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crisis humanitaria

Lun 4 Jul 2022

Obispos del Chocó ilustran al Papa Francisco sobre crisis humanitaria del departamento

Durante un encuentro con el Papa Francisco, este sábado 04 de junio, el obispo de Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto, dialogó con el Pontífice sobre la crisis humanitaria y la situación de derechos humanos que viven estos territorios del Chocó. En una carta leída al Papa por monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, obispo de Quibdó, y firmada también por los obispos Mario de Jesús Álvarez Gómez, de Istmina-Tadó, y Hugo Alberto Torres Marín, de Apartadó, se resalta la riqueza de estos territorios y los valores de sus habitantes, pero en contraste también se describe la dramática situación de conflicto en estos territorios azotados por la violencia. "En medio de tantos valores, la población del Chocó vive una dramática crisis humanitaria y de derechos humanos que hace que el 64% de sus habitantes viva en la pobreza, y que hunde sus raíces en el abandono del Estado, el perverso accionar de los grupos armados, la débil implementación del Acuerdo de Paz y los intereses de diversos grupos económicos. El Pacífico colombiano, al igual que otras regiones del país, se ha convertido en un escenario de guerra e ilegalidad que destruye la vida de personas y comunidades", subraya la misiva. En la comunicación se resalta las misiones humanitarias que ha realizado la Iglesia, la sociedad civil y algunos representantes de la comunidad internacional, donde se constata la crisis humanitaria, ambiental, económica y social que tienen que padecer las comunidades. En este contexto, los obispos observan que el Chocó necesita "condiciones de vida dignas" y claman el apoyo del Papa para el cumplimento a dos objetivos fundamentales: un acuerdo humanitario y la solución negociada al conflicto armado. De lo contrario, señala la misiva “el sufrimiento del pueblo se incrementará y cobrará muchísimas víctimas más. Santo Padre, el departamento del Chocó lo ama y anhela su voz de esperanza y una bendición que sea bálsamo y fortaleza para continuar el difícil camino". Este encuentro con el Santo Padre se da a propósito de la audiencia concedida a los miembros de la “Casa hogar Deutschland e.V”, que realizan trabajo de asistencia a las niñas y mujeres de las regiones en conflicto del Chocó, en el occidente de Colombia, apoyando algunos proyectos humanitarios en la zona. Descargar carta

Dom 5 Jun 2022

Obispos del Chocó ilustran al Papa Francisco sobre crisis humanitaria del departamento

Durante un encuentro con el Papa Francisco, este sábado 04 de junio, el obispo de Quibdó, monseñor Juan Carlos Barreto, dialogó con el Pontífice sobre la crisis humanitaria y la situación de derechos humanos que viven estos territorios del Chocó. En una carta leída al Papa por monseñor Juan Carlos Barreto Barreto, obispo de Quibdó, y firmada también por los obispos Mario de Jesús Álvarez Gómez, de Istmina-Tadó, y Hugo Alberto Torres Marín, de Apartadó, se resalta la riqueza de estos territorios y los valores de sus habitantes, pero en contraste también se describe la dramática situación de conflicto en estos territorios azotados por la violencia. "En medio de tantos valores, la población del Chocó vive una dramática crisis humanitaria y de derechos humanos que hace que el 64% de sus habitantes viva en la pobreza, y que hunde sus raíces en el abandono del Estado, el perverso accionar de los grupos armados, la débil implementación del Acuerdo de Paz y los intereses de diversos grupos económicos. El Pacífico colombiano, al igual que otras regiones del país, se ha convertido en un escenario de guerra e ilegalidad que destruye la vida de personas y comunidades", subraya la misiva. En la comunicación se resalta las misiones humanitarias que ha realizado la Iglesia, la sociedad civil y algunos representantes de la comunidad internacional, donde se constata la crisis humanitaria, ambiental, económica y social que tienen que padecer las comunidades. En este contexto, los obispos observan que el Chocó necesita "condiciones de vida dignas" y claman el apoyo del Papa para el cumplimento a dos objetivos fundamentales: un acuerdo humanitario y la solución negociada al conflicto armado. De lo contrario, señala la misiva “el sufrimiento del pueblo se incrementará y cobrará muchísimas víctimas más. Santo Padre, el departamento del Chocó lo ama y anhela su voz de esperanza y una bendición que sea bálsamo y fortaleza para continuar el difícil camino". Este encuentro con el Santo Padre se da a propósito de la audiencia concedida a los miembros de la “Casa hogar Deutschland e.V”, que realizan trabajo de asistencia a las niñas y mujeres de las regiones en conflicto del Chocó, en el occidente de Colombia, apoyando algunos proyectos humanitarios en la zona. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar carta[/icon] VIDEO CNC Chocó

Lun 14 Feb 2022

Iglesia y organizaciones etnicoterritoriales piden respuesta del Gobierno

La Iglesia Católica, otras Iglesias, organizaciones etnicoterritoriales, y organizaciones sociales del Chocó y Occidente de Antioquia, presentaron una carta al presidente Iván Duque en la que solicitan, con carácter urgente, una reunión con autoridades de alto nivel del Gobierno Nacional, acompañada por el Ministerio Público (Defensoría del Pueblo y Procuraduría General de la Nación) y por garantes de la comunidad internacional, entre ellas la Oficina de la ONU para los Derechos Humanos. Esta solicitud, señala la misiva, fruto de las respuestas recibidas por parte del Gobierno y de la Fuerza Pública, al informe presentado el pasado 18 de noviembre de 2021, donde se exponían los resultados de las seis Misiones Humanitarias que se realizaron a lo largo del año 2021 y que evidenciaban la cada vez más grave y compleja crisis humanitaria que se vive en esta parte del territorio, donde la más afectada siguen siendo la población civil. "Nos preocupa que la respuesta del Estado ante la grave situación social, visibilizada a través de las misiones humanitarias, sólo tenga una respuesta de negación que pueda contener en el fondo la intencionalidad de silenciar lo que está ocurriendo en el Chocó y occidente de Antioquia", señala la misiva. Según lo anunciaron, con esta reunión se busca tener “un diálogo transparente y respetuoso sobre los puntos planteados por las organizaciones sociales, etnicoterritoriales e Iglesias en el documento difundido el 18 de noviembre pasado y profundizar en las motivaciones y acciones de la sociedad civil”; así también "concretar respuestas integrales, inmediatas y eficaces, desde las distintas instancias del Estado y Gobierno a fin de detener la violencia y atender la crisis humanitaria que afecta gravemente la vida y supervivencia de las comunidades del Chocó, occidente antioqueño y Pacífico en general". Según indicaron los solicitantes de la reunión, la carta fue enviada formalmente el pasado 21 de enero de 2022. Descargar carta [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Lun 14 Feb 2022

Volvernos territorios democráticos

Por: Mons. Darío de Jesús Monsalve Mejía - En este año electoral nos sentimos desbordados por las realidades que se vienen dando en el mundo y en el país. La crisis sanitaria La crisis sanitaria, por el desencadenamiento sistemático de virosis y pandemias cuyas causas reales y colectivas no se desvelan con objetividad ni se afrontan aún, afecta todas las áreas de la vida humana. Los efectos y el control sobre el contagio requirieron un esfuerzo gigantesco y rápido para producir vacunas, que ya van hacia una cuarta dosis. Esfuerzos que aún deben ser correspondidos, sin falta, por toda la población, accediendo a vacunarnos y manteniendo medidas de bioseguridad. Por crisis sanitaria entendemos no sólo la producida por el COVID y sus mutantes. Hay muchos aspectos de nuestra realidad en acceso a la salud y manejo del sistema en Colombia, que pone en evidencia la pérdida del control público y privado del bien de la salud, su cobertura, su calidad y seguridad, la crisis por corrupción en la gestión de EPS, que generan la inviabilidad de “los hospitales de los pobres”, como el San Juan de Dios de Cali. Cuidar la salud humana y cuidar la salud del ecosistema son también esfuerzos que requieren articularse en contenidos y formas. El cambio climático Como un tsunami, el calentamiento global, causado por las actividades humanas que elevan la temperatura de la atmósfera y de los océanos, provocando el efecto invernadero, obliga a toda la humanidad y a los países mayormente responsables a una carrera contrarreloj por el cambio climático. En pocos años tendremos que pasar de los hidrocarburos a limpias y renovables fuentes de energía. Toda nuestra movilidad, nuestro hábitat y modos de producción se someten a calendarios de transformaciones precisas, si queremos recuperar el planeta, sus ecosistemas y su biosfera. El “cuidado de la casa común”, de los recursos naturales y de todo el medio ambiente y los entornos en que habitamos y actuamos, es tarea que obliga a cada persona, desde el niño hasta el anciano, exigiendo educarnos y disciplinarnos en esta materia. Como individuos, como ciudad y país, como Iglesia educadora, tenemos que conocer los pasos a dar en cada campo, desde el uso de energía solar hasta carros eléctricos, desde limpieza colectiva de canales y vías, hasta suspensión y cambio de productos y empaques no biodegradables. Una pastoral de la tierra y del territorio, un compromiso cristiano y comunitario, permanente, con este propósito, exige empeño y voluntariado de feligresías y de sectores socio ambientales, en la jurisdicción geográfica de nuestras parroquias. Armas, armados y violencia creciente Hace más grave aún la situación, y acongoja el alma de todos, la pobreza que se vuelve miseria y la violencia que se convierte en armamentismo y reclutamiento, en rebatiña de cuerpos armados por el control territorial, perdiendo la fuerza de la razón, del derecho y de la palabra. La tragedia que viven nuestras regiones, los indígenas y poblaciones negras, los campesinos y fronteras, las zonas periféricas urbanas, los torrentes migratorios que deambulan por Colombia, es horripilante. Una pastoral que anuncie la No Violencia de la Cruz de Cristo, que proclame y cultive el respeto por toda vida humana y por la vida humana toda, desde el óvulo fecundado hasta las cenizas del cuerpo y la soberanía del espíritu sobre la materia, es prioritaria en esta cultura de fuerza y eliminación genocida de seres humanos. La vida humana como propiedad de Dios y responsabilidad de los progenitores, de las sociedades y de todos los estados del mundo, debe ser la inspiración de toda ley y de todo proceso educativo. ¿Cómo hacerla lucha y causa de cada creyente y de toda comunidad eclesial? En nuestra realidad nacional, este panorama de violencia y de pobreza que se vuelve miseria se hace más dramático aún con las economías ilícitas y el narcotráfico, lo mismo que con la corrupción y abusos del poder público para enriquecerse. Sistema político clasista A ello se le suman el centralismo autoritario y la incertidumbre de vivir atrapados por un sistema político que se cierra, de modo intransigente y represivo, a toda transformación estructural por la inclusión masiva de población en tierra, trabajo y empleo, vivienda digna, ingreso garantizado, oportunidades universales y ciertas, protección a la vida humana, a la célula familiar, a la paz y convivencia civil como tarea de la fuerza pública en vez del fomento a la guerra interna y armamentismo por supuestas amenazas externas. Esto convierte al modelo colombiano en un blindado poder plutocrático, del dinero y lo financiero, de acumulación ilimitada y feroz de bienes y capitales, recurriendo a despojos y muertes, a la “compra venta” del estado por maquinarias burocráticas y contratantes. Como Iglesia católica, no podemos anclarnos en conveniencias políticas o diplomáticas, sin un claro profetismo de evidenciar la realidad y proponer alternativas de inspiración en el Evangelio y en la Soberanía del Amor, entendido como “Amor de la Cruz”, no exento de rechazo y persecución, incluso de martirio. Un país donde el mismo DANE (Departamento Nacional de Estadísticas), señala que más de 22 millones de personas tienen que pasar el día con menos de 10 mil pesos, y en donde las cifras de violencia, corrupción, informalidad y criminalidad son tan espantosas, no pueden “domesticar” el cristianismo como mera religiosidad popular o mero pulular de Iglesias biblicistas, algunas como partidos electorales y adheridas a las fuerzas intransigentes de nuestra sociedad. Año de elecciones y nuevo Gobierno No es un contexto alentador el nuestro, enmarcado en procesos geopolíticos de vecindad continental que presionan a que la vía electoral sea en Colombia una trasparente posibilidad de cambio pacífico y democrático. En este marco proceloso entramos en el año electoral 2022. Y vivimos la realidad urbana, regional y nacional, que aún resuena con los dolorosos enfrentamientos y muertos entre civiles y policías, los ataques a militares y de ellos a cuerpos armados ilegales, los bloqueos y daños graves a bienes sociales y públicos. Duelen, a más no poder las violencias y masacres agudizadas en territorios como Arauca y toda la gran frontera con Venezuela, el Pacífico y Suroccidente, Bajo Cauca y otras regiones. Violencias que denuncian un gigantesco poder armado que muta sus apariencias y actúa con planes de exterminio sistemático y acciones terroristas de miedo y amenaza. En este contexto es más importante el votante que el voto, la voluntad de cooperar en propósitos colectivos de supervivencia, solidaridad y paz, que las afiliaciones y los carnets partidistas. La democracia se vuelve más asamblearia y horizontal que meras filas ante las urnas y espera de resultados, más por nombres y pactos “históricos” entre aspirantes al poder, que pactos sociales y populares entre quienes deben concertar cambios y transformaciones territoriales. Asistimos más al sainete de peleas y ofensas que a la escucha de las poblaciones en los territorios, las propuestas sociales de cambio y los programas de gobierno propuestos. “Veo un gran bosque de candidatos y un enorme desierto de propuestas”, decía al respecto el Arzobispo de Bogotá, monseñor Rueda Aparicio. Cambiar de camino Cuando arrecian crisis como las que viven nuestras comunidades y Consejos Comunitarios del Bajo Calima y Cuencas de los ríos sobre el Pacífico, sólo queda esta certeza de que la masa social popular, ajena a armados, a plataformas ideológicas y a partidos políticos de confrontación, fortalezcan sus vínculos para la supervivencia colectiva. Hay que unir hacia dentro de los territorios y hacia afuera de las autonomías, una verdadera red de salvamento y resistencia comunitaria, fortaleciendo vínculos comunicacionales, solidarios y fraternos con las otras comunidades, tejiendo solidaridades regionales y nacionales. entre las poblaciones urbanas y las periféricas. En otras palabras, llega la hora en que más que electorado tradicional vamos a tener que volvernos un sujeto colectivo en cada territorio y ciudad, un pueblo que rehace sus discursos y actitudes sociales y se reorganiza para no recurrir ni al desplazamiento forzoso, ni a huir del país, ni a caer en la trampa de matarnos unos a otros, dejando empoderar de los territorios a hordas armadas e intereses oportunistas sobre ellos. A este propósito es indispensable la unión de ejes sociales e institucionales, de gobiernos locales, Iglesia o Iglesias, empresarios, Academia y Comunidad Internacional, que conciten al encuentro, a la confianza en la vía del diálogo y la concertación, del acuerdo y el consenso, al reconocimiento del otro, la interlocución y el consenso. Muchas poblaciones indígenas, negras y campesinas tienen bases y experiencia, capacidad instalada, saberes y conocimientos acumulados que los han hecho y harán fuertes ante esta oleada de nuevas violencias y multiplicación estratégica de actores armados para desestabilizarlos y debilitarlos. Requerirán del apoyo humanitario y la mano tendida de gobiernos y sociedades locales y regionales, así como del invaluable acompañamiento y el aporte de recursos que ha venido haciendo la Comunidad Internacional. Que esta “campaña electoral” no sea capitalizada por las violencias que quieren el caos, supuestamente para derribarlo todo y comenzar de nuevo, como predicaron los falsos idearios de la “lucha armada”, ni por las violencias intransigentes y sangrienta a de quienes están dispuestos a todo y al “todo vale”, con tal de que nada les cambie y se mantengan sus intereses, sus modelos, sus abusos. Ni mucho menos por las violencias y bombazos de los capos del narcotráfico, ajenos a toda consideración humana y social, que quieren volver el mundo un gran supermercado de sus alucinógenos y alucinadas idolatrías del dinero. Llamado a una nueva democracia Los llamamos a unirnos en aras de que sobrevivamos todos y sobreviva nuestra nación como patria digna, civilizada y con futuro. Dios no nos habla ahora tanto por medio de discursos. En esta Torre de Babel de estos tiempos, en estos “diluvios universales” nos habla por medio de las realidades. Ellas son los “profetas” y “los signos de los tiempos” que necesitamos escuchar todos. Es a ellas a las que hay que escuchar, para que así estemos dispuestos a escucharnos unos a otros, a recoger todas las propuestas pacíficas, a llegar pronto a los propósitos comunes y a definir los proyectos colectivos y prioritarios en cada territorio y ciudad. Una democracia de realidades asumidas y de unidad en las diversidades, de igualdad en la común dignidad humana y de consensos en el bien común, el desarme social, la paz y el desarrollo armónico, será la que ponga al centro el derecho y el respeto por toda vida y por la vida toda. Es la “democracia horizontal “más que la vertical y centralista. Que se centra en el ejercicio territorial, de calles, veredas e instituciones, más que en conceptos de derechas, centros e izquierdas. Que nos preparemos y estemos listos para acompañar al pueblo colombiano en estos trances históricos y para convocar a todos los armados legales e ilegales, a toda la sociedad y el nuevo Gobierno, a la comunidad internacional y los pueblos vecinos del continente, a un nuevo y completo proceso popular de paz en Colombia. +Darío de Jesús Monsalve Mejía Arzobispo de Cali

Lun 3 Ene 2022

Iglesia en Arauca lamenta crisis humanitaria por confrontaciones armadas

Conocidas las noticias de las confrontaciones armadas entre grupos insurgentes presentes en la región de Arauca, el obispo de esta Jurisdicción, monseñor Jaime Abril González, en un comunicado manifestó su preocupación ante estos hechos que agudizan la crisis humanitaria y social que por décadas allí se ha vivido. Lamentó que una vez más sea la población civil la que salga afectada, por lo que expresó su cercanía y solidaridad con ellos. Además, exigió a quienes generan esta violencia dejar por fuera de estas confrontaciones y hostilidades a las comunidades. Hizo un llamado a "serenar los espíritus, «pensar con cabeza fría», mirar el bien común y no dejarse llevar por un torbellino de violencia que nunca se sabe qué más consecuencias pueda generar". Igualmente, exhortó al diálogo como camino para superar las diferencias "poniendo como base fundamental la verdad y claridad de los hechos". El prelado pidió a las autorizadades se verifiquen los hechos de lo sucedido y se haga lo necesario para proteger la vida e integridad de la población civil donde se están generando estos enfrentamientos. Así como también, les solicitó se establezcan planes de contingencia y ayuda humanitaria donde sean necesarios. A la Comunidad Internacional presente en estos territorios les pide brindar el acompañamiento nesesario a la población civil y a sus estructuras organizativas. El obispo recordó que la Iglesia Católica en Arauca, "fiel a sus principios evangélicos, estará siempre dispuesta a colaborar en todo lo que corresponda y sea necesario, con el fin de aportar lo mejor a la superación de los graves hechos actuales y, en general, a la reconciliación y la paz". Contexto de la noticia El Eln y las disidencias de las Farc siguen disputándose el territorio fronterizo con Venezuela, a pesar de la presencia de la población civil en Tame, Fortul y Saravena. De acuerdo con Etelivar Torres, alcalde de Arauquita, la información que se maneja en el departamento es de alrededor de 17 muertos. Igualmente, según informó el personero de Tame, Juan Carlos Villate, se requiere con urgencia la creación de corredores humanitarios seguros para que la población civil salga de los territorios. Se necesita, además, albergue para más de 2.000 personas que buscan escapar de los enfrentamientos. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar convocatoria[/icon] Presidente del episcopado expresó su cercanía con la población de Arauca Por su parte, monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y presidente de la Conferencia Episcopal, lamentó que a tan solo unos días de haber iniciado el 2022, los grupos armados ilegales sigan atentando contra la vida de las personas. El prelado expresó su voz de cercanía con la Iglesia y los habitantes de esta región del país. Así también, extiendió su oración por las víctimas que dejan los enfrentamientos y pidió por la paz en estos territorios. Mons. Jaime Abril González, Obispo de Arauca

Mar 16 Nov 2021

Foro: "Crisis Humanitaria en el Chocó y Occidente de Antioquia"

Luego de haber finalizado la misión humanitaria que se adelantó en 11 municipios de los departamentos de Chocó y Antioquia, este jueves 18 de noviembre, sus participantes constituidos por instituciones Etnicoterritoriales, la Iglesia Católica, la Iglesia Luterana y organizaciones sociales, adelantarán el foro: "Crisis Humanitaria en el Chocó y Occidente de Antioquia". Se trata de un espacio donde se expondrá ante las principales instituciones del Estado, Procuraduría General de la Nación, Defensoría del Pueblo, Contraloría General de la República, Personerías Distritales y Municipales, Organismos Internacionales de Derechos Humanos, las conclusiones y recomendaciones, fruto del diálogo que se dio con las comunidades, donde se constata el agravamiento de la crisis humanitaria en estas regiones del país. El evento que se realizará en la sede de la Conferencia Episcopal de Colombia, a partir de las 10:30 a.m., podrá ser visto también a través de la fanpage de la CEC www.cec.org.co o a través de las redes sociales @Episcopadocol Participantes: Sociedad Civil, Institucionalidad y Comunidad Internacional. Convocantes: El Foro Interétnico Solidaridad Chocó -FISCH-, la Mesa Indígena del Chocó, la Organización Indígena de Antioquia, las Misioneras de la Madre Laura, las Diócesis de Quibdó, Apartadó e Istmina Tadó, la Arquidiócesis de Santa Fe de Antioquia, la Red de Solidaridad Interreligiosa en Zonas de Conflicto en Colombia (SIZOCC), la Coordinación Regional del Pacífico, las Iglesias Luterana y Presbitetiana, y Organizaciones Sociales y de Derechos Humanos. RUEDA DE PRENSA Previo al inicio del foro, sus organizadores han convocado a los medios de comunicación a una rueda de prensa, donde presentarán los hallazgos de las Misiones Humanitarias realizadas en los 11 municipios de los departamentos de Chocó y Antioquia. Fecha: jueves 18 de noviembre Hora: 09:00 a.m. Lugar: Conferencia Episcopal de Colombia (Cra. 58 # 80 - 87, Bogotá).

Vie 30 Abr 2021

Indignación sí, pero no así

Por: Mons. Juan Carlos Cárdenas Toro - Los recientes acontecimientos que ha vivido nuestra patria, y dolorosamente también en Pasto, no nos pueden ser indiferentes. Por un lado, es comprensible el malestar general por una reforma triburtaria en tiempos de crisis humanitaria. Y tal vez la molestia no viene de la reforma en sí misma sino del modo como esta ha llegado a perfilarse. Es claro que el Estado también sufre las consecuencias de la pandemia y debe buscar maneras para fortalecer su economía, siempre y cuando esta se ordene estrictamente a atender mejor las crecientes necesidades de una población más empobrecida. Una señal positiva y de conexión con el pueblo habría sido dar el primer paso implementando un serio programa de austeridad pública. Sin embargo, cualquier reforma debería salvaguardar la protección de los más vulnerables, librándolos de llevar sobre los hombros una carga impositiva sobre lo que les representa su seguridad alimentaria y vital. El Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (CDSI) sostiene que «Una Hacienda pública justa, eficiente y eficaz, produce efectos virtuosos en la economía, porque logra favorecer el crecimiento de la ocupación […] y contribuye a acrecentar la credibilidad del Estado» (n. 355). Justicia, eficiencia y eficacia, credibilidad, son premisas clave que deben tenerse en cuenta. Por otro lado, es positivo apreciar a las jóvenes generaciones más conscientes de su país y partícipes activos en las decisiones de la nación. La protesta social, garantizada constitucionalmente es un derecho inalienable y laudable, cuando se hace con plena responsabilidad y honestos y nobles ideales fundados en el derecho fundamental a la vida, la dignidad y el bien común. En la mayoría de los jóvenes, las comunidades étnicas y organizaciones populares pueden confirmar estos ideales – yo mismo pude ver el jueves, mientras regresaba de Tumaco a Pasto, la manera respetuosa y pacífica como los indígenas Awá se manifestaron en la zona de El Diviso. Pero desde otra perspectiva, la legitimidad de la protesta social se ve gravemente comprometida cuando la violencia se vuelve la protagonista. Respetuosamente, creo que la responsabilidad de tutelar que este tipo de manifestaciones se den en paz no es sólo de las autoridades (de ellas lo es principalmente, por supuesto), sino también de los organizadores y participantes, impidiendo que unos pocos desnaturalicen lo que se quiere construir: «La violencia no constituye una respuesta justa […] La violenica es un mal […] la violencia es indigna del hombre […] La violencia destruye lo que pretende defender: la dignidad, la vida, la libertad del ser humano» (CDSI, 496). Bienvenidas iniciativas vividas con creatividad y responsabilidad. Nunca más escenas donde el protagonista es el caos y la anarquía en contra de los propios hermanos. +Juan Carlos Cárdenas Toro Obispo Diócesis de Pasto

Mié 24 Mar 2021

Banco de Alimentos de Bogotá logró lo “impensable” durante la pandemia

Durante la pandemia, el Banco de Alimentos de Bogotá (BAB) ha logrado entregar casi 30 millones de kilos de productos en todo el territorio nacional, pues, desde el inicio de esta crisis sanitaria, no ha parado de prestar ayuda a la población más vulnerable del país. En la presentación del informe anual, ofrecido en su asamblea celebrada el pasado 15 de marzo, las directivas del BAB dieron un parte positivo del incremento de ayuda alimentaria que ofrecieron durante el período 2020, llegando a más de un millón quinientas mil personas. "La pandemia no detuvo al BAB, más bien aceleró los esfuerzos traduciendo en acciones de generosidad de más de 15 mil donantes individuales de buen corazón (...) Cuando los pronósticos frente a la pandemia eran desfavorables y los retos se multiplicaban día tras día, nosotros logramos lo impensable”, afirmó el padre Daniel Saldarriaga Molina, director ejecutivo del BAB. Por su parte monseñor Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, quien estuvo presente en la asamblea, aseguró que "la misión del Banco de Alimentos de Bogotá es un signo de las batallas que, por amor, debemos dar en favor de la humanidad". El comunicado resalta que el año 2020 les dejó unos resultados sin precedentes con la generosidad de las ayudas recibidas y un gran desafío para este año en curso, más aún cuando el BAB celebrará los 20 años de haber sido creado como institución para apoyar a las comunidades más vulnerables. Estas ayudas fueron distribuidas a poblaciones en Bogotá, Cundinamarca, Quibdó, Riohacha, Cúcuta, San Vicente del Caguán, El Salado, Cartagena, Leticia, San Andrés y Providencia, y Buenaventura. Finalmente, las directivas del BAB agradecieron la generosidad de los cientos de donantes y resaltaron el apoyo de 1.150 estudiantes, la energía de más de 3.900 voluntarios y el empuje de un equipo formado por 130 colaboradores, quienes con su compromiso vienen cumpliendo un papel importante en esta labor de ayuda. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar comunicado[/icon]