Mié 8 Feb 2023
Así se dijo a los antiguos: pero yo les digo
SEXTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Febrero 12 de 2023
Primera Lectura: Eclesiástico 15,16-21
Salmo: 119(118), 1-2.4-5.17-18.33-34 (R. cf. 33a)
Segunda Lectura: 1Corintios 2, 6-10
Evangelio: Mateo 5, 17-37
I. Orientaciones para la Predicación
Introducción
A lo largo de estos domingos la liturgia continúa siendo inspirada por el “Sermón de la montaña”. San Mateo, en su Evangelio, apoyándose en abundantes citas bíblicas proclama en todo momento que, desde el origen hasta su Muerte y Resurrección, tanto en su enseñanza como en su comportamiento, Jesús lleva a cumplimiento el contenido de las Sagradas Escrituras.
Para San Mateo la novedad de la Buena noticia y de la vida evangélica solo se entiende en la línea de la tradición de Moisés. Así lo podemos meditar en la primera lectura en donde se subraya que la Ley de Dios viene en nuestra ayuda para aumentar nuestra capacidad de discernimiento y saber distinguir, de manera inmediata y con toda certeza, entre el bien y el mal.
Así mismo el salmo responsorial nos invita a sentir alegría al poder cumplir los Mandamientos de la Ley de Dios de todo corazón, en plena libertad, y así expresar cómo el amor de Dios nos habita.
Asumir en nuestro corazón los Mandamientos de Dios, podríamos decir con San Pablo a los Corintios en la Segunda lectura, es tener con nosotros la sabiduría de Dios, que se recibe por la acción del Espíritu Santo que nos lleva a la comprensión del misterio de Dios. Este Espíritu Santo se recibe, especialmente, cuando entramos en oración.
1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura?
v. 17: “No he venido a abolir la ley y los profetas”, dice Jesús. En efecto la ley es buena y necesaria cuando esta promueve y hace crecer la vida y prohíbe aquello que atenta contra ella. Los profetas también apelan a ella, denuncian las transgresiones y prometen un corazón nuevo y un Espíritu nuevo, que nos haga caminar por el camino de Dios.
“Sino a darle cumplimiento”, Jesús es el primero que, de palabra y de obra, da cumplimiento a la ley. Porque Él es la sabiduría encarnada que no solo cumple la ley sino que lleva a plenitud la alianza de Dios con su pueblo.
v. 18: “Mientras dure el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i o una tilde de la ley sin que todo suceda”, Jesús se presenta como el ejemplo de aquel que cumple la ley, no vino a abolir sino a dar cumplimiento. Y ¿Por qué cumple la ley? Porque hay amor en su corazón. Quien no ama ve en las normas algo que lo limita, pero quien ama ve en ellas la posibilidad de crecer en el respeto y amor al prójimo, a la sociedad, a la creación.
v.20 “Si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos”. Jesús pide a sus discípulos que su justicia supere aquella de los escribas y fariseos. No se trata de ser más rigurosos en la observancia de las reglas o más escrupulosos que los fariseos, sino que propone un salto de calidad: su justicia supera la de aquellos porque es la justicia de Dios que ustedes han recibido como un don, es la luz de Cristo y su potencia que ahora obran en su existencia y lo llevan a una autonomía (nomos significa ley), es decir, acoger la ley en el corazón como un don de Dios.
v. 21: “Han oído que se dijo…pero yo les digo”. Hay una serie de enseñanzas de Jesús que complementan aquello que es dicho por la ley. Son cinco antítesis en el Evangelio de Mateo. Tres las encontramos en este domingo y dos en el siguiente. No son contraposiciones porque no dice, por ejemplo, que antes se prohibía matar (No matarás) y ahora Jesús dice: pueden matar. No se cambia la ley sino que se profundiza, se realiza e incluso el amor lleva a dar un paso más: “Yo les digo quien llame a su hermano imbécil responderá ante el Consejo”. Era necesario dar un paso adelante con respecto a la Torá de Israel y Jesús lo hace precisamente partiendo de ella: “ahora yo les digo”.
2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad?
Estamos en un momento en el cual con mucha facilidad se puede perder el control de los instintos por los muchos estímulos que están fuera y dentro de nosotros, y después vienen los problemas que afectan no solo a quien hace el mal sino a toda la familia, a los hijos, a la sociedad. Por eso Jesús insiste: ante ciertas situaciones es necesario adherirnos a la ley y aún más al amor de Dios que nos habita.
La pregunta que debemos hacernos es esta: ¿Es humanizante o deshumanizante la mentalidad de hoy que permite todo aquello que Jesús nos pide superar? ¿Nos ayuda a nosotros y a las personas a crecer en la dignidad?
Jesús ahora, llevando a plenitud la ley y los profetas, nos ofrece los criterios para discernir entre aquello que es bueno de lo que es malo, entre lo que humaniza y lo que deshumaniza. Sobre los principios no se puede ceder porque no seríamos leales con las personas sino les indicamos el camino de Dios y las opciones de vida que nos ha enseñado el maestro Jesucristo. Pero al mismo tiempo se puede acompañar y comprender a quien se ha equivocado para que retome el camino de Dios.
Se puede y se debe desaprobar todo aquello que deshumaniza a las personas, pero no se puede nunca juzgar y condenar a la persona que lo hace, sino que debe ser acompañada y ayudada.
Jesús es el primero que vive el amor. Su justicia no es la de los escribas ni la de los fariseos: es la “excesiva del Hijo”, igual a la del Padre, que hace entrar en el reino.
Los Mandamientos son una manera fácil y a la mano para tener criterios de discernimiento frente al mundo, pero la Iglesia no solo anuncia la ley sino todo el Evangelio que nos presenta la “justicia excesiva” del Hijo, que ama como el Padre y nos pide “ser perfectos como es perfecto el Padre de ustedes que está en el cielo” (Mt 5, 48). El amor que supera la ley no le hace mal a nadie y el amor es el pleno cumplimiento de la ley. Quien ama no ve en la ley una restricción sino una posibilidad de respetarse a sí mismo, al otro y a la creación. Quien ama va mucho más allá de lo que le pide la ley como, en efecto, es la propuesta de Jesús.
3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo?
• Después de leer el texto anterior, hago una “pausa de contemplación”.
• En un primer momento puedo imaginarme a Jesús que habla en el monte y proclama las bienaventuranzas.
• Pido al Señor lo que deseo en este momento: acoger en mi corazón la “justicia excesiva” como cumplimiento pleno de la ley.
• Tomo el salmo 119 y voy meditando cada una de las frases y lo que ellas pueden suscitar en mi vida en estos momentos.
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Recomendaciones prácticas:
• En este día se puede entregar a los fieles, en un papel de media carta, una invitación a leer el Catecismo de la Iglesia Católica, señalando los números en donde se explican Las Bienaventuranzas y los Mandamientos que corresponden a la tercera parte del Catecismo: la vida en Cristo. Se puede estimular la lectura rifando algunos ejemplares del Catecismo de la Iglesia Católica impreso o poniendo sobre la ficha que se entrega la dirección o página de internet donde se encuentra.
II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles
Monición introductoria de la Misa
La ley de Dios manifestada en el Antiguo testamento es un camino sabio y fácil para que podamos decidir entre el bien y el mal con libertad. Jesús respetó y mantuvo la ley de Moisés, pero, apelando al amor de Dios, pide dar un paso más superando solo la visión legalista del cumplimiento. Con varios ejemplos el Evangelio nos mostrará como Jesús lleva a plenitud los antiguos mandamientos que siguen vigentes para nosotros hoy. Vivamos este encuentro con Cristo, en la Eucaristía, abiertos a la novedad que hoy nos trae la presencia del Espíritu Santo.
Monición a la Liturgia de la Palabra
Ante las confusiones que generan hoy las diversas ideologías, muchas personas quedan perplejas cuando tienen que decidir sobre su actuación en la sociedad y, en algunas ocasiones, son incapaces de distinguir de manera inmediata, sobre el bien o el mal. Por eso la ley de Dios viene en su ayuda y así, iluminados por la sabiduría divina, están en condiciones de tomar libremente una buena decisión.
El salmo nos invita a estar alegres por poder cumplir los Mandamientos con todo el corazón y en plena libertad para expresar nuestro amor a Dios.
La segunda lectura nos dice que la sabiduría de Dios no puede ser comparada con la de los hombres pues esta es dada a cada uno por el Espíritu Santo que, además, nos abre a la comprensión de los misterios de Dios.
En el Evangelio Jesús, revestido de la autoridad de Dios, nos enseña y revela una lectura y una práctica de los Mandamientos concorde con la intención profunda de Dios: “Han oído que se dijo…pero yo les digo”. La moral evangélica brota de un corazón que permanece “en continua conversión”.
Oración Universal o de los Fieles
Presidente: Oremos a Dios, Padre todopoderoso, para que nos ayude con su gracia a poner en práctica las palabras de Jesús, suplicando confiadamente:
R. Escúchanos, Señor.
1. Por el Papa y por los obispos que profesan la fe apostólica, para que despierten en el corazón de los fieles y en quienes reciben la catequesis el deseo de vivir, desde ya, el Reino de Dios, oremos.
2. Por quienes tienen responsabilidades educativas para que sepan promover una cultura de pueblo de Dios, fundada en los Mandamientos de Dios, oremos.
3. Por los oprimidos y marginados, por los pobres, por los afligidos y por quienes sufren, para que encuentren alivio, consuelo y salud en Jesús, oremos.
4. Por las madres solteras y por los hogares separados, para que sientan, de parte de los cristianos, la acogida y la ayuda que necesitan. Oremos.
5. Por todos los aquí presentes en esta asamblea del domingo, día del Señor, que escuchamos las palabras de Jesús en el Evangelio, para que nuestra justicia supere la de los escribas y los fariseos, oremos.
Oración conclusiva
Señor, Dios omnipotente,
graba en nosotros la Ley del amor y del perdón,
para que seamos capaces de vivir conforme con el Evangelio de tu Hijo.
Él que es Dios contigo en la unidad del Espíritu Santo.
R. Amén.