Jue 17 Dic 2020
"Quiero ser, con ustedes, testimonio de la posibilidad y plenitud de volver a Dios"
Estas palabras expresadas por el nuevo obispo de Santa Rosa de Osos, monseñor Elkin Fernando Álvarez Botero, durante el acto de posesión canónica, marcan su sentir al iniciar este caminar en la Iglesia que peregrina por estas tierras antioqueñas.
“El Señor me ha enviado a una Iglesia que peregrina en una región hermosa por su riqueza natural, donde por doquier se percibe la grandeza del Creador; pero más bella aún por sus gentes: generosas, acogedoras, emprendedoras, solidarias, valientes frente a las dificultades; es una comunidad grande, no sólo por su extensión geográfica, sino, y ante todo, por su patrimonio espiritual cimentado sobre la arraigada fe católica de este pueblo”, anotó.
Siguiendo la reflexión propuesta por el evangelista Lucas, que devela tres momentos: una recapitulación y conclusión de la misión de Juan el Bautista; la autorrevelación de Cristo como el Mesías esperado y la invitación a acoger en él los signos de la salvación, advirtió que este pasaje es una invitación a renovar la fe en Cristo. “Ir al encuentro de Cristo y ser sus discípulos es la clave para que podamos experimentar también hoy los signos salvíficos de la presencia viva y actuante del Señor”.
Así también, evocando las palabras del papa emérito Benedicto XVI:“un humilde trabajador en la viña del Señor”,se reconoció como discípulo y sucesor de los apóstoles para pastorear esta iglesia particular que hoy Dios le ha encomendado.
Resaltó de manera especial la trayectoria centenaria que ha marcado el camino de evangelización de esta Jurisdicción y los frutos de santidad, mostrados en la persona del beato padre Marianito. Igualmente, reconoció la labor de quienes a su paso han dirigido los destinos pastorales de esta iglesia.“He sido enviado para proseguir la tarea pastoral que con generosidad sin límites y respondiendo a los desafíos de cada época desplegaron quienes han estado al frente de los destinos pastorales de esta iglesia diocesana: los obispos Maximiliano Crespo Rivera, Miguel Ángel Builes Gómez, Félix María Torres Parra, Joaquín García Ordoñez, Jairo Jaramillo Monsalve y Jorge Alberto Ossa Soto”.
Al reconocer humildemente su fragilidad, se puso en manos de Dios, para con total docilidad y al ejemplo de Cristo, Pastor y Obispo, guiar las almas confiadasy actuar dentro de la comunidad como maestro, sacerdote y pastor. “Pido la gracia de seguir realizando la misión del Bautista: disponer los caminos y allanar los senderos; guiar, para que todos vayamos al encuentro de Cristo, así como tantos otros lo han hecho a lo largo de la historia en esta Iglesia”.
Igualmente, expresó el deseo de trabajar de la mano con el clero, favoreciendo siempre a las comunidades más vulnerables y acercándose en un diálogo respetuoso con quienes piensan diferente o se han alejado de Dios. “Deseo y pido con todo mi corazón que el Señor me dé la gracia de saberme poner adelante, al lado y detrás de los sacerdotes, mis inmediatos colaboradores en la misión pastoral; de los más pobres, necesitados y excluidos; de los enfermos y ancianos; de las familias, de los jóvenes y de los niños.También quiero acercarme a quienes, por diversos motivos, se han distanciado de Dios o de la Iglesia; quiero abrir horizontes de diálogo con otras realidades de fe y con las diversas instituciones sociales”.
Tras reconocer los retos y desafíos que plantea el trabajo pastoral en estos territorios, consecuencia no solo de la pandemia, sino de factores sociales como la pobreza, la violencia, el narcotráfico, desastres naturales, la falta de empleo, entre otros, el prelado dijo que para enfrentar estos obstáculos, se hace necesario “volver a Dios y caminar juntos”.
En este contexto, monseñor Álvarez Botero propuso algunos puntos que podrán marcar el paso para ir avanzando en un caminar conjunto:
Hacia el encuentro permanente con Cristo, Camino, Verdad y Vida, que nos hace experimentar en nuestra existencia personal y comunitaria los signos de su salvación.
Hacia comunidades cristianas vivas y dinámicas, que manifiesten la alegría del seguimiento de Jesús.
Hacia una Iglesia viva y organizada, con comunidades cristianas unidas y dinámicas, que sea casa de fe para todos.
Hacia una Iglesia diocesana en la que sigan germinando y en la que puedan crecer las vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, así como las vocaciones laicales.
Hacia la madurez de la fe, que nos impulsa a vivir decididamente el Evangelio y a ser testigos valientes de los valores del Reino, aunque debamos hacerlo en contracorriente.
Hacia la reconciliación y la paz, que Cristo nos consiguió con su sacrificio en la cruz, en la que derrumbó los muros que nos dividen; necesitamos entre todos forjar una cultura de paz.Así como lo hemos proclamado en el Salmo, esperamos que en los pueblos de toda la diócesis la misericordia y la fidelidad se encuentren, la justicia y la paz se besen.
Hacia el compromiso efectivo de caridad con los más pobres y frágiles en la sociedad.
Hacia la verdadera fraternidad entre todos, que se cultiva en la unidad de las familias, y que es capaz de vencer los odios, rencores y venganzas, y se expresa en el compromiso solidario con los más pobres y necesitados.
Hacia los que esperan el anuncio y testimonio de la Buena Nueva.Como nota característica de toda comunidad eclesial, Santa Rosa de Osos ha sido y ha de seguir siendo una diócesis marcadamente misionera, que vive en permanente estado de misión y está continuamente en salida.
Finalmente, encomendó su ministerio y el pastoreo de esta Iglesia de Santa Rosa de Osos a los pies de Nuestra Señora de las Misericordias.“Ella, como lo hizo, con la comunidad apostólica en el cenáculo, ore con todos nosotros para que vivamos un nuevo Pentecostés, y salgamos a anunciar por todos lados las maravillas de Dios”.
Al acto de posesión asistieron el Nuncio Apostólico, Mons. Luis Mariano Montemayor, a quien le expresó su agradecimiento y comunión hacia el papa Francisco, un grupo de arzobispos, obispos, sacerdotes, religiosos, religiosas, la familia y un grupo de laicos.