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diócesis de Cúcuta

Mar 15 Mar 2022

Diócesis de Cúcuta y Tibú rechazan actos violentos contra misiones humanitarias

Ante los hechos de violencia contra líderes sociales en los municipios de Sardinata y Bucarasica, las Diócesis de Cúcuta y Tibú, alzaron su voz de rechazo frente a cualquier acción que atente contra la vida y la dignidad de cualquier persona. “nos duelen los hechos violentos que se presentaron en los últimos días en los municipios de Sardinata, Bucarasica y Tibú, donde tiene incidencia el proyecto: PARTICICIPACIÓN Y AUTODETERMINACIÓN POLÍTICA SOCIAL Y ECONÓMICA PARA LA TRASFORMACIÓN POLÍTICA PACÍFICA DE CONFLICTOS EN EL CATATUMBO, COLOMBIA-FASE III “PARTICIPAZ” (…) que trajeron como consecuencia la muerte del líder social Arquímedes Rivera Remolina, dejando también herido al líder social Jesús Emel Ochoa, ofrecemos a sus familias nuestra oración, condolencia y solidaridad”. En un comunicado, hacen ver como los grupos armados al margen de la ley siguen atemorizando a las comunidades en las zonas del Norte de Santander, causando dolor en las familias que se ven afectadas por los constantes atentandos, secuestros, desplazamientos, paros armados, entre otros. Hacen un llamado a todos los actores para que se busquen caminos de diálogo y se preste la atención necesaria a esta problemática. “Las Iglesias particulares de Cúcuta y Tibú invitan a los actores armados al respeto a la vida, los Derechos Humanos, al Derecho Internacional Humanitario; y a través del diálogo y el consenso, encontrar los caminos para la convivencia, el perdón, la reconciliación y la paz. De igual manera, hacemos un llamado a las autoridades competentes al esclarecimiento de estos hechos de violencia y a proporcionar la seguridad y confianza suficientes, para que las misiones humanitrias no sean víctimas de atentandos”

Mié 16 Feb 2022

Sigamos adelante con Jesucristo que ilumina nuestra vida

Por: Monseñor José Libardo Garcés Monsalve - Hemos celebrado la fiesta de la Presentación de Jesús en el templo el pasado 2 de fe­brero, en este inicio de nuestro año pastoral que tiene como lema: “Des­de el punto a donde hemos llegado, sigamos adelante” (Flp 3, 16). Esta es la fiesta de la ofrenda, la fiesta de la luz y la fiesta del encuentro, que nos ha permitido recordar y orar por el carisma de la vida consagra­da en la Iglesia y en nuestra Dió­cesis, como signo de la donación total de la propia vida al Señor. Es la fiesta de la ofrenda porque María y José presentan a Jesús en el tem­plo, atendiendo a la Ley de Moisés que ordenaba el ofrecimiento del primogénito a Dios (Ex 13,2.12). Esta fiesta anticipa y anuncia el sa­crificio redentor del Señor Jesús. El niño que ahora es ofrecido por sus padres, Él mismo se ofrecerá más tarde en la Cruz para aniquilar al diablo, autor de la división y des­trucción del ser humano. Esta ofrenda se convierte en un misterio de amor destinado a ser luz para los pueblos, la luz que guiará a los hombres a ser fieles a Dios, amándolo sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo, que nos permite tener la luz de la vida. Así lo expresa Jesús mismo en el Evangelio cuando afirma: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no caminará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Jn 8, 12), indicando con ello que Jesús es la luz que nos acompaña, porque quien está con Él es capaz de reci­bir la sabiduría que viene de lo alto para iluminar toda su vida, su com­portamiento y su caminar ilumina­do por su Palabra, como lo expresa el salmista: “Tu Palabra es antorcha para mis pasos, y luz para mis ca­minos” (Sal 119 (118), 105), de tal manera que quien deja iluminar sus pasos por Jesucristo, es capaz de se­guir adelante fortalecido por la fe, la esperanza y la caridad, para ser también luz para los hermanos. Dejémonos iluminar por la luz ver­dadera que introduce en nuestro co­razón el gran acontecimiento del en­cuentro con Jesús que nos purifica y nos hace dignos para participar de la Eucaristía. En cada Eucaristía Je­sús nos encuentra para alimentarnos con su cuerpo y con su sangre, para darnos la luz y que a la vez noso­tros nos convirtamos en luz para el mundo, con un corazón humil­de y sencillo, como el de Jesús, para acercar­nos a quienes sufren y sobre todo a los que están en la oscuridad del pecado. Sin Jesús que es la luz del mundo, todos vi­viríamos en la oscuridad espiritual. No conseguiríamos ver el camino que nos conduce al Padre. Jesús vino para iluminar nuestra vida. Él vino para mostrar que en Él te­nemos la salvación eterna. Cuando Jesús murió en la cruz, pagó la pena que merecíamos por nuestros peca­dos. Así iluminó todas las personas con la luz del perdón. Por eso abra­mos el corazón a la gracia para que Cristo ilumine nuestros pasos hoy y siempre y con nosotros ilumine el mundo que camina en tinieblas y está necesitado de la luz que ilumi­na y transforma la vida de cada ser humano que se abre a su gracia. Fortalecidos por la luz de Cristo que ilumina nuestras vidas, tenemos el reto de seguir adelante, valoran­do lo que hemos recibido hasta el momento como gracia y bendición de Dios y compartir con los otros este tesoro y riqueza de tener a Je­sús como luz que ilumina nuestros corazones, que nos alimenta con la Eucaristía y desde allí nos com­promete a todos a vivir en la cari­dad, como una manera de iluminar muchas vidas con la luz de Cristo en esta región de frontera que nos pertenece como cristianos. Así lo expresa Aparecida cuando afirma: “El encuentro con Cristo en la Eu­caristía suscita el compromiso de la evangelización y el impulso a la so­lidaridad; despierta en el cristiano el fuerte deseo de anunciar el Evan­gelio y testimoniarlo en la sociedad para que sea más justa y huma­na. De la Eucaristía ha brotado a lo largo de los siglos un inmenso caudal de caridad, de participación en las ne­cesidades de los demás, de amor y de justicia. ¡Solo de la Eucaristía brotará la civilización del amor, que transformará todos los pueblos” (DA Pág. 262). La Diócesis de Cúcuta ha tenido vocación para la caridad, por todo el compromiso solidario de los cris­tianos, sacerdotes, familias y tra­bajadores que sienten el llamado a mirar la necesidad ajena, como fruto maduro del Proceso Evange­lizador de la Iglesia Particular y de la vivencia fervorosa de la Euca­ristía. Es el momento para renovar nuestro compromiso cristiano sien­do luz para los demás no dejando apagar el cirio de la caridad que ejercitamos en bien de los más po­bres y necesitados, como expresión del encuentro con Jesucristo vivo a quien seguimos como camino, ver­dad vida. Así lo enseña Aparecida cuando nos pide la configuración con Cristo desde la caridad: “Para configurarse verdaderamente con el Maestro, es necesario asumir la centralidad del mandamiento del amor, que Él quiso llamar suyo y nuevo: ‘ámense los unos a los otros, como yo los he amado’ (Jn 15, 12). Este amor con la medida de Jesús, de total don de sí, además de ser el distintivo de cada cristiano, no pue­de dejar de ser la característica de la Iglesia, comunidad discípula de Cristo, cuyo testimonio de caridad fraterna será el primero y principal anuncio, ‘reconocerán todos que son discípulos míos’ (Jn 13, 35), (DA 138). Al comenzar este nuevo año pasto­ral, los convoco para que sigamos adelante, dejándonos orientar por la luz de Cristo que ilumina nuestros pasos y nos saca de la oscuridad que deja el mal y como fruto de su se­guimiento, alimentados por la Eu­caristía, brote un caudal de caridad en nuestra Diócesis, que nos permi­ta hacer presente el mandamiento del amor, que sea luz para muchos que viven en las tinieblas del peca­do. Que nuestra caridad sea la voz de Dios para que muchas personas amen a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a sí mismos. El camino para crecer y salvarse es vivir plenamente la caridad en la fa­milia y en la parroquia, abriendo el corazón a la necesidad ajena. Haga­mos de nuestras familias y ambien­tes parroquiales lugares de caridad que nos lleven a la salvación y que oriente la vida de muchas personas con la luz de Cristo que ilumina nuestros pasos. En unión de oracio­nes, sigamos adelante. Para todos, mi oración y mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo de la Diócesis de Cúcuta

Mié 15 Dic 2021

Diócesis de Cúcuta repudia actos de violencia que atentan contra la vida

Frente al atentado que se registró en la mañana del 14 de diciembre en el Aeropuerto Internacional Camilo Daza y un sector aledaño, la Diócesis de Cúcuta, en nombre del obispo, José Libardo Garcés Monsalve, emitió un comunicado en el que rechaza este acto violento que dejó como saldo tres personas fallecidas. En el mensaje se lee "Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, obispo de la Diócesis de Cúcuta, en nombre de esta Iglesia Particular, rechaza con vehemencia los hechos de violencia en contra de la vida humana y la tranquilidad de la sociedad civil". A través del escrito hacen un llamado a la reconciliación y al desarme de los corazones de aquellas personas violentas que siguen atentando contra la vida de las personas. "Pedimos con urgencia seguir construyendo el camino hacia la paz, que no sea vulnerado con este tipo de hechos que traen más dolor e incertidumbre a esta región del país que ha sido por años fuertemente golpeada por la violencia". Finalmente, extienden un saludo de acompañamiento y su oración a los familiares de los integrantes de la Fuerza Pública que perdieron la vida en este lamentable hecho. Descargar comunicado [icon class='fa fa-download fa-2x'] AQUÍ[/icon]

Vie 5 Nov 2021

El Papa Francisco nombra obispo para la Diócesis de Tibú

El padre Israel Bravo Cortés, fue nombrado por el Papa Francisco como nuevo obispo de la sede de Tibú, en el Departamento Norte de Santander, convirtiéndose en el sexto prelado desde que se fundó la diócesis en 1998. El nuevo obispo de Tibú viene de ocupar el cargo como Vicario General de la Diócesis de Cúcuta, desde el año 2016. Perfil del padre ISRAEL BRAVO CORTÉS Nació en El Espinal -Tolima- el 4 de Junio de 1971. Fue ordenado sacerdote el 1 de febrero de 1998, para la diócesis de Cúcuta. Realizó los estudios de filosofía y teología en el Seminario Mayor de San José de Cúcuta, 1989 - 1997. Es licenciado en teología de la Pontificia Universidad Javeriana y licenciado en filosofía con especialización en comunicación social por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. Como ministro consagrado ha sido, entre otros, vicario parroquial en la parroquia San Pedro Claver, 1997, durante su diaconado transitorio. Vicario parroquial de Ntra. Sra. del Rosario en el municipio de Villa del Rosario, 1998; administrador parroquial de San Judas Tadeo de Villa del Rosario y posteriormente párroco de la misma comunidad de 1999 al 2003. En Roma estuvo del 2003 al 2005 en licencia de estudios; en dos periodos, del 2005 al 2010 y del 2012 al 2014, fue formador del Seminario Mayor de San José de Cúcuta. Mientras adelantaba estudios de maestría en filosofía en la Pontificia Universidad Javeriana, fue administrador parroquial de San Martín de Porres de la Arquidiócesis de Bogotá del 2010 al 2012. Al retornar a su diócesis, fue párroco de la Basílica Menor de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá del 2014 al 2021. Desde el 2016, ha sido Vicario General, miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores, delegado diocesano de pastoral juvenil y miembro de la Comisión de medios de Comunicación Social. El 5 de noviembre del 2021, el Santo Padre Francisco lo nombró como el sexto obispo de la Diócesis de Tibú. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar BIOGRAFÍA[/icon]

Mar 5 Oct 2021

La caridad, ruta de navegación del nuevo obispo de Cúcuta

El obispo electo de la Diócesis de Cúcuta José Libardo Garcés Monsalve, ha dicho que dentro de su plan pastoral a seguir está el acompañar y trabajar por los pobres, los más necesitados, los migrantes y todos aquellos que viven en las periferias. “El papa Francisco nos ha convocado a todos en su magisterio, llegar a todos y, precisamente la salida misionera es uno de los propósitos que tengo para que junto al presbiterio y todos los agentes de pastoral, hagamos camino sinodal, caminemos juntos anunciando a nuestro Señor Jesucristo”. En una entrevista concedida al centro de comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta, el prelado resaltó también, que, continuará acompañando al presbiterio diocesano, religioso, seminaristas y a todo el pueblo de Dios en la tarea del anuncio gozoso del Evangelio. “Me pongo en las manos de Dios y convoco a todo el presbiterio y a los fieles a hacer camino sinodal, a caminar juntos para que la fe, la esperanza y la caridad puedan crecer en esta porción del pueblo de Dios que se me ha confiado”. La caridad ocupa un lugar importante dentro del plan pastoral Cabe resaltar que, monseñor Garcés Monsalve, venía desempeñándose desde hacía 8 meses como administrador diocesano de esta Iglesia particular, por lo que al ser interrogado sobre la impresión del trabajo que allí se adelanta, destacó entre algunos aspectos: la fe viva de los creyentes, un presbiterio trabajador, el trabajo social y la caridad que se vive por los más necesitados. “La caridad ocupa un lugar importante dentro del plan pastoral y creo que lo han venido haciendo con mucho fervor y celo pastoral, quisiera que entre todos reforzáramos esa vivencia de la caridad como fruto maduro de la vida cristiana”. Gratitud a la Diócesis de Málaga De la Diócesis de Málaga-Soatá, ubicada en el Departamento de Santander, donde estuvo por 5 años, el prelado recordó con alegría y entusiasmo sus visitas pastorales por las veredas visitando a los campesinos y compartiendo con ellos el mensaje del Evangelio. Igualmente, expresó su agradecimiento y gratitud al clero y, a todos aquellos que le acompañaron durante su paso por esta Jurisdicción. Finalmente, colocó en manos de Dios este nuevo camino pastoral y pidió de todos sus oraciones, así como también, asumió el compromiso de orar a diario ante el Santísimo Sacramento por la labor que se ha de realizar en esta porción del pueblo de Dios que se le ha confiado. Posesión Canónica Mons. Garcés Monsalve tomará posesión Canónica de la sede, el próximo 20 de noviembre a las 9:00 a.m. en la Catedral San José de la ciudad de Cúcuta.

Lun 4 Oct 2021

El Papa Francisco nombra obispo para la Diócesis de Cúcuta

Monseñor José Libardo Garcés Monsalve, fue nombrado por el Papa Francisco como nuevo titular de la sede de Cúcuta, en el departamento Norte de Santander, convirtiéndose en el décimo prelado desde que se fundó la diócesis en 1956. El nuevo obispo de Cúcuta viene de pastorear, desde el año 2016, la Diócesis de Málaga-Soatá, una jurisdicción eclesiástica ubicada en el Departamento de Santander. Además, desde el 30 de enero de 2021, por decreto de la Congregación para los Obispos y por voluntad del Papa Francisco, asumió como administrador apostólico de la Diócesis de Cúcuta, cargo que ocupa actualmente. Perfil de Mons. JOSÉ LIBARDO GARCÉS MONSALVE El prelado nació en Aguadas - Caldas (Colombia) el 26 de Septiembre 1967 y ordenado sacerdote el 27 de Noviembre de 1993, para la Arquidiócesis de Manizales. Realizó sus estudios de Filosofía y Teología en el Seminario Mayor de Manizales desde el año 1986 a 1992. Es licenciado en Filosofía y Ciencias Religiosas por la Universidad Santo Tomás en Colombia y en Psicología por la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma. En su ministerio pastoral ha ocupado entre otros cargos: Vicario Parroquial de la parroquia San José de Pácora de 1994 a 1995; formador y ecónomo del Seminario Mayor de Manizales, de 1996 a 1998; estudiante de psicología en Roma de 1998 al 2002; formador del Seminario Mayor de Manizales de 2002 a 2009; párroco de Nuestra Señora de los Dolores en Manizales de 2010 a 2013; párroco de la Catedral Basílica de Manizales de 2014 a 2016; canciller de la Arquidiócesis de Manizales de 2015 a 2016; en la Arquidiócesis de Manizales fue miembro del Consejo Presbiteral y del Colegio de Consultores. El 1 de septiembre de 2016 fue ordenado obispo para la Diócesis de Málaga - Soatá, tomando posesión del cargo el 30 de septiembre del mismo año. Por decreto de la Congregación para los Obispos y por voluntad del Papa Francisco, el 30 de enero de 2021, fue nombrado como administrador apostólico de la Diócesis de Cúcuta. El 4 de octubre de 2021, el Papa Francisco lo nombra obispo titular de la Diócesis de Cúcuta. [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar Biografía[/icon]

Dom 3 Oct 2021

Somos discípulos misioneros de Jesucristo

Por: Mons. José Libardo Garcés Monsalve - Comenzamos el mes de oc­tubre, que en la Iglesia lo aprovechamos para reflexio­nar sobre la misión que tenemos como bautizados, de anunciar por todas partes el mensaje, la palabra y la persona de nuestro Señor Je­sucristo (Cf. Mt 28, 19). Recorde­mos que el Bautismo nos convierte en miembros del Cuerpo de Cristo y nos hace entrar en el Pueblo de Dios, que es la Iglesia, un Pueblo en camino, que toma conciencia de ir sembrando la semilla del Reino de Dios por todas partes, con celo pastoral y ardor misionero. Por el bautismo cada uno se con­vierte en un discípulo misionero, llamado a llevar el Evangelio a to­das partes. Cada uno de nosotros los bautizados, cualquiera que sea nuestra función en la Iglesia es un instrumento activo para la evange­lización (Cf. EG 120). Somos dis­cípulos porque recibimos la fe y la enseñanza del Evangelio y somos misioneros porque nos compro­metemos a trasmitir la fe a tan­tas personas que aún no conocen a Jesús, que están alejados de Él o que lo rechazan. Así lo expresa el Papa Francisco cuando nos dice: “En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo mi­sionero” (EG 120). “En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santifi­cadora del Espíritu que impulsa a Evangelizar” (EG 119). En nuestra Diócesis de Cúcuta, con el desarrollo del Plan Pastoral, he­mos reflexionado durante este año en Jesucristo que es nuestra Espe­ranza, y así lo queremos vivir en este tiempo de tormenta por el que pasamos todos y como misioneros queremos ser fuente de Esperanza para muchas personas que nece­sitan una palabra de consuelo, de aliento y que cada uno puede en­tregar, dando a conocer a Jesucristo nuestra Esperanza que no defrauda. Sabemos desde nuestra experien­cia de creyentes que nadie se salva solo. Todos somos responsables de la salvación de los hermanos, por­que somos comunidad de creyen­tes; por eso, sentimos el impulso interior que da la gracia de Dios, de comunicar la verdad de la Sal­vación a todos, sobre todo a los que están alejados del Señor o lo rechazan abier­tamente, dándoles a Jesucristo a quien hemos encontrado como al mejor de los tesoros. Según el documento de Aparecida cuando afirma: “En el encuentro con Cristo queremos expresar la alegría de ser discípu­los del Señor y de haber sido envia­dos con el tesoro del Evangelio. Ser cristiano no es una carga sino un don: Dios Padre nos ha bendecido en Jesucristo su Hijo, Salvador del mundo” (DA 28). Lo que nos involucra a todos en esta misión es nuestra pertenencia a la Iglesia de Jesús. Él la quiso misio­nera, es decir, en salida anunciando la Palabra de Dios, para incluir en el proyecto de salvación a todas las gentes del mundo. El texto evangé­lico de Mateo contiene el mandato misional: “Vayan, pues, y enseñen a todas las naciones, bautizándo­las… y enseñándoles a cumplir todo cuanto yo les he mandado” (Mt 28, 19 - 20). Estas instruccio­nes del Señor son precedidas por un gesto de sumisión y fe de los apóstoles: Al ver a Jesús, relata el evangelista, lo adoraron, ellos que habían dudado (Cf. Mt 28, 18). El mandato de ir a bautizar hace refe­rencia a la nueva vinculación que se establece entre el bautizado y cada una de las tres Personas de la Santí­sima Trinidad que le da la identidad de Hijo de Dios al nuevo creyente. De ahí, se desprende la misión de ir a comunicar y testimoniar con la vida el Evangelio recibido y la fe asumida, para hacer crecer el Reino de Dios en el mundo, fortalecidos por la gracia de Dios, sobre todo en los mo­mentos de duda e in­certidumbre. De esto se desprende que todas las Dióce­sis, parroquias, comu­nidades eclesiales mi­sioneras, y en general, todos los bautizados, debemos escuchar con entusiasmo este mandato del envío misionero y ponerlo en práctica en cada uno de los ambientes en los que nos encon­tramos; comenzando por la familia y sembrando el Reino de Dios en el lugar de trabajo y la comunidad en la que nos movemos, con un solo propósito de dar a conocer a Jesús en todos los ambientes. Como consecuencia de nuestra condición de discípulos misione­ros, anunciando el mensaje de Je­sucristo, cosechamos en la Iglesia y en nuestra Diócesis el fruto ma­duro de la evangelización que es la caridad, en la que nuestra Iglesia Particular está comprometida, en la atención a los más pobres y ne­cesitados, a la población migrante tan necesitada de nuestra atención y misión en la siembra del Reino de Dios, tal como nos lo pide Apare­cida cuando dice: “Los discípulos y misioneros de Cristo promueven la cultura del compartir en todos los niveles en contraposición de la cultura dominante de acumulación egoísta, asumiendo con seriedad la virtud de la pobreza como estilo de vida sobrio para ir al encuentro y ayuda a las necesidades de los her­manos que viven en la indigencia” (DA 540). Desde nuestro Plan Pastoral bus­camos seguir caminando juntos, llegando a todos con el Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, para transformar todas las realidades de la vida, con el propósito que la Palabra de Dios llegue a todas las periferias físicas y existenciales, para hacer crecer el Reino de Dios en esta porción del Pueblo de Dios que peregrina en nuestra Diócesis de Cúcuta y que queremos fortale­cer con la Eucaristía, la oración y la caridad. Con la conciencia de ser discípu­los misioneros de nuestro Señor Jesucristo, en familia renovamos la decisión de ser evangelizadores, in­tensificando nuestra respuesta de fe y anunciando a todos que Cristo ha redimido todos los pecados y ma­les de la humanidad. Amparados por la intercesión de la Santísima Virgen María Estrella de la Evan­gelización y del Glorioso Patriarca San José que custodia nuestra vida, vocación misión, pidamos al Señor la gracia de ser auténticos misione­ros, para hacer crecer el Reino de Dios por todas partes, cumpliendo el mandato del Señor. Para todos, mi oración y mi bendición. + José Libardo Garcés Monsalve Obispo electode la Diócesis de Cúcuta

Vie 24 Sep 2021

La fe y la promoción de la justicia en los complejos carcelarios

La Iglesia Católica colombiana, a imagen de Jesús, el Buen Pastor, busca a sus ovejas y las guía hacia el camino de la verdadera libertad; por esto, ha estado estrechamente vinculada con el ámbito penitenciario, para anunciar a Jesucristo entre las personas privadas de la libertad y quienes le rodean. A nivel nacional, la Pastoral de Justicia y Libertad se proyecta para el año 2024 como una organización sólida que incide en la dignificación del ser humano con el anuncio del Evangelio. En la Diócesis de Cúcuta, también está presente este servicio pastoral, cuyo delegado es el padre Rhonald Sttyd Suárez Carrillo, quien durante seis años y medio ha estado acompañando a la comunidad del Complejo Carcelario y Penitenciario Metropolitano de Cúcuta. En entrevista para el Periódico La Verdad, el padre Rhonald explica cómo ha sido la práctica y divulgación del Evangelio de Jesucristo en medio de las diversas y difíciles realidades que viven las personas privadas de la libertad, sus familias y quienes están vinculados a esta comunidad. La Verdad: Como sacerdote y a nivel personal, ¿cómo ha sido esta experiencia? Padre Rhonald Sttyd Suárez Carrillo: Es una experiencia pastoral y humanamente muy enriquecedora, dado que en la cárcel está el resumen de lo que es nuestra sociedad, ahí tenemos la descripción real y cruda de cómo estamos a nivel familiar, político y económico; en la cárcel están todos los estratos sociales, todas las realidades humanas, todo tipo de familias están reflejadas en la cárcel. Por eso, aseguro que es un lugar privilegiado de aprendizaje humanamente hablando, y en lo pastoral, es un terreno propicio para dar a conocer el nombre de Jesús. L.V.: La comunidad carcelaria no sólo son personas privadas de la libertad, también se incluyen sus familiares, los funcionarios de la penitenciaría y profesionales que prestan sus servicios en el Complejo, ¿cuál es el apoyo desde la fe que reciben, al pertenecer a esta realidad? P.R.S.S.C.: Ciertamente, cuando hablamos de Pastoral de Justicia y Libertad, estamos hablando de todas las personas que me menciona, lo cual es una experiencia viva de fe, en la que se puede dar a conocer el nombre de Jesús a través del perdón y la reconciliación, que son los pilares que tenemos para dar el paso a la sanación de tantas heridas que encontramos en nuestro proceso evolutivo. El acompañamiento que se hace es a las personas privadas de la libertad, directamente en sus pabellones, y con los demás, se buscan los espacios para dar asesoría espiritual, realizar el sacramento de la reconciliación, la celebración sacramental y también acompañamos el proceso de duelo a las familias que han perdido a un ser querido. L.V.: En la promoción de la justicia y la paz, ¿cuál es el papel de la Iglesia Católica? P.R.S.S.C.: Servir de mediadora y pacificadora, buscando el camino de la reconciliación, este es un papel muy importante que necesitamos como Iglesia, como sociedad y naturalmente en este escenario en el que se ve reflejado cómo estamos a nivel social, donde es cada vez más necesaria e indispensable la búsqueda de la reconciliación. L.V.: ¿Cómo hablarle del don de la libertad, a quienes están privados de ella? P.R.S.S.C.: Precisamente, la libertad es mucho más que estar caminando por las calles, porque la libertad es un proceso de liberación de heridas y del pecado que venimos arrastrando, como decía san Ignacio de Loyola: “todos tenemos un pecado dominante”, y ese pecado se puede sanar y liberar. Entonces, cuando una persona espera su boleta de salida, desde la Pastoral insistimos en que no es solamente que salga libre físicamente, sino libre espiritualmente, libre de venganza, de odio, de resentimiento, de heridas. Y hay algo importante aquí también, cuando hablamos de Pastoral de Justicia y Libertad, no solamente es la fe Católica, ya que nosotros le abrimos espacio a todas las denominaciones que las personas privadas de la libertad expresan, es decir, tienen el derecho de recibir un acompañamiento de su líder religioso. L.V.: Como usted lo menciona, hay espacio para todos y dentro de una cárcel se encuentra una diversidad cultural y asimismo de creencias religiosas, ¿cómo llevar la Palabra y tocar los corazones a cada uno de ellos? P.R.S.S.C.: La Palabra es fundamental para acompañar el proceso de liberación y sanación integral, porque la búsqueda de Dios es inherente en el ser humano, entonces independientemente de la denominación religiosa, se acompaña espiritualmente a cada uno de las personas privadas de la libertad. L.V.: ¿Cuáles actividades se promueven desde la Pastoral P.R.S.S.C.: Nosotros realizamos catequesis pre-sacramental; formación humana, apoyados en unas cartillas que nos proporcionan desde la Pastoral de Justicia y Libertad nacional, para impartir temas antropológicos y existenciales, buscando la maduración del corazón, basados en la espiritualidad, es decir, en la Palabra de Dios, porque esta es la ruta de la verdadera libertad. También celebramos los sacramentos de la reconciliación, el bautismo y por supuesto, la lectura orante de la Sagrada Escritura. L.V.: Padre, háblenos de la devoción a Nuestra Señora de las Mercedes P.R.S.S.C.: Es la patrona de las personas privadas de la libertad, porque es en el camino de obediencia como el de la Virgen María que encontramos la libertad; nos enseña que cumplir los mandamientos no es algo que se impone, sino que es la ruta para encontrar la propia plenitud. Ella es la que nos anima y acompaña; de hecho, el rezo del Santo Rosario es una de las oportunidades de oración que también tenemos con cada uno de los pabellones. L.V.: ¿Qué opinan de su patrona y protectora, las personas privadas de la libertad en Cúcuta? P.R.S.S.C.: Son en su mayoría, fieles devotos, porque ha ayudado a que muchas personas obtengan su libertad física; hemos visto situa­ciones jurídicas muy complejas y gracias a su intercesión, de manera extraordinaria se han resuelto. L.V.: Precisamente, en el marco de la fiesta de Nuestra Señora de las Mercedes que se celebra cada 24 de septiembre, la Pastoral de Justicia y Libertad, cada año adelanta una campaña de recolección de elementos de aseo; que sea esta la ocasión para invitar a los lectores a donar. ¿Qué pueden donar y a dónde llevar sus ayudas? P.R.S.S.C.: Hacemos la cordial invitación a que se unan a la campaña ‘Dona un útil de aseo’, pueden ayudarnos con papel higiénico, crema dental, jabón de baño, cepillo de dientes, toallas higiénicas, jabón de lavar ropa, pañales para adultos y bebés, porque hay mujeres en gestación y les toca enfrentar su parto en la cárcel, donde hay un patio de neonatos. Las ayudas las pueden llevar al Centro de Comunicaciones de la Diócesis de Cúcuta que queda ubicado en la calle 9 # 8-87 barrio El Llano, desde allí nos colaboran como centro de acopio. L.V.: Para finalizar, un mensaje a los fieles bautizados, personas de buena voluntad y lectores del Periódico La Verdad, para que brindemos segundas oportunidades P.R.S.S.C.: Todos podemos equivocarnos, no hay ninguna persona que no se haya equivocado, recordemos el pasaje en el que Jesús le dice a la mujer: “mujer, yo no te condeno” (Jn 8, 1-11), si Jesús no condena, ¿por qué nosotros sí? Reflexionemos en esto y vinculémonos al proceso de la reconciliación, el perdón y naturalmente, la justicia. No quiere decir que quien se equivocó no vaya a pagar lo que dicten las leyes humanas, sí, pero con perdón, porque el perdón es sanador. Una familia que no se abra al perdón, se enferma. Los invito a buscar el perdón y la reconciliación que viene de Dios. Fotos: Pastoral de Justicia y Libertad de la Diócesis de Cúcuta. Las fotografías son con consentimiento informado. Fuente: Centro de comunicaciones Diócesis de Cúcuta