Lun 2 Oct 2017
La viña del Señor está llamada a dar los frutos del Señor
La Palabra nos invita a mirarnos como viña del Señor, que cultivada por el amor divino tiene por vocación dar frutos de santidad y gracia. Además, se nos advierte de un gran peligro: querer usurpar el puesto de Dios, con lo cual sobreviene una ruina sin medida.
Primera lectura: Is 5,1-7
Salmo: Sal 80(79),9+12.13-14.15-16.19-20 (R. cf. 15c)
Segunda lectura: Flp 4,6-9
Evangelio: Mt 21,33-43.
CONTEXTO BÍBLICO
¿Qué dice la Sagrada Escritura?
Usando una figura del mundo agrario, muy conocida por todos, se plantea un problema central: la relación del hombre con Dios. A aquel se le ha hecho la propuesta del reino de Dios, ha sido constituido por acción divina pueblo del Señor. Dios en persona ha intervenido, ha trabajado como un “propietario labrador” para brindar los cuidados a su viña, no ha escatimado fatiga, no ha ahorrado empeño. Más la respuesta ha sido desobediencia, olvido de la ley del Señor, un levantamiento que quiere “matar” a Dios en el corazón del hombre, para convertirse en viña de otro viñador. El desastre es descrito con palabras de gran intensidad: “dio agrazones” (asesinatos y lamentos), dejando de lado “todo lo que es verdadero, noble, justo, puro, amable, laudable; todo lo que es virtud…”. La situación actual es escandalosa, pues el “propietario labrador” lo hizo todo en procura de su fecundidad: preparó el terreno, sembró buena cepa, puso una cerca de protección, dispuso del lugar para exprimir la uva y dejó unos labradores que debían cuidarla y al final, produjo destrucción y muerte.
¿Qué me dice la Sagrada Escritura?
Salta a la vista la ruina del proyecto divino con nosotros los hombres. La causa es evidente, el pecado. El pecador se encuentra en una situación de destrucción, es una “viña arrasada”, asaltada, en la que ahora no crecen los racimos de uvas, las buenas obras, sino “zarzas y cardos”. Esta esterilidad del creyente, refleja ese caminar lejos de Dios, es como un viaje de regreso a la esclavitud de Egipto de la que Dios mismo nos ha sacado. Y sólo el Señor puede sacarnos de tal desastre, es su intervención la que puede remediar este aniquilamiento: “Dios de los ejércitos, vuélvete... Señor Dios de los ejércitos, restáuranos”. El salmista como hombre de fe, nos hace comprender que el pecado solamente pude ser vencido por Dios, por eso hay que acudir a Él.
CONTEXTO SITUACIONAL
¿Qué me sugiere la Palabra que debo decir a la comunidad en su realidad concreta?
Equivocadamente podemos pensar que se trata de una buena historia, que atrapa por la fuerza de la narración. Pero es clara la intencionalidad del profeta Isaías y del Evangelista Mateo al recoger el relato de Jesús, que nos demos cuenta del rechazo que ayer y hoy hemos dado a Dios. De allí, la afirmación de Jesús, al explicar la parábola: “La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular”.
En esta situación actual, de búsqueda de felicidad, vuelve a proponérsenos el Reino de los cielos, como una experiencia que Pablo describe en términos de serenidad interior, de cálida relación: “Y la paz de Dios, que sobrepasa todo juicio, custodiará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. Hijos del Reino que viven según los valores del Reino, que abandonan su pecado y como “vid del Señor” producen derecho y justicia.
Todos los ámbitos de nuestra vida personal y social, deben marcarse con Evangelio: con bondad, misericordia, ternura, compromiso transformador, perdón y reconciliación. La viña del Señor, está llamada a dar los frutos del Señor.
CONTEXTO CELEBRATIVO
¿Cómo el encuentro con Jesucristo me anima y me fortalece para la misión?
Sería incomprensible que quien ha escuchado esta Palabra de Verdad y quien se ha alimenta del Pan de la Vida, vuelva a la cotidianidad a producir muerte por su pecado. Bien lo ha descrito el salmista, no serán nuestras propias fuerzas las que nos permitan vencer; será la apertura a la acción divina, en obediencia a sus mandatos, la que nos permitirá vivir en libertad, vivir “sin preocupaciones” como lo refiere el apóstol Pablo. Que no es un vivir inoficioso sino comprometido, abrazando todo el proyecto del amor de Dios con el hombre y siendo instrumentos de su implantación en el mundo.
Ha todos nos cuestionan los grandes males del mundo, pero pocas veces nos asumimos la tarea de quitar de nosotros todo mal y de buscar cambiar nuestro entono con la fuerza del Señor. Y este es el reto que nos deja hoy este encuentro celebrativo de la fe, en el día el Señor.
RECOMENDACIONES PRÁCTICAS
Convendría hacer una cartelera con la siguiente frase: “¿Somos la viña el Señor?”
Algunas palabras claves a tener presente: alianza, fidelidad, obediencia, rebeldía.
Podría usarse la Plegaria Eucarística para diversas circunstancias III: "Jesús, camino hacia el Padre”, p. 524 del Misal.
Al final de la Misa puede hacerse la fórmula de Bendición solemne: En el Tiempo Ordinario VIII, p. 478 del Misal.
Tener presente y destacar ante la comunidad, en el marco del mes de las misiones, la figura de San Luis Bertrán, el regalo que representó para la Iglesia el ministerio pastoral del Papa San Juan XXIII y la celebración del día de la raza, resaltando el enriqueciminto que ofrece el diálogo entre los pueblos.
El jueves 12 de octubre es el día de la Raza: Fiesta Nacional. Por ser dia del descubirmiento de América, se recomienda escoger una de las Misas apropiadas para la ocasión. En la oración Universal o de los Fieles se aconseja hacer peticiones por América y su Nueva Evangelización.
Mes de las misiones: motivar a los fieles para orar y colaborar con el trabajo misionero de las diferentes comunidades religiosas que tienen ese carisma y de los sacerdotes que evagelizan en territorios dificiles.