Jue 25 Jun 2020
«Tú eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia»
SAN PEDRO Y SAN PABLO, APÓSTOLES
Primera lectura: Hch 12,1-11
Salmo: 34(33),2-3.4-5.6-7.8-9
Segunda lectura: 2Tm 4,6-8.17-18
Evangelio: Mt 16,13-19
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
• La Iglesia la conformamos quienes, en comunión con el apóstol Pedro, por medio del bautismo, confesamos nuestra fe en Jesús como el Cristo, como el enviado del Padre, como el Ungido;
• De esta manera nos convertimos en discípulos que vamos caminando peregrinos en esta tierra procurando, con el auxilio de la gracia de Dios, dar testimonio con nuestras palabras y obras de la buena noticia del Evangelio.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Jesús conversa con sus discípulos en la región de Cesárea de Filipo, no lejos de las fuentes del Jordán. Este episodio ocupa un lugar importante en el evangelio de Mateo. Es probable que el autor sagrado no quiera que sus lectores confundan las iglesias que van naciendo desde la experiencia vivida junto a Jesús con las sinagogas o comunidades judías donde hay toda clase de opiniones sobre él.
Es importante aclarar quién está en el centro de la Iglesia. Jesús se lo pregunta directamente a sus discípulos: «Y ustedes, ¿quién dicen que soy yo?»., Pedro responde en nombre de todos: “Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Pedro intuye que Jesús no es solo el Mesías esperado. Es el “Hijo de Dios vivo”. El Dios de la vida. Pedro, que siempre estuvo cerca de Jesús, llega a captar su misterio en las palabras y gestos que esparcen por doquier salud, perdón y vida nueva.
Jesús le responde felicitándolo: «¡Bienaventurado tú, Simón, ¡hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos”. Ninguno de nosotros, seres humanos “de carne y hueso”, podemos despertar por sí mismo la fe en Jesús, porque esas cosas sólo las revela el Padre a los sencillos, no a los sabios y entendidos; como sabemos, Pedro pertenece a esa categoría de seguidores sencillos de Jesús que viven con el corazón abierto al Padre.
A continuación, Jesús hace una promesa solemne: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra yo edificaré mi Iglesia». Es Jesús quien la edifica. Es Jesús quien nos convoca a que seamos sus seguidores y nos reúne en torno de su persona. La Iglesia es de Jesús y nace de él. Pero Jesús no construye sobre arena, por eso Pedro será la roca en esta Iglesia, no porque tenga solidez ni firmeza en su temperamento, pues, aunque es honesto y apasionado, también es inconstante y contradictorio. Su única fuerza es la que proviene de su fe sencilla en Jesús.
La Iglesia es solo de Jesús y solo él ocupa el centro. Solo Jesús la edifica con su Espíritu. Pedro nos hace la invitación para que vivamos abiertos a la revelación del Padre, a que no olvidemos a Jesús y a que centremos su Iglesia en la verdadera fe.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Jesús confió en Pedro y en Pablo para que fueran los pilares de la Iglesia que iba a construir y les confió el don de la fe, a pesar de sus conocidas debilidades: Pedro negó a Cristo y Pablo perseguía a sus discípulos, pero con su fe fortalecida dedicaron toda su vida a difundir el evangelio a todo el mundo.
Hoy le pedimos a Jesús que como a Pedro y a Pablo, siga transformando nuestra fragilidad, para consagrarnos para Él y para la Iglesia y para los más pequeños y sencillos de su Reino. Entregando nuestras vidas en sus manos para que Él vaya haciendo su obra en nosotros y podamos dar testimonio de nuestra fe.
Jesús siempre elige a las personas sencillas, como eligió a Pedro, y lo capacitó para la misión. Así también Jesús confía en nuestro pobre barro y nos anima y nos sostiene cada día para que, como creyentes, bautizados y/o consagrados llevemos su mensaje de salvación hasta el confín de la tierra.
Esta es una ocasión propicia para confirmar nuestra fe en Cristo y nuestra comunión con el sucesor de Pedro, el Santo Padre, el Papa Francisco, que tiene la misión, como pastor de la Iglesia Universal, de confirmarnos en la fe y en la caridad. Al mismo tiempo, de impulsar la misión de la Iglesia que, siguiendo el testimonio de San Pablo, busca incansablemente anunciar y dar testimonio del Evangelio, que es la buena nueva de la vida y de la salvación.
Podríamos preguntarnos en este momento: ¿me siento un miembro vivo de la Iglesia que aporta con sus palabras y obras a la misión evangelizadora? ¿Me uno espiritualmente en mis oraciones e intenciones al Santo Padre, los Obispos, sacerdotes, religiosos y quienes tienen la responsabilidad de pastorear el rebaño del Señor para confirmarlo en la fe?
Resuenan todavía las palabras del Papa Francisco al agradecer nuestra acogida por su visita a nuestro país: “Con mi visita he querido bendecir el esfuerzo de este pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia. El testimonio de este pueblo es una riqueza para toda la Iglesia”.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
Es el momento en este camino de dejarnos conducir por este deseo de Dios comenzando por expresarle nuestra gratitud y nuestra firme voluntad de adherirnos a Él, de confirmar nuestra fe en Él, pero no podemos hacerlo solos, Jesús declaró a Pedro bienaventurado porque su confesión no fue obra de la carne sino revelación de Dios, pidamos al Señor su gracia para que esta Palabra que hemos meditado nos permita adherirnos más plenamente a Él y nos permita fortalecer nuestra identidad de discípulos misioneros.
Jesús le dijo a Pedro: “Te daré las llaves del reino de los cielos”. Hoy Jesús también me dice a mí:” A ti te entrego las llaves”. En mis manos pone su mensaje, sus ilusiones, su confianza, y las Palabras del Padre. Me hace portador de sus esperanzas y proyectos. Jesús hoy sigue llamando y pide una respuesta: Y tú, ¿tú, quien dices que soy yo? Esta respuesta cuestiona toda nuestra vida: pensamientos, sentimientos, valores, planes, actuaciones, conducta, familia, comunidad cristiana.
Que Dios siga renovando el don de la fe en todos los que estamos en camino, dando a conocer su mensaje, para que seamos la Iglesia de Pedro, firme en la fe, unida al Cuerpo de Cristo y también para que seamos la Iglesia de Pablo, dinámica, sin fronteras, inquieta… para que Cristo sea conocido y acogido por todos.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
Estamos celebrando hoy la Solemnidad de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo. La confesión de fe de Pedro, invita a cuestionar nuestra adhesión a la persona de Jesús como Mesías y a que intentemos definir cuál es la misión de nuestra Iglesia. Festejemos con alegría el ser cristianos católicos reconociendo que en nuestra historia hubo cristianos valientes que, como Pedro y Pablo, entregaron su vida por completo para llevar por todo el mundo el Evangelio, la Buena Nueva de Cristo que murió y resucitó. Participemos activamente.
Monición a la Liturgia de la Palabra
Dejémonos iluminar por la Palabra de Dios que se nos proclama en este día, prestando especial atención al modo de conducirse Pedro y a las palabras que Jesús le dirige. Y, así, poder confirmar nuestra identidad de discípulos Misioneros y, asistidos por la gracia, convertirnos en testigos del Evangelio con nuestras palabras y obras. Escuchemos atentamente.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: En el gozo de la solemnidad de los santos apóstoles Pedro y Pablo, imploremos a Dios Padre la misericordia divina para la Iglesia, edificada sobre la roca de Pedro, y la conversión para el mundo entero, iluminado por la predicación de Pablo. Digamos con fe:
R. Dios de amor escúchanos
1. Para que el Santo Padre, el Papa Francisco, gobierne a la Iglesia del Dios vivo, con la sabiduría del Espíritu y la firmeza de la fe apostólica. Roguemos al Señor.
2. Para que Dios, que envió a Pablo a anunciar el mensaje de salvación a todos los pueblos, envíe hoy también sacerdotes y misioneros que proclamen el Evangelio en todo el mundo. Roguemos al Señor.
3. Para que los responsables del gobierno de las naciones, como servidores de Dios, procuren siempre la justicia y el bien de los ciudadanos. Roguemos al Señor.
4. Para que los que sufren persecuciones y están encarcelados a causa de su fe obtengan su libertad por la oración perseverante de la Iglesia. Roguemos al Señor.
5. Para que quienes nos encontramos reunidos hoy aquí perseveremos firmemente cimentados en la doctrina apostólica y en la integridad de la fe, y anunciemos a Cristo al mundo. Roguemos al Señor.
Oración conclusiva
Escucha, Señor, las oraciones,
que esta comunidad te ha dirigido con fe.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén.