Vie 7 Abr 2023
Pasión de nuestro Señor Jesucristo
VIERNES SANTO EN LA PASIÓN DEL SEÑOR
Abril 7 de 2023
Primera Lectura:Isaías 52,13 - 53,12
Salmo: 31(30),2 y 6.12-13.15-16.17y25 (R. 6a)
Segunda Lectura: Hebreros 4,14-16; 5,7-9 /
Evangelio: Juan 18, 1-19,42
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
En la liturgia de la Palabra se lee el cuarto cántico del Siervo de Yahveh; el salmo 31 con la invocación de Jesús en la cruz «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu»; el pasaje a los hebreos que proclama el sentido sacerdotal de la vida de Jesús, y en la pasión según el evangelio de Juan, la muerte de Jesús es una progresiva exaltación del Señor, Cordero sacrificado en la Pascua y de su costado abierto nace la Iglesia.
Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Isaías 52,13 --- 53,12: El servidor fiel de Yahveh
La vida del servidor fiel de Yahveh es escueta, según la profecía: nacimiento y crecimiento (v.2), sufrimiento y pasión (7) condena y muerte (8), sepultura (9) y glorificación (10-11a). Quienes narran los hechos son transformados y dan cuenta de este cambio. Dios confirma el anuncio testimonial con su oráculo; anula el juicio humano y declara inocente a su siervo; este sufrimiento del inocente servirá para la conversión de los demás. El triunfo del siervo es la realización del plan del Señor (v. 10).
Hebreos 4,14-16; 5,7-9: Dios lo proclamó sacerdote en la línea de Melquisedec
Los versos finales del texto le otorgan el mejor sentido a la celebración de la Pasión de Jesús, conforman una profesión de fe, procedente de una tradición antigua. Jesús durante su vida le pidió a su Padre ser salvado de la muerte y de hecho fue escuchado; según Rm 6, 10 Jesús fue salvado de la muerte del pecado. Así, Jesús experimentó como el primero la salvación; nadie salva, sin antes ser salvado. Y Jesús fue salvado, fue fiel a su Padre, llegó hasta el final (Teleios, en griego) en su proyecto de vida; Jesús es salvador porque fue fiel hasta la muerte y muerte en cruz.
Juan 18,1---19,42: Jesús se entrega por los seres humanos
El relato está estructurado como una progresiva entronización: Jesús es rey, pero coronado con espinas (19,2); Pilato lo presenta al pueblo revestido con los atavíos reales: “Aquí tenéis al hombre” (19,5). También como una burla Pilato le cede el trono: “Mandó que sacaran fuera a Jesús y lo sentó en tribunal” (19,13; traducción, Biblia de América). Jesús es Rey de las naciones (19,19). La inscripción sobre la Cruz aparece en las tres lenguas: el latín –lengua de la política; el griego –lengua de la cultura- y el hebreo –lengua de la religión judía-. Jesús es entronizado en la Cruz y admirado en su realeza: la contemplación de su costado atravesado por la lanza (19,31-37); luego, el Rey es colocado en su tálamo real con una unción reservada para él (19,39-42).
La muerte de Jesús es la “hora de la Gloria”, la revelación de Dios: “Todo está cumplido” (19,30; 19,24.28). Dios está entre nosotros, pero sobre todo en función de nosotros. En Jesús crucificado se revela el rostro de Dios y el rostro del ser humano, aquí la última hora citada, el mediodía (Jn 19,14), es la de la mayor irradiación de luz. El relato comienza en un huerto, lugar donde Jesús formaba a sus discípulos cuando estaba en Jerusalén (19,1-2), y termina en un jardín, donde salen a la luz los discípulos ocultos, José de Arimatea y Nicodemo (19,38-39), se acentúa de este modo la “vida”, en conexión con el “amor”; amanece una nueva creación.
Entre la muerte y la sepultura de Jesús, se abre una nueva escena de oración, por parte del discípulo a quien Jesús amaba, con signos reveladores: la cita de Zacarías 12,10 (“Mirarán al que traspasaron”: Jn 19,37), Zacarías habló de un dolor de Dios, quien se sentía herido por la muerte de un Rey-Pastor; esta muerte es como un desgarro en el corazón de Dios, y de esa ruptura brota la reconciliación entre Dios y su pueblo. El don de las lágrimas revela el paso de un corazón de piedra a uno de carne por la conversión.
Jesús muere con un grito triunfal (“¡Todo está cumplido!”, 19,30). Aflora en el último instante de la Pasión, el suspiro final de Jesús como la donación de su Espíritu (19,30; según el texto griego, Jesús no “expira” sino “entrega su Espíritu”), así el cuerpo herido de Jesús muerto y resucitado se convierte en el Templo de la Nueva Alianza, de Él brota el río de la vida: el Espíritu Santo (7,37-39). La cruz de Jesús muestra más allá de la muerte de un ser humano, la revelación del amor de Dios en el mundo, ésta es su ofrenda de vida para las personas, es un soplo del Espíritu.
Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
La muerte es un gran misterio, preocupación del ser humano a través de la historia. Se han negado muchas verdades, pero, una siempre permanece: la muerte. Ni siquiera los ateos e indiferentes niegan el final de su existencia con la muerte. Para el pagano, en tiempos de Jesús, la muerte era toda una tragedia; no tenían ideas claras sobre el más allá, y aunque admitían una existencia después de la tumba, dicha existencia estaba rodeada de oscuridad y enigmas. Además, no todos admitían una vida después de la muerte pues implicaba la desaparición total, el fin de las esperanzas, la frustración de los anhelos. Jesús no era un vencido, sino un triunfador; no lo aprisionó la muerte, se liberó de su abrazo mortal; la ignominia se transformó en gloria; el fin del calvario se trocó en el comienzo de una nueva etapa en la historia de la salvación.
Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Al morir Jesús dio un nuevo sentido a la muerte, a la vida, al dolor. La pregunta desesperada de los seres humanos sobre la muerte encontró una respuesta. El cambio de la humanidad debe manifestarse en nuestra existencia, Jesús no aceptó su muerte con la resignación de quien se somete a un destino ineludible, sino como quien acepta una misión de Dios. La muerte de Jesús condena la injusticia de los crímenes y asesinatos, nos pide actuar contra la explotación de los oprimidos, nos pide mejorar su situación; nos invita a acercarnos al desvalido. ¡Comencemos ahora nuestra lectura orante de este significativo relato!
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Recomendaciones prácticas:
•La Palabra de Dios se ha de introducir con brevísimo comentario. Es una bellísima síntesis del Misterio de la Pasión del Señor y de su muerte gloriosa. No deben omitirse las lecturas. La lectura de la Pasión (según San Juan) es el centro de la liturgia de la Palabra de este día.
•Hoy es el día en que la oración Universal tiene un carácter especial, es muy distinta a la forma cotidiana. Es la ocasión en la que, como dice el Misal, los fieles al responder ejercen su oficio sacerdotal, al implorar por la humanidad entera.
•Respecto a las formas de la presentación de la Cruz escójase con tiempo la que va a usarse y ensáyese incluso, para que sea realizada de modo digno, solemne y sobrio.
•Como es un día de silencio y de oración, los cantos deben apropiarse de este espíritu. Hoy no se acompaña el canto con ningún instrumento, ni guitarras, ni órgano, el canto llano es el más indicado.
•Se puede hacer la oración sobre el pueblo, propia para este día, MR, p. 188
•La celebración central de este día es la Muerte del Señor. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más prolongada y festiva la oración del Viernes Santo, pueden hacerlo celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas, se añaden los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse una homilía sobre el evangelio. Se dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario.
•Para este Viernes Santo, Pasión del Señor, ver Liturgia de las Horas II, Apéndice I, Cánticos y evangelios para la celebración de las vigilias, pág. 2059 ss.
•Hoy se hace la colecta para los Santos Lugares, la cual sería necesario ambientar y hacer con afecto. La difícil situación de la Iglesia en Tierra Santa, clama en caridad nuestra solidaridad.
•Evangelizar la piedad popular: Donde hay la costumbre popular de hacer la dramatización del descendimiento de Jesús, debe hacerse en forma digna, acompañado por cánticos a Cristo Salvador o a la Madre Dolorosa.
•Vía Crucis: Para evitar confusiones se podría emplear la forma tradicional, hacerse con sencillez y agilidad, incluir en cada estación una motivación para la oración; las estaciones pueden alternasen con los cantos tradicionales de las mismas y con algunos cantos sencillos; las Imágenes Sagradas pueden disponerse de modo que ilustren adecuadamente este ejercicio.
•Las Siete Palabras: Han de valorarse por el carácter pedagógico y evangelizador que puede imprimirse a este ejercicio piadoso, deben encomendarse a personas bien preparadas, don un mismo tema y revisión de lo que se ha de decir.
•La Procesión del Santo Sepulcro: Hágase, donde se tiene, con piedad, solemnidad y con una catequesis oportuna, que sea ocasión de oración.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición Inicial
Esta tarde estamos reunidos para celebrar la muerte victoriosa de Cristo en la cruz. Contemplemos y meditemos al Cordero sacrificado por nuestra liberación.La celebración de hoy no es la Eucaristía, la Iglesia no celebra la Misa en este día. La liturgia de hoy tiene cuatro partes: lectura de la Palabra de Dios, oración de los fieles, la adoración de la Cruz y la distribución de la Sagrada Eucaristía reservada anoche.Comencemos hoy nuestra celebración en silencio. Después nos arrodillaremos orando ante Jesús desde lo más profundo de nuestro corazón.
Monición a la postración
La postración es el gesto más completo de humildad que una persona puede hacer ante Dios, rico en misericordia. En este día lo hace el ministro que preside la celebración. Nosotros lo acompañamos colocándonos de rodillas.
Monición a la Liturgia de la Palabra
Dispongámonos a escuchar las lecturas de hoy. La profecía de Isaías, el salmo, el texto de la carta a los Hebreos, y sobre todo la Pasión según san Juan, nos ayudarán a introducirnos en el misterio que hoy celebramos. Escuchemos, más todavía, contemplemos, con atención y con el corazón bien dispuesto, la Palabra de Dios.
Monición a la Oración Universal
La Cruz de Cristo, como proclama la liturgia de hoy, ha traído la alegría y la salvación al mundo entero. Los cristianos, que hemos conocido esa alegría, no podemos guardar para nosotros ese tesoro de la salvación de Dios. Por eso, como respuesta a esta Palabra que hoy hemos escuchado, vamos a hacer la oración de los fieles, que es siempre oración universal, pidiendo por todos, para que a todos alcance la luz de la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo. Lo haremos de forma solemne: un lector proclamará la intención, por la que todos oramos en un momento de silencio, y luego el sacerdote recoge la oración de todos en una oración que todos elevamos al Padre diciendo “Amén”.
Oración universal, MR p.173 ss.
Monición a la Adoración de la Santa Cruz
La cruz del Señor es el símbolo de nuestra salvación. Nuestra fe en el Crucificado es el fundamento de nuestra esperanza. Al acercarnos procesionalmente a la cruz, reconozcamos a Jesús como nuestro único Salvador y Redentor, y adorémoslo.
Monición a la sagrada comunión
Ahora se trae el Pan que fue consagrado en la celebración de ayer y con Él comulgaremos. Al comulgar expresemos y vivamos la unión con Aquel que se entregó por nosotros en la Cruz.
Monición final
Después de haber sido testigos del amor del Padre por nosotros, al entregarnos a su propio Hijo, con la gracia del Espíritu Santo y en compañía de la Bienaventurada Virgen María, prolonguemos en el silencio de hoy y de mañana la contemplación del Misterio de la Pasión, y preparémonos al gozo de la Resurrección.