Pasar al contenido principal

padre arturo arrieta aguas

Mié 24 Sep 2025

De ‘Patio del Olvido’ a ‘Patio de la Memoria’: en el Cementerio de Palmira se han entrelazado fe, justicia y solidaridad para ayudar a sanar heridas del conflicto

En el patio 2 del cementerio Central de Palmira, un lugar que durante años fue conocido como "el patio del olvido", donde yacen cientos de personas no identificadas, hoy emerge una poderosa historia de reconciliación y búsqueda, que ha acompañado la Iglesia Católica. Este espacio se ha transformado en el primer escenario de justicia restaurativa ordenado por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para la búsqueda, identificación y entrega digna de personas dadas por desaparecidas en el conflicto armado.La iniciativa, gestada por excombatientes de las FARC, exmiembros de la Fuerza Pública y familiares de desaparecidos, con el apoyo de la Unidad de Búsqueda de Personas Desaparecidas (UBPD), se convierte un sitio asociado a la muerte y el abandono en un símbolo de vida, memoria y esperanza. Un mural ubicado en la entrada del camposanto con la frase "Nos juntamos para encontrarlos" da la bienvenida a este proceso que busca sanar heridas profundas.La construcción de osarios: un acto concreto de dignificaciónEn el corazón de este esfuerzo se encuentra la construcción de 600 nuevos osarios, una tarea técnica y profundamente humana en la que hombres y mujeres, incluyendo a los mismos excombatientes y comparecientes, trabajaron bajo el sol y la lluvia para dar forma a estas estructuras destinadas a albergar, de manera digna y organizada, los restos de las personas que sean identificadas.Luz Janeth Forero, directora de la UBPD, resaltó el valor moral, institucional y social de la experiencia de Palmira, demostrando que la búsqueda "no es únicamente una tarea técnica o legal, sino un acto de dignidad y compromiso ético". Destacó además la colaboración entre entidades del Sistema Integral de Paz, el Estado, la cooperación internacional y actores sociales.La decisión de la JEP y el rol de la DiócesisLa reciente sentencia de la JEP contra el último secretariado de las FARC-EP priorizó el cementerio de Palmira para un proyecto de sanción restaurativa, validando y fortaleciendo así este esfuerzo. Esta decisión histórica reconoce el valor simbólico y reparador de un trabajo que, desde hace tiempo, venía siendo acompañado por la Pastoral Social de la Diócesis de Palmira.El padre Arturo Arrieta Aguas, director de esta pastoral, destacó la importancia del fallo: “La reciente sentencia de la JEP (…) reconoce el valor simbólico y reparador de un espacio que, durante años, ha sido acompañado por la Pastoral Social de Palmira, junto a familias buscadoras, comparecientes, instituciones y organizaciones sociales. Para la comunidad y la diócesis, esta noticia es motivo de esperanza”. El padre Arrieta añadió que el objetivo es resignificar el espacio: “Tener esas expresiones simbólicas… Buscar resignificar este espacio a través de ese mural, darle vida. Pero sobre todo el decir que como iglesia, como sociedad, no podemos olvidar”.Por su parte, monseñor Rodrigo Gallego Trujillo, Obispo de Palmira, explicó el vínculo de la Diócesis desde su vocación evangelizadora y de reconciliación. “La diócesis se ha vinculado de una manera efectiva, a partir de la vocación de la Iglesia de evangelizar, de ser presencia profética de Jesucristo (…) Que se encuentren personajes antagónicos y que se llegue a una realidad de conciliación, eso sólo es posible con la mirada de Dios”, afirmó. El prelado subrayó el mensaje de esperanza: “La diócesis quiere seguir acompañando (…) queremos ser una voz profética que anuncie la esperanza. No podemos ser profetas de desesperanza”.Lo que ocurre en el cementerio de Palmira es un ejemplo tangible de cómo, incluso en los lugares que simbolizan el final, puede comenzar un nuevo capítulo para las víctimas del conflicto colombiano; uno donde la verdad, la reparación y el perdón se construyen, ladrillo a ladrillo, desde el encuentro improbable entre quienes antes fueron adversarios, unidos ahora por una misma causa: encontrar a los desaparecidos y honrar su memoria para que nadie sea olvidado.Vea a continuación el video oficial elaborado por la Diócesis de Palmira:Vea el reel informativo a continuación:

Mié 3 Abr 2024

Mi Pascua en el Darién

Por P. Arturo Arrieta Aguas - Escrito en "Lajas Blancas", campamento en el Darién.Un sol inclemente azota uno de los campamentos a las orillas de la selva del Darién, donde día a día llegan, de diferentes partes del mundo, cientos de migrantes. Algunos, con la alegría nerviosa de haber pasado la selva, pero con el desconcierto de no saber qué les espera; otros con el corazón desgarrado por haber dejado atrás a otros que ya no llegaran; otros sencillamente llegan...Así fue, estuve en el Darién, en "Lajas Blancas", por el lado de la frontera con Panamá. La vida me trajo aquí nuevamente, y haber visto tantos videos y fotos no se compara con tener la realidad de frente. Siempre la misma escena: niños y más niños que ni entienden lo que pasa, hombres y mujeres casi sin poder caminar. A algunos, por hablar otra idioma, no les entendía lo que me decían, pero su gesto es suficientemente claro: una mano extendida con insistencia hacia nosotros, la otra señalando su estómago y una mirada desgarradora difícil de olvidar.Otra imagen se me ha quedado de manera especial. La de un joven que, con su mirada perturbada, no paraba de llorar diciéndome: "hay niños que murieron ahogados en el rio". Y hoy aquí pensaba: ¿Cómo viviré mi Pascua ahora que llegue a Colombia? ¿Qué podré decir en cada celebración? ¿No sería mejor callar? Sin embargo, ahora entiendo tal vez mejor el acontecimiento de la Pascua que, en imágenes sencillas pero certeras, ha sabido recoger lo esencial del misterio de Dios y de su entrega.Mateo nos dice que el día se tornó oscuro desde la hora sexta hasta la hora novena, desde el mediodía hasta las tres de la tarde (Mateo 27, 45). En el mundo es de noche y los hombres caminamos en tinieblas. Creemos saberlo todo y no vemos lo esencial. El relato tiene mucho de cierto. Si Dios resucita a su Hijo, siempre será para iluminar nuestra ceguera y abrir nuestros ojos al dolor del hermano que sufre.La manera más auténtica de celebrar la pasión del Señor es reavivar nuestra compasión, sin esto se diluye nuestra fe en el “Dios crucificado” y se abre la puerta a toda clase de manipulaciones. Que nuestro beso al crucificado nos ponga siempre mirando hacia quienes cerca o lejos de nosotros viven sufriendo con sus sufrimientos espirituales y materiales, hasta que un día celebremos la pascua celestial y el señor no responderá si eres de los míos “porque tuve hambre y me diste de comer”.La muerte de Jesús trajo frío y hace frío en el mundo actual. Falta el calor del verdadero amor. Se han helado muchos corazones, se han helado muchos países bloqueados por la superficialidad y el bienestar, muchas veces no somos capaces de sentir verdadera compasión por tantos crucificados vivos. El relato dice la verdad...Si Dios resucitó a su Hijo, será para poner en el mundo el calor del amor y la misericordia, este es el sentido de la Pascua.Solo hay una manera de vivir como resucitados: abandonar nuestras presunciones y seguridades, dejar de engañarnos, no confiar en tantas palabras vanas que salen de nuestra boca y tener el coraje de creer más en el amor y en la compasión. Podemos ser mejores, en el mundo puede crecer la solidaridad, pero eso sí, Dios solo puede resucitar allí donde se le deja entrar, y solo se le deja entrar allí donde se deja entrar al amor. Bendiciones.Padre Arturo Arrieta AguasDirector de Pastoral Social de la Diócesis de PalmiraDirector de la Red Clamor - Capítulo Colombia