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predicación orante domingo 17 de agosto de 2025

Vie 15 Ago 2025

He venido a prender fuego

VIGÉSIMO DOMINGO DEL TIEMPO ORIDNARIOAGOSTO 17 DE 2025Primera lectura: Jr 38,4-6.8-10Salmo: 40(39),2-3ab. 3cd-4ab.4cd-5ab.18 (R. 62[61],2)Segunda lectura: Hb 12,1-4 Evangelio: Lc 12,49-53.I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLa Liturgia de la Palabra de este vigésimo domingo del tiempo ordinario abarca, en sentido amplio, el tema de la división y las dificultades suscitadas por el anuncio de la Buena Nueva. Ahora bien, con el ánimo de especificar su contenido, se resaltan tres ideas propias del mensaje de los textos:1.Una certeza: el Señor nos salva de la fosa del pecado, del error y las angustias.2.Una motivación: correr con constancia la carrera que nos corresponde, sin cansarse ni perder el ánimo.3.Una realidad: el mensaje y la presencia de Jesús y su Evangelio, genera división.1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Se desarrolla la segunda idea: una motivación. La presente perícopa de la Carta a los Hebreos se caracteriza por su lenguaje práctico. Aborda el tema de la fe y la vida cristiana, presentándola con la analogía de una carrera que es ineludible correr. Así mismo, ubicados en el contexto general de las lecturas proclamadas en este día, se abre también el horizonte del combate y la pelea, en cuanto a la evidente división y ruptura que la fe tiende a generar cuando se vive con radicalidad, constancia y alegría, así como a la batalla interior contra el pecado.Llama la atención la utilización de verbos como “correr”, el cual evoca una actitud de auto exigencia, a ejemplo de los atletas, quienes, en su ejercicio, dan todo de sí mismos con miras al alcanzar la meta proyectada. De igual modo, reluce la palabra “constancia” unida al verbo, cuyo matiz enfatiza la urgencia de ser perseverantes, firmes y persistentes. Así mismo, la expresión “fijos los ojos en el que inició y completa nuestra fe, Jesús”, ratifica la clave del éxito en la carrera, pues, nuestro centro, principio y meta es Él, y lejos de Él nada podemos hacer.2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?El fragmento de la Carta a los Hebreos proclamado en esta Eucaristía establece con total claridad una motivación precisa: no cansarse ni perder el ánimo; más aún, correr con constancia la carrera que nos corresponde. En efecto, la vida cristiana, en todos sus aspectos, demanda una actitud de perseverancia, mediante la cual se alcanza la meta de todo bautizado: el Cielo.Uno de los peligros más grandes, en un contexto como el actual, en el que se evidencia una tendencia a la mediocridad y el conformismo, es el de no esmerarse por alcanzar los objetivos. Este criterio es válido para todas las dimensiones humanas, pues, por ejemplo, ante las ofertas de inmediatez por parte de la tecnología, las “facilidades” de lo virtual y el relajamiento en los niveles de exigencia familiar y social, resulta cada vez menos habitual asumir compromisos rigurosos, caminos disciplinados y tareas complejas; más aún, muchos, conscientemente, evaden ese tipo de pedidos. Enfrentamos, pues, un mundo pasivo y en permanente estado de indiferencia.Ahora bien, en el ámbito de la fe, con respecto a la respuesta al llamado del Señor a lo largo de la vida, nos adentramos en una ruta exigente, de permanente acción y rigor, en contracorriente a las inclinaciones de hoy en día. El mismo Señor ha dicho: “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame” (Mt 16, 24). Seguir el Camino implica cargar la cruz, que más allá de ser una solicitud, se trata de un requisito. Esa es nuestra carrera: un peregrinar demandante, que necesariamente insta a una actitud continua de constancia, sin dar lugar a desánimos ni cansancios.Así las cosas, el verbo “correr”, presente en el texto, implica estar en movimiento, ponerse en acción; es contrario a la quietud o a la pasividad. El verdadero creyente no se estanca ni se detiene, al contrario, permanece de pie, con su frente levantada y sus pies en acción, en salida misionera. El testimonio del Evangelio, que todos estamos llamados a dar (con palabras y obras), pone sobre nosotros el compromiso de salir, peregrinar y andar en todo tiempo y lugar.Con todo, dicha misión no se realiza de cualquier modo. Ha de caracterizarse por la constancia, contraria a las tendencias contemporáneas, como evidencia de que estamos en el mundo, pero no somos del mundo (y es que la inconstancia se constituye en un verdadero riesgo, porque estanca el proceso, enloda la ruta de fe y desorienta la vocación). Sólo la constancia nos permite avanzar, nos mueve a alcanzar los objetivos y nos catapulta a la meta de la santidad. No demos espacio al desánimo, cortemos todo pensamiento y actitud de enfriamiento y mediocridad y sigamos avanzando en la carrera, fijos los ojos en Jesús, quien, “en lugar del gozo inmediato, soportó la cruz (…) y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios” (Hb 12, 2).3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Te rogamos, Señor, nos concedas la Gracia de ser constantes en todas las dimensiones de la vida. Mantén nuestros ojos fijos en ti, para que, apoyados y sostenidos por tu mano, venzamos la tentación del desánimo, la pereza espiritual y la mediocridad en la misión encomendada. Permítenos asumir con diligencia y responsabilidad la tarea evangelizadora recibida desde el bautismo, para que, por intercesión y a ejemplo de María, completemos la carrera que nos corresponde y alcancemos el premio de la Vida Eterna. Amén.II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Nos congregamos como hermanos en la fe para celebrar la Eucaristía, misterio de amor y prenda de Vida Eterna. En este vigésimo domingo del tiempo ordinario, el Señor nos reúne para renovar su llamado, revitalizar nuestra existencia, darnos fortaleza y ponernos de pie para vivir en actitud misionera, con constancia y ánimo. Que en esta Santa Misa renovemos nuestro compromiso de seguir a Cristo con corazón firme, buscando siempre la luz que nos guía en nuestro caminar diario. Participemos con atención y disposición.Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra del Señor nos mueve a vivir nuestra fe y la misión evangelizadora con valentía, constancia y ánimo. En efecto, nuestra perseverancia en seguir a Cristo debe ser firme, pues Él, a pesar del sufrimiento, mantuvo la mirada en el gozo que le esperaba. Abramos nuestro corazón para escuchar el mensaje salvador.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Con el corazón y nuestra vida puestos en manos de Dios, Padre misericordioso, elevemos nuestras oraciones confiadas, diciendo juntos:R. Señor, escúchanos y fortalécenos1.Por toda la Iglesia, para que, fiel al mandato misionero, predique el Evangelio siempre y en todo lugar.2.Por quienes gobiernan las naciones, para que, iluminados por el Espíritu Santo, dirijan los rumbos de los pueblos con coherencia, justicia y transparencia.3.Por los enfermos, abandonados y todos los que sufren, para que reciban del Señor fortaleza y paz, y de parte nuestra el apoyo humano y material que requieren.4.Por todos nosotros, para que avancemos con constancia y ánimo en la carrera que nos corresponde, fijos los ojos en Jesús, hasta llegar a la meta del Cielo.Oración conclusivaPadre rico en misericordia, escucha las súplicas y oraciones que te hemos dirigido con fe y esperanza. Por Jesucristo Nuestro Señor.R. Amén.