Vie 11 Oct 2024
Luego, ven y sígueme
VIGÉSIMO ÓCTAVO DOMINGODEL TIEMPO ORDINARIOOctubre 13 de 2024Primera lectura: Sb 7, 7-11Salmo: 90(89),12-13.14-15.16-17Segunda lectura: Hb 4,12-13Evangelio: Mc 10,17-30 (forma larga) o Mc 10, 17-27 (forma breve)I. Orientaciones para la PredicaciónIntroducción●Cristo, el Señor, ofrece a todos una vida plena, invitándonos a tomar la decisión de seguirlo como sus verdaderos discípulos. En este seguimiento del Maestro, hoy se destaca la necesidad de poner a un lado los bienes materiales, de desprenderse totalmente de ellos, para poder emprender el camino con Jesús. ●¿Cuál es la verdadera riqueza? La primera lectura nos presenta a un hombre que ha preferido la sabiduría por encima de los tesoros materiales, los cuales quedan en nada ante el valor de esta sabiduría que proviene de Dios. En ese sentido, el salmo le suplica al Señor un corazón sensato. ●La palabra de Dios es viva y eficaz, afirma la Carta a los Hebreos. Solo esta palabra puede llegar a lo más profundo de cada persona. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Al rey Salomón se le atribuyen las palabras del libro de la Sabiduría. Dicha atribución se ha fundamentado en aquel momento en el que Dios le ofrece lo que quiera para su reino y él simplemente pide sabiduría: “concede a tu siervo un corazón atento para juzgar…”; por eso, Dios le concede “un corazón sabio e inteligente” (cf. 1R 3, 9-12). En este contexto se comprende mejor la perícopa que se nos anuncia en la primera lectura. En la Biblia de Jerusalén el v. 7 está antecedido por un título: “Aprecio de Salomón por la Sabiduría”. Lo que sucede es que el escritor de estas palabras, quien se ha presentado antes como un sencillo hombre mortal (cf. Sb 7,1-6), ahora relata su testimonio, su experiencia con la Sabiduría: él la ha preferido por encima de cualquier otro bien o privilegio. De manera poética este hombre va citando aquellas realidades que ha decidido dejar en segundo plano para anteponer su deseo de recibir de Dios la Sabiduría. Además, este pasaje evoca el otro beneficio de Dios: “También te concedo lo que no has pedido, riquezas y gloria” (1R 3,13). De eso también da testimonio el sabio: “Con ella a la vez me vinieron todos los bienes e incalculables riquezas en sus manos” (Sb 7,11).Desde el capítulo 3, el autor de la Carta a los Hebreos ha venido realizando una meditación sobre el Salmo 95 (94), refiriéndose a la incredulidad del pueblo de Israel en el desierto (cf. Sal 95, 7-11; Nm 13-14). Concretamente en el comienzo del c. 4, el autor de la carta alude a la actitud de los israelitas quienes recibieron la Palabra, pero no la aprovecharon (cf. Hb 4, 2). De esta manera, la Carta a los Hebreos se propone advertir a sus destinatarios acerca de las consecuencias de ser duros de corazón, concretamente la de poder quedar sin el descanso que promete el Señor. (cf. Hb 4, 3). De ahí la exhortación: “Esforcémonos, pues, por entrar en ese descanso, para que nadie caiga imitando aquella desobediencia (Hb 4,11)”. Precisamente este es el versículo que conecta con los dos versículos escogidos para la segunda lectura del domingo. La conclusión es el llamado a creer y obedecer a la Palabra de Dios que es viva y eficaz. Llama la atención la imagen de la espada (cf. Sb 18,15-16) que pretende significar la decisión y la contundencia con la que Dios pronuncia su Palabra y la establece como un decreto irrevocable. Como espada afilada esta Palabra puede penetrar y transformar el corazón de quien la escucha y la acepta como lo que es, como verdadera Palabra de Dios (cf. 1Ts 2,13).Alguien corrió a encontrarse con Jesús. Si se arrodilló ante Él es porque reconoció que viene de Dios, que es digno de ser adorado y que puede responder a sus preguntas ya que lo llama “Maestro”. En su cuestionamiento refleja una preocupación por la vida eterna. Parece que no tiene muy claro en qué consiste esta vida, pero quiere alcanzarla y por eso desea escuchar la enseñanza del Maestro. Cómo es clásico en algunos otros pasajes, Jesús responde con otra pregunta orientada hacia el tema de la bondad de Dios. No obstante, Jesús retoma el tema de la conversación y supone que este hombre es conocedor de los mandamientos. De manera ágil, como queriendo dar entender que merece una recompensa, el hombre responde que los ha cumplido desde su juventud. Esta respuesta es la oportunidad que aprovecha el Maestro para llevarlo hacia su principal instrucción, la cual se estructura en tres verbos: vender, dar y seguir. Vender implica una primera renuncia que consiste en deshacerse de bienes que quizá son de uso básico o que tienen un valor material y sentimental para quedar sin ningún elemento, pero sí con el dinero. Luego debe dar otro paso y en esto el hombre ya debe despojarse completamente de los beneficios materiales, aunque es con el fin de practicar la caridad con los más necesitados, acto de amor por sus hermanos realmente loable y elocuente. Es aquí cuando el hombre queda libre para seguir a Cristo y entrar a la comunidad de sus discípulos. Seguir a Cristo es el camino que lleva a la vida eterna y quien lo hace debe estar libre de todo afecto hacia lo material. Al final, este hombre se marcha triste y este desenlace contrasta con otros encuentros con Cristo en los que las personas realmente se han dejado transformar. La decisión de esta persona se convierte en la motivación para instruir a los discípulos acerca del peligro al apego a los bienes materiales.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?Hoy Jesús, el Señor, nos presenta su discipulado vivido a plenitud en la libertad como el camino hacia la verdadera meta de la existencia humana. Claro está que la vida eterna no es solo un objetivo por alcanzar, sino que también es un don del que se comienza a gozar desde aquí, cuando participamos de la gracia que el Señor nos comunica en los sacramentos, en coherencia con nuestra fe y nuestras obras en favor de los demás. La vida eterna es permanecer en Jesucristo, es unir la existencia al Maestro de manera radical para participar de la vida del mismo Dios. Vale la pena recordar esta enseñanza del papa Juan Pablo II en su carta Veritatis Splendor de 1993, en la que nos explica cómo el camino del seguimiento de Cristo le permite al ser humano encontrar su vocación y su dignidad: “Es necesario que el hombre de hoy se dirija nuevamente a Cristo para obtener de Él la respuesta sobre lo que es bueno y lo que es malo. Él es el Maestro, el Resucitado que tiene en sí mismo la vida y que está siempre presente en su Iglesia y en el mundo. Es Él quien desvela a los fieles el libro de las Escrituras y, revelando plenamente la voluntad del Padre, enseña la verdad sobre el obrar moral. Fuente y culmen de la economía de la salvación, Alfa y Omega de la historia humana (cf. Ap 1, 8; 21, 6; 22, 13), Cristo revela la condición del hombre y su vocación integral. Por esto, ‘el hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo —y no solo según pautas y medidas de su propio ser, que son inmediatas, parciales, a veces superficiales e incluso aparentes—, debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en Él con todo su ser, debe apropiarse y asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a sí mismo. Si se realiza en Él este hondo proceso, entonces da frutos no solo de adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo” (VS 8). Además, en relación con la vida eterna, son muy propicias las palabras del papa Benedicto a los jóvenes en 2010: “¿qué es la ‘vida eterna’ de la que habla el joven rico? Nos contesta Jesús cuando, dirigiéndose a sus discípulos, afirma: ‘volveré a velos y se alegrará su corazón y nadie les quitará su alegría’ (Jn 16,22). Son palabras que indican una propuesta rebosante de felicidad sin fin, del gozo de ser colmados por el amor divino para siempre”.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?En el Prefacio de la Plegaria III para diversas circunstancias, expresamos nuestra fe en Jesucristo quien nos llama a seguirlo y nos colma de la vida plena que es la vida eterna. Al mismo tiempo, estas palabras se pueden convertir en un proyecto de vida para todo discípulo que responde a su vocación cristiana y se une vitalmente a Cristo: Porque creaste el mundo por medio de tu Palabray lo gobiernas todo con justicia.Nos diste como mediador a tu Hijo, hecho carne,que nos comunicó tus palabrasy nos llamó para que lo siguiéramos;Él es el camino que nos conduce a ti,la verdad que nos hace libres,la vida que nos colma de alegría.Por medio de tu Hijoreúnes en una sola familia a los hombres,creados para gloria de tu nombre,redimidos por su sangre en la cruzy marcados con el sello del Espíritu.II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos y hermanas: Nuestra verdadera riqueza es Cristo resucitado, a quien alabamos y adoramos en este día de luz, día de vida, día de la comunidad. Con el propósito de desprendernos de todo lo mundano, para seguir libremente al Señor, celebremos con gozo esta Eucaristía. Monición a la liturgia de la Palabra Permitamos que la Palabra del Señor hoy cumpla su cometido al hacerse vida en nuestros corazones. Que descubrimos que en ella se encuentra la Sabiduría que guía nuestros pasos y que se hace para nosotros sacramento de salvación en la Eucaristía. Escuchemos con fe.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Queridos hermanos, desprendidos de todo y siendo dueños de nada, nos dirigimos a Dios Padre, con la seguridad de ser escuchados por Él y obtener su Sabiduría, diciendo:R/. A ti, Señor, lo pedimos con fe.1.Por el pueblo de Dios, conformado por el Papa, los obispos, presbíteros, diáconos, los religiosos y los laicos, para que actúen sin esperar más recompensa que la de obtener la vida eterna. Oremos.2.Por nuestros gobernantes, para que nunca pongan su corazón en los bienes materiales, sino que sepan distribuir mejor las riquezas y cuidar de cuanto se les confía para bien de sus ciudadanos. Oremos.3.Por los jóvenes y niños que se encuentran alejados y son indiferentes a los bienes de Dios, para que el testimonio de otros los atraiga y los conduzca al deseo de poseer, en definitiva, la vida eterna. Oremos.4.Por los pobres y marginados, para que la generosidad de otros los ayude a saciar sus necesidades espirituales y materiales. Oremos.5.Por cuantos conformamos esta asamblea litúrgica, para que la Sabiduría de Dios inunde nuestra vida y así podamos seguir fielmente a Jesús, quien nos hace libres frente a nuestras propiedades y pertenencias. Oremos.Oración conclusivaSeñor Dios, vuélvete sobre nosotrosy escucha las súplicasque te presentamos con fe y esperanza. Por Jesucristo, nuestro Señor.R/. Amén.