Lun 22 Ene 2018
En modo Papa
Por: Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - Somos afortunados. Dios nos quiere tanto que ha enviado a su emisario, el Papa, Francisco para confirmarnos en la fe. En pocos meses en América latina, en especial, en Colombia, Chile y Perú, hemos sentido el paso del Señor.
Tres temas o propósitos pastorales han sido trabajados por el Sucesor de Pedro: en Colombia “Demos el primer paso”; en Chile, “mi paz les doy” y en Perú, “unidos por la esperanza”.
Si miramos con detenimiento, nos podemos dar cuenta que estas tres visitas están conectadas en el tiempo y en el espíritu. Los temas se complementan: es necesario dar el primer paso para dejar el odio, el rencor y para la reconciliación si queremos acoger el mensaje de la paz que el Resucitado anunció. Y si somos conscientes de la necesidad de la paz, sin duda que la esperanza será el motor de la vida de nuestros pueblos latinoamericanos.
El Papa Francisco nos conoce de sobra. Sabe que es fundamental que Latinoamérica supere las enormes iniquidades; que la justicia y el ejercicio de una sana política, ayude efectivamente al desarrollo integral de nuestras comunidades; que logremos juntos alcanzar la meta de la paz que está siendo amenazada de tantas formas.
Sin duda que los mensajes del Papa en cada una de los países tiene aplicación universal. Por ejemplo, en el tema de la búsqueda de la unidad, cuando abordó la problemática de los pueblos Mapuche de Chile, indígenas que luchan por “recuperar tierras”, afirmó Francisco palabras que sin duda son aplicables a nuestra realidad colombiana que no sólo enfrentamos también en varios sectores esta realidad, sino que seguimos avanzando en concretar los acuerdos de paz con los grupos insurgentes. Veamos:
“La unidad, si quiere construirse desde el reconocimiento y la solidaridad, no puede aceptar cualquier medio para lograr este fin. Existen dos formas de violencia que más que impulsar los procesos de unidad y reconciliación terminan amenazándolos. En primer lugar, debemos estar atentos a la elaboración de «bellos» acuerdos que nunca llegan a concretarse. Bonitas palabras, planes acabados, sí —y necesarios—, pero que al no volverse concretos terminan «borrando con el codo, lo escrito con la mano». Esto también es violencia, ¿y por qué? porque frustra la esperanza.
En segundo lugar, es imprescindible defender que una cultura del reconocimiento mutuo no puede construirse en base a la violencia y destrucción que termina cobrándose vidas humanas. No se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación. La violencia termina volviendo mentirosa la causa más justa. Por eso decimos «no a la violencia que destruye», en ninguna de sus dos formas.
Estas actitudes son como lava de volcán que todo arrasa, todo quema, dejando a su paso sólo esterilidad y desolación. Busquemos, en cambio, y no nos cansemos de buscar el diálogo para la unidad. Por eso decimos con fuerza: Señor, haznos artesanos de unidad” (Homilía en Temuco - Chile. Enero 17 de 2018). En Colombia trabajamos por ser los artesanos de la paz.
Sigamos pues en modo Papa leyendo, meditando y aplicando el maravilloso magisterio que Francisco está dejando, lleno de esperanza, en los corazones del pueblo latinoamericano.
+Luis Fernando Rodríguez Velásquez
Obispo Auxiliar