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Espíritu Santo

Mié 18 Mayo 2022

El Espíritu Santo les irá recordando todo lo que les he dicho

SEXTO DOMINGO DE PASCUA Mayo 22 de 2022 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 15, 1-2.22-29 Salmo: 67(66), 2-3.5.6 y 8 Segunda lectura: Apocalipsis 21, 10-14.22-23 Evangelio: Juan 14, 23-29 I. Orientaciones para la Predicación Introducción • El Espíritu Santo es el protagonista del caminar histórico de la Iglesia. Guiados por su luz, los apóstoles toman las decisiones que más le convienen a las comunidades cristianas nacientes. Alivianar las cargas es la consigna para que los creyentes puedan ser realmente libres según el Espíritu. • El Cordero Pascual que ha sido inmolado y cuya Resurrección estamos celebrando se presenta en el Apocalipsis como el Sol glorioso que iluminará la Nueva Jerusalén, la ciudad santa donde Dios habita y donde habitaremos para siempre con el Señor. • Para los que aman a Cristo se nos promete el amor del Padre, que, junto con el Hijo, e incluso con el Espíritu, vendrán a poner su morada en la vida de cada discípulo. El Espíritu Santo obrará en sus mentes para reavivar el recuerdo de las enseñanzas del Maestro, palabras de vida eterna. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El capítulo 15 de los Hechos de los Apóstoles nos cuenta la controversia que se suscitó en Antioquía y en Jerusalén acerca de la obligatoriedad de la circuncisión con miras a la salvación. En ese contexto, el fragmento que se toma para la liturgia de este domingo nos ofrece dos partes: a) Los primeros dos versículos presentan en qué consistía la problemática; b) enseguida, saltándose el relato del Concilio de Jerusalén con las intervenciones de los apóstoles, la perícopa coloca los vv. 22-29 que hacen alusión a la carta que los apóstoles envían a Antioquía y en la cual se les garantiza la liberación de las cargas innecesarias. En la segunda lectura encontramos otro pasaje del capítulo 21 del Apocalipsis, del cual ya habíamos escuchado los primeros cinco versículos en el domingo anterior. Ahora Juan es llevado a contemplar la visión de la Jerusalén celestial (la imagen de la ciudad santa sirve para simbolizar el ámbito celestial-escatológico), luego de que el ángel le había prometido: «Ven, que te voy a enseñar a la novia, a la Esposa del Cordero» (este es el v. 9 que no hace parte del texto que se proclama en la liturgia de este domingo). Esta ciudad viene a ser el gran templo donde habita la gloria de Dios. Se ingresa allí a través de los apóstoles para descubrir que, en realidad el templo es Dios mismo y el Cordero, vencedor de la muerte, es él mismo la luz. Continuando con sus palabras de despedida, Jesús les garantiza a sus discípulos la inhabitación divina que tiene por causa el amor del Padre, así como por amor Dios ha enviado a su Hijo (cf. Jn 3,16). Habiéndole a dicho a Felipe: «el que me ha visto a mí ha visto al Padre» (Jn 14,9), ahora explica que su presencia después de la resurrección llevará consigo la presencia del Padre. Dicha presencia es consecuencia del amor del discípulo por el Hijo; por ende, la falta de amor es la causa de que el mundo no pueda reconocer ni al Padre ni al Hijo. Además, el Espíritu Santo, que se enviará en nombre de Cristo se encargará de mantener en el tiempo las enseñanzas del Maestro, lo que hace perfecta y completa la presencia de Dios entre nosotros que es fruto de la Pascua, de la glorificación del Hijo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Con la resurrección de Cristo, no sólo llegamos a contemplar su gloria, sino que, gracias a la efusión del Espíritu Santo, Dios llega a habitar en nosotros. Se realiza así lo que Dios ha deseado con la encarnación: «y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros» (Jn 1,14). Sabemos que esta inhabitación se ha hecho realidad desde nuestro Bautismo que nos hace hijos amados del Padre, perfeccionada en la Confirmación con el don del Espíritu Santo y llevada a plenitud en la Eucaristía, sacramento donde se cumple la promesa de Cristo: «Quien come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él» (Jn 6,56). Si afirmamos con san Pablo: «Ya no soy yo quien vive, sino es Cristo quien vive en mí» (Ga 2,20) es porque el Padre y el Hijo han venido a morar en nosotros. Y si nuestros corazones arden cuando nos ponemos delante de las enseñanzas del Maestro es porque el Espíritu Santo cumple a cabalidad su misión de recordarnos las Palabras de Jesús. Al respecto de esta obra iluminadora del Paráclito, nos dice el Papa Francisco: «Nosotros no estamos solos: Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros. Su nueva presencia en la historia se realiza mediante el don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con Él, el Crucificado Resucitado […] Y el signo de la presencia del Espíritu Santo es también la paz que Jesús dona a sus discípulos: «Mi paz os doy» (v. 27). Esa es diversa de la que los hombres se desean o intentan realizar. La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos. Es don de Dios y signo de su presencia. Todo discípulo, llamado hoy a seguir a Jesús cargando la cruz, recibe en sí la paz del Crucificado Resucitado con la certeza de su victoria y a la espera de su venida definitiva» (Ángelus, 01/05/2016). 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? No perdamos de vista el camino sinodal que vive la Iglesia. Para hacer realidad el proyecto de caminar juntos debemos atender a la voz del Espíritu, que pone en nuestras mentes y en nuestros corazones el Evangelio de Cristo: «Una pregunta fundamental nos impulsa y nos guía: ¿cómo se realiza hoy, a diversos niveles (desde el local al universal) ese “caminar juntos” que permite a la Iglesia anunciar el Evangelio, de acuerdo con la misión que le fue confiada; y qué pasos el Espíritu nos invita a dar para crecer como Iglesia sinodal? Enfrentar juntos esta cuestión exige disponerse a la escucha del Espíritu Santo, que, como el viento, “sopla donde quiere: oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va” (Jn 3,8), permaneciendo abiertos a las sorpresas que ciertamente preparará para nosotros a lo largo del camino» (Documento preparatorio, 2). Por tanto, en este presente que vive la Iglesia, estamos llamados a invocar con más intensidad al Espíritu Santo: «Ven Espíritu Santo, derrama tu luz en medio de tus fieles y otórganos el don de estar unidos, de caminar juntos. Que podamos hacer memoria de lo que has obrado en la historia y nos muestres el camino para ser signo de salvación en el mundo de hoy». __________________ Recomendaciones prácticas: • Motivar la Novena de Pentecostés. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Queridos hermanos y hermanas: En esta celebración eucarística, Cristo resucitado sale a nuestro encuentro, presente en su Palabra y en la Eucaristía. Nos promete el Señor habitar en nuestros corazones y mantener vivo el recuerdo de sus enseñanzas gracias a la acción santificadora del Espíritu. Que este mismo Espíritu nos disponga para vivir plenamente este acontecimiento de salvación, mientras seguimos avanzando en este itinerario pascual. Monición a la Liturgia de la Palabra Palabras de vida eterna se nos transmiten ahora en esta liturgia. Son las palabras de Cristo, el Señor, que quiere entrar en diálogo de amor con su pueblo. Ahora, mientras escuchamos estas lecturas, guardemos este mensaje en nuestro corazón para que seamos templos donde habite la Santa Trinidad. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Al Padre del cielo que nos envía a su Hijo y al Espíritu Santo para que participemos de su vida, le presentamos nuestra oración que brota de la escucha de su Palabra, en este tiempo en que celebramos a Cristo, nuestra Pascua. Por eso, suplicamos diciendo: R. Por Jesucristo, vencedor de la muerte, escúchanos Padre. 1. Por la Iglesia para que el Espíritu Paráclito la guíe con la fuerza del Evangelio y para que brille en el mundo como luz que acompaña el camino de toda la humanidad. 2. Por quienes están encargados del gobierno de las naciones para que sepan escuchar la voz del pueblo que clama para recibir el apoyo humano para sus necesidades más urgentes. 3. Por un verdadero diálogo en la Iglesia y en la sociedad para que, por un camino de perseverancia, paciencia y comprensión mutua, estemos atentos a la experiencia de las personas y de los pueblos. 4. Por todos los que sufren a causa de tantos males para que experimenten la presencia cercana y amorosa de Dios que está atento a sus oraciones y es providente para con todo aquel que requiere de su ayuda. 5. Por nosotros, participantes de esta celebración, para que sigamos exultando de alegría pascual y para que seamos portadores de aquella paz que sólo da Cristo resucitado y no puede darla el mundo. Oración conclusiva Padre bueno, que prometes amarnos y visitarnos cuando guardamos la palabra de tu Hijo No desoigas nuestras peticiones y favorece a aquellos que imploran tu auxilio. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Mié 27 Abr 2022

Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado

TERCER DOMINGO DE PASCUA Mayo 01 de 2022 Primera lectura: Hechos de los Apóstoles 5, 27-32.40b-41 Salmo: 30(29), 3-4.5-6.12ac-13 (R. 2a) Segunda lectura: Apocalipsis 5, 11-14 Evangelio: Juan 21, 1-19 I. Orientaciones para la Predicación Introducción Avanza el tiempo de gracia de la Pascua y en la liturgia de este domingo afloran algunas inspiraciones para la escucha y meditación de la Palabra de Dios; como la obra del Espíritu Santo que anima a los apóstoles y a los discípulos para dar testimonio del Resucitado; como la compasión de Cristo por el género humano, reflejada en su encuentro con los discípulos junto al lago de Tiberiades y con Pedro en particular; como las relaciones entre la liturgia terrena y la liturgia celestial, porque al participar de la santa Misa, en este mundo, anticipamos ya el gozo de alabar al Cristo, el Cordero de Dios, representándole en nuestra voz la glorificación de todas las criaturas que hay en este mundo y uniéndola a la adoración de todos los ángeles (cf. Directorio Homilético, apéndice I, ciclo c, Tercer domingo de Pascua). 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? El pasaje de los Hechos de los Apóstoles, que se tiene como primera lectura, se ubica dentro de algunos relatos sobre el núcleo de la primera comunidad cristiana en Jerusalén y más específicamente trata de los apóstoles que comparecen ante el sumo sacerdote que los interroga por predicar a Cristo, incluso cuando les habían prohibido hacerlo. Pedro, tomando la voz de los Apóstoles, declara la Verdad, es decir a Cristo, muerto y resucitado por nuestra salvación; el texto termina recordando que estas vicisitudes acontecidas a los apóstoles constituyen un ultraje que ellos sobrellevaron contentos por el nombre de Jesús; esta sentencia es justamente el enlace con el Salmo, que pone bajo el acento espiritual y de oración el contenido de la lectura que lo precede. El verso de respuesta hace repetir (cuando es que se hace de manera responsorial) «Te ensalzaré, Señor, porque me has librado», así la Iglesia orante interpreta bajo algunos versículos del salmo veintinueve la fidelidad de Cristo que acompaña a sus discípulos en medio de contrariedades de diverso tipo. Por otra parte, como segunda lectura se ofrece un pasaje del Apocalipsis que en este ciclo C es de donde se toma la lectura apostólica porque «estos textos están muy de acuerdo con el espíritu de una alegre fe y una firme esperanza, propio de este tiempo» (Ordenación de las lecturas de la Misa, n. 100), en efecto el texto apocalíptico trata de una asamblea que glorifica al Cordero de Dios acompañada de la voz de muchísimos ángeles y de todas las criaturas terrestres, lo cual evoca la misma celebración litúrgica en que se proclama este texto sagrado. Como la Iglesia ha querido, «hasta el domingo tercero de Pascua, las lecturas del Evangelio relatan las apariciones de Cristo resucitado», la perícopa ofrece la aparición del Señor a los discípulos junto al lago de Galilea o de Tiberiades, estos últimos lo reconocen, pero no sin dificultad, después de echar las redes de pesca motivados por Jesús, luego comparten con él una comida de pan y peces. En medio de esta realidad la figura de Pedro resalta de nuevo de entre los otros apóstoles y se nos ofrece un diálogo suyo con el Resucitado en el que se le interroga sobre su amor que debía ser superior al de los otros, un amor que culminaría en la muerte con que iba a dar gloria a Dios, para sellar definitivamente el seguimiento de Cristo. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Quienes celebran el día del Señor están recibiendo en las primeras semanas de Pascua los relatos de las apariciones del Resucitado, de modo que ellos son hechos por la Palabra también testigos suyos, con el Espíritu Santo que es quien recuerda lo que Él nos enseñó, quien toma de lo suyo para conducirnos hasta la verdad completa y esto constituye nuestra fuerza para resistir a todo tipo de dificultades, porque el Señor libra a los suyos y no permite que triunfe la burla de sus adversarios, como indica el Salmo, pero ese agradecimiento del orante, que ha recibido el auxilio de parte de Dios, queda representado de manera óptima en la celebración litúrgica porque es Acción de gracias por excelencia. Como la celebración de la Iglesia tiene el poder admirable de hacer presentes los eventos salvíficos remotos, también pone ante nuestros ojos el consuelo futuro de la liturgia celestial porque en el Misterio, es decir en el Sacramento, unidos a los ángeles y a los santos cantamos sin cesar el himno de la gloria de Dios en las bodas del Cordero; recuérdese la sentencia con que se prepara inmediatamente a los fieles a la comunión eucarística al mostrar la hostia consagrada, «este es el Cordero de Dios» quien merece, como lo declaraba la primera lectura todo nuestro honor, gloria y alabanza. El Señor, entonces, aparece también en nuestras asambleas pascuales para partir el pan y darlo a nosotros por medio de sus ministros sagrados. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Suplicamos al Señor, motivados por la oración colecta, que aguardemos con esperanza la resurrección final, motivados por la alegría recibida en la celebración del sacramento de la Pascua del Señor, porque el domingo es día que renueva el impulso de los creyentes en Cristo para anunciar aquello de lo cual son testigos, el gozo del encuentro con el Resucitado que nos dice «vengan a comer» y toma el pan y nos lo da en la santa Misa (cf. Antífona de comunión). En la vida podemos reflejar este encuentro ofreciendo consuelo a los tristes lo cual es manera de compartir la alegría del Resucitado con quienes más lo necesitan. _____________ Recomendaciones prácticas: • Jornada Nacional de la Infancia Misionera. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa En este día de salvación, el domingo, día del encuentro con el Resucitado, reconocemos como discípulos amados del Señor que Él mismo se hace presente en medio de nosotros para invitarnos a la mesa en que nos alimenta con la Palabra y la Eucaristía. ¡Cuánto provecho nos hace vivir este sacramento admirable en comunidad y atestiguar, llenos del Espíritu Santo, que nuestro Señor nos acompaña siempre! Este es un gozo tan profundo que no lo disminuyen ni las dificultades derivadas de la predicación. Monición a la Liturgia de la Palabra Dios da el Espíritu Santo a los que le obedecen, a los que lo escuchan bien para atenderlo; escuchemos, entonces, esta Palabra que se nos proclamará y que nos hace testigos del Resucitado y de su Iglesia, de forma que toque nuestro corazón para que la aceptemos. ¡Atentos! Oración Universal o de los Fieles. Presidente: Hermanos, por la escucha de la Palabra somos testigos del Resucitado; respondamos a esta gracia divina orando a nuestro Padre del cielo con la oración fervorosa y a cada una de las suplicas digamos: R. Escucha, Señor, y ten piedad. 1. Por la Iglesia entera, haz que reconozca a tu Hijo en la mesa de la Palabra y de la Eucaristía: y que llenemos el mundo con la predicación del Evangelio de Cristo. 2. Por los gobernantes, para que sus pueblos avancen hacia la esperanza y que la humanidad conozca pronto un tiempo de reconciliación. 3. Por nuestra participación en la Misión de Cristo, para que a través de nuestro camino Sinodal juntos, crezcamos en nuestra responsabilidad compartida de la misión que se nos ha confiado 4. Por los sufrientes, extiende para ellos tu consuelo, socorre a los heridos y necesitados, y recibe a los pobres y a los forasteros. 5. Por nosotros reunidos aquí, en la asamblea dominical: para que asumamos con gozo la Palabra y la Eucaristía y recibamos así el consuelo de la fe a fin de ser testigos de tu Hijo amado. Oración conclusiva Dios clemente y misericordioso, cuyo Unigénito Resucitado está siempre vivo para interceder por nosotros ante Ti, recibe favorablemente las oraciones que te hemos dirigido y regálanos el consuelo de tu Espíritu Santo. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.

Mié 1 Dic 2021

Papa Francisco agradece la vocación y entusiasmo de los catequistas

En la intención de oración para el mes de diciembre, el Santo Padre recuerda que los catequistas tienen una misión insustituible en la trasmisión de la fe, por tanto, dice el Pontífice “el misterio laical del catequista es una vocación y es una misión”. Observa la falta de tener hoy buenos catequistas, agentes que sean acompañantes, pedagogos, personas creativas y –agrega- ‘ser catequista significa que uno ‘es catequista’, no que ‘trabaja de catequista’, es todo un modo de ser”. “Hacen falta personas creativas que anuncien el Evangelio, pero que lo anuncien, no digo con sordina pero no con bocina, sino con su vida, con mansedumbre, con un leguaje nuevo y abriendo caminos nuevos”. Así también, agradece a los catequistas por el testimonio de fe que dan en esta misión que la Iglesia les encomienda y pide orar por ellos para que al proclamar la palabra de Dios lo hagan con “valentía, creatividad con creatividad, con la fuerza del Espíritu Santo, con alegría y mucha paz”.

Jue 30 Sep 2021

¡Conspiración!

Por P. Raúl Ortiz Toro – El Sínodo 2021-2023 es una conspiración. Sí, ha leído bien, pero por favor, lea hasta el final. Quizá haya abierto los ojos para releer la palabra “conspiración” y es muy probable que haya entendido la frase inicial en sentido negativo; así, al menos, lo presenta el Diccionario RAE donde los dos primeros significados del verbo conspirar tienen que ver con la unión de varias personas contra un superior o contra otra persona para hacer daño; solo una tercera acepción considera que es “concurrir a un mismo fin” y, finalmente, con la anotación de “desusado” afirma que el verbo se empleaba como sinónimo de “convocar”. Pero conspiración – en el significado más genuino y válido de la palabra –, el significado patrístico (es decir, como lo utilizaron los Santos Padres de la Iglesia), significa un acuerdo de voluntades y espíritu. Dejamos, entonces, en claro, que el dinamismo de la lengua produjo en la palabra “conspiración” un cambio semántico. Como el verbo conspirar significaba algo trascendental, esto es, “tener un espíritu común” (com-spirare), San Agustín escribió una frase que ahora, en el contexto del Camino Sinodal 2021-2023, ha salido nuevamente a la luz con especial iluminación. Para leerla en el contexto los invito a ir al Documento Preparatorio del Sínodo (que se encuentra en la página sínodo.cec.org.co) y buscar en el numeral 11: «A quienes dividían el cuerpo eclesial, los Padres de la Iglesia opusieron la comunión de las Iglesias extendidas por todo el mundo, que San Agustín describía como “concordissima fidei conspiratio”, es decir, como el acuerdo en la fe de todos los Bautizados». “Concordissima fidei conspiratio” que traduce literalmente “acuerdo plenamente unánime de la fe”, fue una frase escrita por San Agustín de Hipona en una carta a Sixto [Epístola 194, 31], “colega en el presbiterado”, en el contexto de la controversia pelagiana (siglo V) y la consiguiente discusión sobre la necesidad del bautismo de los niños. En época reciente, el Papa Francisco describió el pelagianismo actual como aquella herejía donde sus seguidores «aunque hablen de la gracia de Dios con discursos edulcorados en el fondo solo confían en sus propias fuerzas y se sienten superiores a otros por cumplir determinadas normas o por ser inquebrantablemente fieles a cierto estilo católico» (Gaudete et Exultate, 49). Así pues, volviendo al Obispo de Hipona, podemos afirmar que el Espíritu Santo conspira sobre la Iglesia en el sentido que la une con los lazos de una armonía trascendente y doble: primero, su fuerza unificante por la fe creída, profesada, vivida en cada bautizado; segundo, por su fuerza unificadora entre los bautizados de todos los rincones de la tierra. De modo que el Espíritu Santo conspira en cada fiel produciendo la unidad y armonía entre la fe y la vida, y conspira en las Iglesias Particulares siendo fuerza efectiva para que exista unidad en la Iglesia Universal. El “acuerdo plenamente unánime en la fe”, es decir, la consabida “conspiración” del Espíritu Santo, es el fundamento de aquella frase también del papa Francisco que ha quedado plasmada en el Documento Preparatorio del Sínodo, número 11, pero que se remonta a la Exhortación Apostólica Evangelii Gaudium y, aún más atrás, al Concilio Vaticano II, a la Constitución Dogmática Lumen Gentium 12. Una frase que ha dado y dará mucho de qué hablar no solo a quienes con maneras integristas se resisten a escuchar al Pueblo de Dios como protagonista del presente y el futuro de la Iglesia sino a quienes la entienden mal hasta hacerles pensar que la Iglesia debe regirse como una democracia. La frase es esta: “El Pueblo de Dios es sujeto del sensus fidei infalible in credendo”; es decir, que, cuando cree, el Pueblo de Dios no se equivoca. Recordemos que el Pueblo de Dios está conformado por los laicos, los consagrados y los ordenados (obispos, sacerdotes y diáconos); todos “caminamos juntos” incorporados a Cristo por el bautismo. Explica el Papa en Evangelii Gaudium 119: «En todos los bautizados, desde el primero hasta el último, actúa la fuerza santificadora del Espíritu que impulsa a evangelizar. El Pueblo de Dios es santo por esta unción que lo haceinfalible “in credendo”.Esto significa que cuando cree no se equivoca, aunque no encuentre palabras para explicar su fe. El Espíritu lo guía en la verdad y lo conduce a la salvación. Como parte de su misterio de amor hacia la humanidad, Dios dota a la totalidad de los fieles de uninstinto de la fe—elsensus fidei—que los ayuda a discernir lo que viene realmente de Dios. La presencia del Espíritu otorga a los cristianos una cierta connaturalidad con las realidades divinas y una sabiduría que los permite captarlas intuitivamente, aunque no tengan el instrumental adecuado para expresarlas con precisión». Dejemos, entonces, que en este Camino Sinodal 2021-2023 el Espíritu Santo conspire sobre cada uno de nosotros y sobre nuestra Iglesia en general; que los procesos de escucha que se van a vivir en las Iglesias Particulares sean tiempos de gracia en los que cada parroquia o grupo de fieles se sientan agradecidos por el camino recorrido – pues sinodalidad siempre ha habido en la Iglesia, en algunas épocas más explícita que en otras: en la vivencia de la fe, la participación en las estructuras, la vinculación en los procesos – y que el Espíritu Santo nos ayude a vencer la tentación de reducir este tiempo de gracia a la elaboración de un documento más. Así lo advierte el Documento preparatorio (número 32): «Recordamos que la finalidad del Sínodo, y por lo tanto de esta consulta, no es producir documentos, sino “hacer que germinen sueños, suscitar profecías y visiones, hacer florecer esperanzas, estimular la confianza, vendar heridas, entretejer relaciones, resucitar una aurora de esperanza, aprender unos de otros, y crear un imaginario positivo que ilumine las mentes, enardezca los corazones, dé fuerza a las manos”». P. Raúl Ortiz Toro Director del Departamento de Doctrina y Promoción de la Unidad y del Diálogo Conferencia Episcopal de Colombia praulortiz@cec.org.co

Jue 27 Mayo 2021

"Bendito sea Dios Padre, y su Hijo Unigénito, y el Espíritu Santo, porque ha tenido misericordia de nosotros"

LA SANTÍSIMA TRINIDAD Mayo 30 de 2021 Primera lectura: Dt 4,32-34.39-40 Salmo: Sal 33(32),4-5.6+9.18-19.20+22 (R.cf.12) Segunda lectura: Rm 8,14-17 Evangelio: Mt 28,16-20 I. Orientaciones para la Predicación Introducción El contenido teológico o temático de las lecturas de esta Solemnidad, central en nuestra fe, es abundante y muy amplio, de manera que cada sacerdote podrá darle la centralidad necesaria de acuerdo con la realidad de su propia comunidad. Tres temas posibles: • La revelación progresiva y ascendente del Misterio de la Santísima Trinidad, se parte del reconocimiento del Dios cercano y presente en la historia, cuya meditación lo descubre como el Dios creador, y que es revelado plenamente por el Hijo – Jesús. • Un segundo argumento que se puede explorar es el nuevo estatus de los creyentes, a partir de la aceptación de la revelación trinitaria plena que efectos y responsabilidades se concretizan y deben ser vividas por todos y cada uno de los bautizados: hijos de Dios. • Una tercera mirada, la misión esencial o fundamental del pueblo creyente a partir de la revelación trinitaria: La evangelización, la misión. 1. Lectio: ¿Qué dice la Sagrada Escritura? La primera lectura, del Deuteronomio, libro que narra los grandes discursos de Moisés en forma de testamento, está tomada del primer discurso (1,1 – 4,43), el cual muestra cómo Dios ha guiado de una forma extraordinaria todo el recorrido y existencia de su pueblo. El texto proclamado tiene dos partes, una sección de preguntas a las cuales se responde con la segunda sección a modo de exhortación a reconocer el Único Dios; funciona a modo de epilogo del primer discurso, su función es completar la línea de pensamiento, reconocer desde la historia que hay un único Dios que actúa de manera única, lo que lo hace único, sin otro como Él; quien llega a estas conclusiones descubre que el camino a la auténtica felicidad, ayer como hoy y en el mañana a través de las generaciones que vendrán, está en la vivencia o cumplimiento de las normas y preceptos que el Dios único da. El salmo 33 (32) es una reflexión sapiencial que se hace oración de alabanza por la acción creadora de Dios, así se convierte en la respuesta a la primera lectura, “pregunta, pregunta al pasado sobre la obra de Dios”, la comunidad de hoy, como el salmista del pasado, alaba porque descubre que la Palabra del Señor es sincera, que Él es el creador, que sus ojos están fijos en sus fieles, que el da la vida y se hace escudo protector, en una palabra, que su amor viene siempre sobre su pueblo. En la segunda lectura, Pablo ha abordado la vida del cristiano en el Espíritu (Cap. 8), y subraya que esta condición se da gracias a que el creyente ha sido constituido hijo de Dios gracias al Espíritu Santo. El Espíritu no es solo una fuerza interna o maestro interior, sino principalmente el generador propiamente de una vida divina: “hijos de Dios”, “hijos adoptivos”; produce una relación real, a punto que el creyente puede gritar Abba – Padre, expresión que proviene del lenguaje de los niños para decir papá, y que los cristianos, del uso que hizo Jesús, y guiados por el Espíritu, emplean en sus fórmulas de oración o plegarias, expresando así una estrecha relación filial. Hijos adoptivos, pero plenos hijos con todos los deberes y derechos inherentes a tal estatus, pueden llamar a Dios abba, como lo hizo Jesús, y con él coherederos, tanto en el sufrimiento como en la glorificación. El evangelio corresponde al cierre del evangelio de Mateo, concretamente a la llamada misión universal; el texto puede abordarse en dos partes: Los discípulos (16-17) y Jesús el Resucitado (18-20). Los discípulos vienen determinados como los Once, periodo intermedio entre la muerte y la comprensión pascual. Ellos regresan de Jerusalén a Galilea, cumpliendo las palabras del mensaje que el ángel ha transmitido por medio de las mujeres: “irá delante de ustedes a Galilea; allí lo verán, como les había dicho” (28,7). Van al “monte que Jesús les había indicado”, referencia que no aparece en ninguna de las narraciones, pero que adquiere un matiz más teológico que indicación geográfica. El monte es el lugar de la revelación de Dios; en el evangelio de Mateo es el lugar de la promulgación del programa del Reino, las Bienaventuranzas (5,2), el espacio donde los discípulos han visto la gloria de Jesús en su manifestación de la transfiguración (17,1). Así los discípulos, del ayer como del hoy, están invitados a leer esta experiencia de encuentro con el Resucitado en la globalidad del anuncio salvador, de la institución del Reino, el cual pasa por la comprensión de la muerte y resurrección de Jesús como lo pide la transfiguración. Los versículos 18-20 son reservados a Jesús. Mateo no describe su aparición con ningún rasgo físico, absolutamente nada. Lo manifiesta reconocido plenamente, pues los once se “postraron” en actitud de adoración frente a lo divino. Jesús se acerca, actitud propia de Jesús y de Dios totalmente comprometido con los suyos. En este acercarse les confía la misión universal, misión concreta dada por la voz potente, grande. La misión se fundamenta en el poder recibido por Jesús, “Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra” y su cercanía permanente, “yo estoy con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”; todo ello en continuidad con el Dios poderoso que se descubre en la experiencia del pasado, según la primera lectura, al meditar sobre el evento de Egipto. Aquí tenemos un evento superior, la Resurrección es un paso diferente, de la muerte a la vida, un acontecimiento único del Dios único, como no hay otro. La misión es concreta: hacer que “todos los pueblos” sean discípulos de Jesús el Resucitado; la forma de lograrlo es igualmente precisa, “enseñándoles a guardar todo lo mandado”, elemento común con la primera lectura, “guardar los preceptos y mandamientos”, la novedad aquí se instaura en la relación que se establece con el Misterio de Dios, en el estatus sacramental que se sella con el bautismo: “en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo”. Junto a la misión, el resucitado, entrega el bautismo cristiano, don del resucitado que marca y determina las relaciones del creyente con Dios de una manera única y exclusiva; características que hacen totalmente diferente esta gracia pascual del llamado bautismo del Bautista. 2. Meditatio: ¿Qué me dice la Sagrada Escritura y que me sugiere para decirle a la comunidad? Hijos de Dios Celebrar la Solemnidad de la Santísima Trinidad es un compromiso para mirar y leer el pasado y descubrir en él la acción maravillosa de Dios, y al descubrir al Dios único, meditar en el hoy de forma que se pueda dar una respuesta concreta. Dicha respuesta a la luz de las lecturas se instaura en dos dimensiones. El primer compromiso, es la dimensión orante, como el salmista o los discípulos, que se postran para adorar, creyentes que se dejan guiar por el Espíritu Santo y con su oración entran en relación con el Dios vivo, el Dios que tiene palabras de eternidad, el Dios que se hace cercano y manifiesta su amor. La comunidad creyente manifiesta su condición filial, hijos de Dios, en su relación amorosa y confiada con el Padre Eterno, relación que por el elevado grado de amor y adoración que se le tributa se transforma en oración. Orar es reconocer el amor de Dios presente en cada momento y circunstancia de nuestra vida. La vida del creyente es un misterio imbuido en el Misterio de la Trinidad, no se trata de un sentimentalismo o idea abstracta, sino que, es una condición real, jurídica con todos sus efectos, es una especie de consanguinidad que permite que guiados bajo la fuerza poderosa del Espíritu Santo se actualice toda la acción salvadora y pueda llamar a Dios Padre, y con Jesús ser hermanos, a tal certeza de ser coherederos, de manera especial en el testimonio de hijos de Dios, como Jesús, en el sufrimiento y la glorificación. Esta vida del creyente con este real estatus de hijo de Dios pide el compromiso ineludible de la evangelización, no se trata de recibir la opción de si acepto o no la misión, sino que ella brota inevitablemente de la condición de hijos de Dios. Estas dos dimensiones, oración y misión, que se soportan en la condición de hijos de Dios, son las que nos permiten vivir con fidelidad el presente para garantizar un mañana mejor. Nada ni nadie puede hacernos perder de vista el amor de Dios. Ningún mal, del ayer o del hoy, pude diluir nuestra condición de hijos de Dios. 3. Oratio y Contemplatio: ¿Qué suplicamos al Señor para vivir con mayor compromiso la misión? ¿Cómo reflejo en la vida este encuentro con Cristo? Para los sacerdotes celebrantes, el mensaje de las lecturas de hoy nos pide un gran compromiso de manera que nuestras celebraciones eucarísticas sean vividas como un gran momento de oración en la que ejercemos nuestra condición de hijos de Dios. Esto exige nuestra preparación, un sano misticismo y una adecuada preparación. Juntos, pastores y fieles, debemos preocuparnos para que nuestros encuentros sean cada día una verdadera expresión de amor a Dios. Hagamos de este día, Solemnidad de la Trinidad, un momento permanente de oración y contemplación, de manera que cada hora, minuto y segundo, de hoy, lo vivamos pensando, meditando y contemplando al Señor que siempre está cercano a nuestra dura o alegre situación. II. Moniciones y Oración Universal o de los Fieles Monición introductoria de la Misa Hermanos, las circunstancias difíciles de la pandemia de alguna forma nos han distanciado un poco, pero hoy la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, nos permiten vivir este encuentro especial para que nos reafirmemos en nuestro compromiso de hijos de Dios. Estamos todos invitados a colocar lo mejor de cada uno en este momento de oración para hacer de él una verdadera adoración a Dios. Monición a la Liturgia de la Palabra La Palabra de Dios nos sorprende con su mensaje de revelación. En ella escucharemos como de forma progresiva y ascendente se nos va revelando el Misterio de la Trinidad y como nuestra vida personal y eclesial entra en íntima relación con Dios. Para Aprender a ser, cada día, mejores hijos de Dios, los invito a escuchar con mucha atención. Oración Universal o de los Fieles Presidente: Señor, en la confianza de saberte nuestro Padre, cercano y atento a nuestra situación, presentamos como hijos nuestra situación, seguros de ser escuchados y acompañados por tu eficaz acción en nuestro favor. Digamos juntos: R. Trinidad santa, escúchanos 1. Te pedimos, Señor, por tu Iglesia, para que cada día con mayor claridad y compromiso, todos los bautizados asuman el compromiso de la Nueva Evangelización, que comunique al mundo el mensaje de salvación. 2. Te presentamos, Señor, todos los hermanos que tienen autoridad en nuestra ciudad, departamento y nación, para que su compromiso sea buscar el bien de toda nuestra región. 3. Te suplicamos, Señor, por nuestros hermanos que no han conocido a tu enviado Jesús, para que en medio de sus realidades se abran a la verdad y lo acepten como el Señor de sus vidas. 4. Te entregamos, Señor, esta comunidad que celebra en este día tu Solemnidad, para que cada uno reciba las bendiciones que clama en su corazón con su respetuosa adoración. Se pueden añadir otras intenciones personales. Oración conclusiva Santísima Trinidad, con la confianza de sabernos hijos de Dios, alabamos y adoramos tu majestad infinita, Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén.

Jue 13 Mayo 2021

Arzobispo de Cali propone cooperación para el salvamento colectivo

La realidad social que enfrena hoy Colombia preocupa a la Iglesia, es por ello que monseñor Darío de Jesús Monsalve Mejía, arzobispo de Cali, a través de un video mensaje, hace un llamado a superar la confrontación, la violencia, el vandalismo e invita a los colombianos a sumarse a lo que él ha denominado “ruta de cooperación para el salvamento colectivo”. “Esa es la ruta que desde la Iglesia estamos impulsando en la ciudad de Cali, en la sociedad colombiana, en el Gobierno y con la Comunidad Internacional”, afrima. La Iglesia Católica celebra el próximo domingo 23 de mayo la solemnidad de Pentecostés, en la cual se conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo. En este contexto, el arzobispo de Cali extiende la invitación a toda la comunidad católica para que en cada parroquia y centro de culto se realice la novena al Espíritu Santo. “Será la novena sobre los frutos del Espíritu que comienzan con amor, alegría, paz, paciencia, bondad; que esos frutos los podamos recibir y actualizar con la gracia del Espíritu Santo”, puntualiza.

Mié 12 Mayo 2021

Conferencia Episcopal ofrece subsidios para la Solemnidad de Pentecostés

El próximo domingo 23 de mayo, la Iglesia Católica celebra la solemnidad de Pentecostés, en la cual se conmemora la venida del Espíritu Santo sobre los apóstoles, cincuenta días después de la Resurrección de Jesucristo. En este contexto, y animados por las palabras que el Papa Francisco sobre esta celebración: "Sin el Espíritu Santo Jesús permanece como un personaje del pasado, con el Espíritu es persona viva hoy", el Departamento de Liturgia del Secretariado Permanente del Episcopado Colombiano, con la colaboración del sacerdote Diego Alberto Uribe Castrillón, ha elaborado unos subsidios que ayudarán a vivir esta solemnidad. Este material puede ser seguido o adaptado según la realidad pastoral de cada jurisdicción eclesiástica. * Novena de Pentecostés 2021 [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar AQUÍ[/icon] * I Vigilia Pentecostés 2021- Misa [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar AQUÍ[/icon] * II Vigilia Pentecostés 2021- Celebración de la Palabra [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar AQUÍ[/icon] * Celebremos en Familia Pentecostés 2021 [icon class='fa fa-download fa-2x'] Descargar AQUÍ[/icon]

Sáb 9 Ene 2021

El Bautismo de Jesús, una fiesta para redescubrir al Dios encarnado

Al conmemorar la Iglesia la fiesta del Bautismo de Jesús, el vicario apostólico de San Andrés Islas, monseñor Jaime Uriel Sanabria Arias, haciendo referencia al momento que vive la humanidad por cuenta de la pandemia y los desastres naturales, advirtió que esta fiesta debe motivar en los fieles un deseo de renovación y cambio verdadero. “En medio de la pandemia y los desastres naturales, ha surgido el deseo por purificarse, reorientar la existencia y comenzar una vida más digna. Pero el solo deseo no basta, porque pronto el paso del tiempo nos devuelve a la mediocridad de siempre”, afirmó. Con ocasión de esta fiesta, el prelado destacó tres propósitos que considera son fundamentales para aplicar en la vida de toda persona: Escuchar lo que el Espíritu dice. Los primeros cristianos vivían convencidos de que para seguir a Jesús era suficiente un bautismo de agua. Es necesario vivir empapados de su Espíritu. “Ante semejante estrujón que estamos viviendo hoy, necesitamos estar agarrados fuertemente al Espíritu de Jesús. No basta tener la vacuna para la pandemia, tenemos que revisar como estamos acogiendo su Espíritu. Necesitamos parecernos más a Jesús. Dejarnos trabajar por su Espíritu. Solo Jesús puede darnos un rostro nuevo”. Atacar la mediocridad espiritual. Advirtió que en esta época de pandemia y de desastres naturales, de poco sirve recuperar el trabajo y la economía si no hay una experiencia viva de Dios. “Tenemos que redescubrir una y otra vez que solo en Dios, encarnado en Jesús, está la verdadera fuerza. En pandemia y desastres naturales hablamos mucho de Dios, pero, ¿dónde y cuándo escuchamos a Dios? En nuestro programa diario debe estar Dios, debe haber tiempo para vivir con él, lo cual será garantía de cambio real”. Trabajar en la renovación interior. El prelado dijo que ante la inmediatez que vive hoy la humanidad, se hace urgente trabajar en la interioridad del ser y la espiritualidad. “Privados de alimento interior, sobrevivimos cerrando los ojos olvidando nuestra alma, revistiéndonos de proyectos, ocupaciones e ilusiones. Necesitamos ese Espíritu que nos enseñe a pasar de lo puramente exterior a lo que hay más íntimo en el ser humano”.