Vie 19 Sep 2025
No podéis servir a Dios y al dinero
VIGÉSIMO QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIOSEPTIEMBRE 21 DE 2025Primera lectura: Am 8,4-7Salmo: 113(112),1-2.4-6.7-8 (R. 9, 19a)Segunda lectura: 1Tm 2,1-8 Evangelio: Lc 16,1-13 (forma larga) o Lc 16,10-13 (forma breve).I.Orientaciones para la PredicaciónIntroducciónLa lectura del profeta Amós (8,4-7), denuncia las injusticias que se cometen contra los pobres, alterando las medidas y cobrando más de la cuenta; el salmo 113 (1-2.4-6.7-8) resalta la preferencia que Dios tiene para con los pobres; la primera carta de san Pablo a Timoteo (2,1-8) nos invita a elevar oraciones y súplicas por toda la humanidad; y, finalmente, el Evangelio de San Lucas (16,1-13) nos invita a revisar nuestra relación con los bienes materiales de este mundo. De esta manera, podemos encontrar un hilo conductor en la invitación de Jesús a sus discípulos para que sigan su ejemplo, viviendo en lo que verdaderamente nos hace ricos. 1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?Jesús va subiendo hacia Jerusalén y aprovecha el espacio para seguir formando a sus discípulos. La enseñanza que hoy les da, tiene que ver con el modo de relacionarse con los bienes de este mundo; y esta enseñanza es auténtica, porque Él la vive en primera persona. Por ejemplo, a quien le dijo que quería seguirlo, le advirtió que el Hijo del Hombre no tenía dónde reclinar la cabeza (9,58); y esto lo vemos en un Jesús despojado en la cruz, donde sus únicas pertenencias materiales que poseía a la hora de su muerte, fueron un manto y una túnica, que los soldados se repartieron entre ellos.Esta enseñanza, ya había sido presentada a sus discípulos, cuando les advirtió que la vida no está en el poseer, “porque, aunque uno lo tenga todo, no son sus posesiones las que le dan vida” (12,15). También les pidió que no se atormentaran en la vida por cuestiones de alimento y de ropa, que el Padre sabe lo que ustedes necesitan, “busquen más bien el Reino y se les darán también estas cosas” (12, 31). Y, a la enseñanza de hoy, le sucede la parábola del rico que vestía con ropa finísima y del pobre Lázaro cubierto de llagas (16, 19-31), evangelio que escucharemos el próximo domingo.En la parábola de hoy, conocida como la del administrador astuto o la del administrador deshonesto, aparecen dos personajes principales: el propietario rico y el administrador. Al administrador le llega la noticia que será echado del puesto debido al mal manejo de los bienes. Entonces debe dar cuenta de su administración. Él piensa en el futuro y comprende que, con los bienes materiales, con las comisiones que se ganaba, por cierto, bastante usureras, no lo son todo para afrontar su futuro, ya que, a fin de cuentas, son bienes efímeros que no duran; de ahí que decide apostarle, no al dinero, sino a los amigos. La amistad es un bien que va más allá de lo efímero. Los amigos podrán acogerlo y ayudarlo en un momento de necesidad.Llama la atención que este administrador sea elogiado por Jesús. Jesús no elogia la avaricia y la deshonestidad, sino la inteligencia con la que actuó pensando en el futuro. Valora que al pensar en el futuro no sea necio, poniendo su confianza en los bienes materiales, sino en los amigos, ya que cultiva las amistades, renunciando a la comisión o ganancia con la que podría quedarse y, más bien, decide pedirles que solamente paguen lo que pertenece al propietario, además, al ya no ser administrador, tampoco puede recibir las comisiones con las que pensaba quedarse. Así, no roba al dueño, sino que actúa de modo inteligente.“Los hijos de este mundo son más astutos que los hijos de la luz”. La astucia es el uso de la inteligencia de manera egoísta y dañosa; mientras que, el buen uso dado a la inteligencia se llama sabiduría. Los hijos de la luz, necesitan aprender de los hijos de este mundo a saber usar la inteligencia y demás capacidades que han recibido para ganar más hijos de la luz, para que el Reino de Dios se extienda más y más.La sentencia de Jesús: “Haceos amigos con el Dinero injusto, para que, cuando llegue a faltar, os reciban en las eternas moradas”, hay que subrayar que todo dinero acumulado es injusto. Mientras unos acaparan a otros les hace falta. Lo que aquí sobra, allí falta. Por eso la actitud del administrador, también es elogiada, porque decide no acumular más bienes para sí, sino ser generoso con los otros, quienes, en el futuro, podrán ser generosos con él.“No podéis servir a Dios y al dinero”; amará a uno y aborrecerá al otro. Los criterios de este mundo se oponen a los criterios del Evangelio. Se le puede servir al uno o al otro, pero no a ambos. Los criterios mundanos mueven a acumular, a costa de lo que sea y de quien sea. Los criterios del Evangelio, mueven a dar, donar, entregar, aún hasta la propia vida. La verdadera riqueza, según el Evangelio, es darlo todo por amor a los demás. Eso que se da a los demás es lo que se lleva para la otra vida, lo que no se puede llevar para la otra vida eso no nos pertenece, es de otros; y mientras aquí estemos, en este mundo pasajero, seremos solo administradores de esos bienes materiales, no los dueños.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?No somos los dueños de las cosas de este mundo, somos solo administradores. Ni siquiera somos dueños de nuestra propia vida, sino que la hemos recibido gratuitamente, por pura misericordia de Dios. Tampoco somos dueños de las habilidades, talentos y capacidades que poseemos, sino que las hemos recibido, para ponerlas al servicio de los demás. Somos administradores de la vida y los talentos recibidos.Lo mejor que podemos hacer como administradores es distribuir, dar, entregar, compartir, no quedarnos con nada de lo que somos y tenemos. Jesús nos ha dado ejemplo, dando todo, hasta el último suspiro, hasta la última gota de sangre, por amor a cada uno de nosotros, por nuestra salvación, en el Altar de la Cruz.Así como en otro tiempo Jesús instruyó a sus discípulos, hoy nos sigue instruyendo y formando a cada uno de nosotros, con su Palabra y sobre todo con su ejemplo, invitándonos a encontrar la verdadera riqueza en dar y entregar lo que somos y tenemos; a través de la nuestra generosa entrega, seremos verdaderamente ricos.Lo que de este mundo no podamos llevar, eso no nos pertenece, lo que aquí se quede cuando dejemos este mundo, eso es riqueza que a otros les corresponde. Todo lo que tenemos de más, porque no se usa o porque no se necesita, como el dinero acumulado, o el armario lleno de ropa sin usar, etc., esos son bienes que otros están necesitando. Seamos generosos, pidámosles a Jesús la gracia de saber compartir con los demás, especialmente con los más necesitados, lo que somos y tenemos, no solo lo que nos sobra, sino también lo que podría hacernos falta, pero que a otros les está haciendo más fala que a nosotros.Esta actitud de generosidad y desprendimiento nos hará verdaderamente ricos. Para asumir esta actitud se necesita levantar la mirada y ver hacia el futuro, es decir, orientar la vida hacia el fin para el cual vinimos a este mundo, porque si nos quedamos agachados, mirando solamente los bienes de este mundo y haciendo de ellos el fin de nuestra vida y existencia, malograremos la vida que Dios nos regaló para que la administremos.Pidámosle a Jesús que nos regale la luz de Santo Espíritu para que como hijos de la luz sepamos usar la inteligencia y demás capacidades y cualidades con que hemos sido enriquecidos, para extender su Reino entre nosotros. Cuando nuestra riqueza es Dios y todo lo que a Él nos acerque, eso nos hace verdaderamente dichosos y le hallaremos el verdadero sentido a esta existencia terrena. Cuando hacemos de los bienes materiales, no el medio, sino el fin de nuestra existencia, perderemos el sentido para el cual fuimos creados.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Contemplemos a Jesús en la cruz. Allí lo vemos despojado de todo, hasta de sí mismo. Pues lo único que le quedaba antes de morir era su espíritu, el cual se lo entregó al Padre, diciendo: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Veamos su costado traspasado por la lanza, derramando sangre y agua, para el perdón de nuestros pecados.Esta imagen de Jesús crucificado nos ayuda a ser conscientes, que también, en algún momento, debemos dejar este mundo y nada nos llevaremos, excepto la riqueza de una vida donada y entregada por amor a Dios y a nuestros hermanos.Pidámosle a Jesús que nos dé su Espíritu para que, viviendo en este mundo con los pies en la tierra, siempre tengamos la mente y el corazón puesto en el cielo, haciendo uso de los bienes que aquí hemos recibido, para la gloria de Dios, el bien de nuestros hermanos y nuestra propia santificación.Recomendaciones prácticas:-26 – 28 de septiembre. Jubileo de los Catequistas.II.Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, bienvenidos a esta celebración, en la cual nos encontraremos con Jesús que nos comunica su Palabra y nos da su Cuerpo y su Sangre para nuestra salvación. Conscientes de que Él es nuestra verdadera riqueza, participemos con alegría y esperanza en esta Eucaristía.Monición a la Liturgia de la Palabra En las lecturas de hoy, Dios nos habla a través del profeta Amós, recordándonos que no debemos aprovecharnos de los más pobres, pues ellos son los preferidos de Dios, como lo canta el salmo 113, que también ahora escucharemos. Entonces, ¿Cuál ha de ser nuestra actitud con nuestros hermanos más necesitados y con los bienes que poseemos? Escuchemos a Dios en su Palabra y en Ella hallemos una respuesta a este interrogante.Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Dueño de todo cuanto existe, Dios nuestro Padre, como hemos escuchado en la segunda lectura, tomada de la primera carta de san Pablo a Timoteo, elevemos nuestras súplicas, por nosotros y por toda la humanidad, uniéndonos en una sola plegaria y repitiendo juntos:R. Señor, Dueño nuestro, danos un corazón generoso como el tuyo.1.Padre Dios, te pedimos por el Papa, los obispos, sacerdotes, laicos, en una palabra, por todos los discípulos de tu Hijo, para que sabiamente administremos los bienes materiales y espirituales que de Ti hemos recibido, para gloria tuya y bien de todos nuestros hermanos.2.Padre Dios, te pedimos por todos los gobernantes de nuestros pueblos y naciones, para que, conscientes de que no son dueños, sino administradores del tesoro público, sepan administrarlo sabiamente, en bien de sus hermanos, especialmente de los más necesitados.3.Padre Dios, ponemos en tus manos la vida de todos nuestros hermanos, especialmente de los más necesitados, de los que viven en medio de la escasez y la miseria material y espiritual, para que quienes estamos a su lado, sepamos compartir con ellos todo lo que somos y lo que tenemos.4.Padre Dios, te pedimos por el Jubileo de los Catequistas, para que todos aquellos que presentan este servicio, estén dispuestos a dar su vida por la evangelización.5.Padre Dios, por todos los que estamos participando en esta celebración, para que, con tu ayuda, seamos conscientes de que estamos de paso por este mundo, el cual no nos pertenece, sino que nuestra meta eres Tú; y así, día a día, acumulemos tesoros, no para este mundo, sino para la vida eterna.Oración conclusivaPadre Dios, acoge los ruegos y las súplicas de tu pueblo, para que guiados por tu Santo Espíritu, vivamos movidos, no por los criterios de este mundo, sino por los criterios de tu Hijo, que vive y reina contigo, por los siglos de los siglos.R. Amén.