Lun 4 Sep 2017
Bienvenido Papa Francisco a Colombia
Nuestro pueblo católico está feliz con la visita del Papa. Los corazones están dispuestos y los oídos atentos para escuchar su mensaje confirmándonos en la fe. Desde la primera noticia de la posibilidad de su visita, se comenzó a sentir ese movimiento que toca las fibras más íntimas del alma cuando se presiente algo muy deseado y amado. Ciertamente es para la Iglesia Católica y para Colombia motivo de alegría y esperanza que se verán colmados por su generosa presencia y entrega, para pastorear el pueblo de Dios que peregrina en nuestra amada Colombia.
Bienvenido el sucesor del Apóstol Pedro a quien Cristo constituyó cabeza visible de su Iglesia y dio el poder de enseñar, santificar y poseer las llaves. Esperamos que su palabra penetre nuestro Espíritu, que sin duda será aliento de vida para poder afrontar con fe valerosa, fuerte esperanza y caridad generosa los muchos desafíos que nos aquejan. El comité teológico de la vista nos dice:
“Hemos iluminado este camino de preparación desde la imagen de la siembra, como realidad que implica disposición del terreno, cuidado, dedicación y perseverancia para alcanzar excelentes frutos, porque la transformación personal y social será posible si la entendemos de esa manera: como una siembra que implica compromiso individual y continuidad en los procesos para construir sociedades verdaderamente humanas”.
Desde esta Provincia eclesiástica conformada por siete diócesis de los departamentos del Cauca, Nariño y Putumayo damos la bienvenida al papa Francisco, estamos orando a Dios para que bendiga y acompañe siempre al sembrador que viene a sembrar en nuestro pueblo la semilla siempre buena del evangelio. Muchos peregrinos se harán presentes no obstante las distancias, porque desean traer la gran alegría y esperanza que las enseñanzas del Papa depositan en los corazones abiertos a la voz del Pastor.
Nos preparamos con la oración, la súplica ferviente y confiada al Señor para guíe los pasos del Pastor universal de la Iglesia, para que a nosotros nos disponga la mente y el corazón para escuchar sus palabras. Nos preparamos también para que encuentre una Colombia bella pero con muchas manchas y arrugas que es necesario rejuvenecer con el rocío fresco del evangelio. La palabra del Pastor universal confirma en la fe a los obispos que ha puesto al frente de las diócesis, a los sacerdotes y diáconos sus más cercanos y queridos colaboradores, junto con las religiosas y religiosos. Los laicos fieles miembros, en movimientos, grupos apostólicos, familias y apostolados, todos comprometidos apóstoles de la pastoral, que en los más variados campos del quehacer humano, están haciendo brillar la luz de Cristo depositada en sus vidas desde el bautismo, fortalecida con los sacramentos y comprometidos de lleno en la transformación de las realidades temporales adversas al evangelio.
La Virgen María que, en sus distintas manifestaciones en todos los pueblos y de manera especial en Colombia, desde tiempos iniciales de la evangelización, ha demostrado su maternal protección, y nos insiste en la conversión y la oración, sea más escuchada. Ella también indica la fórmula precisa para ser buenos discípulos de su amado Hijo Jesucristo “Hagan lo que Él les diga”(Jn2,5).