Jue 20 Jul 2017
Párroco Castrense
Por: Mons. Fabio Suescún Mutis - La Iglesia es misionera por naturaleza y su primera tarea es la evangelización que tiene como fin anunciar y testimoniar a Cristo Jesús y promover en todos los ambientes y culturas su evangelio de paz y amor, también en el mundo Militar y Policial está llamada a ser “sal”, “luz” y “levadura” nos decía el Papa Benedicto XXI al dirigirse al mundo Militar en octubre de 2006. Porque el Pueblo de Dios también peregrina en nuestros cuarteles y unidades y al frente de él están los sacerdotes párrocos castrenses.
El sacerdote castrense ha de ser el hombre de la misión evangelizadora: El hombre de testimonio, el hombre de la Palabra que proclama, el hombre del ardor apostólico, el hombre de la comunidad, el hombre de la misericordia, el hombre de Dios, que al frente de su Unidad guía a sus fieles al encuentro personal con Cristo Vivo.
Un sacerdote castrense es la presencia de Jesús en la Unidad. Es el que guía y cuida del rebaño del Señor. Es el buen pastor que sale en búsqueda de la oveja descarriada para volverla a su redil. Es el consejero que habla el oído del que sufre. Es la mano tendida a quien flaquea en la dura batalla de la existencia. Es el hombro en el que llora las vicisitudes de la vida. La esperanza de quienes llevan en el alma un desasosiego en la existencia. Es la voz de Jesús que dice “venid a mí los que estáis tristes que yo os aliviare”. Pero especialmente el Sacerdote Castrense es quien anuncia la buena nueva del Reino de Dios en el ámbito Militar y Policial.
Su misión la realiza como nos dice el Concilio Vaticano II en su Decreto <<Christus Dominus>> 43, en aquellos hermanos que, “por las peculiares condiciones de vida, requieren una solicitud especial”, y pide a los Obispos que “ofrezcan sacerdotes idóneos para este grave cargo… y así promuevan el bien espiritual de los soldados”. Es por esto que para ser sacerdote castrense se requiere una vocación y unas cualidades que lo lleven no solo a ser auténtico sacerdote sino discípulo misionero que arda en amor a Jesús y con su ejemplo de vida haga realidad el anuncio por su testimonio. Si el Párroco Castrense es la presencia de Jesús en los cuarteles, su vida ha de ser intachable para que soldados y policías vean en él la presencia del Señor.
En el mundo castrense se vive muchas veces de incertidumbres, de peligro y de muerte. El verdadero sacerdote castrense es el que comparte su vida con sus fieles, los anima, los consuela y convierte esos momentos en esperanza y fe. La guerra deja huellas permanentes en los hombres, deforma no sólo las uniones entre hermanos y naciones y desfigura a los soldados que son testigos de las atrocidades causados por los conflictos. El capellán ha de ser evangelizador de la verdad, la reconciliación y la paz.
Los Militares sostenidos por los sacerdotes castrenses, pueden tener, como afirmó el Papa San Juan Pablo II el: “papel de centinelas que escrutan para evitar el peligro y promover por todos partes la justicia y la paz” (Jubileo año 2000).
La expresión concreta de esta cura pastoral para los soldados es el Obispado Castrense que como cualquier diócesis es la porción del pueblo de Dios que peregrina en Colombia. Evangelicemos a nuestros Militares y Policías para que Jesús sea conocido, amado e imitado en todos los cuarteles, bases y Unidades de nuestras Fuerzas Armadas de Colombia.
+ Fabio Suescún Mutis
Obispo Castrense de Colombia