda la comunidad diocesana a unirse profundamente a la celebración en honor de Nuestra Señora de la Candelaria el próximo 2 de febrero, que a partir de ahora tiene para nosotros carácter litúrgico de solemnidad. Se celebrará en todas las parroquias y capillas con los textos propios de la festividad de la Presentación del Señor. Contemplando así el misterio de la salvación realizado por Cristo, veremos a la Santísima Virgen María unida a él como madre del Siervo doliente, como ejecutora de una misión al servicio de la humanidad y como modelo del nuevo Pueblo de Dios.
Ruego que a cuantos les sea posible se unan a la celebración que tendremos el 1 de febrero a las 6.00 p.m. en la Catedral y a la siguiente procesión hacia la basílica de Nuestra Señora de la Candelaria. Pido que se le dé especial realce a esta solemnidad en las parroquias proponiendo a María como ejemplo de fe, de esperanza y de caridad y suplicando con insistencia su ayuda en favor de nuestra Arquidiócesis. Sintámonos, en verdad, fortalecidos con su ejemplo y su intercesión para realizar, con pasión y con esperanza, las tareas que nos piden en este año la gloria de Dios y la salvación de nuestros hermanos.
+ Ricardo Tobón Restrepo
Arzobispo de Medellín