Vie 5 Dic 2025
MUESTREN LOS FRUTOS DE UNA SINCERA CONVERSIÓN
SEGUNDO DOMINGO DE ADVIENTODiciembre 07 de 2025Primera lectura: Is 11, 1-10Salmo: Sal 72 (71), 1bc-2. 7-8. 12-13. 17 (R. cf. 7)Segunda lectura: Rm 15, 4-9Evangelio: Mt 3, 1-12I.ORIENTACIONES PARA LA PREDICACIÓNIntroducciónContinuamos avanzando en este tiempo de Adviento, caminando juntos en vigilante espera, aguardando la llegada del Mesías, gran promesa de Dios, la cual está a punto de cumplirse. Nosotros, hoy, al igual que el pueblo de Israel, contemplamos la gran figura de Juan el Bautista, voz que anuncia con gran vigor la llegada inminente del Mesías; en Él vuelve a resonar el pregón del profeta Isaías: “Preparad el camino al Señor, allanad sus senderos”. Juan es la voz que anuncia la esperanza, porque del tronco viejo de Jesé brota un renuevo, el Mesías, ungido con el Espíritu del Señor. En el desierto, lugar de silencio y soledad, resuena la llamada a la conversión, paso necesario para acoger el Reino de Dios que ya llega con el Mesías.1.Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?En la primera lectura, el profeta Isaías anuncia al pueblo de Israel la esperanza, porque se acerca el día de la llegada de Cristo, renuevo del tronco envejecido de Jesé, quien será ungido con la fuerza del Espíritu del Señor. Este será un gran acontecimiento que traerá la paz y la justicia transformando la vida de los hombres y la creación entera. El Salmo 72 (71) es una plegaria para que, con la llegada de Jesús, florezcan la equidad y la paz, y se salve la vida del pobre, del afligido y del indigente que claman justicia divina. La segunda lectura de san Pablo a los Romanos presenta la paciencia y el consuelo que brindan las escrituras para que mantengamos viva la esperanza en el Señor, fuente de todo consuelo, y para que nos acojamos mutuamente, como Cristo nos acogió para gloria de Dios. El Evangelio de san Mateo presenta el momento en que Juan el Bautista inicia su misión profética en el desierto, lugar de soledad y silencio, haciendo una llamada radical a la conversión que implica el bautismo y que permitirá el fruto nuevo de la renovación de la humanidad. A partir de la conversión, la persona se dispone a acoger con gozo al Mesías, quien bautizará con agua y Espíritu Santo, facilitando así la renovación para recibir el Reino de Dios que llegará con Él.2.Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y qué me sugiere para decirle a la comunidad?La Palabra de Dios nos invita a entrar en vigilante espera para recibir al Mesías, ungido con la fuerza y los dones del Espíritu Santo, quien viene a instaurar el Reino de Dios. Son varias las acciones que debemos realizar para acoger a Cristo en nuestra historia, en nuestra comunidad y en nuestro corazónEn primer lugar, levantar la mirada llena de esperanza, porque el Mesías es una persona, un acontecimiento trascendental en el plan salvador, en el cumplimiento pleno de las promesas divinas que renuevan todo.En segundo lugar, debemos abrir el oído y el corazón para escuchar la voz del profeta Juan el Bautista que clama: “Allanen el sendero, conviértanse de todo corazón”. Esto exige sacar de nuestra vida el pecado para dar el fruto que Dios espera: la paz y la justicia que renuevan las relaciones entre los hombres, con la creación y con Dios. De esta manera, se transforma el mundo en que vivimos.En tercer lugar, necesitamos sosegar la ansiedad y las falsas inquietudes producidas por el afán consumista de la sociedad actual; para ello, es necesario entrar en el silencio para descubrir el sentido de la presencia de Cristo en nuestra vida y en la vida del mundo. Esa presencia da sentido y respuesta a nuestras inquietudes, temores y anhelos más profundos.Continuemos este camino de Adviento que nos lleva a renovar el acontecimiento de la primera venida de Jesucristo, Salvador, viviendo este tiempo en coherencia de vida cristiana.3.Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?Te presentamos, Señor, nuestra comunidad que vive los gozos y las angustias propias de nuestro tiempo. Acompaña, Señor, a tus hijos que caminan juntos en la fe y la esperanza de ver un mundo mejor, donde se trabaje por la paz, la justicia y el respeto a la vida. Padre misericordioso, abre nuestros oídos y nuestro corazón para que escuchemos tu voz, que nos alienta y guía en la espera gozosa de la llegada de tu Hijo, Jesucristo, que viene a instaurar tu Reino.Danos perseverancia para que, mientras aguardamos tu venida, podamos trabajar para que muchos hermanos levanten su mirada y contemplen la presencia de Jesucristo que camina con su pueblo en el hoy del mundo. Que el llamado a la conversión nos lleve a sanar las heridas de la guerra, a ser más solidarios con el pobre, el desvalido y el enfermo, y, sobre todo, a reconciliarnos con nuestros hermanos._______________________Recomendaciones prácticas:•Después del saludo, puede encenderse la segunda luz de la corona de Adviento, recitando la respectiva oración.•Desde este domingo, motívese a la preparación del pesebre, acompañada de la consiguiente catequesis sobre su sentido teológico y pastoral.II.MONICIONES Y ORACIÓN UNIVERSAL O DE LOS FIELESMonición introductoria a la misa Queridos hermanos, en este segundo domingo de Adviento nos hemos congregado para participar con fe y alegría en la celebración de la Eucaristía. Pongamos en el altar nuestra acción de gracias y nuestra esperanza en la venida del Señor, en la humildad de nuestra carne. Entreguemos también en sus manos a las familias y los niños, para que en este tiempo fortalezcan los lazos de amor y fe. Participemos con recogimiento en esta celebración.Monición a la liturgia de la Palabra“Mi alma espera en el Señor, espera en su palabra; mi alma aguarda al Señor, más que el centinela la aurora” (Sal 129, 5-6). Escuchemos al Señor, que hoy nos habla al corazón y nos anima a esperar con gozo la llegada del Mesías y el Reino de Dios, que trae consigo los dones de la justicia y la paz, con los cuales podemos contribuir a transformar el mundo. Para vivir estos acontecimientos necesitamos convertirnos y dejar de obrar el mal; solo así podremos ver a Cristo caminando con nosotros. Solo en Él tenemos vida nueva.Oración universal o de los fielesPresidente: Padre misericordioso, llenos de fe te presentamos nuestra oración comunitaria, confiados en que nos concederás aquello que te pedimos. Respondamos diciendo:R/. Ven, Señor, que te esperamos.1.Señor, te rogamos por la Iglesia, por sus ministros, consagrados y fieles laicos, para que demos testimonio al mundo de la esperanza en tu venida y trabajemos por la paz y la justicia que transformen el mundo. Oremos.2.Señor, te rogamos que mires con misericordia al mundo, a sus gobernantes y a cada uno de nosotros, para que construyamos la paz mediante el diálogo, la reconciliación y la justicia, respetando la dignidad de la vida humana. Oremos.3.Señor, te rogamos que bendigas a las familias que durante estos días se congregan en el calor del hogar, para que se fortalezcan en la unidad, el perdón y la fe, y sean promotoras de vida y de los valores que edifican a la sociedad. Oremos.4.Señor, te rogamos por las personas enfermas, pobres, migrantes y quienes están alejados de ti, para que encuentren ayuda en nosotros y recobren la esperanza. Oremos.5.Señor, te rogamos que acerques a tu corazón a quienes aún no han vivido el jubileo, para que, movidos por la fe, vivan la conversión de sus pecados y alcancen la indulgencia y la gracia del perdón. Oremos.Oración conclusivaAcoge, Padre misericordioso, la oración que tu Iglesia te presenta por medio de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo.R/. Amén.