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orinoquía

Lun 23 Mayo 2022

REPAM Colombia, presenta su boletín LA AMAZONÍA ERES TÚ

La Red Eclesial Pan-amazónica de Colombia -REPAM- junto al Secretariado Nacional de Pastoral Social (SNPS), ha publicado la primera edición del boletín viajero para recordar que LA AMAZONÍA ERES TÚ, con un contenido que identifica y reconoce a la Amazonía. Según lo ha indicado el padre Rafael Castillo Torres, director del SNPS, este boletín “identifica y recoge la identidad de la Amazonía, la articulación de sus actores y las apuestas territoriales que van llenando de sentido el Buen Vivir como opción fundamental de los pueblos que la conforman” En esta primera edición, se recopila noticias importantes de las regiones y las voces de diferentes lugares, extendiendo el llamado al cuidado de nuestra creación; reflexiones sobre el por qué es urgente que el próximo gobierno proteja la amazonía; y el desarrollo de las actividades y espacios que realiza REPAM Colombia en la Amazonía y Orinoquía. LA AMAZONIA ERES TÚ, un boletín que llega para informar y dar a conocer la importancia que tiene la Amazonía, demostrando que entre todos podemos emprender y proponer acciones que garanticen el cuidado de la casa común. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar boletín AQUÍ[/icon]

Jue 29 Oct 2020

Exitosa Asamblea de la Conferencia Eclesial de la Amazonía

En consonancia con las conclusiones del documento del Sínodo de los Obispos que tuvo lugar en el Vaticano en 2019, "Nuevos caminos para la Iglesia y para una ecología integral", se realizó los días 26 y 27 de octubre la primera Asamblea Plenaria de la Conferencia Eclesial de la Amazonía, CEAMA, donde se contó con la participación de una delegación colombiana que se encuentra realizando su acción pastoral y ejercicio de Iglesia en los territorios de la Amazonía y la Orinoquía. En diálogo con la oficina de comunicaciones de la Conferencia Episcopal de Colombia CEC, monseñor Omar Mejía Giraldo, arzobispo de Florencia, contó sus impresiones de este primer encuentro en el que participaron más de 250 personas de manera virtual, entre representantes de instituciones eclesiales, pueblos originarios y comunidades del territorio amazónico. El 40% laicos, hombres y mujeres que habitan la Amazonía, un 25% obispos, y el porcentaje restante fueron sacerdotes y religiosas. El prelado explicó que el documento del Sínodo fue la ruta inspiradora para realizar este encuentro, puesto que en él se pide que la Iglesia “debe marcar unos caminos o estructuras que sirvan para responder a la necesidad evangelizadora y de inculturación en la Amazonía”. “Esta es una respuesta para seguir caminando en ‘sinodalidad’, y para buscar cómo escucharnos, cómo ir dando pasos en la organización de un plan pastoral para la Amazonía y, desde luego, una experiencia para acogernos y sentir que todos tenemos un solo propósito, evangelizar insertos en estas culturas ancestrales y en las culturas campesinas que participan de la vida cotidiana de la Amazonía”. En síntesis, el arzobispo resaltó tres aspectos que fueron los que permitieron congregar a esta reunión: “primero, para escucharnos; segundo, para ir gestando un plan pastoral; y tercero, para sentirnos acogidos entre todos, este es un signo muy bonito”, puntualizó. Por último, pidió la oración y el acompañamiento de todos, para que este tipo de encuentros sigan dando respuesta al clamor de los pueblos amazónicos y de la Orinoquía. Consulte la declaración final de la Asamblea CEAMA - [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar declaración final[/icon]AQUI Vea el video que preparó la Red Eclesial PanAmazónica (REPAM), luego del cierre de la Asamblea, en el que participaron el cardenal Claudio Hummes, presidente de la CEAMA; Patricia Gualinga, representante de los pueblos indígenas en la CEAMA; monseñor Miguel Cabrejos, presidente del CELAM, y la hermana Liliana Franco, presidenta de la CLAR.

Sáb 2 Mayo 2020

Llamado de los obispos en favor de las realidades indígenas, campesinas y afros

Ante el avance de la pandemia en la Amazonía y Orinoquía colombiana, obispos de estas regiones hacen un llamado urgente a las autoridades y a toda la ciudadanía, para que se actúe de manera efectiva y responsable en la atención a la población, considerando las condiciones y limitaciones que hay en estos territorios. En un comunicado de prensa los obispos reconocen el esfuerzo que viene adelantando el Gobierno para otorgar las ayudas a la población necesitada. Sin embargo “lo exhortamos, a actuar de manera eficiente, al constatar que muchas personas en condiciones económicas precarias y que no están incluidas en los programas de ayuda, no han podido acceder al circuito de entrega de víveres o dinero”. Hacen especial énfasis al recordar que si bien esta pandemia afecta a todos los colombianos, las desigualdades sociales que se viven en estos territorios pueden llegar a afectar en mayor escala a los más débiles y desprotegidos. Resaltan de manera especial su preocupación por lo que está aconteciendo en la cárcel de Villavicencio y con los habitantes de Puerto Leticia. Igualmente, ratifican el llamado a toda la población para que se mantengan cumpliendo con las medidas decretadas por el Gobierno Nacional, para la prevención del contagio masivo del virus. Aunque apuntan “reconocemos que estas medidas son difíciles de cumplir debido, a que, desde antes de estallar la crisis por el COVID19, la población amazónica y en especial los indígenas, campesinos y afros, ya se encontraban en situación de pobreza estructural, en condiciones de inseguridad alimentaria y malnutrición, sin acceso a la salud y al agua potable”. Los obispos se unen al llamado de la Organización de Pueblos indígenas de la Amazonía Colombiana –(OPIAC), en la que solicitan un diálogo urgente con el Gobierno Nacional, regional y otras organizaciones afines al tema, con el fin de buscar soluciones que ayuden a enfrentar este mal de la pandemia. Para este diálogo consideran ellos, es importante contar también con la “participación de las organizaciones indígenas y populares e implementar una estrategia que asegure alimentos y productos de higiene y limpieza, con el fin de afrontar en mejores condiciones la pandemia y la cuarentena durante los siguientes meses”. Por otra parte y en comunión con el llamado que hace la Conferencia Episcopal, de rechazar todo acto violento que atenta contra la vida de las personas, de manera especial contra los líderes y lideresas, instan al Estado a “hacer todos los esfuerzos para avanzar en la implementación de los acuerdos de paz, que daría un respiro y una esperanza al país y en general a las comunidades tan azotadas por las violencias”. “Pedimos acciones urgentes de las autoridades, para tomar las medidas necesarias que permitan frenar esta realidad dolorosa; así como, el poner punto final a la devastadora deforestación de la Amazonía, que en estos tiempos de cuarentena se ha agudizado de manera alarmante”, señala la misiva. Igualmente, animan para que durante este tiempo de pandemia se fortalezcan los espacios de espiritualidad y oración dentro de los hogares, se mantenga alerta frente a cualquier tipo de violencia intrafamiliar y se esté cercano a los más necesitados desde lo que permite el aislamiento social establecido. Finalmente, reafirman el compromiso de la Iglesia para seguir ayudando desde la Pastoral Social y las parroquias, tanto con recursos económicos, materiales y humanos, para aliviar de alguna forma la crisis que está generando esta emergencia sanitaria en la población más vulnerable de estos territorios. El comunicado que fue emitido este primero de mayo fue suscrito por: Mons. Óscar Urbina Ortega, presidente de la Conferencia Episcopal de Colombia y Arzobispo de Villavicencio; Mons. Omar de Jesús Mejía Giraldo, Arzobispo de Florencia; Mons. José Figueroa Gómez, obispo de la diócesis de Granada ; Mons. Francisco Javier Múnera Correa, obispo diócesis de San Vicente del Caguán; Mons. Luis Albeiro Maldonado Monsalve, obispo diócesis de Mocoa-Sibundo; Mons. Nelson Jair Cardona Ramírez, obispo diócesis de San José del Guaviare; Mons. Edgar Aristizábal Quintero, obispo diócesis de Yopal; Mons. Jaime Cristóbal Abril González, obispo diócesis de Arauca; Mons. José de Jesús Quintero Díaz, Vicario Apostólico de Leticia; Mons. Héctor Javier Pizarro Acevedo, Vicario Apostólico de Trinidad; Mons. Francisco Antonio Ceballos Escobar; Vicario Apostólico de Puerto Carreño; Mons. Medardo de Jesús Henao del Río; Vicario Apostólico de Mitú; Mons. Raúl Alfonso Carillo Martínez, Vicario Apostólico de Puerto Gaitán; Mons. Joselito Carreño Quiñonez , Vicario Apostólico de Inírida; y Mons. Joaquín Humberto Pinzón, Vicario Apostólico de Puerto Leguízamo-Solano. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]

Jue 12 Abr 2018

La misión de la Iglesia que peregrina en la Orinoquía

Por: Mons. Francisco Antonio Ceballos Escobar - Colombia tiene una frontera con Venezuela de 2.219 kilómetros, de los cuales 534, el 24%, corresponden al departamento del Vichada, ubicado geográficamente en el extremo oriental de Colombia y formando parte de la cuenca hidrográfica del Orinoco y Meta. Venezuela no era un país de emigrantes, todo lo contrario, ha sido una de las naciones latinoamericanas que ha albergado en su territorio a más inmigrantes, provenientes en su mayoría de América, Europa, el Medio Oriente y países del Este Asiático. En los años setentas, en el “boom” del petróleo, un alto número de colombianos marcharon al país vecino buscando mejorar su situación económica o huyendo de la violencia. Pero ahora las cosas se han invertido. Desde que llegó al poder Hugo Chávez en 1999, y particularmente durante los cinco años de gobierno de Nicolás Maduro, esta situación se ha agravado convirtiéndose en una de las principales fuentes de emigración en el mundo. Esa crisis de la hermana república de Venezuela ha convertido a Colombia en lugar de recepción y de tránsito; los transeúntes, preferencialmente van buscando alcanzar los países del sur del continente, en donde algún miembro de su núcleo familiar se estableció anticipadamente, antes de que la situación se agravara, o donde prevén mejores condiciones económicas y posibilidades de trabajar y vivir dignamente. A Puerto Carreño los venezolanos llegan en menor escala con respecto a Cúcuta, Santander, Arauca o la Guajira, pues las distancias y los altos costos del transporte aéreo, terrestre o fluvial, para llegar al interior del país, les impiden utilizar esta frontera. Muchos de quienes llegan al país, ya sea con la Tarjeta de Movilidad Fronteriza, con pasaporte, o ilegalmente por las muchas trochas que existen, se quedan, o van y vienen, como es el caso de los “bachaqueros” que deambulan por las calles vendiendo algunos productos de la canasta familiar, o se ubican estratégicamente en las esquinas, de tal manera que con facilidad puedan cargar sus cosas cuando aparece la policía requiriendo documentos. Según estadística proporcionada por el Puesto de Control Migratorio Fluvial, el flujo migratorio en el 2017 en Puerto Carreño fue de 3.557 personas; fueron devueltos por no presentar los requisitos de ingreso al país o haber ingresado por lugar no habilitado 7.130 personas. En los primeros cuatro meses del 2018 ingresaron 5.118 venezolanos al país. Las autoridades migratorias devolvieron 1.694 ilegales. Pero más los que ingresan por las trochas que por los puestos de control. Teniendo en cuenta de que la población de Puerto Carreño se estima en 21.000 habitantes, la proporción de los que se quedan es muy alta. Lo cierto es que en Puerto Carreño han aumentado los robos callejeros, a casas y a establecimientos públicos; la prostitución galopa por sus calles; las riñas callejeras, la tasa de homicidios ha crecido; el microtráfico y la drogadicción va en aumento; las enfermedades de transmisión sexual, son cada día más frecuentes; la unidad familiar, ya resquebrajada, se ha empeorado; la cárcel ya no tiene cupo para tanta gente, de los cuales 9 son venezolanos; y si a esto le agregamos la trashumancia de algunos miembros de las comunidades indígenas, la situación se hace más tétrica. Acoger, acompañar y consolar es nuestra misión Ante esta crisis humanitaria los cristianos no podemos ser sordos y ciegos, pues Dios se nos ha revelado como alguien que está siempre a favor de los que sufren, los maltratados, los pobres. Lo dice la Biblia en el libro de Judit 9, 11: Tú eres el Dios de los humildes, defensor de los pequeños, apoyo de los débiles, refugio de los desvalidos, salvador de los desesperados. Para Jesús los pobres eran los favoritos del Padre; Él mismo se identificó con los pequeños, con los que tienen hambre, con los que están desnudos, los enfermos, los encarcelados (. Mt 25, 40). Desde los pobres Jesús nos llama a la conversión, desenmascara nuestro bienestar, cuestiona nuestra manera de vivir la fe, rompe nuestros esquemas y nuestra tranquilidad. El Papa Francisco en múltiples ocasiones y escenarios se ha dirigido a los cristianos y a la comunidad internacional, a fin de despertar nuestras conciencias ante la tragedia del desplazamiento. Dirigiéndose a los participantes del Tercer Encuentro Mundial de Movimientos Populares, el Papa dijo: “La tragedia de estas gentes sólo la puede describir con una palabra que me salió espontáneamente en Lampedusa: vergüenza. Allí pude sentir de cerca el sufrimiento de tantas familias expulsadas de su tierra por razones económicas o violencias de todo tipo, multitudes desterradas, -lo he dicho a las autoridades de todo el mundo-, como consecuencia de un sistema socioeconómico injusto y de conflictos bélicos que no buscaron, que no crearon quienes hoy padecen el doloroso desarraigo de su suelo patrio, sino más bien, muchos de aquellos que se niegan a recibirlos. Nadie debería verse obligado a salir de su patria. Pero el mal es doble cuando, frente a esas circunstancias terribles, el emigrante se ve arrojado a las garras de los traficantes de personas para cruzar las fronteras, y es triple si, al llegar a la tierra donde creyó que iba a encontrar un futuro mejor, se le desprecia, se le explota e incluso se le esclaviza. Esto se puede ver en cualquier rincón de cientos de ciudades”. La actitud de la Iglesia debe ser la del samaritano, sin lugar a dudas; es decir, acoger, acompañar y consolar. Al decir de Johann Baptist Metz con “una mística de ojos abiertos”, o una espiritualidad de responsabilidad absoluta hacia los que sufren llevándoles a recobrar la esperanza y la posibilidad de una vida mejor. Más que dar comida, abrigo, medicina, etc., que si bien es lo primero, y se ha hecho con la ayuda de Cáritas Internacional y la Pastoral Social Nacional, hay que dar esperanza a quienes la han perdido ante los múltiples intentos fallidos de recuperar la institucionalidad, la paz, el poder adquisitivo, etc. “La esperanza es algo constitutivo en el ser humano… El hombre no solo tiene esperanza, sino que vive en la medida en que está abierto a la esperanza y es movido por ella”. Desde la óptica cristiana nuestra esperanza tiene un nombre: Jesucristo resucitado. Solo desde él a los cristianos se nos desvela el futuro último que podemos esperar para la humanidad, el camino que puede llevar al ser humano a su verdadera plenitud y la garantía última ante el fracaso, la injusticia y la muerte. La resurrección es la última palabra sobre el destino final de todos, como dice Pablo a Timoteo: “Cristo es nuestra esperanza” (1 Timoteo 1, 1). Dios quiera que tantos hombres y mujeres que han dejado su tierra, su familia, su patria, sus pequeñas seguridades, encuentren en nuestras iglesias y comunidades cristianas un refugio en donde puedan llorar sus desgracias y en donde logren recuperar sus fuerzas. + Mons. Francisco Antonio Ceballos Escobar Obispo Vicariato Apostólico de Puerto Carreño