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jubileo de la esperanza

Vie 5 Dic 2025

Disponible la guía litúrgica oficial para celebrar la clausura del Año Jubilar en las Iglesias particulares de Colombia

El Departamento de Liturgia de la Conferencia Episcopal de Colombia (CEC) da a conocer la 'Guía Litúrgica para el Rito de Clausura del Año Jubilar 2025', un documento oficial destinado a orientar a obispos, presbíteros y equipos pastorales en la celebración solemne que marcará el cierre de este tiempo especial de gracia convocado por el Papa Francisco.La guía, disponible para descargar en formato PDF, reúne información general, disposiciones establecidas por la Santa Sede y el rito completo de la Eucaristía que se celebrará en todas las Iglesias particulares del país el domingo 28 de diciembre, fiesta litúrgica de la Sagrada Familia de Jesús, María y José, fecha definida en la bula Spes non confundit para la clausura del Año Jubilar.Una celebración única en cada diócesisEl documento señala que la clausura debe celebrarse de manera solemne y estacional, con la Eucaristía presidida por el obispo diocesano en la catedral, madre de todas las iglesias de la jurisdicciones. En los casos en que exista concatedral, también podrá celebrarse allí con un delegado del obispo. Se precisa que esta celebración de clausura no puede trasladarse a otros templos, parroquias o santuarios.El Departamento de Liturgia subraya allí la importancia de garantizar la participación amplia de los fieles, de modo que este acto se convierta en un motivo de acción de gracias y renovación de la vida cristiana después del camino espiritual recorrido durante el Jubileo.Aspectos centrales del ritoLa guía explica paso a paso el rito de clausura, incluyendo moniciones, textos, gestos y recomendaciones para vivir la celebración en profunda unidad eclesial. Entre los elementos destacados se encuentran:- La centralidad de la cruz jubilar, que debe ser solemnemente dispuesta y adornada para la celebración.- La oración universal, que recoge las súplicas de la Iglesia por las familias, los más vulnerables, la paz del país y la misión evangelizadora.- La presentación de los dones, en la que se invita a mantener gestos concretos de caridad hacia los pobres como expresión del espíritu jubilar.- La comunión bajo las dos especies, cuando sea pastoralmente posible, para resaltar el signo pleno del banquete eucarístico.- El canto de acción de gracias, que puede incluir el tradicional Te Deum.- La bendición solemne, preparada especialmente para este momento de cierre del Año Santo.Vea el documento a continuación:

Vie 31 Oct 2025

Jubileo de la Esperanza en la recta final

Por Mons. Luis Fernando Rodríguez Velásquez - En el mes de noviembre tenemos varias celebraciones litúrgicas que vale la pena tener presentes:El 1º es la solemnidad de todos los santos. Poner la mirada en quienes nos han antecedido en la tierra, presentados por la Iglesia como modelos de vida cristiana, es una magnífica oportunidad para animarnos en la búsqueda de la santidad. Así como ellos pudieron ser santos, también nosotros lo podemos ser, si somos humildes, valientes y perseverantes en el cumplimiento de los mandatos divinos.El 2 celebramos la conmemoración de los fieles difuntos. Tenemos el deber de orar por los difuntos. Recordamos a nuestros familiares que han vivido la pascua. Oramos por quienes han perdido la vida a causa de la violencia, la enfermedad, por catástrofes naturales o accidentes. Invocamos para todos del Señor el perdón de sus pecados y le decimos desde lo profundo del alma: “Señor no les tengas en cuenta sus pecados”. Es una ocasión también muy especial para pensar en nuestra propia muerte y prepararnos debidamente para cuando llegue este momento definitivo.El 16 de noviembre, penúltimo domingo del tiempo ordinario, por iniciativa del Papa Francisco, se lleva a cabo la Jornada Mundial de los Pobres. Se nos invita a poner la mirada en quienes lo han perdido todo, pero no solo en lo material, sino también en quienes viven en las periferias existenciales, es decir, en los pobres en el espíritu. La cultura de la indiferencia debe desaparecer, para fomentar la cultura de la solidaridad.El 23 la solemnidad de Nuestro Señor Rey del Universo. Con esta celebración se concluye el año litúrgico 2024 – 2025 y se reconoce la centralidad de Jesús como Rey del Universo. Estamos invitados a hacer profesión de fe en quien es el centro de nuestra existencia, y a quien le debemos la vida nueva. Todo el año litúrgico tiene como fin principal ayudarnos a profundizar en nuestra historia de salvación de la mano de Jesús, el Hijo de Dios, de su Madre Santísima y de todos los santos y santas.El 30 damos inicio al nuevo año litúrgico 2025 – 2026. El año litúrgico en la Iglesia está distribuido en las 52 semanas de año civil en los tiempos de adviento, navidad, cuaresma, pascua y 34 semanas del tiempo ordinario. En medio de este calendario, se encuentran las solemnidades de cristológicas, marianas y de los santos.A manera de recordación, traigo aquí uno de los objetivos del eje 2 de las líneas pastorales 2025 – 2027, que trata el año litúrgico:Objetivo: Formar a la comunidad eclesial sobre el itinerario evangelizador y celebrativo que propone la Iglesia como proyecto de vida discipular.Estrategia: Implementar una campaña informativa y formativa que lleve a los fieles que peregrinan en los territorios de la Arquidiócesis de Cali a descubrir el año litúrgico como el recuerdo, presencia y espera de un Jesús que hace presencia en nuestra vida diaria, en cada tiempo y en cada celebración.El jubileo. Como colofón de este mes de noviembre y su significado para nosotros, está la proximidad del cierre del jubileo 2025, que tiene como lema: “peregrinos de la esperanza”. En nuestra Iglesia particular fueron numerosas las actividades realizadas, por las cuales doy gracias a Dios, a los organizadores y a los fieles por su entusiasmo y participación.De verdad que se ha sentido cómo este año jubilar ha sido un auténtico tiempo de Dios, un kairós. Pero lo más importante es que es debemos recoger lo vivido y tener muy presentes los compromisos asumidos como personas, como familias, como grupos, como comunidad.Debe haber un antes y un después del jubileo. Tenemos que sentir que en cada uno ha obrado la gracia de Dios, que con el don de la indulgencia sanó las cicatrices dejadas por el pecado y nos mostró el camino a seguir en los tiempos venideros.El llamado a la esperanza que sentimos en repetidas ocasiones, debe ser acogido con fe. Todos sabemos que, en los tiempos actuales, las virtudes teologales de la fe, la esperanza y la caridad están siendo puestas a prueba. Pidámosle al Señor que el jubileo que vamos a culminar, nos aliente a seguir siendo testigos y peregrinos de la esperanza. Para ello, oremos siempre y sin desfallecer.+Luis Fernando Rodríguez VelásquezArzobispo de Cali

Mar 28 Oct 2025

Tiempo de esperanza, Jornada Mundial de los Pobres 2025

Por Carlos Ignacio Agudelo Betancur - En medio de las incertidumbres de nuestros tiempos, este año dedicado a la Esperanza ha sido un año de gracias. Hemos despedido con agradecimiento al Santo Padre Francisco, quien nos ha animado en la esperanza fraterna con su exhortación Dilexit nos (Nos amó) que habla del amor divino y humano del Corazón de Cristo, y hemos dado la bienvenida a su sucesor, el Santo Padre León XIV, quien ha dado continuidad al año Santo de la Esperanza con su exhortación Dilexit te (Te he amado). Los dos pontífices recalcaron que Cristo es el ancla de nuestra esperanza y que esta llega a todos sin distinción y especialmente a los más necesitados.No es por casualidad que al finalizar el Año Jubilar de la Esperanza se celebre la Jornada Mundial de los Pobres el próximo 16 de noviembre, como nos lo presenta el mismo Papa León XIV en su mensaje para esta Jornada, publicado por el Vaticano el 13 de junio de 2025 en la memoria de San Antonio de Padua, patrono de los pobres; en su mensaje anticipa parte de las enseñanzas de su Exhortación apostólica Dilexi te sobre el amor hacia los pobres, publicada el pasado el 4 de octubre, en la memoria del pobre entre los pobres san Francisco de Asís.En los primeros párrafos del mensaje anuncia que no conocer a Dios, no ser testigo de Su esperanza es “la pobreza más grave”. Y explica que “existen muchas formas de pobreza: aquella de los que no tienen medios de sustento material, la pobreza del que está marginado socialmente y no tiene instrumentos para dar voz a su dignidad y a sus capacidades, la pobreza moral y espiritual, la pobreza cultural, la del que se encuentra en una condición de debilidad o fragilidad personal o social, la pobreza del que no tiene derechos, ni espacio, ni libertad”.“Tú, Señor, eres mi esperanza” (cfr Sal 71,5), son las primeras palabras del mensaje del Santo Padre León XIV para la IX Jornada Mundial de los Pobres. Jesucristo, ancla de nuestra esperanza, en su paso por los caminos polvorientos de Tierra Santa, abrazó especialmente las pobrezas de quienes más sufrían, fue apoyo, sanación y vida. Mostró con su ejemplo cómo poner en práctica las bienaventuranzas, enseño a llevar una vida en coherencia y verdad, señaló injusticias abrazando a todos, enseñando perdón y reconciliación.El Papa León en su mensaje nos invita a “crear nuevos signos de esperanza que testimonien la caridad cristiana, como lo hicieron tantos santos y santas de todas las épocas”. En su exhortación hace un amplio recuento de la vivencia de la caridad cristiana, comenzando con la experiencia de los que tenían todo en común de los inicios del cristianismo, hasta las “instituciones creadas para expresar la acogida hacia los más débiles y marginados” de los últimos siglos, igual que tantas iniciativas que llevan adelante voluntariados y comunidades en la actualidad. Puso de relieve el ejemplo de “los hospitales y las escuelas” cristianas que por tantos años han sido una muestra palpable de la solidaridad de la Iglesia para con los más necesitados, sugiriendo que “hoy deberían formar parte ya de las políticas públicas de todo país”. Y que igualmente contando con “la ayuda de las ciencias y la técnica” se deberían desarrollar “políticas eficaces en la transformación de la sociedad” (Dilexit te, 97), y como lo pone de relieve, se debe dar prioridad a los más “pobres, excluidos y marginados”, “aquellos que son considerados un “descarte” de la sociedad”, trabajando por “el desarrollo integral de los más abandonados de la sociedad” (Dilexit te, 111).¿Quiénes son los más abandonados de la sociedad, si no los sintecho, los que no tienen donde dormir, donde apoyar la cabeza (como Jesucristo), los heridos del camino (como el que rescató el buen samaritano), los que sufren en la calle diversidad de trastornos físicos, mentales y/o sociales? Se los ha llamado “habitantes de la calle” como si esta fuera una condición natural que de alguna manera la sociedad debería aceptar o respetar. ¿Se podría pensar que quizás esa fue su decisión voluntaria? Sea cual haya sido la historia de esa persona herida o abandonada, quienes pasamos a su lado, la misma sociedad en su conjunto, no podemos blanquear nuestra conciencia con la indiferencia, ni nosotros ni la sociedad podemos quedar indiferentes. La persona que ahora se denomina “en situación de calle”, es un ciudadano “herido de la calle”, “herido de la sociedad”, un ser digno, a quien es necesario ayudarle por todos los medios a recuperar su dignidad completa.Las sociedades actuales, en sus personas y en sus instituciones, han madurado; la conciencia del deber de respetar los derechos humanos nos ha llevado inclusive a penalizar a quien no recoge un herido en la calle. Si bien es de admirar a los buenos samaritanos que actúan para atender a un herido en situación de calle, hoy en día la sociedad tiene más posibilidades para atender esas urgencias en equipo, en colectivo, activando un conjunto de recursos humanos y técnicos con una sola llamada; es loable ver cómo con diligencia llegan las ambulancias, los paramédicos, las autoridades, y se activan todos los protocolos de atención institucional. Las sociedades han madurado en su sensibilidad y en su eficacia para atender al herido en la calle. Lo agradecemos, porque en algún momento, podríamos ser nosotros mismos o un familiar o un amigo. Gracias a todos los que hacen posible esta atención humanitaria colectiva. Gracias a quienes legislaron, a quienes aprobaron presupuestos, a quienes mantienen al día todos los medios logísticos que permiten que funcionen estas atenciones de emergencia. Ahora necesitamos que esta atención diligente abarque a todos los abandonados en la calle sin distinción, sin ninguna discriminación. Que podamos reestablecerle los derechos a cada herido de la calle, a cualquier herido por cualquier situación y sin ninguna discriminación, de tal forma que pueda reintegrarse a la sociedad de forma digna y completa.El Papa dedica los últimos párrafos a la limosna, destacando el papel que ha tenido a lo largo de los siglos, anotando que quizás “no será la solución a la pobreza mundial, que hay que buscar con inteligencia, tenacidad y compromiso social. Pero necesitamos practicar la limosna para tocar la carne sufriente de los pobres” (Dilexit te, 119).Concluye su exhortación el Papa León XIV con un bello mensaje que es toda una plegaria convocante sobre lo que significa el amor cristiano, invitando a que este se irradie y actúe en toda la sociedad:“El amor cristiano supera cualquier barrera, acerca a los lejanos, reúne a los extraños, familiariza a los enemigos, atraviesa abismos humanamente insuperables, penetra en los rincones más ocultos de la sociedad. Por su naturaleza, el amor cristiano es profético, hace milagros, no tiene límites: es para lo imposible. El amor es ante todo un modo de concebir la vida, un modo de vivirla. Pues bien, una Iglesia que no pone límites al amor, que no conoce enemigos a los que combatir, sino sólo hombres y mujeres a los que amar, es la Iglesia que el mundo necesita hoy” (Dilexit te, 120).Carlos Ignacio Agudelo Betancur

Lun 8 Sep 2025

Trabajar por la paz es la misión prioritaria de la Iglesia

Por Mons. José Libardo Garcés Monsalve- El Plan Evangelizador de nuestra Diócesis de Cúcuta para este mes de septiembre tiene como lema: “sean mis testigos, trabajen por la paz”, con el momento significativo de vivir la jornada de oración y reflexión por la paz, que se celebra en esta semana que comienza y que tiene como propósito que cada uno siga afianzando el fervor y celo pastoral en un trabajo comprometido por la paz, siendo testigos de este don precioso que recibimos de Dios y que tenemos la misión de transmitir a los demás. Así lo expresaba el Papa Francisco: “dar la paz está en el centro de la misión de Cristo. Y este ofrecimiento está dirigido a todos los hombres y mujeres que esperan la paz en medio de las tragedias y la violencia de la historia humana” (Mensaje por la paz, 2019).Desde el bautismo todos somos discípulos misioneros del Señor y esto conlleva la tarea de trabajar por la paz en todos los ambientes donde vivimos. Trabajar por la paz presupone que reine en nuestro corazón la unidad, que no haya división interna, que el corazón esté limpio, para poder transmitir la paz que viene de Dios como un don. No es la paz como la que busca el mundo, que en muchos casos es más un negocio que pide beneficios para quienes la proporcionan; sino que es un maravilloso regalo que Jesucristo ha ganado con su Sangre y que nos quiere dejar para vivir en unidad y comunión. “La paz les dejo, mi paz les doy. Una paz que el mundo no les puede dar” (Jn 14, 27), que implica trabajar intensamente por tener en la vida a Nuestro Señor Jesucristo príncipe de la paz.Cuando nuestra vida personal y familiar tiene a Jesucristo en el centro, brota del interior el deseo de trabajar y construir la paz. Esto se logra, resolviendo las dificultades y conflictos desde lo que nos enseña el mismo Jesús en el Evangelio, que es lo opuesto a toda violencia y división: “han oído que se dijo: ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Pero yo les digo: amen a sus enemigos y oren por quienes los persiguen. Así serán dignos hijos de su Padre del cielo, que hace salir el sol sobre buenos y malos, y manda la lluvia sobre justos e injustos” (Mt 5, 43 - 45). Esta es la tarea de todo cristiano y la misión prioritaria de la Iglesia en el anuncio gozoso del evangelio de Cristo.Jesucristo ha puesto su morada entre nosotros para devolvernos la paz perdida por el pecado y conducirnos a la paz verdadera, llamando a todos los que están dispersos y divididos para que lleguen a la comunión como don de Dios. Su misión la ha cumplido desde la cruz, clavado en el madero nos devolvió la paz con Dios, cuando nos otorgó el perdón misericordioso, “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34), que implica dejarnos limpios de todo pecado y libres de toda división que nos separa de Dios y liberados de odios, resentimientos, rencores, venganzas que destruyen nuestras relaciones familiares y comunitarias y hacen que la paz comience a debilitarse y morir.Un bautizado que tiene un corazón libre de odios y rencores, que está limpio en su interior, es capaz de dejar entrar a su vida las virtudes de la fe, la esperanza y la caridad, que ponen al creyente en perfecta comunión con Dios; cosechando en su corazón como fruto maduro las demás virtudes que rigen la vida del creyente y lo ponen en actitud de acogida del hermano, incluso del enemigo y del que causa ofensas permanentemente.La limpieza de corazón permite el acercamiento al otro como el buen samaritano que limpia las heridas de odio, resentimiento, rencor y venganza que hay en el corazón del prójimo para llevarlo hasta Dios a que cuide de Él y sane sus heridas. Esa es la esperanza del discípulo de Cristo, quien en su nombre anuncia el Evangelio de la paz en todos los ambientes donde vive.Todos queremos la paz y hacemos grandes esfuerzos por conseguirla, pero tenemos que tener conciencia que no es posible recibir la paz si estamos de espaldas a Dios. El Papa Francisco así lo mencionaba: “debemos buscar una verdadera fraternidad, que esté basada sobre nuestro origen común en Dios y ejercida en el diálogo y la confianza recíproca. El deseo de paz está profundamente inscrito en el corazón del hombre y no debemos resignarnos a nada menos que esto” (Mensaje por la paz, 2020). En este trabajo intenso y desde el corazón, tenemos la certeza de un premio: “Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque Dios los llamará sus hijos” (Cf. Mt 5, 9), sabiendo que el Padre de todos es solamente Dios, y no se puede entrar a formar parte de su familia, si no vivimos en paz entre todos por medio de la caridad fraterna, trabajando por crear armonía y unidad en nuestro entorno.Este año estamos viviendo el jubileo de la esperanza, pidamos a Jesucristo príncipe de la paz que no se apague en nosotros los creyentes el deseo por conseguir la paz, en este sentido “la esperanza es la virtud que nos pone en camino, nos da alas para avanzar, incluso cuando los obstáculos parecen insuperables” (Mensaje por la paz, 2020). De nuestra parte tengamos la disposición de trabajar por la paz con limpieza de corazón, esta es la clave para vivir perdonados, reconciliados y en paz en nuestras familias y en la sociedad, para que hoy y siempre cumplamos con el mandato del Señor: sean mis testigos, trabajen por la paz, que nos conduce a participar de la gloria del Señor, porque seremos llamados sus hijos (Cf. Mt 5, 9).En unión de oraciones,reciban mi bendición.+José Libardo Garcés MonsalveObispo de la Diócesis de Cúcuta

Mar 15 Jul 2025

Servir a la vida, evangelizar con alegría y perseverar en la oración: compromisos de los obispos colombianos durante su jubileo en Chiquinquirá

El pasado sábado, 12 de julio, en el contexto del Año Santo de la Esperanza, los obispos colombianos celebraron su Jubileo en Chiquinquirá. La Eucaristía fue presidida por el cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, quien reiteró la urgencia de proteger la vida, promover la reconciliación y revitalizar la evangelización desde la alegría del Evangelio, siguiendo el ejemplo de la Virgen María.Con esta celebración en la ‘Diócesis Mariana de Colombia’ los prelados cerraron un ciclo de reflexión sobre su labor pastoral desde la CXIX Asamblea Plenaria, reiterando su compromiso con la unidad, en sintonía con el mensaje del Papa León XIV.Peregrinación y renovación espiritualPrevio a la celebración, los prelados se reunieron en la Capilla de la Renovación para orar el Santo Rosario, posteriormente, recorrieron en procesión las calles del centro de Chiquinquirá hasta la Basílica, donde atravesaron la puerta santa como símbolo de conversión.La Misa, que congregó a cientos de fieles, tuvo como concelebrantes principales a los miembros de la comunidad de presidencia de la Conferencia Episcopal de Colombia: monseñor Francisco Múnera Correa (presidente), monseñor Gabriel Ángel Villa Vahos (vicepresidente) y monseñor Germán Medina Acosta (secretario general). También, a monseñor Luis Felipe Sánchez Aponte, administrador apostólico de Chiquinquirá y por monseñor Ramón Alberto Rolón Güepsa, obispo electo de Chiquinquirá, y a monseñor José Leonardo Gómez Serna, O.P, obispo emérito de Magangué.Tres claves para la Iglesia y para Colombia“Hemos peregrinado hasta esta casa de la Virgen María Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, para expresarle nuestro amor de hijos, para traer hasta su corazón las angustias y tristezas, los gozos y las esperanzas de todas las familias colombianas. Estamos convencidos de que Ella nos acoge con ternura y nos renueva en la felicidad que solo Dios nos puede dar”, así inició su homilóa el cardenal Rueda Aparicio.En su mensaje, el Arzobispo de Bogotá y Primado de Colombia no solo trazó un diagnóstico de las realidades que duelen a Colombia, sino que propuso tres caminos concretos para responder, desde la fe, a los desafíos del país y de la Iglesia. Con un tono pastoral y esperanzador, el purpurado invitó a mirar a María como modelo de entrega y fortaleza:1. María, servidora de la vida: Una respuesta ante la cultura de muerteEl cardenal Rueda hizo un llamado urgente a proteger la vida, especialmente en un contexto donde "las cunas vacías" —como lo advirtió el Papa Francisco— reflejan una crisis de esperanza. Pidió al Señor que, por mediación de la Virgen Madre de Dios, "le conceda a las familias jóvenes la alegría de la misión procreadora". Además, recordó que "toda madre en Colombia es una misionera de la vida, pero su felicidad, como la de nuestro pueblo, pasa por dolores de parto", señaló, recordando que el don de la vida debe ser custodiado con responsabilidad.Frente a las violencias que azotan al país —homicidios, feminicidios, suicidios y conflictos armados—, el cardenal fue contundente: "Toda guerra es un fracaso, es un atentado contra la vida. Es una economía de muerte". Por eso, pidió a los más de 6.000 sacerdotes de Colombia y a las comunidades ser "puentes de reconciliación", siguiendo el ejemplo del Papa León XIV, para sanar las heridas sociales.2. Evangelización con alegría: La fuerza de lo pequeñoEn medio de un clima de desencanto y sinsentido, el purpurado insistió en que la Iglesia debe salir al encuentro de los más heridos con un mensaje de esperanza. "La felicidad del evangelizador no está en grandes estrategias, sino en la sencillez de los panes y los peces, en servir como María, que cantó las misericordias del Señor", afirmó.Destacó que la verdadera evangelización nace del encuentro personal con Cristo, especialmente a través de la Palabra de Dios y los sacramentos. "La Eucaristía, ya sea en esta Basílica o en una capilla humilde, es el corazón de nuestra fe", recordó, subrayando la importancia de llevar el Evangelio a los territorios más golpeados por el abandono y la violencia.3. El Rosario, semilla de paz para ColombiaEn un país marcado por el conflicto, el cardenal presentó el Santo Rosario como un arma espiritual para transformar realidades. "Con María, contemplamos a Cristo en cada misterio, y esa oración sencilla puede convertirse en una sonrisa, un gesto de amistad o un servicio gratuito que siembre esperanza", dijo. Además, invitó a las familias, religiosas y agentes pastorales a hacer del Rosario una práctica constante.El purpurado también resaltó el protagonismo de los sacramentos —especialmente la Eucaristía y la Reconciliación— como pilares para "transformar los signos de muerte en signos de esperanza".Un mensaje que interpelaEstas tres claves —defensa de la vida, evangelización con alegría y oración perseverante— no son solo un discurso, sino un plan de acción para la Iglesia en Colombia. En un momento donde el país clama por soluciones, los obispos, desde Chiquinquirá, reafirmaron su compromiso de ser "profetas, testigos y servidores de la esperanza", llevando el consuelo del Evangelio, especialmente, a quienes más sufren.Vea a continuación los momentos más destacados de la celebración jubilar del Episcopado Colombiano:

Jue 22 Mayo 2025

Esperanza y educación: temas protagonistas en el quinto episodio de 'Diálogos en el Atrio'

Este miércoles, 21 de mayo, se estrenó el quinto episodio de 'Diálogos en el Atrio', el videopodcast de la Conferencia Episcopal de Colombia a través del cual se abordan, de forma sencilla y cercana, temas de interés para la Iglesia Católica colombiana. En esta oportunidad, el padre Edilberto Estupiñán Estupiñán, director del Departamento de Educación y Culturas, es el invitado especial.En este diálogo con el presbítero se abordan temas asociados al enfoque antropológico del Jubileo, particularmente desde temáticas que requieren relacionar la vida y las esperanzas temporales y humanas con la esperanza cristiana. Una de ellas, la educación de los niños, adolescentes y jóvenes.Desde ese enfoque, el padre Estupiñán comparte su perspectiva sobre interrogantes como: ¿Qué retos tiene la educación frente a la generación de esperanza en Colombia? ¿Qué rol deben desempeñar las instituciones y familias? ¿Por qué es clave integrar la esperanza como virtud teologal en los proyectos de vida de los jóvenes? ¿Cómo contribuye la fe a evitar situaciones críticas de salud mental? ¿Qué camino debe seguir la pastoral educativa en esta dirección?Para conocerlas, le invitamos a ver el episodio:

Lun 19 Mayo 2025

El clero del Valle del Cauca renovó su esperanza durante Jubileo celebrado en Buga

LaBasílica del Señor de los Milagrosfue el escenario central delJubileo que reunió en Buga a cerca de500 consagrados, entre obispos, sacerdotes, diáconos y seminaristas,de la Arquidiócesis deCali, y de las Diócesis de Buga, Cartago, Palmira y Buenaventura; un encuentro de comunión, fraternidad, compromiso misionero y esperanza.La jornada, enmarcada en elJubileo de la Esperanza, inició con unaliturgia penitencialpresidida pormonseñor Rodrigo Gallego Trujillo, obispo de Palmira, quien invitó a los presentes a mantener viva la esperanza en el ministerio sacerdotal y a ser portadores de esperanza para el pueblo fiel de Dios.Peregrinación y Eucaristía: Un llamado a la esencialidadMeditando el Santo Rosario, los participantes peregrinaron hacia la Basílica, donde celebraron laSanta Misapresidida pormonseñor Luis Fernando Rodríguez Velásquez, arzobispo de Cali. En su homilía, el prelado destacó tres ejes clave:1. La prioridad del anuncio de Cristo:"Nuestra felicidad está en ser servidores, no protagonistas. El pueblo necesita el Pan de Vida, no solo pan material", afirmó.2. El Jubileo como oportunidad de conversión: Exhortó a purificar"las huellas del pecado"mediante la confesión y avolver al amor primerode la vocación.3. Unidad y esperanza en el nuevo pontificado: Celebró el pontificado delPapa León XIV, enfatizando su llamado a lasantidad y la misiónen continuidad con el magisterio de la Iglesia.Además, el Arzobispo de Cali exhortó a los sacerdotes, diáconos y seminaristas a reavivar el ardor pastoral y ser artesanos de esperanzaen un mundo fragmentado.Culminación en fraternidadEl Jubileo del Clero y de los Seminaristas de la Provincia Eclesiástica de Cali finalizó conactividades culturales y de integraciónen elSeminario Mayor Los Doce Apóstoles de Buga que reforzaron el sentido de familia eclesial en el Valle del Cauca.Vea los mejores momentos a continuación:Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida por Conf. Episcopal de Colombia (@episcopadocol)

Sáb 12 Abr 2025

Escuchar la voz de los que claman la esperanza: el llamado del Cardenal Luis José Rueda en este Jubileo 2025

El cardenal Luis José Rueda Aparicio, arzobispo de Bogotá y primado de Colombia, fue el invitado especial del más reciente episodio de 'Diálogos en el Atrio', el videopodcast de la Conferencia Episcopal de Colombia.Durante el diálogo, el purpurado habló particularmente de la forma en la que el creyente católico puede transmitir y ser peregrino de la esperanza mediante signos concretos de humanidad, fraternidad y caridad con quienes más lo claman en un país como Colombia, con tantos retos a nivel social, político, económico y cultural.“Yo estoy convencido de que lo que genere esperanza en la vida no es ni un gran argumento ni una gran idea, por brillante que sea teológica, no. Lo que genera esperanza en la vida de nosotros los sacerdotes, en la vida de todo el pueblo de Dios, en los que están sufriendo de distintas maneras Es un signo, es una actitud, por pequeña, por humilde que sea (…) Hay personas que están clamando y que no los escuchamos, que no los vemos, que no sabemos su nombre, pero que sabemos dónde están”, expresa el cardenal Rueda.En el episodio, el Arzobispo de Bogotá narra algunas de las experiencias que ha vivido durante su misión pastoral con algunas de estas personas que sufren y que necesitan ser escuchadas y ayudadas; también explica cómo la Arquidiócesis de Bogotá está viviendo el Jubileo 2025, habla de la relación entre el Jubileo y la sinodalidad; y envía importantes mensajes a los colombianos.Véalo a continuación: