Sáb 8 Dic 2018
Enséñales a volar
Por Monseñor Froilán Tiberio Casas Ortiz: El hogar marca la vida del hijo: lo bueno, lo malo y lo feo. No le eches la culpa al vecino por el mal comportamiento de tu hijo, él es hijo de tu estilo de vida. No vive buscando excusas para “explicar” el fracaso de tu hijo, recuerda: lo que se hereda no se hurta, nada es gratuito, todo tiene sus antecedentes. Tú ¿qué cosechas? Lo que siembras.
Permíteme traer a colación un mensaje de la gran mujer, la Madre Teresa de Calcuta en un poema que expresa la tarea de los padres en la formación de sus hijos: “Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño. Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida. Sin embargo … en cada vuelo, en cada vida, en cada sueño, perdurará siempre tu huella del camino enseñado”. ¡Qué hermoso mensaje!, ¿verdad?
Infortunadamente encontramos padres extremistas: permisivos o alcahuetas. Por favor, ni lo uno, ni lo otro. Veamos esta máxima latina: “In medio stat virtus” = En el medio está la virtud. Esto equivale al proverbio de la sabiduría popular -que es tan sabia-; “ni tan cerca que queme al santo ni tan lejos que no lo alumbre”. En fin, evitar los extremos, eso se llama el equilibrio de la vida. Lo hemos dicho en más de una ocasión, de padres proteccionistas, hijos enclenques en su voluntad; de padres autoritarios, hijos déspotas y crueles en sus relaciones sociales, laborales y familiares.
La tarea más importante de un ser humano está con su familia. Cuántas personas no tienen tiempo para sus hijos, para su cónyuge: el trabajo, los negocios, los absorben y al final de la vida, ¿quién estará a tu lado? ¡Cuántos hijos son criados sin amor! Llenos de muchos artefactos. Claro, los padres quieren cubrir su ausencia, complaciendo a sus hijos en todos sus caprichos y no se dan cuenta el terrible mal que les hacen. Como decía Paulo Coelho: “Cuando Dios quiere enloquecer a alguien, lo complace en todo”. Esos niños voluntariosos, malcriados, exigentes, provienen de hogares permisivos en donde no existen reglas, cada uno se forja la suya. Esos niños y jóvenes son insoportables, no se soportan ni ellos mismos, resultan unos desadaptados sociales. Hay que enseñarlos a carecer para que valoren las cosas. Enséñales a lograr el éxito con sacrificio y esfuerzo; enséñales a valorar a los demás, como dice el poema Desiderata: “Escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia”.
Por favor, no menosprecies a nadie, tus logros no son solo fruto de tu propio trabajo, detrás de tus éxitos hay muchas personas, descúbrelas, sé agradecido. No le enseñes a tus hijos qué pueden comprar con el dinero, enséñales qué no pueden comprar con el dinero. No seas esclavo del dinero, no permitas que el dinero te maneje, maneja tú al dinero, sé dueño de tus propios actos, no le eches la culpa de tus errores a los demás, ten humildad y descubrirás la grandeza de tu alma. Tu prepotencia y autosuficiencia te distancian de los demás. Suma no resta.
+ Froilán Tiberio Casas Ortiz, obispo de Neiva